005. roadtrip

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CHAPTER FIVE
❝viaje en auto❞
yellowjackets season one | act. one







📍Nueva Jersey, 2021

LA GARGANTA LE QUEMÓ cuando le dio un trago a la botella de vodka y cerró los ojos mientras trataba de que su pierna dejara de subir y bajar. Tenía demasiadas cosas en la cabeza y no sabía como ordenar todo.

—Oh, vamos, Matthews —escuchó—. Son las nueve de la mañana, ¿que haces bebiendo?

Theo bajo la cabeza y la dejo entre las piernas tapándose los oídos.
—Déjame en paz.

—Sabes que esta mal —canturreó—. Lo habías dejado. Dos años sobrio es un gran avance, ¿sabes? Deberías hablar con un terapeuta.

—Natalie apareció de nuevo —murmuró en voz baja.

—Lo se, ¿por qué crees que estoy aquí? —Theo levantó la cabeza y vio a Jackie, de diecisiete años, sentada sobre la mesa y mirándolo reprobatoriamente—. Natalie vuelve a tu vida, yo vengo a evitar que tomes malas decisiones y te termines suicidando o algo así. El ciclo de la vida.

Theo sabía que no era real. Sabía que era un producto de su imaginación para mantenerlo cuerdo pero decidía ignorarlo porque funcionaba la mayoría de veces.

Que era la peor parte.

—No voy a suicidarme —dijo antes de darle otro trago a la botella.

—No deberías beber si tomaste tus medicamentos —dijo Jackie negando—. Eso sería prácticamente suicidarte.

Lo tenía claro.

Mezclar valproato y olanzapina con alcohol era básicamente hacerlo dormir una semana entera o incluso podría caer en un coma y la verdad no tenía tiempo para caer en un coma.

—No tome mis medicamentos hoy —dijo enojándose—. Sal de mi cabeza.

—No te enojes conmigo, señorito —lo regaño—. Yo no soy con quien estas enojado.

—No, ¿sabes que? —preguntó, levantándose—. Estoy enojado con todo el mundo.

—Ese no es mi problema —negó Jackie columpiando los pies—. Por cierto, hay alguien en la puerta.

El timbre resonó por el loft de Theo mientras el miraba a Jackie con confusión.
—¿Como mierda sabes eso?

Jackie alzó los hombros y se despidió con la mano mientras Theo se levantaba con un quejido de dolor. Una vez parpadeo, Jackie ya no estaba.

Sintió la usual presión en el pecho mientras se encaminaba a la puerta y apenas abrió y vio quien era, la empujo para cerrarla pero el pie de Misty se interpuso y entró igualmente.
—Buenos días, Theo.

—¿Que quieres? —preguntó molesto.

—Nat esta en el auto —dijo, sonriente como siempre—. Vamos a buscar a Travis, ¿te apuras? Vamos tarde.

—¿Por que mierda querría ir a buscar a ese pedazo de imbecil?

—Porque es importante para Nat —debatió—, y Nat te importa.

—¿Que gano yo?

—¿Tienes algo mejor que hacer?

—Tengo un trabajo —dijo Theo sarcástico.

—Es sábado —dijo Misty—. Y estabas bebiendo, te conozco aunque no te guste. No beberías si tuvieras que trabajar, eres responsable a tu manera.

Theo la miro con odio y Misty volvió a sonreír.
—Te esperamos en el auto, haz la maleta. No te demores mucho, Nat ya esta de mal humor.

—¿Maleta? Misty no quiero ir.

—No era pregunta —dijo la rubia cruzando el umbral de la puerta—. ¡Volveré si demoras mas de diez minutos!

—Averigüe después que robaba artículos de oficina de su trabajo —dijo Misty—. Y no hablo solo de grapas. Luego estaba el tipo del senderismo, se veía normal. Pero después me pidió mis calcetas. Y nunca llamó. ¿Que hay de ustedes, están saliendo con alguien? Ya me dijeron que no están juntos pero quien sabe, quizá han estado con más gen...

Nat y Theo se miraron de reojo y la menor interrumpió.
—¿Cuánto falta para que lleguemos con Travis?

—Tres horas y veinticuatro minutos —dijo Misty, estirando el celular para que los dos vean.

Decidió cederle el puesto del copiloto a Theo y ella irse atrás. El chico Matthews se sentía en un viaje familiar donde la hija era incapaz de dormirse y hablaba cada segundo del viaje.

Se iba a arrancar las orejas.

—Lo entiendo, ¿saben? —siguió—. Si no salen con nadie de momento. A nuestra edad, todos los que están disponibles son como las migajas en la bolsa de papitas —Misty recibió un mensaje y sonrió—. En general.

Nat soltó una carcajada.
—¿Tienes una papa completa?

