𝐜𝐮𝐚𝐫𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐮𝐧𝐨

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Héroes.

Abrí mis ojos. El medio día había llegado, la claridad del día nos brindaba una soleada, que nos otorgaba una brisa calurosa. Me mantenía en el borde de aquella muralla, observando las casas obstruidas por todo el escándalo provocado. Suspiré, pero el hacerlo, me hizo sentir con más profundidad ese sentimiento de pérdida que aún estaba procesando. Baje la cabeza, inclinándome. Dejando todo el peso en mis talones, para sentir como la brisa removía mi cabello y el calor se apegaba a mi cuerpo, pero no podía quitarme la capa, no después de todo, era la única manera de seguir representando a mi legión, aunque estuviéramos llenos de baja, incluyendo la de su gran líder. Mire mis manos, las mismas que cargaron su cuerpo hasta una casa cercana donde su cuerpo pudiera descansar restante nos removíamos de nuevo al distrito de Trost, pero, aún mis manos parecían estar temblando por todo lo que había sucedido. Las mismas manos que llevaron a tomar decisiones de las que aún no estaré listo en aceptar, hasta que simplemente, pueda redimirme de ellas. No podía dejar de pensar en él. No había pasado mucho. Pero el afirmar que Erwin Smith había muerto, parecía ser una cosa irreal con la que debería lidiar los próximos días de mi vida, hagas que llegue uno en donde despierte, y entienda que se ha ido para siempre, como todos esos compañeros. Pero si muerte, le daba significado a la mía, porque yo lo recordaría en cada momento de mi vida. La ventisca se hizo más intensa, erizando mi piel. Las últimas horas, habían pasado con lentitud.

Estaba agotado. Toda la fuerza e energía que utilice para acabar con el titán bestia, había sido en vano, pero no podría olvidar cómo lucía ese tipo. Pensarlo, me estremecía por completo, debí haber dado un mejor golpe. Y ahora, parecía ser que mi único objetivo era encontrarlo, el problema era, que no sabía por dónde empezar. Levante la mirada, podía observar en el otro extremo a Grace. Ella estaba solitaria, estaba sentada, con su cabeza baja. No me culpaba, pero el que no me mirara, me perturbaba por completo. Ese sentimiento que ella debía estar sintiendo, tenía que ser más pesado, tanto, que la impedía levantarse y caminar con formalidad. Escuché una bocanada, una fuerte bocanada de aire que hizo que nosotros nos giráramos para observar de donde había provenido, pero tanto ella como yo, observamos desde nuestros puntos cómo Armin, con una piel resplandeciente y su rostro brillante entre su aura genuina, abría sus ojos azulados grandemente. Él estaba más vivo que nunca antes, lo supe porque su pecho subía y bajaba agitadamente, parecía estar perdido y confundido por lo que sucedía a su alrededor, pero no era mi deber explicar cómo habíamos llegado hasta aquí, después de todo, no había represalias entre nosotros. Solo desacuerdos.

-Leandra.-la llame en cuanto observe cómo llegó hasta mi lado ante subir al muro.-¿Qué hallaron?-pregunte curioso, viendo detenidamente el cansancio en sus ojos.

-No hay rastros de nadie.-respondió cabizbaja.-Ese titán, quería aniquilarnos. Estuve apunto de matarlo, pero, ese imbécil de allá me detuvo para tener una conversación amigable.-me contaba, frustrada y gruñendo, mientras señalaba a Armin, quien miraba todo desorientado.-Si Armin no hubiera intervenido, yo habría acabado con ese estúpido antes de que sé cómo virgueros en el titán colosal.-musitaba.

-No te culpes.-le pedí, viéndola cabizbaja y apretando sus puños con fuerza.-Nunca sabremos el resultado de una decisión.-musité, viendo como denegaba, aún con la misma actitud.

