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—Chaemi, ya hablamos de esto. No irás a esa fiesta.

—Y yo te lo estoy suplicando, por favor mamá.

Así es, estaba suplicando para ir a una fiesta. Prácticamente lo estuve haciendo toda la semana.

—Lo siento, ya lo consulté con mamá Mina y no creemos que sea lo apropiado para un chico de dieci...

—Mamá Mina dijo que podría ir si sacaba buenas calificaciones.

—Eso fue antes de saber que se trataría de una fiesta de jóvenes universitarios.

—¿Y cuál es el problema?

—¿Cuál? Primero, no sabemos que tipo de gente es la que organiza esas fiestas. Segundo, me preocupa y asusta la edad de las personas que se presenten. Tercero, he oído que hay mucho descontrol en esas reuniones y no es seguro para un niño como...

—¡Ya no soy un niño! Estoy en preparatoria.

—¿Y eso qué? Siempre serás un niño para mí.

—¡Ugh! ¡Estoy harto! Si tuviera un padre él me entendería.

—No digas eso, hijo.

—Es la verdad. Solo te estoy pidiendo permiso para ir a una tonta fiesta a divertirme un rato y no quieres dármelo. A fin de cuentas me lo merezco después todo lo que he tenido que soportar.

—Chaemi, ya te dije que no es culpa...

—¿Y de quién es? Yo no pedí tener dos mamás, sin embargo tuve que soportar toda mi niñez que los demás niños se burlaran a diario de mí por tener dos madres, nadie quería ser mi amigo. Antes de que me cambiaran de escuela tenía que pelear para defenderme aunque no quisiera, ¿sabes lo que se siente?

—Hijo...

—¡No soy tu hijo!

—¡Basta! ¡No soy uno de tus amigos para que me hables de ese modo!

—¡Tampoco eres mi madre!

No me quedé a esperar un regaño de su parte y salí de la casa mordiéndome la lengua. ¿Por qué tenía que complicarlo todo siempre?

—¡Chaemi, vuelve aquí! —exclamó desde la puerta pero no regresé, por el contrario, me eché a correr.

Siempre era lo mismo cada vez que me invitaban a una fiesta, tenía que insistirle horas a mamá Chaeyoung para que me dijera que sí y esta vez ni siquiera había funcionado.

Como sea. Empecé a caminar sin rumbo alguno hasta terminar en el bar de mi tía. Había poca gente adentro así que me sentí más cómodo de esa forma.

—Dame algo fuerte —Le dije al sujeto que preparaba los tragos.

—Sabes perfectamente que tu tía no quiere que bebas alcohol.

—Lo sé.

—Bien, entonces entiendes que no puedo ofrecerte nada que no sea una gaseosa o un vaso con agua.

—Okay —Bufé con molestia—. Ya que todos están empecinados en tratarme como a un niño optaré por la gaseosa.

El barman me sirvió la bebida y me quedé en la barra viendo mi copa.
Realmente me sentía enojado y angustiado por la discusión con mi madre. Era como si a ella no le importara cómo me sintiera yo.

—Veamos, ¿qué sucedió ahora?

—Tía Jeong.

—¿Cuál fue drama de hoy? Ja, ja —dijo tomando asiento en el banco contiguo.

—No estoy de humor —Volví la vista a mi copa.

—Sí, ya lo noté.

—Quiero estar solo.

—También yo, así que si no te molesta me quedaré aquí a beber un rato antes de cerrar.

—Bien —Concluí.

Sin embargo no pasaron ni dos minutos cuando ella pidió su quinta copa de whisky. No me sorprendía verla beber a ese ritmo, por el contrario, ya estaba acostumbrado a que se emborrachara durante nuestras charlas y que luego tuviera que llevarla al sillón de su oficina para que no pasara la noche en la barra.

—Oye, el Whisky no se irá a ningún lado, tía. ¿Que pasó?

—Lo mismo te pregunto. Tu madre Chaeyoung me llamó luego de que te fuiste de casa. Creyó que podrías terminar aquí como sucede siempre que disienten en algo y acertó.

