Querido Stefan.

Empiezo esta carta para llevar una especie de diario con todos nuestros momentos juntos, pero de una forma más poética y especial, aún que estoy segura de nunca mostrarte esto. Moriría de vergüenza y tú te reirias y dirías lo linda que me veo sonrojada.

Puedo imaginarme esa escena en mi cabeza y aún que me encanta demostrarte cuánto te amo, dejaré esto en secreto por ahora.

Sé lo que piensas... Ya empecé a divagar cómo siempre hago, pero sabes que no es mí culpa ser tan distraída, es más, dices que es una de las tantas cualidades que amas sobre mí, así que si en algún momento lees esto, espero que tengas una gran sonrisa en tú bello rostro y estés esperando qué entre por la puerta de nuestro hermoso hogar para burlarte de lo cursi que siempre he sido.

Ahora tengo que despedirme, falta poco para que vengas a cenar como todos los viernes y por nada del mundo quiero que veas lo que escribo.

Siempre tuya:
Eleonora
05/06/1863.