𝐪𝐮𝐢𝐧𝐜𝐞

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Viejos amigos.
Levi Ackerman.

Estaba sentado en el borde de la cama, sintiendo inmovilidad en mi brazo derecho. Aún me sentía lesionado, y con mucha presión, pero decidí estirar poco a poco. Estaba húmedo, me había duchado. Veía mi cuerpo con moretones en aquel espejo, me excedía demasiado. Más de lo que podía. Me levante y me coloqué una camisa manga larga negra, dejando mi cabello peinado de la misma manera que hace años. Mire por la ventana, no había mucho movimiento. Estábamos enfrentando unos problemas más graves, unos realmente más estresantes. El gobierno estaba encima de nosotros, nos veían como la élite que llevaba a las personas a un matadero, como si fueran cerdos. Salí de mi habitación, cerrándola, para pasar por los pasillos; donde tampoco había mucho movimiento. No era tan solo porque habíamos teñido varias bajas en la última expedición, si no que muchos estaban en sus casas, con sus familias; o estaba en Stohess, recogiendo cada escombro que el titán de Eren y el de Annie, quebraron con los cimientos de las casas, incluso una iglesia. Abrí aquella puerta, observando la oficina en el interior, pero estaba vacío. Aquel hombre no estaba allí, dando vueltas y vueltas pensando, Erwin debía estar en un lío ahora mismo; buscando una salida para salvar su élite.

-Vaya. Mira quien está aquí.-me gire, observando como por la puerta se me presentaba aquella mujer, quien de brazos cruzados me miró sonriente.-El soldado más fuerte de la humanidad.-musitó, a lo que me senté encima del escritorio de Erwin, Grace no había cambiado en nada.-¿Me vas a saludar?-pregunto.

-No hay que tener contacto físico para eso.-comente yo, viendo como ella reía.-¿Cuando volviste?-le pregunté curioso, viendo como ella observaba la oficina, melancólica.

-Ayer.-respondió.-Creo que me viste, en "la pelea".-indicó, a lo que seriamente observe como ella se sentó en el sofá, cruzando sus piernas mientras suspiraba como si estuviera cansada.-Titanes cambiantes, una llave que conduce al sótano, y ahora un titán dentro del muro. ¿Qué más me perdí?-me preguntó, alzando sus manos como si estuviera ofendida.

-La muerte de tus compañeros.-expresé yo, viendo como su rostro se tenso, y el reflejo de su sonrisa, se desvaneció por completo; bajo la cabeza.

-No creo que era algo que quisiera haber visto, Levi.-indicó ella, cambiando su mirada, observando algún lugar de esta oficina.-Aunque, parece ser que muchas cosas no han cambiado aquí... -susurró, mirándome.

-Hay cosas que nunca cambian.-esclarecí yo, a lo que ella asentía.

-Lo deduje.-afirmó.-Pero a este punto, creí que habrían avanzado al menos.-ahí tocaba aquel tema, ese del que no podía hablar con cualquiera, ni siquiera conmigo mismo.

-De seguro lo resolveré.-interferí, cerrándolo, sabiendo ella que los ojos color avellana de Adeline se reflejaron en mi mente.

-Se te salió de las manos, ¿no?-me preguntó, era una de las pocas personas que me conocía.-Pero respetaré que no quieras hablar con una vieja amiga, después de todo, te debo mucho.-dijo, acomodándose en el sofá.

-Si estás esperando a Erwin no va llegar temprano. Debe estar con la policía militar.-indique yo, pero aún su sonrisa seguía desvanecida y más cuando toque profundamente esa herida.

-No vine a verlo.-respondió ella seriamente.-Como a ti, a mi se me salió de las manos. Pero pude continuar.-hablo, pero ese tono de voz podía reflejar el dolor, ese sufrimiento que obtuvo con Erwin, un amor que no pudo ser.

-¿Y qué haces aquí?-le pregunté, y no me refería a estar en el distrito, si no, en esta oficina. Grace sonrió, levantándose mientras que el cabello mantenía una coleta algo corta.

-Creo que tú más que nadie, puede conocer y entender el corazón de una persona que ama con sinceridad.-musitó, mientras que se fue acercando a la puerta.-Sabes que cuando uno ama de verdad, jamás deja ir. Aunque ese sea el acto más poderoso que se puede hacer.-añadió.-¿Te quedas?-me preguntó, a lo que me levante del escritorio para seguirla.