Es cierto. Cada vez que discutía con ella mis pies me traían al bar de la tía Jeongyeon. A lo mejor porque me sentía más cercana a ella que a mis propias madres. La tía Jeong, además de ser mi tía y madrina, era como una camarada en la que podía confiar.

—Okay —Me resigné—. Lo que pasó fue que... discutí con mamá Chae otra vez. Le supliqué que me dejara ir a una fiesta y no quiso. Dice que es inseguro para mí.

—¿Te refieres a la fiesta de la fraternidad universitaria de la que me comentaste el otro día? —Asentí— Chaemi, sabes que por lo general suelo darte la razón pero en esta ocasión...

—¿Vas a ponerte de su lado?

—No se trata de eso. Es que tal vez el ambiente pueda tornarse un tanto inseguro cuando todo se descontrole...

—Puedo cuidar de mí mismo y además ella no tiene ningún poder o autoridad para decirme lo que puedo o no hacer. Mamá Mina es mi única madre.

—Wo, wo, wo, wo, wo, no te precipites. Entiendo que estés ofuscado pero tus madres te quieren mucho y se preocupan por tu bienestar. Y aunque mi hermana Chaeyoung no sea tu madre biológica ella ha puesto todo su corazón, al igual que Mina, en tu crianza.

—Ya lo sé.

—Entonces por qué dices esas cosas. Dime, ¿cuál es el verdadero problema? ¿Qué es lo que realmente te inquieta?

Maldición.

—Pues... Sé cuánto mamá Chaeyoung me quiere, pero eso no quita que la haya pasado mal en la escuela y aun hoy, aunque me haya cambiado de escuela, debo mentirle a mis amigos y decirles que vivo con mi madre y que Chae es mi tía para que no crean que soy un gay afeminado como todos lo pensaban antes.

—Ya te oí quejarte de eso un millón de veces —dijo en un tono más serio—. No es culpa de tus madres que la gente sea poco tolerante. Creí que lo habías entendido.

—Yo... Lo siento. No quise ser ofensivo. No tengo nada en contra de la inclinación sexual de las personas, lo sabes.

—Hay algo más, ¿verdad? ¿Por qué no lo escupes y te quitas ese peso de encima?

—Está bien. Yo sí quiero a mamá Mina y a mamá Chaeyoung, a pesar de nuestras recurrentes discusiones, es solo que a veces... —Suspiré con pesadez.

—"A veces...".

—A veces desearía haber conocido a mi padre biológico. Sé que no fue un donante, mamá Mina me lo dijo pero jamás ha querido decirme quién la dejó embarazada, tampoco se lo ha contado a mamá Chaeyoung y aunque a ella no le importe, a mí sí. Ni siquiera sé si él sabe de mi existencia. Es una cuestión de identidad, necesito saber quién es mi padre.

Tras decir aquello creí que me sermonearía pero en su lugar le pidió la botella de whisky al barman y se dedicó a servirse y beber en silencio. Yo hice lo mismo con mi gaseosa.

—¿Sabes? Yo conocí a la chica más hermosa en la escuela —Volvió a hablar luego de unas copas—. Siempre peléabamos, yo me burlaba de sus dientes y ella de mi risa. Se llamaba...

—Nayeon.

Cómo no saberlo. Me hablaba de ella cada vez que se emborrachaba, o sea a menudo. Me contaba que competían por quién sacaba la calificación más alta de la clase, que para molestarla mamá Chaeyoung le pedía ayuda en sus tareas a Nayeon, que estaba secretamente enamorada de ella, que ella tenía novio, etc. Eso sí, siempre se quedaba en la misma parte, el día que iba a confesarle sus sentimientos. Siempre concluí que la chica la había rechazado, que fue su único amor y que por eso mismo la seguía recordando hasta el día de hoy.

—...Nayeon.

Me quedé un rato más haciéndole compañía hasta que el reloj marcó las once p.m. y la ayudé a subir a su oficina. El barman ya había cerrado el bar y se había marchado así que también me fui.

