𝐝𝐢𝐞𝐜𝐢𝐬𝐢𝐞𝐭𝐞

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¿Quién es el enemigo?

Me levante de la carreta, sintiendo algo de presión en mi brazo derecho, el cual oculte bajo mi fina y negra chaqueta. Observe dicho lugar, igual que todos antes de bajarnos para que prepararán su avance hacia donde debería estar la abertura del muro. Podíamos escuchar desde aún afuera, el bullicio de las personas. Con cautela me baje de la carreta, para tocar el suelo y estrechar mi mano, queriendo ayudar a las mujeres para que bajaran con cuidado. No tarde en estrechar mi mano a Adeline, esta que con su delicado tacto atrapó su mano para bajar, quedando justamente frente a mi. Era capaz de sentir la tensión que creamos en un segundo, pero ella solo pasó por mi lado, dejando de mirarme con esos ojos tan penetrantes, como si me embrujaran en redes donde ella solo podía cautivarme. No tardamos en poner bajo tutela al pastor Nick, mientras que los soldados reorganizaban a los caballos, dirigiéndolos al establo más cercano. Caminando, nos adentramos al interior del distrito para ver la terrible falta de organización que la policía militar tenía ante este gran bullicio de personas. Bufé. Para mi, estos tipos solos eran cerdos criados por el rey que tanto adoraban y defendían, ese mismo que los llevaba al matadero sin excepción alguna. Yo no los respetaba, como ellos de igual manera a nosotros. Era una competencia interna en la que no me importa participar. Podía aniquilarlos en un parpadeo, o simplemente los titanes los almorzarían.

Aquel pastor caminaba con vaguedad, mientras que nos adentramos más a fondo por un pasillo del cuartel de suministros que las tropas de guarnición vigilaban, pero sin duda, ya no era su prioridad ante la abertura del muro. Hange no tardó en avanzar junto al trío de chicos, siendo guiados por Grace al cuartel de la legión. Me detuve en seco, observando cómo Adeline caminaba hasta donde estaba, para así, dirigir mi mirada a los vagos hombres de la policía militar. Esos que no dejaban de comerse a Adeline a través de la mirada. No me importó lanzar miradas de desprecio hacia esos lambe botas del gobierno real. Muchos me miraron sin intimidación ante mi presencia, pero otros, bajaron la mirada ante saber que no permitiría ese tipo de miradas punzantes para la chica delante de mi. Dejaron de mirarle en cuanto lleve mi mano a su espalda baja, ella se tenso, para así de reojo mirarme, pero no cuestiono mi acción, me era imprudente que la asemejaran como si ella fuera a cesar sus necesidades, era una mujer que debían respetar, como cualquier otra. Caminamos entre medio de esos soldados, mientras que por un momento sentí incomodidad en mi cuello, llevando mi mano al pañuelo blanco que yacía allí, acomodándolo, mientras que pase una suave caricia. Mi madre fue una mujer que cayó muy bajo, pensé en ella en cuanto toque ese pañuelo que pertenecía a una prenda antigua. Hubiera deseado tener más mentalidad y fuerza para haberla protegido del oscuro mundo al que se sometió.

Por un momento, me fui en blanco, sabiendo que Adeline estaba delante de mi, observándome mientras esperaba que continuase caminando aún lado suyo. Así lo hice. La impulsé a que continuara su camino, mientras que él pastor Nick continuaba en esa vaguedad de su andar, lo que me impulsó a sostener su brazo con fuerza para llevarlo delante de Adeline, y que siguiera avanzando, aún así, terminó quedándose atrás y no me resto menos que dejarlo así. Pero ella, se detuvo. Me asome, viendo las calles repletas de personas que Adeline observaba afligida a sus memorias pasadas, donde recordaba el arduo día que vivió cuando el muro María cayó sobre sus ojos. Vi entre su mirada de tristeza, como observaba y seguía a los niños llorosos, quienes iban agarrado de sus padres, los que no los soltaban aunque las otras personas estuvieran casi encima de ellos. Era una imagen apenada, una que no debería de visualizar, porque eran cosas que no debían suceder, pero lamentablemente no estábamos en la posición de detenerlo o impedirlo, no sabíamos ni siquiera como, a diferencia de las personas que guardaban secretos que podrían ayudarnos a avanzar; el pastor Nick, caminaba atrás de mi, para así llegar adelante y observar con horror la triste imagen que la mujer que amaba, observaba con tristeza e impotencia. Se que nadie más que ella, desearía eliminar toda esa tristeza que la gente sentía, ademas del pánico y miedo de perderlo todo, para siempre.