-Es que, ahora tengo que vivir recordando este momento.-decía ella, cambiando de vista.-Y ella también, siento que es la menos que merece este sufrimiento.-observó a Grace, quien a la distancia parecía secar sus lágrimas.-Parece ser que somos los únicos.-afirmó, mirando al gran desierto que había tanto en el exterior, como en el interior.

-Eso parece.-comente, observando cómo Eren se esclarecía en mi campo visual, corriendo hacia la dirección del chico que había despertado.

-¡Armin!-grito Eren, de una manera estresante para mis oídos, no podía haber un mínimo silencio.

-¿Despertó?-se cuestionó Leandra, viendo como Eren se abalanzaba a Armin, abrazándolo.-Levi.-esta me llamó, Leandra era dos centímetros más alta que yo, así que levante un poco la mirada.-¿Estás bien?-me preguntó.

-Si.-respondí fríamente, sabiendo la intención de su pregunta, en cómo ella me examinaba.-Leandra, cómo Eren y Mikasa, tendrás un castigo por atacar a un superior. Esto lo ha esclarecido Hange, pero a diferencia de ellos, solo estarás unos cortos días.-le dije, viendo como asentía.-Vamos.-le pedí a Leandra, para que nos dirigiéramos hacia Armin, quien miraba a Eren confundido, hasta que su mirada llegó a mi.-Al fin despiertas.-comente, observando cómo Grace cruzada de brazos y cabizbaja, procedía en venir con lentitud.

-Capitán, no comprendo... ¿qué es lo que está pasando?-me preguntó, confuso.-Solo recuerdo que Berthold se transformó. ¿Se encuentran bien los demás soldados?-respire hondo, y procese en pensar mis próximas palabras.

-¿Eso es todo lo que puedes recordar? ¿Verdad niño?-le pregunté, viendo como se quedó en silencio.-Eren, explícale lo qué pasó.-le pedí, para así alzar mi mano con la pistola de bengala, disparando al cielo el anuncio.

-Armin... -Eren murmuró, sin saber cómo entablar la conversación adecuada.-No puedo hacerlo.-expresó este, bajando la cabeza avergonzado, por lo cual gruñí molesto.

-Eren, si puedes.-musitó Grace, inclinándose delante de ellos, llevando su mano al hombro de Eren.-Adelante.-le pidió ella, con un rostro apagado y sus ojos hinchados, estaba ida.

-Bien... -suspiro este, para retomar la mirada en Armin, quien esperaba ansioso la respuesta a su pregunta.-Luego de que Berthold denotara las explosiones, parecíamos no tener mucha ventaja contra él. Juntos, nos unimos para poder destruirlo, descifrando que su masa se absorbía hasta la delgadez por la energía que utilizaba para crear la bruma de evaporación. Adeline llegó hasta nosotros. Ingeniaste un plan para poder detenerlo, yo serviría como distracción, para tú enfrentarlo junto a ella, hasta que pudieras despistarlo. Era la única manera de que desprendiera su nuca, pero decidiste cortar el cable de Adeline cuando sabías las consecuencias que eso causaría, aguantaste mucho así que terminaste calcinado y casi sin vida en un tejado. Donde ella te encontró primero.-musitaba Eren, cabizbajo, mientras que levante mi vista ante observar cómo los demás empezaban a llegar, con la ausencia de alguien, de Adeline.-Logre capturar a Berthold. Casi era salvado por sus aliados, pero el capitán Levi llegó y impedía que fuese así. Tú, parecías estar muriendo, pero respirabas, aún respirabas. Creía que la mejor manera de que pudieras vivir, era que el capitán te inyectara la jeringa con el líquido. Te convertirías en titán y así devorarías a Berthold, reviviendo, pero, lastimosamente él comandante Erwin quien estaba luchando en el exterior, fue uno de los dos sobrevivientes del altercado contra el titán bestia. Él estaba muy lastimado, medio muerto, pero también respiraba.-Eren hizo una pausa, observando lo abrumado que estaba Armin.-Al final, te eligió a ti. Y ahora, somos los únicos sobre la muralla.-finalizó en decir, pero Armin yacía en silencio y con una expresión perdida.