Era extraño, se sentía como si reviviera memorias del pasado. Ella y yo caminando por los pasillos, como antes, como los viejos amigos que éramos. Grace llegó un mes después de haber perdido a Isabel y Furlan. Ella fue un alivio para mi corazón, fue esa amiga, esa que te escucha a pesar de que mis palabras sean cortas y frías. Grace era la amiga que conocía cuando algo andaba mal, le daba una lealtad y respeto que se había ganado durante todo el tiempo que estuvo aquí, pero como cualquier ser humano, tenía sentimientos y emociones. Tuve que verla en un rincón sola a media noche, llorando desconsoladamente porque su corazón no quería escuchar la mente, porque algo que teníamos diferentes es que, yo pensaba con la mente; ella no y eso le trajo tristezas que no pudo sobrellevar. Su amor era genuino y real, era algo que Erwin Smith sabía, porque él también se había entregado a ella, pero el tiempo los traicionó. Esta mujer había pasado por muchas cosas; pero seguía de pie. Perdió todo, no tenía familia; no tenía nada. Lo único que tenía la castaña a mi lado, era una legión donde era bienvenida y unos amigos que darían la vida por ella. Debía admitirlo, la había extrañado, ella era risueña y muy sarcástica, burlona pero valiente, era fuerte e inteligente. Íbamos en silencio, hasta que salimos afuera, observando los árboles y algunos caballos.

Ella y yo nos quedamos en silencio, habían muchas cosas que decir, pero tan solo decidimos sentir que estábamos aquí nuevamente después de todo. Podía ver los caballos, podía recordar todas esas tardes donde nos pasábamos limpiándolos y dándoles comida, habían muchos recuerdos. No había cambiado mucho en estos dos años, de hecho, no había cambiado nada. Quizás su corte de cabello y había subido algo de peso, pero lucía bien, era una mujer guapa y muy cuidada. Aunque de por si, para mi no había nadie más como la chica que vivía en mis pensamientos durante los últimos años. Aquella que giraba mi mundo con una mirada, o erizaba mi piel con un tacto. Podía describir todos estos sentimientos, pero se que no era capaz de transmitirlos oralmente. Era fuerte y lo sabía, pero más frío que cualquiera. Grace y yo nos quedamos quieto, podíamos observar en un banco a la chica de mis pensamientos, sentada y acompañada por ese joven impulsivo. Adeline acariciaba su espalda, parecía decirle algo, él estaba cabizbajo. El chico había dado una buena pelea, pero todo se le fue de las manos, porque no esperábamos que Annie Leonhart fuera contraatacar, y aunque la habíamos capturado, no habría nada que pudiéramos saber. Estaba en una cápsula de endurecimiento, que nadie podía fragmentar o romper, nos dejó sin opciones; sin nada.

-Es increíble.-musitó Grace a mi lado, ambos observábamos, pero curioso le miré sin entender ser su comentario.-Vives la mitad de tu vida cuidando a una persona de los enemigos, pero resulta ser que llevaba el enemigo por dentro.-esclareció.

-Él no es el enemigo.-diferencie yo.-Es la esperanza de Paradis, aunque lleve el enemigo por dentro, es lo único que tenemos; nuestra única arma.-continuaba diciendo, viendo como ella sonreía.

-Hablas como Erwin.-opinó, pero tan solo continué observando la imagen que veía adelante.-¿Él es nuestra responsabilidad?-pregunto, y yo asentí.-Entonces estoy lista para protegerlo... -susurro, observando cómo Adeline y Eren se levantaban del banco, para estos mirarnos detenidamente.

-¿Todo bien?-pregunto Adeline, mientras que note cómo Eren cabizbajo continuó caminando, sin ni siquiera mirarnos en lo absoluto.

-¿Qué tiene?-pregunte, observando cómo Eren se iba, desapareciendo de nuestro campo visual.

-Impotencia.-respondió Adeline, mirándome fijamente, haciéndome sentir que no había escapatoria de su mirada tan penetrante.