—Es solo un amigo —contó—. Por ahora.

—No quiero saber —murmuró Theo, cansado.

A los pocos minutos se estacionaron en una gasolinera pues estaban quedándose sin combustible. Nat se giró hacia Misty.
—Muero de hambre. ¿Quieres ir por algo mientras nosotros ponemos gasolina?

—No sé que les gusta, deberían venir conmigo —dijo sonriendo.

—Un chocolate está bien —dijo Nat.

Theo sacó un billete de diez dólares y se los dio a Misty.
—Una bebida y chicles.

—Hay chocolate oscuro, con leche y blanco —insistió Misty—. Bebidas hay muchas y chicle de que sabor, ¿saben?

—Sorpréndeme —dijo Nat.

—Una coca cola y de sandía —dijo Theo cerrando los ojos.

—Oh —Misty los vio a los dos y asintió—. Esta bien.

Theo puso una mueca de confusión mientras Misty salía del auto y caminaba hacia la tienda. Natalie suspiró.

—No recuerdo que hablara tanto —se quejó Theo rodando los ojos—. Le voy a poner un somnífero en el maldito café.

Natalie lo miro sin expresión y luego se inclinó sobre el y abrió la guantera.
—¿Qué haces?

—¿Puedes moverte? —Natalie comenzó a rebuscar en las cosas mientras Theo se alejaba y trataba de reclinar el asiento hacia atrás. Luego sacó unos cables—. Lo sabía, hija de puta.

—¿Que esta pasando? —preguntó confundido.

Natalie le puso los cables en la cara. Theo alcanzó a leer que decía porsche.
—Rompió mi auto.

—¿Qué?

—Iba a venir sola pero el motor no prendió y mágicamente, Misty apareció ofreciendo traerme —dijo devolviéndolo y cerrando la guantera—. La voy a matar.

—¿Por qué estas sorprendida siquiera? —preguntó, quitándose el cinturón y saliendo del auto—. Es Misty.

Luego de que Nat llenara el tanque con combustible y mientras Theo pagaba, Misty volvió con una bolsa, comiendo carne seca y le extendió una lata y chicles.
—Coca cola y chicle de sandia, tu chocolate.

Nat le arrebató la barra de snickers de la mano y la miro raro.
—¿Qué?

—¿Carne seca, en serio?

Los tres volvieron al auto, una más entusiasmada que los otros dos. Theo se puso el cinturón y espero las siguientes tres horas de escuchar a Misty hablar sola.

Natalie se estacionó frente a una casa que parecía literalmente abandonada y Theo se quejó en voz baja.

El y Travis nunca se llevaron bien, no quería verlo, ni siquiera sabía porqué acepto ir a buscarlo.

—Debiste traer tu rifle —dijo Misty y Nat la miró raro—. ¿Qué? No hemos visto a Travis como en veinticinco años.

—Ojalá siga así —susurró Theo para si mismo.

—Se mudó al quinto infierno, se cambió el nombre. Parece que es el Unabomber.

Subieron al porche de la casa y Natalie tocó la puerta con los nudillos. Theo metió las manos en los bolsillos de su sudadera y esperó mientras Misty caminaba y veía el lugar.
—No veo un auto. Podríamos ir al pueblo, dar una vuelta, comer unas alitas y regresar más tarde.

Natalie rompió el vidrio de la puerta. Theo cerró los ojos estresado y negó.
—No voy a hacer esto.

—¿Segura que es buena idea? —preguntó Misty y Theo alzó los brazos con desesperación, ni siquiera Misty apoyaba esto—. ¿Y si nos ven los vecinos?

Natalie abrió la puerta y entró a la casa, seguida de Misty y luego de Theo que entró a regañadientes.
—Cielos, a alguien le vendría bien redecorar. Nunca es buena señal cuando el sospechoso vive como un ermitaño. Vemos este tipo de cosas todo el tiempo.

—¿No eres enfermera? —preguntó Natalie.

—Es bien sabido que, entro menos cosas tenga un sospechoso, más extraño resulta ser —siguió Misty—. Había un tipo, Mike McGreevy, conocido como: el Demonio de Gibbsboro, casi no tenía cosas. Resulta que robaba tumbas porque coleccionaba dientes para hacer...

—Oye, ¿puedes revisar la basura? Vi un bote atrás.

—Esa es una buena idea, aprendes mucho de una persona al revisar sus desechos.

Misty salió de la casa y Theo respiró.
—Voy a matarla algún día.

Natalie se fue hasta la habitación de Travis, dejando a Theo solo en la cocina. El hombre se sentó y tomó su teléfono al sentirlo vibrar y vio que Shauna lo estaba llamando.

Respondió y salió al patio donde vio a Misty hurgando en la basura. Estuvo por hablarle pero Theo la callo.