-¿Y bien? ¿Entiendes ahora, Armin?-le pregunté, mirándolo fijamente, pero parecía aún no estar en una sintonía fija.

-Entonces, ¿toda la región se redujo a nosotros doce? ¿Es en serio?-se preguntó.

-Al menos es lo que creemos. Hemos estado buscando sobrevivientes, pero en cuatro horas no hemos tenido suerte.-le respondió Jean, sentado en un cajón aún lado de Connie, quien le servía agua a una inconsciente Sasha.

-Al final tuvimos éxito en la operación para sellar ShingaShina. Reiner, el titán bestia y otro más huyeron. Capturamos a Berthold, y luego discutieron sobre quién debía vivir, al usar el suero en mi o el comandante Erwin. Pero, fui yo quien se comió en titán y devoró a Berthold.-repetía, mirando algún punto.-¿Por qué? ¿Por qué me eligieron?-se preguntó, abriendo sus ojos grandemente para observar a Grace cabizbaja delante suyo.-Grace... -la llamó con un tono suave, pero ella solo bajó más la cabeza.

-Armin, esta bien.-musitó ella.-Siempre habrá un día, donde debes tomar una decisión, una muy fuerte. Ya lo entenderé, entenderé que necesitaba que fueras tú el que viviera.-murmuro, levantando la vista, para ver cómo él se afligía a eso.

-Estoy seguro que la decisión más lógica era revivir al comandante Erwin. ¡Capitán! ¿Por qué me inyecto a mi el suero?-se preguntaba, agitado y en desacuerdo, abrumándome.

-¡Dije que le explicarás todo mocoso!-patee el trasero de Eren con fuerza, viéndolo quejarse y estar avergonzado aún lado de Mikasa, quien no tenía atrevimiento para mirarme.-Y al parecer, tus dos amiguitos no pensaron de la misma forma que tú. Así que colocaron a Adeline en una posición defensiva contra mi. Recurrieron a la violencia, y lo hicieron para tratar de detenerme.-le conté.

-Lo lamento, aceptaremos cualquier castigo.-indicó Eren, con un semblante neutral y sereno.

-Bien, ambos van a ser castigados por insubordinación, pero, ¿eso les da el derecho a ambos de hacer lo que quieran?-le preguntó Hange, sentada en un cajón, con un vendaje cubriendo su ojo izquierdo, su semblante estaba en duelo también.-Tú hermana es la reina Eren, ella no se va preocupar en estar en una celda.-le decía, viendo como este asentía.

-En todo caso, fui yo quien decidió inyectarte con ese suero. Mejor dicho, al final fui yo quien decidió el lugar donde Erwin descansaría.-interferí, viéndoles a todo.

-Aún así no lo comprendo capitán, por nada del mundo debía morir el comandante. Ahora que él no está con nosotros, ¿que es lo que vamos hacer?-volvió a preguntar ese niño.

-Yo también creí que lo mejor era inyectarle el suero a Erwin. No puedo mentirles, me resulta frustrante no poder evitar esto. Y entiendo porque Adeline aún no ha tenido la valentía en venir hasta acá, es frustrante no haber hecho más.-comentó Hange, sin pelos en la lengua, refiriéndose a la ausente, aquella que no había tocado el muro desde que Armin volvió a su forma humana.-Sin embargo, Erwin le confió la jeringa con el suero al capitán Levi. Y al final, Levi te eligió a ti. No tengo nada que decir, te encomendaron el legado de Erwin y también el poder de un titán. Sin importar lo que digan los demás, este poder es parte de ti ahora, Armin.-le recalaba Hange, mirándolo fijamente.

-¿Yo soy el sustituto del comandante? No digan estupideces.-decía él, aún en negación por la posición en la que él se encontraba.

