𝐝𝐢𝐞𝐜𝐢𝐧𝐮𝐞𝐯𝐞

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Por mi hermano.

-Acércate Adeline, no tengas miedo.-me decía mi padre, quien notó que los espiaba detrás del margen de la puerta, pero el ruidoso llanto del bebé que mi madre sostenía me impedía acercarme.-Saluda a tu hermano, nuestro nuevo integrante.-me pedía, alentándome, con cuidado llevo su mano a mi espalda y no dejaba de esconderme detrás de sus piernas, viendo a mi madre sonreír.

-Mira, ella es tu hermana mayor, pequeño.-musitaba mi madre, con cansancio, mientras que me asome en el borde de la cama, levantándome en mis puntas para observar mejor al bebé envuelto en una manta, tenía sus grandes ojos abiertos, pero sus manos eran muy pequeñas, a diferencia de su gran llanto.-Dile hola.-me pedía mi madre, pero yo no dejaba de fruncir el ceño por su llanto.

-Ven.-mi padre me levantó del suelo con sus manos, sentándome en la cama, en el borde aún lado de mi madre.-¿No es hermoso?-me preguntó él, mientras que lleve mi dedo a la mano abierta de ese pequeño bebé.-Su nombre es Eren.-me indicó, a lo que yo abrí mis ojos impresionada cuando apretó mi dedo con su mano, dejando poco a poco de llorar.

-Hola, Eren... -salude tímida, mirándolo fijamente, para acercarme más, y observarlo, soltando mi dedo de su mano, con un saque suave para no asustarlo.

-Con cuidado amor.-me pidió mi madre, asentí, para así acariciar las piernitas de él.-Dale un beso.-me alentaba mi mamá, señalando su frente.-Es la promesa de hermandad.-indicó.

-Te voy a cuidar siempre.-expresé yo, dándole un beso en la frente, sintiendo como sus manos atraparon mi cabello, y lo apretaban, a lo que sonreí.-Eren... -musité su nombre como una melodía que se encajaba en mi corazón, una profunda y solidaria, que me acompañaría siempre.

Mis párpados se sentían pesados, la gran iluminación que había atrás de ellos, me hacía impedir abrirlos, hasta que me vi obligada a hacerlos para poder levantarme. Abrí lentamente mis ojos, veía los azulados ojos de Grace mirarme fijamente. Sus mejillas estaban rojizas, casi todo su rostro lo estaba. Tenía su cabello amarrado en una coleta, me llamaba, podía leer sus labios, pero tan solo quede sentada, de una manera abatida mientras continuaba escuchándola llamarme. Restregué mi rostro, no estaba en mis sentidos, ni siquiera podía sentirlos, mi mente estaba más allá de esta realidad, consumida por vagos recuerdos que consumirían mi conciencia. Parpadeé, dejando caer aquellas lágrimas, las cuales se deslizaron por mis acaloradas mejillas. Sentada, con mi cabeza entre las rodillas, observaba el punto fijo de aquel camino donde ese titán acorazado avanzó, llevándose con sigo mismo a mi hermano. La calor del titán colosal, aún estaba penetrada en mi piel, pero intentaba resistir, intentaba de permanecer despierta. Aún lado de mi, Mikasa yacía consiente, pero muy abatida, lo veía en su mirada perdida. Mi verdosa capa le servía como cubrimiento al sol, la vi tan cansada, que no pude evitar dejarla esconderse en ella, era lo menos que podía hacer después de que intentáramos combatir para recuperar a Eren, pero aún así, fallamos. Fallamos, y eso me hacía sentir impotente. No podía dejar de pensar en él.

-Adeline, ¿estás bien?-levante la mirada, observando a Grace inclinándose hacia mi, no tarde en asentir, haciéndola sentir menos preocupada.

-¿Tú lo estás?-le pregunté a ella, y como yo, asintió.-Armin, dime, ¿te sientes bien?-me dirigí al joven a su lado, quien me miró y asintió.-¿Seguro?-volví a preguntar.

-Adeline, estamos bien.-musitó, llevando su mano a mi hombro.-No te preocupes.-expresó, intentando calmarme, a lo que baje la cabeza.-Haces mucho por nosotros, pero, ¿qué hemos hecho nosotros por ti?-pregunto, mirándome fijo.

-Me han hecho vivir con un propósito.-respondí, cabizbaja, sintiéndome impotente.-Son mi única familia, Armin.-le recalqué, viendo en él esa sonrisa tan genuina.

-Te prometo Adeline, que Eren nunca te abandonará, y nosotros tampoco.-expresó él, tan seguro de lo que decía.-Porque también... eres lo único que tenemos.-musitaba.

-Basta de cursilerías.-pidió Grace, mirándonos a ambos con su ceja levantada.-Hay que hacer un plan, o algo. Han pasado cinco horas.-indicó, y no tarde en sentirme mucho más presionada.