-Siento como si estuviera viviendo ese día, pero... desde otra perspectiva.-murmuro Adeline, llevando la mano a su corazón, como si sintiera dolor.

-Pero... -ese pastor se detuvo en seco, observando a la multitud de personas con semblantes apagados, y aturdidos, todo un bullicio de tristeza y pánico.

-¿Qué pasa? Sigue caminando, o terminarás como un niñito perdido.-le indique, dándole una leve patada en la espalda, pero este aún así, no se movió.

-Pero, todos ellos... -murmuraba, apenado por lo que estaba observando, y si, era una realidad muy triste.

-¿Esperabas ver a las personas sonriendo o qué?-le pregunté, atrás suyo mientras el frío brotaba de mi voz.-Esto es lo qué pasa cuando cae una muralla.-afirme, viendo como se movía, pero Adeline delante suyo, le impidió continuar.-Quieto, ¿a donde crees que vas? Observa la desesperación en sus rostros, y más te vale recordarlos. Esta es la gente que tu culto abandona a su suerte. Si su deseo se realiza, y los titanes invaden todas nuestras ciudades, cada uno de ellos morirá dentro de esas fauces de esos monstruos asquerosos como si fuera un día de campo, la humanidad se convertirá en su almuerzo.-detalle, detalle cruelmente, sintiendo como él se tensaba, sus músculos se aflojaban y bajaba su cabeza.

-Ya fue suficiente.-indicó Adeline, girándose para mirarme, mientras que el cuartel del cuerpo de exploración, yacía adelante, por lo cual los vimos obligados a caminar alrededor de esas personas, siendo guiadas por las tropas de guarnición.-Entra.-le pidió Adeline, dejando que él pasara adelante, mientras veíamos a varios soldados empezar a prepararse.

-Pastor Nick, ¿cambiaste de opinión sobre la muralla?-Hange llegó espontáneamente delante de aquel hombre, quien cabizbajo guardó silencio.-¡Ya no tenemos tiempo y tú lo sabes! ¡Decídete! ¡¿Vas hablar, si o no?! ¡Te lo estoy rogando!-le pedía desesperada, perdiendo todo tipo de decencia por una respuesta que necesitábamos.

-No puedo decir nada. Los otros creyentes son iguales a mi, y eso nunca cambiará.-musitó aquel hombre, a lo que Hange decayó en enojo.

-¡Bueno, pues gracias por nada, la información que me dijiste fue de mucha ayuda!-exclamo, molesta, dándole la espalda.

-No puedo decidir por mi cuenta. Es demasiado para una sola persona, por favor entiende que el culto de las murallas debe obedecer a la voluntad sagrada.-decía él, justificando su silencio, logrando que Hange quien lo miraba fulminante.

-Por favor.-miré de reojo a Adeline, quien se dirigió hace ese pastor.-Yo fui alguna vez una de esas niñas allá afuera cuando el muro María cayó. Te pido que al menos, lo que creas que sea necesario para ayudarnos a encaminarnos a la verdad, lo hables, aquí y ahora. Porque, no quiero tener que salir afuera y tener que ver a esos niños perder todo lo que algún día perdí, empezar de cero nunca fue fácil. Por favor.-le pidió ella, con una convicción de tristeza en sus ojos que parecieron haber tenido sentido para él.

-Hay una cosa que puedo decirles. El nombre de una persona a quienes los sagrados ordenaron tener que vigilar.-musitó él, mirándonos.-Si, esa persona se unió a le legión de exploración este año. Esa persona se llama, Krista Lenz.-indicó él, viendo como los chicos atrás de nosotros se asombraron, la conocían.

-¿Es ella?-preguntó Eren, asombrado, mientras que la puerta trasera se abrió, mostrando una chica de cabello castaño con un mensaje en sus manos, nos miraba esperando atención.

-Escuchen, deben encontrarla de inmediato, ella es la única que puede saber la verdad que ni siquiera nosotros conocemos. Esta es toda la información que puedo compartirles, el resto voy a dejarlos en sus manos.-decía él.

-Si esa chica está en la tropa ciento cuatro, debe estar en la línea frontal.-reorganizó Hange, a lo que Grace se adentró a la habitación, observándonos curiosa.