Las calles estaban vacías mientras me dirigía a casa. Pensé en mi conversación con la tía Jeong durante todo el trayecto. Me sentía cansado del mundo. ¿Acaso era un malagradecido por desear tener un padre? ¿Era culpable por ello?

A una calle de llegar relenticé el paso aunque no sirvió de mucho. Me escondí detrás del árbol de la vereda de enfrente y vi que las luces de mi casa seguían encendidas. Suspiré. Lo más probable era que estuvieran esperándome para sermonearme o regañarme así que decidí regresar por donde vine.

No me alejé mucho. Llegué a la cancha de básquet situada a un par de calles, tomé el balón que estaba tirado y empecé a hacer encestadas en medio de la noche. Debían ser alrededor de las una de la madrugada cuando hice un mal tiro y la pelota rebotó en el aro y cruzó el alambrado perdiéndose entre los arbustos.

Diablos.

No quería quedar como un idiota conmigo mismo, por eso comencé a trepar el alambrado para pasar al otro lado. Siempre fui un chico curioso e intrépido, razón por la cual no tenía problema en buscar una cosa en medio de la oscuridad. El caso era que no lo hallaba por ningún lado. Me adentré a lo que parecía ser un bosque y no había rastro del balón. Al ver una luz cerca me acerqué a ella y me encontré con una casa a unos pocos metros con un farol en la ventana que alumbraba toda la parte trasera.

Con que eso era.

"La casa abandonada de los Zhou".

Cuenta la leyenda urbana que hace algunos años allí vivían una bruja y su nieta. Nunca salían de la casa. Un día alguien lo reportó a la policía y esta fue a ver qué pasaba. Al entrar, vieron el cuerpo de la bruja momificado y la niña nunca apareció.
Todos creen que la bruja la hizo desaparecer, que el hechizo o lo que fuera salió mal y terminó así. O eso es lo que se decía en el vecindario en la noche de Halloween.

En fin, estaba por regresar cuando detecté el balón debajo de la ventana.

¿Cómo diablos llegó ahí?

No tenía idea pero seguramente había una explicación lógica, y además debía recuperar el balón, yo no era un cobarde.

Respiré hondo y fui acercándome con precaución a la propiedad abandonada. Estaba a tan solo unos pasos del balón cuando de pronto la puerta trasera se abrió con el típico rechinido de película de terror. Quería empezar a correr pero mis piernas se inmovilizaron.

Tragué en seco, era imposible, se suponía que nadie habitaba esa casa desde hacía años.

—Chaemi~ —Canturreó una voz desde el interior de la casa. Ahora sí estaba por hacerme en los pantalones— Chaemi~ —Repitió.

—¿Q-Q-Qu-Quién e-eres?

—Entra.

Definitivamente iba a hacer lo contrario pero mis piernas me fallaron otra vez y empezaron a moverse por sí solas.

Calma Chaemi. A lo mejor es alguien que quiere jugarte una broma... en medio de la madrugada.

La puerta volvió a cerrarse luego de que yo ingresara y las luces se encendieron o, mejor dicho, las velas. Todo era muy tenebroso por dentro y yo no hacía más que temblar. ¿En qué diablos estaba pensando cuando decidí ir tras el balón?

—Siéntate —Volví a escuchar esa voz. No iba a esperar a que me lo repitiera así que me senté en la primera silla que vi, junto a una mesa redonda.

De la nada oí el ladrido de un perro y casi me infarto. Volteé hacia atrás sin levantarme y no había nada, sin embargo al volver mi vista al frente me encontré con alguien sentado del otro lado de la mesa, llevaba puesto una capa que no dejaba ver con claridad su rostro.

—T-t-ttt... Q-q-qu... —No era capaz de formular una palabra.

—Chaemi, ¿cierto?

—E-E-Eh... S-S-Sí. ¿¿Q-Quién e-eres??

—Un ángel de GodJihyo. Una bruja, qué más voy a ser —dijo corriendo lo que parecía ser una capucha hacia atrás.

—E-Eres una chica.

—¿Nunca viste una o qué? —Rodó los ojos.

—Sí, bueno, es que...