-Creo que ella tiene razón.-levante la mirada, observando cómo hacía nuestro lado, se dirigía aquel hombre, mirándonos a todos afligidos pero a su vez, esperanzado.-Les traje algo. ¡Atrápalo Armin!-pidió, lanzando raciones de galleta, la cual pudimos atrapar. -Para variar, estas son las únicas raciones qué hay. Esto no sabe ni bien, ni mal. Igual que siempre.-decía Hannes, sentándose en el suelo junto a nosotros, sin aún saborear lo que nos trajo.-Bueno, creo que es lo mismo de siempre. Me acuerdo muy bien que ustedes dos se pasaban buscando a ese mocoso busca pleitos; siempre limpian su desastre. Para luego, Adeline que era la mayor, limpiar el de ustedes.-contaba él una etapa, de una manera melancólica.-Se que sin importar el tiempo, o la situación, ustedes tres hacen lo mismo que cuando eran pequeños. ¿No es cierto?-él nos miró, aunque Mikasa se mantuviera cabizbaja con sus humedecidos ojos, Armin y yo asentimos ante su comentario, con una sonrisa de lado y cortante.

-Los titanes son un poco más grande que los niños que nos molestaban antes.-comentó Armin, sonriendo, recordaba esa época donde éramos felices, y no lo sabíamos.

-Si, lo sé, pero aunque a ese mocoso se le dificultaban las peleas, creo que nunca le importo si se oponía a más peligroso y fuertes que él. Recuerdo cuando aparecía Mikasa o los soldados, ya estaba todo golpeado. Sin embargo, aunque no lo he visto ganar una sola pelea, tampoco lo he visto rendirse o perder en ningún momento. A veces es tan tenaz que incluso a mi me da miedo lo persistente que es.-expresó sonriente.-Así lo tiren mil veces, siempre se pone de pie. Así es Eren, ¿creen que él permitirá que lo secuestren sin poner resistencia? ¿Crees que tu hermano no lucharía?-pregunto, mirándome detenidamente.-Apuesto que usará todo su poder para pelear, y más si solo son dos oponentes. Hará problemas sin importar a quien se enfrente, hará eso hasta que nosotros aparezcamos ayudar, Eren es así. ¿O me equivoco?-nos preguntaba, mirándonos con un hilo de esperanza que necesitábamos.-No saben como me encantaba esa época, si le preguntó a Eren, me diría que es una paz falsa, pero para mi, el hecho de ser un soldado inútil y ebrio, era más que suficiente.-admitía, sonriendo nostálgico, y no tarde en sonreírle igual.-Haré todo lo que esté en mi poder para volver a esos días, lo juro por mi vida. No importa cuanto tiempo me tarde, yo también iré. Además si ustedes tres no están juntos, mis amados y tranquilos días no volverán. Así que, coman.-nos pidió, mientras que sentí como golpeó mi hombro suavemente.

-Eso si que fue emotivo.-comentó Grace, parada delante de nosotros, mientras ya se había comido la mitad de su ración.

-¿Tú no eres hija del difunto señor...

-¿Quién?-Grace elevó la voz, ante lo que Hannes mencionaría, pero este se quedó observando cómo ella abrió sus ojos grandemente y negó, dándole una mirada al chico aún lado de mi que comía cabizbajo.

-Gracias, Hannes.-agradecí, observando cómo tanto Armin, Mikasa también empezaba comer.-No seríamos parte de todo esto, si no fuera por ti.-le dije, mordiendo aquella galleta.

-Te equivocas.-indicó, parando de comer, para mirarme nuevamente.-Yo solo los empuje, y tu los arrastraste hasta aquí, sin nada y sin nadie.-expresó.-Estoy orgulloso. Se que tus padres también lo están.-musitó, mirando al horizonte, a lo que una pizca de tristeza me recorrió.-No fue en vano, Carla... -murmuró, estremeciéndome por completo.-No me arrepiento de nada, ese día, no me arrepiento de haberlos salvado.-expresó, mirándome con ese aflijo en su mirada tan vaga y triste.

-No pienses en eso, ya paso.-musité, mirándole con una sonrisa reconfortante, pero, ambos dejamos de mirarnos en cuanto escuchamos un revuelo, un revuelo de caballos.

-Oigan... ¿que no es el comandante Erwin?-se preguntó un candado Moblit, levantándose de aún lado de Hange.-¡Y la policía militar!-aviso animado, me levante con rapidez del suelo, observando a Mikasa envuelta en esa bufanda rojiza; ella me miró con sus ojos abiertos grandemente, pero era más grande toda la gen te que traía aquel comandante detrás suyo en esas líneas de caballos.

-Que entrada tan épica.-murmuró Grace, sonriendo ampliamente mientras observaba cómo las grandes filas de caballo se detenían.

-Llegó Justo a tiempo, comandante Erwin.-expresó Moblit, caminando hasta Erwin, quien se bajo de su caballo rápidamente, observándonos a todos.

-¿Estamos en la misma situación de hace unas horas?-se preguntó él, mientras que no tarde en alistarme para acercarme, viendo como Moblit asentía.-¡Desplieguen los ascensores!-pidió él al instante de esa respuesta, alertando a todos sus soldados.

-Erwin.-musité con un tono de felicidad, sintiendo como todo parecía renacer en la esperanza que creíamos estar perdiendo, pero no tarde en sentir como mi corazón se agrando en cuanto él se acercó a Grace rápidamente, abrazándola.

-¿Grace, estás bien?-sonreí, observando cómo Erwin llevó sus manos a las mejillas de ella, examinándola.-¿Tú lo estás?-su mirada encajó con la mía luego de que Grace afirmara su bienestar, Erwin se distanció de ella, acercándose a mi.-Vamos a recuperarlo.-musitó, apretando mis hombros fuertemente.