-Estás muy equivocado niño, tú jamás podrás reemplazar a Erwin. Pero es verdad que tú, posees un poder que ningún otro humano tiene. Yo me arrepentiré de mi decisión, pero... -apreté las cabezas de Eren y Mikasa, queriendo tener el impulso de chocarlas, pero me resistí.-No hagas que estos dos, y la que está allá abajo en algún lugar de ShingaShina, se arrepientan. Ni ellos, ni nadie. Y por supuesto, tú tampoco te arrepientas. Ahora esta es tu misión.-le dije, viendo como Sasha empezaba a removerse con molestia.

-Ya cállense.-nos pidió ella, aún con sus ojos cerrados, mientras que Hange estalló en risa.

-Sasha es una soldado increíble. Me recuerda cuando Adeline llegó a la legión, toda temerosa y risueña, es una pena que con el paso del tiempo tu hermana ya ni siquiera pueda sonreír como antes.-comentó, como un mal y amargo recuerdo.-Bueno, como sucesora de Erwin siendo la comandante de la legión de exploración, estoy en una posición similar. A partir de ahora los dos tendremos que ser más firmes.-le decía a Armin, quien asintió.-Bien, si Armin se siente mejor, pongámonos en marcha.-dijo ella, levantándose.-El capitán Levi, Eren, Mikasa y donde sea que se encuentre Adeline, junto a mi, iremos a investigar.-indicó, mirándonos.-Ustedes seis vigilen ShingaShina desde la muralla, Grace, queda a cargo.-le pedía a la rubia con su cabello suelto, quien se mantenía sentada frente a Armin.-Eren, ¿todavía tienes la llave?-le preguntó Hange a Eren, quien llevaba su mano al interior de su camiseta, enseñando la llave que colgaba en su cuello.-Bien, entonces, guíanos.-pidió.

-Armin, voy a contarte una historia.-me quede en el borde del muro, antes de lanzarme al abismo.-Mi historia, y la de nuestros padres.-de reojo observe cómo Grace y Armin se miraron detenidamente.

Esa mirada fría de ella, me hacía sentir con una enorme carga de la que no podría escapar. Junto a los demás, bajamos sutilmente de aquel muro. Tocando suelo firme, Eren y Mikasa se adelantaban. Por un momento, parecieron caminar con vagues, observando todo lo que había a su alrededor. Indague seriamente, procurando que nos dirigiera a su casa y aunque Eren cooperaba, él estaba igual de aturdido y desorientado que Mikasa, a pesar de que parecían conocer cada rincón de este distrito, era como un viejo recuerdo. De seguro, por estas mismas calles en las que nos conducían, yacían correr como unos niños, unos inocentes niños. Se detenían, observaban todo tan afligidos, tan tristes. Parecíamos avanzar, llegando a un gran espacio, aquí, de seguro debía siempre estar la policía militar, cuidando los mercados libres. Así que lo imagine, ese desesperante momento en donde todo lo que solía hacerlos feliz y reconocer, se convirtió en una pesadilla de pánico cuando esos titanes atravesaron por primera ves estos muros. Después de cien años llenos de paz, una falsa paz. Ellos estaban detenidos, de igualmente observando lo que pareció haber sido una fuente. Aquí, debieron haber ocurrido otras memorias que se esclarecían ante sus ojos. Quizás, el jugar aquí o correr detrás de algún adulto cuando debían volver a su hogar. Yo podía sentirlo, ese sentimiento de melancolía que te abrazaba y te hacía detener cada músculo funcional de tu cuerpo.