Theo, gracias a Dios —dijo la voz de Shauna al otro lado.

—Hola, bambi —dijo el con una pequeña sonrisa—. ¿Pasa algo?

Creo que Jeff me esta siendo infiel.

—¿Quieres que lo golpee?

No, estúpido —Shauna rio al otro lado—. No te llamo por eso. No se porque lo dije. Da igual, ¿te ha hablado una periodista últimamente?

—No —contestó, rascándose la nuca—. ¿Por qué? ¿Te están molestando de nuevo? Podemos ir a denunciar si quieres.

No, esta bien —dijo ella con voz cansada—. Estoy acostumbrada, es solo que vino a mi casa. Creí que quizá había hablado contigo. Ten cuidado igual. Quiere escribir un libro sobre lo que pasó.

—Que tenga suerte con eso —rio el—. Malditos periodistas.

Misty le hizo señas de que entraran otra vez y Theo puso mala cara.
—Hey, bambi, tengo que irme. ¿Hablamos otro día? Tenemos que vernos.

Por favor. Tengo mucho que contarte.

Hablamos, bye —se despidió y cortó antes de entrar nuevamente—. ¿Que quieres?

—Algo es seguro, Travis no ha estado comiendo sus verduras —dijo la rubia.

—¿Me interrumpiste para eso?

—¿Qué es eso? —preguntó Nat.

—Es su recibo de paga —dijo Misty leyendo el papel—. Ha estado trabajando en el Rancho Willow Brook.

—Esa es una botella de doscientos dólares —dijo Natalie apuntando a la botella de whiskey encima de la mesa.

—Es un gusto caro para alguien que apenas gana el mínimo.

Se escuchó un ruido y los tres se tensaron. Un oficial de policía apareció con la pistola en las manos y Theo maldijo en voz baja.

—Eso no es necesario —dijo Nat sonriendo.

—Las manos arriba —gritó a lo que Misty elevó los brazos feliz. Theo mostró las manos con cansancio al igual que Natalie—. ¿Qué hacen aquí?

—Solo visitamos a un viejo amigo —dijo la castaña.

—¿Qué amiga rompe la ventana? De rodillas, ahora —Misty y Theo se arrodillaron, una más feliz que el otro pero Natalie no se movió—. Señorita, voy a dispararle.

—¿Así? —preguntó inocentemente después de arrodillarse.

Lo siguiente que Theo supo es que estaba metido en una celda, junto a la celda de Misty y Natalie y miraba a la castaña con enojo.
—Esto es tu maldita culpa, ¿lo sabes no? ¿Sabes lo que significa para mi estar aquí, Natalie? ¿Tienes una mínima idea?

—Nadie te obligó a venir.

—Bueno... —empezó Misty.

—¡Tu cállate! ¡Puedo perder mi jodido trabajo! —gritó, golpeando el barrote—. ¿Entiendes eso?

—Ni siquiera te gusta —gritó Natalie rodando los ojos—. No se porque estas tan alterado.

—No pase cinco años de mi vida estudiando para que me despidan por tu culpa —escupió con la mandíbula tensa—. Puede que nunca me haya gustado pero sabes lo importante que es. Eres una inmadura, siempre lo has sido.

—Ah, ahora soy inmadura —rio Natalie—. Dile eso a mi yo de diecisiete.

—La cárcel —dijo Misty incomoda—. Vaya, huele como pensé que olería.

—Tu yo de diecisiete puede joderse —gritó Theo caminando de un lado a otro—. Te juro por Dios que si me despiden voy a...

—¡Wow! —Misty rió—. Vamos a calmarnos. ¿Creen que el oficial piense que somos prostitutas?

—¡Misty, cierra la boca! —gritaron los dos al mismo tiempo.

—¿Tomaste tus medicamentos, Theo? —preguntó Natalie con una mirada de preocupación notablemente falsa—. Te ves un poco... inestable.

—Púdrete, Natalie —dijo molesto—. Mi vida sería mucho más fácil si no te hubiera conocido.

Los tres se quedaron en silencio y Misty abrió la boca sorprendida. Había estado presente en discusiones de ellos dos pero nunca habían llegado tan lejos.

—Robaste el cable de mi batería —dijo Natalie mirando a Misty sin demostrar emoción alguna. ¿Por qué carajos lo hiciste?

—Bueno, quería venir contigo y no creí que me lo permitirías. ¿Me equivoqué?

Theo bufó y se sentó en el pequeño banquito antes de pasar las manos por su cabello.
—Estas desquiciada.

—Llamadas —dijo el oficial, abriendo la celda de las chicas—. Scatorccio primero.

—Se pronuncia "Scatorshio".

Natalie se fue y Misty volteó para mirar a Theo.
—Dudo que te despidan.

—¡Cállate por dos segundos!





















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