-¡Sargento Hange!-giré mi mirada, observando cómo Hange se arrastró en el suelo, aguantando la pierna de Moblit, y la mía con sus dos manos.

-¿Qué te pasa cuatro ojos?-le pregunté, viendo como sonrió ante ese comentario.-Él no está aquí, pero yo si.-musité, viendo como ella asentía, sabiendo que necesitaba la virtud y fuerza de Levi, quien no estaba aquí y una parte de eso, me entristecía.

-Denme un mapa.-pidió.-Por favor, Moblit.-volvió a insistir, a lo que este no tardó en derretirse ante sus órdenes, y buscarle un mapa.

La brisa del viento removió mi coleta, pronto debería volver a picarme el cabello, o sería una gran distracción en grandes batallas, como en la que se aproximaba. Respire hondo, sosteniendo con fuerza las cuerdas atadas al caballo postrado en el césped, junto a la otra línea de caballos. A penas nos moveríamos, y ya yo sentía una gran adrenalina, esa adrenalina que regeneraba mis fuerzas, que me devolvía energías. Estaba preparada, siempre lo estuve cuando se trataba de Eren, cuando se trataba de mi hermano. A mi lado, yacía Erwin. Él estaba en la misma línea que nosotros, porque era como nosotros, a pesar de tener insignias que lo hacían superior, no dejaba de ser humano y sentir. Él esperaba mi aprobación, pero después de todo, Eren no solo era mi hermano, era la esperanza de esta Isla. Era lo que necesitábamos para seguir avanzando, sin importar que. El grito de avance que Erwin produjo, erizo mi piel, pero bastó para que mi caballo emprendiera con rapidez su andar, a diferencia de los otros caballos, yo iba adelante con un solo objetivo, antes de que el atardecer cayera, recuperaría a mi hermano y lo miraría a los ojos, para decirle que no podría abandonarlo, ni siquiera aunque se convirtiera en el peor humano. Porque no podía mirarlo así, siempre recordaría al pequeño bebé que vi crecer ante mis ojos. Así que, mientras iba cabalgando, quise cesar mi tristeza con recuerdos puros, y llenos de una gran felicidad que no volvería a sentir, no importa cuanto me esforzara, esos recuerdos vivirían solamente en el pasado.

Estaba sentada en el patio de aquella casa. Mi madre tendía nuestras prendas, mientras que yo observaba como Eren estaba sentado desde el otro lado, intentando levantarse, pero no podía. Balbuceaba contento, queriendo comunicarse. Lo alentaba para que no viniera hasta mi, no estábamos tan lejos, pero para él, era imposible. Sonreía, él sonreía. Era tan pequeño, pero ya se sentía pesado y relleno. Me gustaba abrazarlo, porque tenía un olor muy único. Los grandes ojos penetrantes de mi madre nos examinaron, esperando que estuviéramos al alcance de su vista, pero todo estaba bajo control.-Ven, Eren. Puedes hacerlo.-le decía, pero él solo se caía. Su rostro estaba fruncido, veía sus manos ensuciadas por la tierra. Eren como yo, tenía mucho cabello, bastante grueso para ser tan lacio. Esperaba que volviera a levantarse, y cuando creí que no lo haría más, fue que lo hizo. Se levantó fuertemente, como si pudiera darle fuerza a sus pequeños huesitos, pero él con sus manos abiertas y brazos estrechados, se acercaba a mi. Abrí mis ojos grandemente.-¡Mamá, Eren está caminando!-expresé con emoción, para sentir como Eren se abalanzó encima de mi, entre risas y balbuceos, pude ver como mi madre se giró para mirarnos con impresión, ella estalló de felicidad, aplaudiéndole a Eren, quien se aferraba a mi.

Ese recuerdo. Ese recuerdo era uno de mis más atesoradas memorias que permanecían en mi corazón, en lo más profundo, podía aún recordar la sensación de que Eren creyera en mi, y se abalanzara sin pensar en la caída. Aún así, se lanzó, se lanzó y confió en mi. Se aferró a mi al instante que creyó que caería, y sin darme cuenta hasta ahora, así habría sido siempre. Eren creyó en mi, y nunca ha dudado en abalanzarse incluso sabiendo que caería, era por eso que se lo debía, se lo debía a mi hermano. Éramos lo único que teníamos, a pesar de estar rodeado de personas que amábamos, éramos él y yo, contra el mundo. Parpadeé, observando los grandes árboles a nuestro alrededor. Seguíamos avanzando en medio de esa tarde, la cual se tornaría naranja. Todos estábamos al mismo ritmo. Mire al cielo, porque aunque esos recuerdos eran ajenos a este presente, aún podía recordarlos. Era por eso que estaba aquí, era por eso que seguía avanzando. Por mi hermano, porque él era un pedazo de vida de nuestra madre. Ambos vinimos del mismo fruto, ambos vinimos a la vida a través de ella. Porque, aunque una parte de mi estaba aterrada por perderlo, no lo permitiría. Lo supe cuando el viento me susurro en sus brisas que avanzara. No podía fallar, no podía dudarlo, no importaba que o quien, no parpadearía antes de acabar lo que sea que se interponga entre la vida de mi hermano.