Continuando en nuestro andar, parecimos adentrarnos por una especie de callejón que nos llevó a varias casas, y mientras sus respiraciones estaban casi nulas, observe desde aquí como distinguimos la presencia de Adeline. Ella estaba parada firmemente frente a una casa, una casa en ruinas, donde veía desde aquí su mano estar temblando. No se movía, incluso aunque nuestras pisadas se escucharan, no podía escuchar nada más que sus amargos recuerdos. Esa casa, debió haber sido amplía y hermosa, pero ahora, era un deshecho de un gran pasado escandalosa. Eren y Mikasa se detuvieron, observaban algún punto, pero es que yo no podía dejar de mirar como Adeline en su otra mano libre sostenía un zapato, un zapato desgastado y que parecía tener algún rastro de sangre seca, casi en pérdida de color por el desgaste del zapato. La camisa de Adeline, estaba manchada de sangre, mientras que su cabello corto estaba en un intento de coleta, que logró hacer, pero ahora incluso las facciones de su rostro lucían diferente y no solo por el ángulo del corte, si no, porque cuando se giró de reojo, la abertura de su mejilla aún yacía reciente y eso ocasionaría una gran cicatriz, que la marcaría no solo a ella de por vida, a mi también. Con pesadez, ella soltó el zapato, observando a esos dos niños frente a ella. Miradas intensas, y músculos del mismo sentir, pero era un momento que solo ellos podían entender y procesar, después de todo, este fue y siempre será su hogar.

-¿Está es tu casa?-pregunto Hange, mientras que empecé a removerme, notando como Adeline se quedó en silencio, pareciendo limpiar algunas estructuras rotas en el suelo, despejando el área.-Al menos el fuego no llegó hasta aquí.-volvió a comentar, y los chicos se inclinaban para recoger las vajillas que yacían alrededor.

-Busquen el sótano. Quizás tenga unos que otros fragmentos encima.-le pedí a Eren con una voz serena, viendo como asentía, levantándose junto a Mikasa, y yo al igual que Hange observábamos el alrededor de este lugar.

-Me preguntó, que hubiera pasado si hubiese ido a buscar a Eren como ella me pidió.-murmuró Adeline, mirando algún punto fijo donde pareció ser el despliegue total de la casa.-Quizás consiente de lo que sucedía, pudiera haber ayudado a Hannes a levantar la estructura. Pero, decidí quedarme y verte morir.-continuó murmurando, creando que Hange parecía estar sentida ante eso.

-¿Y bien?-camine, observando cómo Mikasa y Eren estaban detenidos en aquel tipo de compuerta, la cual estaban despejando.

-Es aquí. Aquí es la entrada, a las escaleras del sótano.-indicó Eren, pero pude notar como una pesada roca impedía la abertura.

-Perfecto.-musité.-Levanten este trozo de madera, podríamos utilizarlo para despejar la roca.-indique, viendo cómo Mikasa se levantaba junto a Eren para sostener el trozo de madera, y mientras forcejeábamos para separarlo, pude observar cómo Hange parecía acariciar la espalda de Adeline, quien continuaba detenida en el mismo lado.-¡Hange, ayúdanos!-le pedí, viendo que nos era imposible sin un poco más de fuerza.

-¿Con esto?-se preguntó ella llegando a nuestro lado mientras sostuvo otro trozo de madera, mi mirada fue fría y cortante, había sido una pregunta obvia y estúpida.-Bien.-musitó serena, retomando la misma fuerza y en un solo segundo, pudimos rotar la roca e impedir que aplastara la compuerta; Eren, desesperado se inclinó, introduciendo la llave en cerradura, abriendo la puerta del sótano donde Hange alumbró, pudiendo ver unas escaleras.

-Esto es bueno, al menos no se inundo.-indicó ella, continuando en su examen visual, pero ahora sería más difícil con la ausencia de un ojo.-Ten.-levante mi mano para recoger la lámpara que Hange me pasaba.

-Adeline.-Eren se giró, llamando a su hermana, quien estaba inmóvil y con su mirada perdida.-Ven.-le pidió, y ella, bajo la cabeza.