-¡Tenemos que ir, ya no hay tiempo que perder!-indicó Eren, girándose de una manera brusca, para ver cómo chocaba con la joven castaña, cayendo ambos al suelo.-¿Sasha?-se preguntó él, ante parecer reconocer a su compañera, no tardaron en cuestionarle su presencia.

-Hace poco, fui a dar mi reporte de la legión, y ahí me encomendaron a entregarle esto. ¡Es un mensaje para usted sargento!-ella se acercó a Hange, cesando las dudas de sus compañeros mientras que bajo la cabeza con respeto.

-Te lo agradezco. Buen trabajo.-agradeció Hange, dándole un trozo de papa que esa niña miró de manera afligida, e incluso llorosa.-¿Por cierto quien es la chica de la tropa ciento cuatro?-se preguntó la cuatro ojos, quien siguió adelante para dirigirse a Eren, pero Adeline se quedó observando cómo el pastor daba pasos hacia atrás, iba hacia afuera.

-¿Estás bien?-le pregunté, viendo como ella se giró lentamente para observarme de reojo.

-No lo sé.-respondió.-Siento que desconozco todo a mi alrededor. ¿Debemos confiar en nuestros pasos?-se preguntaba, a lo qué pasó por mi lado sin esperar que diera una respuesta.

-Adeline.-la llame, sosteniendo su brazo con delicadeza, esperando que se detuviera, pero afligida en la tristeza de sus pensamientos, rozó nuestras manos, hasta que las soltó, aislándose de mi.

-¿Qué le pasa?-pregunto Grace, llegando a mi lado ante notar la extraña actitud de Adeline.-Parece aturdida, desde que nos fuimos ella es... como si estuviera en una gran nube.-detalló.

-Quizás aún este pensando en lo que ocurrió aquel día.-opine yo, recordando los gritos desgarradores de Adeline cuando supo que sus compañeros habían muertos.-Está resentida. Quiere redimirse.-le explique a Grace.

-El rencor no es bueno. No es sano.-expresó Grace, a lo que la miré detenidamente y negué.

-Pensarás lo contrario cuando sientas que alguien ha despedazo todo dentro de ti con una terrible acción.-indique yo, viendo como ella cambió la mirada de manera vaga.

-Ya sé lo que se siente.-esclareció, dando pasos hacia adelante, para dirigirse hacia Hange, al igual que yo.-¿Qué es eso?-se preguntó Grace, a lo que curioso me adentré a esa habitación de armamentos, logrando ver cómo ella se colocaba su equipo de maniobras tridimensionales, mientras que Hange releía ese papel.

-Por fin he recibido el informe de Annie Leonhart. La administración es un caos y no han localizado sus papeles hasta ahora.-explicaba Hange, a lo que me recosté de la pared, para observar cómo Adeline la miró de igual manera, curiosa.-Pero según esto, parece que en la promoción ciento cuatro hay al menos dos cadetes del mismo lugar de donde proviene Annie. Esos cadetes son Reiner Braun y Berthold Hoover. Tras la confusión de hace cinco años sus papeles están incompletos, o ya no existen. Aunque en la última misión fuera del muro, los dos estaban en el grupo donde tenían la información falsa de que Eren se encontraba en el flanco derecho de la formación.-detallaba Hange, viendo como aquel trío de chicos parecían no tener credibilidad de lo que ella decía, justamente Eren parecía estar sudando frío.

-El titán hembra nos atacó por el flanco derecho.-interfirió Armin, como si recordara aquel día que ese titán despedazó a mis compañeros.-Me refiero a que le pasaron esa información a Annie, por ende, ella llegó hasta allá.-explicaba él, observando a Hange, pero todos ellos parecían estar desconcertados.

-¿Hablan de la expedición de reconocimiento de terreno que hicieron antes de contraatacar al titán hembra?-preguntó Grace, dirigiéndose a Armin, quien asintió.

-No tan deprisa Armin, ¿sabes que dices?-le pregunto Eren, abrumado y confundido.

-Ya lo sabía Eren.-Hange le interrumpió, acertando en su información ante los detalles de Armin.-Aunque no es información suficiente para decidir nada, solo para estar seguros me gustaría saber sus opiniones respecto a esto.-musitó, esperando sus comentarios.

-Sabía que Reiner y Berthold provenían del mismo pueblo que Annie, pero no parecían amigos.-comentó Armin, esclareciendo sus pensamientos.

-Exacto, casi nunca los vi hablando con ella. Aunque Annie tampoco es que hablara mucho. Como compañero suyo me parece muy poco probable, no digo nada de Berthold que es muy callado pero, Reiner es como un hermano mayor, no sería capaz de engañarnos a todos.-opinó Eren, conformándose a esa ideología de sus compañeros.