-¡Soldados, dispérsense, creemos que el enemigo se transformó, localicen a Eren y recupérenlo!-la voz de Erwin se escuchaba distante, a pesar de estar tan cerca, pero solo me enfocaba en esquivar a los titanes delante de mi.-¡La batalla no es nuestro objetivo, prioricen la recuperación y la retirada!-decía, avanzando a mi lado.

-¡Adeline!-mire aún lado de mi como Grace se desprendía de la cadena junto a los chicos, no me había dado cuenta, pero, parecíamos estar cerca y más cuando un destello de luz se esclareció en el cielo.-¡Suerte!-me pidió, a lo que vi como la acompañaban mis niños; Armin y Mikasa.

-¡Ustedes también!-desee, viéndoles irse junto a Hannes, quien iba a la adelantará junto a ellos.-Es una pena, ¿¡no es así Erwin!?-le gritaba, viéndome cabalgar con prisa y su objetivo formalizado mientras rodeábamos el bosque de grandes árboles.-¡Es una pena que Levi esta perdiéndose esto!-en una gran sonrisa me expresé, viendo como Erwin asentía ante eso.

-¡Ahora que recuerdo, me pidió que te enviara un mensaje!-esbozo con un tono alto de voz, las cabalgatas impedía que nos pudiéramos escuchar del todo bien.-¡"Erwin, por ningún motivo dejes que ella muera. Dile que sobreviva"!-expreso, no evite sonreír, viendo como Erwin lo hizo.-¡Lo dijo en su tono, en su tono tan cortante y vacío, imagínalo así!-me pidió.

-¡Ya lo hice!-expresé sonrojada, negando ante eso, sintiéndome menos tensa, hasta que un destello de luz se asombró en el cielo.-¡Erwin!-le llame, viendo como avanzaba delante de mi.-¡Otra transformación!-indique, viendo como él giró su mirada y el asombro en su expresión, me tenso, a lo que giré la mía, observando aquel gran titán acorazado saliendo del bosque.-¡Eren!-grite fuertemente en cuanto vi aquel cuerpo inmóvil aferrado a otro,

-¡Escuadrones, dejen que los titanes los persigan! ¡Todos síganme!-ante su aviso, ni siquiera parpadeé dos veces, ya me había dado la vuelta en la cabalgata para llamar la atención de varios titanes.

-¡Erwin, maldito demonio! ¿Acaso intentas usarnos como carnada!-grito un policía militar, sumamente desconcertado.

-¡Erwin! ¿¡Lo rodearemos con los titanes!?-le pregunté agitada, observando cómo varios titanes nos perseguían.-¡Erwin!-le volví a llamar, viendo esa mirada, este jodido hombre era un demonio, un maldito demonio sin piedad.

-¡Así es! ¡Andando!-incitaba, y no tarde en sonreír, Levi hubiera muerto por estar aquí y ver esto.

Los rostros de temor que sostenían en sus expresiones aquellos policías militares, eran retratos que no eliminaríamos en las anécdotas de un futuro en el que todos desearíamos estar con vida. Empezábamos avanzar, los titanes nos seguían, pero podía ver cómo varios soldados yacían encima del titán acorazado. Pude reconocer la cabellera de Armin, inclusive la de Mikasa, los veía desde aquí, avanzaban encima de aquel titán, sin impedimento. Todo se volvió lento, en ese transcurso que me separaba de Eren, en el mismo en que girábamos con los titanes en cuanto tomamos la delantera, tan adelante que habíamos ido pasos más grandes que el titán acorazado, pero lo extraño era que había otro titán encima suyo. De seguro, era la chica que se habían llevado, aquella nombrada Ymir, debía ser parte de este macabro plan, pero me importaba un carajo, porque estaba lista para desenvolver mis hojas en sus cabezas y dárselas al rey, o quizás como mejor idea, de comer a los malditos titanes que nos mantenían presos de nuestra libertad. Apreté mis dientes, viendo frente a frente aquel titán acorazado. Estábamos listos para este enfrentamiento, podía sentir que moriría, y aún así, el miedo ya no estaba en mis venas, solo sentía una gran adrenalina por pelear y combatir, aunque ese no fuese nuestro objetivo. Aquel titán rugió, pude ver su expresión amarga en cuanto nos vio. Los soldados se desplegaron de encima suyo, distanciándose en sus caballos, al igual que nosotros para no estorbar en este choque de titanes, pero sería increíble darle la batalla a este maldito traidor.

-¿Están bien?-fue lo primero que le pregunté a Mikasa Ackerman cuando llegue aún ladonsuyo, cabalgando en caballo, ella tanto los demás asintieron, inclusive Grace quien yacía frente a ellos, liderándolos.-¿Dónde está Eren?-pregunte agitada, viendo como aquel titán acorazado desprendía a los titanes frente a él.

-Berthold lo tiene amarrado a él, pero él titán acorazado los cautivó para protegerlos en su cuello, cubriéndolos con la palma de su mano. ¡Tendríamos que cortar las sogas donde Berthold tiene amarrado a Eren contra su espalda, pero primero debemos esperar a que el titán acorazó desprenda el tape!-me avisaba Armin, mirándome, asentí, observando y analizando la situación.

-¿Qué sucede, es el infierno?-comentó un joven, desconcertado por lo que veía, pero sabía quien era por su altura e expresión, alguien muy cercano me había hablado de él y sus peleas continuas, Jean. Si, él era Jean.