-No entraré ahí.-indicó, con un tono apagado.-Lo siento.-se disculpó, girándose para que evitáramos mirarla, pero Eren parecía querer convencerla, hasta que Mikasa tocó su hombro y yo, me enfoqué en bajar por las escaleras, precavido, alumbrando una puerta con la lámpara.

-Adelante Eren.-le pedí, viendo la cerradura que esa puerta tenía, forcejeando con esta en cuanto Eren parecía no introducir la llave.-Vamos, date prisa.-le pedí desesperado, al igual que Hange y Mikasa, quienes no entendían su lentitud, era un inútil.

-Es que, está llave no es de esta puerta.-dijo, totalmente sudoroso y tembloroso, examine la puerta, podría ser que se rompiera con un impulso.

-Imposible, el doctor Jeager siempre llevaba esa llave en su cuello.-indicó Mikasa, y yo, suspiré hondo.

-Quítate, yo la abriré.-le dije a Eren, sin darle tiempo de aislarse, y en cuanto Hange intento detenerme, quebré la puerta en pedazos al abrirla con una patada.

-Te dije que esperaras.-comentó Hange, pero yo solo abrí la puerta, para adentrarme en ella y examinar en la oscuridad con la poca iluminación, un encendedor, que me hizo encender otra lámpara de gas, observando el pequeño cuarto que había aquí, era como una oficina.

-Parece que este sitio, es solo un laboratorio.-comentó Hange, a lo que yo observe en la pared colgando un trozo de papel amarillento donde un dibujo yacía.

-Mi padre era médico, él casi siempre preparaba aquí sus medicamentos.-decía Eren, mientras que me acerqué al papel, observando una familia dibujada, donde se firma, podía distinguir el nombre de Adeline, pero me enfoqué en abrir los libros, para releer por encima las ecuaciones y anotaciones.

-Ciertamente, las etiquetas de estos frascos marcan que son medicamentos común y corrientes.-decía Hange.-Y todos los libros son de medicina.-añadió, mientras que continué releyendo los viejos libros.-A primera vista, es la oficina de un doctor. Parece que aquí no hay nada sospechoso. El doctor preparado todo para que pensaran eso.-musitaba ella, segura de lo que decía.

-Si, si yo hubiera querido ocultarle algo a la división interna, no lo habría dejado a la vista de todos. Mocosos, no se queden ahí parados, Erwin nunca se equivocó en sus corazonadas.-les pedí, viendo como se removían y rebuscaban.-¿Como ocultaste lo que querías ocultar? ¿Qué querías ocultar, Grisha?-me pregunté, rebuscando en la estantería.

-¿Mm?-de reojo observe cómo Eren dejó caer un trozo de papel, el cual observe curioso.-¿Qué es esto, una carta?-se preguntó, recogiéndola del suelo, para mirarla detalladamente, y como la abría.

-¿Qué dice?-se preguntó Hange a su lado, quien continuaba viendo los frascos de medicamentos, pero Eren se había quedado en silencio.-Eren, no veo que Levi tenga mucha paciencia, si te quedas en silencio unos segundos más, él arrancará el papel de tus manos.-comentó ella, a lo que la miré seriamente por habladora, pero es que, maldición era cierto.

-Dice... -Eren murmuró, quedándose en silencio nuevamente, pero suspiro hondo, parecía que hablaría.-No puedo leerla. Es una carta para mi hermana.-musitó Eren, bajando el papel, pero yo, entendía la privacidad, así que me giré para seguir buscando, viéndolo afligido a eso.

-Eren. Aquí hay una cerradura.-levante mi mirada, observando a Mikasa inclinada en aquel escritorio, observando algo con detenimiento. Eren se acercó junto a mi y Hange, no tardó en colocar la llave a la distancia para observar que fuera la entrada de esta, y parecía ser que si.

-Eren.-Hange lo llamó, dándole la autorización de introducirla, y en cuanto lo hizo, pareció caber a la perfección, hasta que el cerrojo sonó, abriendo la gaveta, la gaveta vacía la cual observe y no, no era una gaveta normal.