-Pienso lo mismo. Reiner se la jugó para salvarme a mi y a Jean del titán hembra, que le habría aplastado con su puño si no llega ser por... -esa pausa causó una tensión en el ambiente, una que esclarecería la verdad sobre la falsedad de sus compañeros.-Reiner logró sacarse del agarre pero Annie cambió de dirección, y empezó a correr hacia donde estaba Eren. Y yo acaba de comentar qué tal vez Eren se encontraría en el centro de la retaguardia, pero Annie estaba demasiado lejos para oírme.-dijo, desconcertado.

-¿Reiner mostró interés por conocer la posición de Eren?-pregunto Hange.

-Yo únicamente mencione la posible posición de Eren porque Reiner me lo preguntó, ademas justo después de que Reiner se soltara del agarre, el titán hembra se quedó observando la palma de su mano. Tal vez le escribió algo con las hojas-Reiner podía.-afirmó Armin, sobre las capacidades de aquel joven que se me hacía irreconocible.

-¿Por qué dices eso? ¿Por qué esa conclusión?-Eren cuestionaba la credibilidad de su amigo, quien apenado estaba cabizbajo.

-Eren, basta.-le pidió Adeline, viendo como él parecía inquieto ante lo que decíamos.-Solo es una conclusión, pero no quiere decir que no deban prepararse para combatirles, en caso de que sea cierto, deben estar listos para cualquier agria decisión.-opinó Adeline, dirigiéndose a los tres.-Aún no sabemos si son los únicos.-expresó, observando a Hange, quien asintió.

-Escúchenme todos. Si nos encontramos con Reiner o Berthold, actuarán de modo que no saben nada y por supuesto, ni se les ocurra tocar el tema de Annie Leonhart; sean cómplices de Annie o no. Lo primero es llevárselos a un área subterránea para encerrarlos. ¿Les ha quedado claro?-preguntó ella, a lo que todos parecieron asentir y no saben cuánto maldecía por no poder ir a esta increíble y sofisticada misión, la cual se convertiría una emboscada suicida.

-Si, tenemos que irnos.-musitó Eren, listo para irse al establo de caballos, por lo cual me opuse.

-Cálmate Eren, y escúchenme bien todos.-les pedí, mirándoles a los tres.-Ahora nos separaremos, dejo el resto en sus manos. Los tres son un escuadrón improvisado por Erwin, pero todos dependemos de ustedes. Te quedó claro, ¿verdad Armin?-el rubio de azulados ojos no tardó en asentir, mostrándome su respeto y disciplina.-Usa tu inteligencia y ayuda a Hange en lo que puedas.-añadí, para así observar a la joven de grisáceo ojos.-Mikasa, no entiendo porque razón le tienes tanto apego a Eren, pero espero que uses tu talento para mantenerlo a salvo.-al igual que Armin, no tardó en asentirme.-Eren, concéntrate. Primero debes aprender a controlarte, no sucumbas ante la rabia y tampoco pierdas la meta. No podemos permitirnos otro error.-le pedía en un tono suave, para que así, pudiera entender lo que era pensar frío.-Adeline quedas a cargo de ellos ante la segunda capitanía que representas para la legión. Guíalos y confía en tus instintos.-le pedí, y ella no tardó en asentir, a lo que Grace impulsó a los chicos hacia afuera.

-¡Andando, andando!-les pedía, preparándose para salir.

-Adeline.-la llame, antes de que saliera afuera, para continuar con su misión, ella se detuvo mientras que los soldados pasaron por su lado.

-Estaré bien, Levi.-me dijo, acercándose a mi, quedando frente a frente.-Nos volveremos a ver.-murmuro, llevando sus labios mi mejilla, casi rozando mis labios, se quedó pegada para dejarme el tacto de su sentir en mi, por lo cual observe sus ojos y como ella se apartó.

-Lo sé.-susurré, observando cómo me daba la espalda y avanzaba detrás de los demás, viendo su suelto cabello jugar con el viento.-Eres mi maldito mundo.-expresé fríamente, para ver cómo simplemente se iban.

───

Próximo capítulo: Traidores.
La legión de exploración se mantiene en la incertidumbre ante esclarecerse sobre la negatividad de la abertura del muro Rose, para llegar a la verdad de que entre ellos, la deslealtad los perseguía.

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