-Aún no, pero lo será.-afirmó Erwin, pasando por su lado.-¡Todos los soldados, a la carga! ¡Definiremos el destino de la humanidad en este instante! ¡Escuchen, la humanidad nunca podrá sobrevivir en este mundo sin la presencia de Eren, por lo tanto lo recuperaremos y nos retiraremos!-ordeno, altamente dónde todos pudieron escuchar su fuerte tono de voz.-¡Consagren sus corazones!-pidió, obligándome a ser una de las primeras que avanzara en mi caballo detrás suyo, sintiendo la adrenalina abrumarme por completo, pero quería pelear.

-¡Funcionó, quitó su mano!-expresaron los chicos, no tarde en dirigir mi mirada hacia allá, podía ver a Eren, pero también los podía ver a ellos en apuros.

-¿Esa no es Historia?-me pregunté confundida, viendo aquel extraño titán con esa agilidad moviéndose entre los titanes, sosteniendo a esa chica en la palma de su mano.

-¡Si!-afirmó Armin, quitándome las dudas.-¡Y el titán que la sostenía es Ymir, parece que está de su lado!-expresó Armin; asentí.

-¡Armin, busca una manera de distraer a Berthold! ¡Es la única manera en la que pueda hacer un corte preciso en sus sogas, por eso Mikasa debes prepararte y concentrarte para atrapar a Eren cuando haga ese corte!-les pedía yo, gritándoles básicamente, a lo que ellos asintieron con una gran afirmación, pese a que Mikasa exigía que avanzáramos y Jean debatía en negación, no se concentraban.

-¡Avancen!-fue lo que pidió Erwin, antes de que mis ojos se abrieran grandemente cuando aquel titán con un mordisco en su brazo lo levantó por completo de su caballo, la sangre salpicó, pero todo se detuvo para sus soldados.

-¡Comandante Erwin!-gritamos todos, sacando nuestros suspiros, pero mi grito no fue igual de desgarrador que el de Grace cuando vio como el titán avanzaba con parte del brazo de Erwin en su boca, arrastrándolo consigo.

-¡Sigan adelante! ¡Eren está enfrente, avancen!-pedia, pero yo abrumada e aturdida, no dejaba de mirarle sin poder agitar al caballo para que avanzara.

-¡Adeline, ya lo escuchaste!-me decía Mikasa, intentando de que volviese a la realidad, pero no sabía si continuar o quedarme atrás, Erwin era mi amigo también, era mi amiga.

-¡Grace!-le grite fuertemente a la rubia aturdida aún lado de mi, ella se sobresaltó y detuvo el paso de su caballo con brusquedad.

-¡Ya voy!-me aviso, girándose para irse en la dirección contraria, debía ir por él, no podía abandonarlo.

-¡Mikasa, maldita sea!-grite en cuanto me percaté que Mikasa se había adelantado, sintiendo como todo se me iba de las manos cuando fallo su tiro.-¡No!-la garganta se le desgarró cuando vi cómo Mikasa caía bruscamente en el agarre de aquel titán, dejándome sin opciones, dejándome sin salida.-¡Jean, atrápala ahora!-le pedí, incitándolo a que se moviera.-¡Jean!-él, con su rostro enfurecido y dispuesto a salvarla, se levantó con su equipo de maniobras tridimensionales, pero yo, aún no podía hacer un movimiento, hasta que Armin tuviera a Berthold en sus manos.

-¡Adeline, sigue avanzando!-giré mi mirada atrás, sintiendo como mi coleta se desprendía, abriendo mis ojos en cuanto vi aquel caballo blanco manchado con su pelaje de sangre, cabalgando con Erwin Smith encima, mientras que Grace iba atrás suyo.

-No puedo creerlo.-indique, subestimando su vida por completo, viendo como aún la sangre se escurría de su hombrera.-¡Te acaban de arrancar el brazo, vas a desangrarte!-expresé yo, abatida y desconcertada por su estado.

-¡Dije que sigas avanzando!-me grito, y no tarde en sonreír, este tipo era un hombre que idolatraría, incluso el día en que muriera.-¡A la cuanta de tres... dos... uno... ¡ahora!-me eleve en mi caballo, con mi equipo de maniobras tridimensionales, y a su señal, pude ver la mirada de Eren, pude ver sus verdosos azulados ojos seguirme, pero solo me enfoqué junto a Erwin en rasgar las sogas que desprendieron sus cuerpos.

-¡Armin, vámonos!-le pedí al rubio, luego de observar cómo Mikasa aún así, se encargó de recoger a Eren, dándome un alivio de vida que ella no entendía, me aferré a Armin, bajándonos hasta nuestros caballos.

-¡Soldados, retirada!-aviso aquel comandante, quien yacía respirando como si tuviera mil vidas más que perder, pero me ajuste en mi caballo para dar media vuelta, necesitaba a mi hermano.

-¡Eren!-estire las sogas de mi caballo para observar a Mikasa cabalgar en aquel caballo con Eren atrás suyo, pero la expresión de Mikasa me dejaba preocupada, hasta que vi a Eren mirarme con detenimiento y abrir sus ojos grandemente.