-¿No hay nada?-se cuestionó Eren en un tono impulsivo, mientras que alumbre, denegando esa información.

-No es cierto.-le dije, llevando mi mano al interior de la gaveta, esperando sentir una leve altitud del plano en el interior, esa sería una separación y podría abrir el frondoso centro para levantar la encimera y encontrar el fondo.-Tiene doble fondo.-explique, encontrando el hueco de la encimera que levante, observando en si, traes libros separados por pañuelos, los cuales sostuve en mis manos, dejándolos en el escritorio.

-Percibo un aroma de aceite y carbón, les unto eso para protegerlo de la humedad e insectos.-comentaba Hange, oliendo los pañuelos, mientras que yo examinaba un verdoso libro.

-Encontramos lo que estábamos buscando, este libro.-dije, por la diferencia de este y los otros, así que lo coloqué a la separación de los demás en el escritorio, pero Eren no parecía estar preparado para abrirlo.

-¿Qué es lo que mi padre quería mostrarme con esto exactamente?-se preguntó Eren, mientras que lo mirábamos detenidamente, esperando tensamente el momento en que abriera ese maldito libro, así que Mikasa le dio ese impulso para abrirlo, mirándose fijamente y abriendo la primera página, donde yacía algo viejo, un tipo de retrato.-¿Esto es, es un retrato?-se preguntó Eren, sosteniendo el pequeño y cuadrado fragmentó en sus manos.

-Déjame verlo.-pidió Hange, quitándoselo.-No. Los detalles que tienen son tan precisos, que no parece ser un dibujo.-distinguió ella.

-Es la letra del doctor.-señaló Mikasa, haciendo que Hange girara el retrato, el cual observó detenidamente.

-"Esto no es un dibujo. Lo que tienen, pudo crearse a partir de los reflejos de la luz. Que fueron grabados en este papel especial.-leía.-Se llama, fotografía. La verdad es, que provengo de un sitio. Que se encuentra más allá de las murallas. Los humanos, no estamos extintos. Espero que el primero que tome este libro, sea un aliado de la humanidad".-ese día, esas palabras de Hange, fueron las que cambiaron todo.-Más allá de las murallas, ¿hay humanos?-se preguntó Hange, pareciendo perder el balance y sin credibilidad de lo que decía, sostuve ese retrato para releerlo, para releer lo que ella decía.

Anonadados, sostuvimos esos libros, como si fueron lo más valioso que habíamos encontrado dentro de esa oficina, y es que, verdaderamente su valor era una recompensa por la cual se podría llegar a un conflicto mayor. Sobresalí de ese sótano, ileso, pero mentalmente, afectado y aturdido. Era el hecho de esclarecer, que vivíamos en una vil mentira, de la que los espectadores a nuestro alrededor, burlaban. Me detuve, observando cómo la tristeza y la melancolía, se mezclaban con la impotencia. En cómo todo, pasó por un propósito mayor que aún no entendíamos, pero Adeline estaba arrodillada frente al lugar donde todo pareció iniciar. Sollozaba fuertemente, jamás la había visto en ese punto de quiebre, y cuando digo jamás, es que Adeline había soportado llegar a este día para redimir el hecho de que trajo a su hermano devuelta a casa, como le prometió hace años. Aferré los libros a mi cuerpo, dejé que Hange se quedara a mi lado, ella de igual manera parecía sostener la información en su cabeza, creando sus propias preguntas, mirando al cielo, que muchos más allá de las murallas debían ver. Para yo, observar cómo Eren abrazaba a su hermana por la espalda, viéndola llorar tan fuerte, que su garganta se quebraría en cualquier momento. Porque no solo empezó para ella, ese día, todo también empezó para Eren. Fue difícil removerla, que abandonara ese desesperante recuerdo en donde ella debía seguir sin su madre. Donde sentía, que ese vacío jamás podría ser llenado, que cargaría con una tristeza perpetua con un corazón lleno de dolor, lleno de un odio hacia el cruel mundo que estábamos viendo ahora, ese que no veíamos solo nosotros, porque lo dijo, ese hombre lo dijo, más allá de las murallas, habían más humanos.