—Nos hubiéramos ahorrado todo este suspenso si no fueras tan lento.

—¿Eh? Bueno, lo siento. Pero... No entiendo, ¿qué haces aquí? ¿Y qué hago yo aquí?

—Mi nombre es Tzuyu y he vivido aquí todo estos años, pero claro, todos se acuerdan de mi abuela pero nadie de mí.

—Uh, un momento, ¿estás queriendo decir que tu abuela era la bruja Zhou? Es decir, ¿la anciana que hacía brujería?

—Vaya, no eres tan tonto como creía.

—Gracias pero... pero, ¿cómo es que...? Tú... desaparecida... tu abuela...

—Mi abuela está rockeando con los Rolling Stones, en su mejor época, en algún lugar del mundo. Me comuniqué con ella hace unos días y siempre se muere risa cuando le cuento las tontas historias que inventa la gente.

—¿¿¿Qué??? Pero... Pero... ¿Co-cómo...? Ella está muerta... no es posible que...

—¿Muerta? Ojalá. Hierba mala nunca muere. La odio por haberme dejado sola, ella de gira y yo aquí cuidando sus libros y pócimas y soportando a curiosines como tú. Además, la idea era que yo me divirtiera, no ella.

—Y-Yo... sigo sin entender.

—Mejor. Por cierto, ¿traes dinero?

—¿Eh? ¿Vas a robarme?

—¿Sí o no?

—Sí.

—Perfecto.

—Pero para qué quieres dinero.

—¡Jelouuu! También como y bebo, ¿sabías? Bien, ¿cuánto traes?

—Pues... —Revisé mis bolsillos y me puse a contar— Casi $1000.

—Es suficiente, dámelo.

—¿Qué? ¿Por qué-

—Oh, vamos, no me los estarás regalando, te daré algo a cambio.

—¿Eh?

—Como oíste.

—¿Qué cosa me darás? No entiendo nada.

—No soy una ladrona. De hecho tengo mucha clase. Haremos un trato, tú me darás el dinero y yo te cumpliré un deseo. ¿Qué te parece?

—Me parece que estás algo confundida o ves muchas películas de...

—¿De qué hablas?, es un trato justo, solo dame el dinero y dime tu maldito deseo.

—¿Un deseo?

—¿Qué? ¿te parece poco? Déjame explicarte, me pedirás un deseo, cualquiera que sea, y yo te lo cumpliré. Fin de la historia.

—Eso es imposible.

—Já, nada es imposible para Zhou Tzuyu. ¿Se te olvida que soy una hechicera? O "bruja", como quieras llamarle. Puedo hacer realidad cualquier deseo, por un término de tiempo, claro está.

—¿Entonces es verdad?

—Por supuesto, ¿cómo crees que mi abuela está bailando con Jagger? Yo la envié a mil novecientos... o era mil ocho... Ya ni me acuerdo.

—¿Puedes hacer viajes en el tiempo? —Me entusiasmé.

—Yes. ¿A dónde quieres ir?

—Quiero... —Necesito saber quién es mi padre— Quiero que me envíes a dieciocho años atrás, quiero conocer a mi padre.

—¿Ese es tu deseo?

—El único —respondí con determinación. Saqué el dinero de mi bolsillo, que era todo lo que traía en ese momento, y lo dejé sobre la mesa.

—Bien —Sonrió de una manera un tanto pretenciosa—. Iré por mi "libro de hechizos" favorito y te daré la pócima.

Tragué en seco.

No sabía cuánto de esto era real pero quería creer que todo lo era. Deseaba tanto conocer la verdad, saber por qué mis padres no estaban juntos hoy en día, porque si mamá Mina me tuvo fue porque alguna vez amó a un hombre.

***

No sabía muy bien cómo había llegado a esta situación pero estaba acostado sobre un círculo en el piso rodeado de velas bebiendo la pócima que me había extendido la hechicera. Luego me dijo que cerrara los ojos y guardara silencio absoluto.

Lo último que me quedó en la mente antes de caer dormido fue su voz pronunciando palabras extrañas.

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