Pude ver sombra, una sombra oscura taparme por completo, y cuando alce la mirada, un titán sobrevolaba en el cielo. Cerré mis ojos, sentí ese mismo impacto. El impacto de aquel día. No tuve tiempo de saltar, solo se que sentí un gran peso encima de mí luego de que mi cuerpo rodara en el césped bruscamente. Fue como si el pasto rasgara mi piel, como si las rocas fragmentaran en mi contra duramente, al punto de sentirlas fuertemente en todo mi cuerpo, despedazándome. Justo como ese día. Un fuerte dolor me recorrió la espalda, algo que me abrumaba por completo, pero no podía ver nada. No era ni siquiera capaz de abrir mis ojos por el gran humo que había a mi alrededor. Podía escucharla, podía escuchar gritarme que me levantara, mi madre me pedía que me levantara.-¿Adeline?-ella me llamaba, podía escuchar su voz fragmentada, pero no podía moverme.-¡Despierta, por favor! ¡Te lo ruego!-me pedía, aunque ni siquiera fuera capaz de respirar o abrir mis ojos.-¡Tienes que buscar a tu hermano!-me gritaba, podía sentir su desesperación, aunque no entendiera que pasaba, solo se que, no podía moverme. Sentía incluso mi boca amarga, como si hubiera rasgado todos mis labios, provocando que al escupir, la sangre no solo saliera, si no que se esparciera hasta fuera de mi mentón. Intente levantarme, pero mis brazos temblaron, manteniéndome atada al suelo. Esclarecí mi vista, observando los fragmentos de mi casa rodeando todo el área, veía borrosamente, pero distinguía sus voces. Podía escucharlos, intentando de levantarme, pero no podía levantarme, no tenía fuerzas, no tenía energía que me hiciera levantarme de los fragmentos que me aplastaban, al igual que ella.

Mis tímpanos estaban tapados, así que escuchaba sus voces tan lejos, podía ver sus pequeñas manos queriendo levantar lo que nos aplastaba, pero no podían hacerlo. Volví a cerrar mis ojos. Parpadeé, estaba mareada, era difícil que me concentrara, solo se que en algún momento, mi cuerpo dejó de sentirse pesado, y fue ahí que abrí mis ojos grandemente. Tome una bocanada de aire, ese recuerdo atesorado en mi corazón me abrumo por completo en la nube de impotencia que me aferraba a él. Veía el césped, ese césped en el que estaba tirada. Lo sentía retumbar, y mi cuerpo se tambaleaba. Intente arrastrarme, pero aquel caballo estaba encima de mi. Empecé a empujarlo, a empujarlo fuertemente, pero solo empeoró cuando una mano me aplasto por completo.-¡Adeline!-pude escuchar la voz de Eren, pero, ¿como podía moverme cuando el titán que se había comido a mi madre, estaba apunto de comerme? Fue como un balde de agua fría, sentir como desprendía al caballo, se supone que debía volver a respirar, pero no fue así, volví a sentir como me clavaban ese aguja en mi interior, era tan débil ante ese recuerdo que mi cuerpo tembló por completo. Parecía una niña, la misma que aquel día se rompió y jamás se recuperó. Busque mis hojas, pero estaban quebradas, como yo. Tenía mi boca abierta, mis suspiros se escapaban como mi madre de ese día, como se escapó su vida en las mismas manos de ese gran titán con dientes gigantes y alargados.-¡No, Adeline!-aún podía escuchar a Eren, cuando me giré a observarlo, solo veía el horror en su rostro, y yo, estaba más atemorizada que él.

-¡Ah!-grite fuertemente cuando sentí la fuerte mano de ese titán apretar mi cuerpo por completo, como si no fuera nada, mis huesos crujieron, mientras mi cuerpo se elevaba, podía ver cómo Eren mordía sus incompletas extremidades con brusquedad.-¡Huyan!-les grité, sintiendo ese apretón más y más fuerte, quitándome el aire, quitándome el aliento.

-¡Oh no, no lo permitiré!-casi sin poder tener conciencia para mantener mis ojos abiertos entre los gritos que desgarraban mi garganta por El Fuerte, la voz de Hannes resonó en mis oídos vagamente a la distancia.-¡Te tengo!-me grito en el oído, sosteniendo mi cuerpo, aferrándome a él, bajamos de altitud rápidamente, dejándome en el suelo, sin casi movilidad.

-¡Adeline!-mi cuerpo fue arrastrado por Eren, quien con sus ojos humedecidos me examino, abalanzándose encima de mi.-¡Maldita sea, no vuelves hacer ese acto tan suicida!-grito, lo miré detenidamente con mis ojos humedecidos, Eren no entendía lo impotente que me sentía ahora.

-¡¿Pueden creer esto?!-nos preguntó Hannes, cubriéndonos de ese titán al que le acababa de desprender una mano, del que me acaba de salvar.-¡Niños, presten atención, observen cómo vengare a su madre! ¡Y destrozar a este maldito monstruo!-grito, elevándose en el cielo, hacia ese titán.

-¡Espera, Hannes!-grito Eren, mientras que el vapor de sus extremidades amarradas aún no regeneradas tapaba mi vista, provocando que me moviera y en ese instante, tosí, manchando mis manos de sangre, no podía moverme sin que me doliera.-¡Adeline, no te muevas!-me pidió Eren, elevando su vista en cuanto vio la sangre que salió de mi boca, pero aún así, me levante con un fuerte dolor en mi costado.-¡Mikasa, tú tampoco, las aplasto un titán, solo quítenme las sogas de las manos.-nos ordenó impaciente.-¡De prisa, yo soy el único que matará a ese monstruo!-grito, mientras que camine lentamente, dirigiéndome a Mikasa para desprenderle sus espadas de las caderas, pero sus hojas estaban igual de destrozadas que las mías.