Camine, creyendo ser un héroe por recuperar el muro, creyendo que podría haber ganado algo más, pero habíamos perdido todo, absolutamente todo, por una verdad, convertida en mentira. Pero solo, pensé en ese momento en que Erwin me detuvo en mi elección.-"Profesor, ¿como sabe que allá afuera no hay humanos?-me quede aturdido, observando cómo intentar de reabrir sus ojos.-¿Como sabe que somos los únicos?"-decía, con dificultad. Aturdido, y con mis ojos abiertos grandemente, baje la cabeza. Murió, sin saber que siempre tuvo razón en lo que creyó, en lo que no quería abandonar. Erwin tuvo todo este tiempo, la verdad al alcance de su mano y lo dejé morir, sin que pudiera saberlo, sin que pudiera redimirse por la muerte de su viejo padre a manos de unos policías militares. No podía caminar sin sentir la pesadez, sin sentir que pisaba los cuerpos de mis compañeros. Para mi, sus muertes habían sido en vano. Porque vivieron una trágica mentira, que nunca entenderían. Camine sobre la montaña de sangre que manchaba cada uno de mis pasos, hasta que pude llegar al muro, donde toda la gente exclamaba la victoria, pero era una derrota. El avanzar, nos hacía retroceder, sin entender el prejuicio del mundo en el que vivíamos. El bullicio, la felicidad, la gente disfrutando vernos a todos rendidos bajo las alas de la libertad, me quitaba el derecho de sentirme un héroe. Me quede fríamente ahí, dejando que todos aplaudieron nuestro maldito y arduo trabajo. Todos gritaban, gritaban sin saber lo que había pasado, a quién traíamos en esa carreta sin moverse, sin que volviera abrir sus ojos y escuchara lo que jamás pudo escuchar, él exclamó por una gran victoria, una a la que él nos llevó, sin saber que sería el comienzo de un infierno.

Miré a mi lado, miré como ese día, ella fue la primera en desplegarse, en rendirse por completo de todo lo obsoleto que desconocíamos. Porque mientras Grace cayó de rodillas, sin tener la fuerza para continuar, el niño a su lado sufría verla de esa manera, y fue inevitable. Me incliné, a pesar de que todos exclamaban por nuestro triunfo, para mi, no había un héroe más fuerte que la mujer a mi lado. El tener que yacer con la cabeza en alto y saber, que la persona a quien amaste murió, murió sin cumplir el sueño que se vio obligado abandonar para ser el comandante que todos necesitaban que fuera. Abrace a Grace, la abracé con fuerza mientras que los cañones apoyaban el gran bullicio, abracé su dolor queriendo compartirlo mío, al igual que Armin se inclinó, para abrazarla y apoyarla. Fue un momento histórico, el que todos se inclinaran para abrazarla, para sostenerla en su dolor tan fuerte. Ella sollozo, quería abrazarnos a todos, y aunque incluso Leandra no sintiera afecto, se inclinó en respeto a su duelo. En un grito desgarrador, los únicos que quedábamos de este escuadrón, nos aferramos a ella, mientras que levante la mirada, observando cómo Adeline seguía caminando, seguía caminando lejos de nosotros, sin mirar atrás, abandonando todo lo que algún día fue. Abandonaba un sueño, un sueño que se llevaría todo de mi consigo, y lo único que hice por eso, fue quedarme aquí, como todo un héroe falso.

───

Próximo capítulo:
El fin de un sueño. Capítulo final.
La legión de exploración se despide de los caídos, para recibir el honor de la realeza, y despedirse de sus grandes sueños.

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