-¡No, Eren, no vayas, todos intentamos salvarte!-grito Mikasa sumamente herida en cuanto vio cómo Eren se levantó del suelo, y justo cuando él se levantó, yo más adelante de él, caí igual que ella, viendo como salía sangre de mi boca, no podía mantenerme de pie.

-¡Hannes!-grite, queriendo elevarme en el cielo, pero el gas no sobresalía de mis equipos.-¡Mikasa, dame tu gas!-le pedí a ella, girándome adolorida para observarla en el suelo, pero lo triste fue, ver cómo Eren mordía sus manos desesperados.-Mi costado, me duele... -comente, quejándome en cuanto volví a caer de rodillas para despegarme la verdosa capa y observar una gran mancha de sangre, temblorosa la toca, observando aquella herida profunda; me había clavado alguna de las hojas.

-¡Mierda, porqué!-me giré, sosteniendo la sangre que salía de mi costado, para observar cómo Eren desprendía su piel en los mordiscos sin piedad, sin dolor.

-¡No, Eren por favor!-le pedí, impotente ante ver como la sangre salpicaba, sobresalía sin cesar.-Por favor... no... -musitaba, con mis ojos humedecidos ante el dolor que estaba sintiendo.

Delante de mi, estaba pasando ese suceso otra vez. Ese suceso en donde debía quedarme abatida, y observar cómo todo sucedía. Era un ciclo del que no podía escapar, un ciclo que se repetía sin cesar, sin ataduras, solo se repetía. Esa imagen, esa horrorosa imagen en donde ese titán agarraba con fuerza el cuerpo de mi madre, se esclareció con el de Hannes. Casi inconsciente, mi cuerpo cayó en el césped, observando el atardecer caer. Se que Eren me gritaba, se que Mikasa también, pero como era, fui inútil como ese día en que la perdí, ese día donde tuve que vivir con un dolor inexplicable. Era como vivir en el infierno, su ausencia me hacía arder cada día que la recordaba y ahora, debía repetir su tragedia en otra persona que estimaba, porque aún recostada en el césped, sin fuerzas y sin casi poder moverme, pude observar su rostro una última vez. Su grito quebró mi corazón, ver como pateaba la boca de ese titán también, pero fue inevitable no sentir como las gotas de su sangre salpicaron en mi rostro. Quede aturdida, su cuerpo se desprendió, con un solo agarre, lo exploto por completo, sus extremidades saltaron en sí, delante de nosotros, sin más y menos, se lo trago. Un suspiro se me fue entre las lágrimas que cayeron encima de esas flores, sintiendo la sombra del cuerpo de Eren taparme por completo. No podía sollozar, no podía gritar, pero maldición, como dolía en este momento analizar lo que estaba sucediendo delante de nosotros.

-¡Adeline! ¡Porqué!-las lágrimas de Eren caían en mi rostro, podía escuchar su llanto transformado en una risa de impotencia, de desesperación, pero no podía hacer nada más que oírlo desprenderse en la tristeza y rabia de sus emociones impulsivas.-¡No he cambiado! ¡No he cambiado ni un poco, maldita sea! ¡Otra vez fui un cero a la izquierda! ¡No hice nada!-solloce ante escucharlo así, desgarrándose por dentro, mientras me tapaba, como si no quisiera que nadie me dañara.

-Eren, por favor... -sollozaba, me estaba quemando el escucharle así, el saber que él estaba rompiéndose por dentro con la culpabilidad.

-Mamá, creo que aún no puedo. Todavía no soy capaz de salvar a nadie.-las lágrimas se desprendían de mis mejillas, viéndole abatido.-¡Iba dejar que murieras!-grito, mirándome, a lo que intente sentarme, quedando enganchada en su pecho.

-Si tú no hubieras nacido, yo no tendría propósito. No tendría la vida que tengo. Tú me salvaste, desde que naciste Eren, tú me salvaste.-murmuré en un sollozo, aferrándome a él.-Que seas mi hermano, es el único motivo por el cual hoy sigo aquí. Tú, ya me salvaste la vida.-expresé, entre lágrimas.

-Eren.-alce mi mirada al igual que Eren, observando a Mikasa arrodillada aún lado de nosotros, mientras que yo apretaba con fuerza mi herida.-Lo que dices no es cierto. Eren, escucha, necesito decirte algo. Siempre has estado a mi lado, al igual que Adeline, muchas gracias. Ustedes, me enseñaron a vivir con un propósito, muchas gracias.-nos decía, mirándonos detenidamente entre lágrimas, llevando su mano a la mía, entrelazándola.-Y también, me pusiste esta bufanda. Muchas gracias.-musitó ella, acercándose a mi para sostenerme en sus brazos, queriendo brindarme ese amor, ese calor.-Y tú, me has amado como una hermana, muchas gracias.-susurro, observándome detenidamente.-Muchas gracias Adeline por mantenernos unidos y con vida, muchas gracias por estar aquí solo por nosotros. Muchas gracias por cuidarnos como Carla lo hizo.-me decía, mientras que lagrimee, viendo como Eren retomaba fuerza, levantándose del suelo.

-Haré que estén siempre juntas, cuantas veces sean necesarias, como siempre te pondré ese bufanda las veces que sean.-expresó él, parándose delante de nosotras para darle cara a ese titán.-¡Ahhhh!-grito Eren en cuanto estrechó su nudillo hacia la mano de aquel titán, ese titán que detuvo con un solo golpe, y en un segundo, el suelo tambaleó, un titán se le abalanzó encima.

-Los titanes se dirigen hacia acá.-musité, observando atrás de Mikasa la avalancha de titanes que se dirigían para este lugar, como si Eren lo hubiera deseado.

-Vamos, levántate.-me pidió Mikasa, pero no tarde en rugir, ante el ardor que sentí en mi costado.-¡Eren!-le grito a mi hermano, quien yacía atrás de nosotras, observando como esos titanes se abalanzaban hacia ese titán, lo desprendían, se lo comían.-Ayúdame.-pidió Mikasa sin casi fuerzas.-Se desangrara.-le avisaba a él, pero Eren no tardó al igual que Mikasa en socorrerme para que corriéramos lejos.

-¿Por qué se lo están comiendo?-se preguntaba ella, asistiéndome a mi lado al igual que él, intentaba de mirar hacia atrás, pero no podía.

-¡Chicos, déjenme ayudarles!-eleve la mirada, observando aquellos caballos deteniéndose delante de nosotros, y en cuanto vi a Grace, solo quería abalanzarme y llorar, pero solo fui fuerte, fuerte al igual que el hombre que se sostenía de su caballo blanco.-Tengan.-Grace halo un caballo, me distancié de Mikasa y Eren, para que ellos se sentaran en ese caballo y pudieran cabalgar, al instante, casi caigo arrodillada hasta que una mano me apretó con fuerza la capa.

-No puedes morir aquí, levántate.-me pedía Erwin, aún así con su hombrera ensangrentada, se exigía fuerzas para sostenerme.-Levi no me perdonaría, me mataría.-afirmó, sonreí de lado, pero no tenía fuerzas para volver a sonreír.

-¿Eso te dijo?-le pregunté, suspirando gruesamente, sintiendo como Grace había rasgado su capa verdosa para envolverla en mi costado.

-¿Y cuando Levi ha sido de palabras? Él no es así, él es de acciones.-expresó él con dificultad, pero a su vez, con una gran sonrisa acogedora.

-Están convulsionando.-opinó Grace, palmeando mi espalda, había vendado la herida; al menos resistiría hasta que llegáramos al cuartel.-O probablemente alucinando.-esclareció, mientras que estrechaba su mano para que yo me elevara y me subiera a su caballo, pero se detuvo en cuanto un caballo atrás de nosotros se colocó.

-Yo la ayudaré.-mire los azulados ojos de aquella niña, reflejados en tristeza.-El comandante necesita que lo guíen, déjame encargarme de ella.-pidió Historia Reiss, mirando a Grace con convicción.

-Creo que es conveniente.-opinó Erwin, a lo que Grace me miró, y no me quedó más remedio que asentir.

-Bien, vete con la mocosa.-murmuro ella, para acercarse a mi, ayudándome a subir, mientras que Historia me brindaba una mano.-Gracias.-le agradeció Grace, con una sonrisa en cuanto me subí al caballo junto a Historia.

-¡Retirada!-pidió el comandante Erwin, Grace no tardó en subirse al caballo blanco que Erwin manejaba, para que ella pudiera hacerlo y él descansara, alentando a todos para irse, pero la gran multitud con la que habíamos llegado, era casi nula.

Me aferré al cuerpo de Historia. Se que no éramos cercanas, ni siquiera la conocía, solo se que deje mi cansancio en ella, como ella en el mío cuando intento reconfortarlo en ayudarme. El atardecer cayó delante de nosotros, y no nos dimos cuenta. Solo se que mire el cielo estrellado, con ese tono lila, sintiendo ese vacío de tristeza cuando analice que al volver, no todos volveríamos y entre ellos, Hannes. Mis lágrimas manchaban y mojaban la capa verdosa de Historia. Mi mano acariciaba mi costado, observando en el caballo de aún lado, cómo Mikasa estaba aferrada a Eren, mientras que él miraba al cielo entre lágrimas, aturdido al igual que ella. Les miré, con mucha tristeza, así que no tarde en llorar silenciosamente. Era extraño, sería extraño que al volver, él ya no estaría ahí para protegernos, para guiarnos y aconsejarnos. Después de todo lo que perdimos, Hannes era ese adulto con una figura paternal que nos cuidaba de lo que desconocíamos. Lo peor de todo esto, era realizar que él jamás volvería con nosotros. Era la peor parte de perder a alguien, la peor parte de saber que alguien murió y jamás volvería. Mire al cielo, las estrellas brillaban más que nunca, y era extraño, pero quise callar mi corazón tan quebrado para pensar que Hannes llegó a esas estrellas tan brillantes. Solloce, sabiendo que Historia se estremeció ante eso, pero ella no podía hacer nada, tampoco Armin quien me miraba entristecido, mucho menos Eren o Mikasa que también lloraban, nadie podía devolver a quienes se fueron, y jamás volverían.

-Pero al menos... recupere a mi hermano.

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Próximo capítulo: Dame alas.
Luego de varios días, el cuerpo de exploración se recupera de sus daños, mientras que Levi esclarece las situaciones pasadas.

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