-Es un niño.-opinaba Grace, mirándome fijamente.-Le están exigiendo demasiado.-añadió, mientras que Adeline la miró con apoyo.

-Si. Porque ese niño tiene más poder del que crees, si no fuera tan impulsivo podría conseguirlo todo, lo tiene en la palma de su mano.-esclarecí yo.-Y este es solo el comienzo, porque sabemos claramente que Annie Leonhart no es la única titán cambiante. Estamos apostando nuestros cuellos que esta revelación de Eren, es una cadena de cosas de las que desconocemos; a penas conocemos lo que verdaderamente significa este conflicto, debe estar preparado para pelear, porque no todos vamos a llegar hasta el final con él.-comentaba, mirándolas a ambas.

-Tienes razón, Levi.-me giré, observando al que creí que Grace se tensara con tan solo escucharlo.-Hemos enviado un informe al gobierno militar, esperamos que nos envíen los registros de la mayoría de los reclutas que se graduaron con Eren. Si encontramos alguna similitud de personas que concuerden de dónde proviene Annie Leonhart, sabremos que sin duda alguna, Eren vivió rodeado de enemigos todos este tiempo.-Erwin se acercó a nosotros, pero su mirada estaba colocada en mi.

-¿Qué sucederá con el titán que se encontró dentro del muro? ¿Hay alguna respuesta a eso?-pregunto Adeline curiosa, observando a nuestro comandante.

-No tenemos idea de cómo pudo haber llegado eso ahí, pero lo cubrirán con grandes sábanas. Al parecer Hange tiene una idea de quien puede conocer acerca de ese avivamiento. Nos queda esperar.-nos indicó, mientras que Grace a nuestro lado se quedó en silencio, y maduramente lo confrontaba.

-No podemos esperar.-opine yo, a lo que Erwin me miró detenidamente.

-No hay nada más que podemos hacer Levi.-respondió, viéndose frustrado y sin salida.-Me devolveré al cuartel, estén atentos, debemos estar alerta; la policía militar no nos dejará quietos.-expresó, girándose, pero este se detuvo en seco.-Es un gusto verte, Grace.-le saludo, de reojo, pero esta solo se quedó en silencio, mientras que Erwin continuó caminando por donde vino, dándole la espalda.

-Bien. ¿Y ahora qué?-preguntó Grace, actuando como si nada pasara, mientras que Adeline y yo nos quedamos en silencio.

-Yo iré a ducharme... -dijo Adeline en un tono serio, incluso frío, ella tan solo no espero que respondiéramos, paso por nuestro lado y se fue.

-¿Qué fue eso?-se preguntó Grace, quien se giró para observarla, pero no la detuvo en lo absoluto.-¿Le has hecho algo?-me miró, curiosa.

-Le rompí el corazón.-afirme, no con orgullo, pero mi tono de voz ofendió a Grace, lo noto en su expresión desconcertada.-No tenía opción.-indique, pero ella negó, continuando en mirar por donde Adeline se había ido.

-Tú quisiste sentir que no tenías opción, Levi.-arreglo ella, mientras que ambos mirábamos a los caballos.-Que silencio se siente... -dijo en un susurro, observando todo el patio.

-Así se siente desde que los chicos no están. Creí que era el único que sentía silencio.-expresé, afligido a las emociones de tristeza que me llegaron.-De seguro estarían por aquí, haciendo algo que les haya mandado hacer, pero ahora que no están, no creía que el silencio podría ser abrumador.-añadí, viendo como Grace bajaba la cabeza.-Pero, otra vez volviste a llegar para tapar una pérdida. Estoy seguro que esta vez no soy yo quien te necesita, si no, Adeline. La ha pasado mal, no la siento bien.-opine, mientras Grace me miraba, escuchándome con detenimiento.

-A veces, las espinas se aferran a las flores más relucientes, creyendo que jamás podrían marchitar. Hasta que un día, te das cuenta que la flor se marchitó, y se convirtió en otra espina más eficaz de la que tú mismo podrías ser... y eso es lo que ha pasado.-decía ella, mirando como la noche caía frente a nuestros ojos.-Creías que ella no podría marchitarse, porque estabas tan seguro que la hacías brillar, que no viniste venir el día en que ella se empezara a marchitar, pero llegara ese día Levi, ese día donde ella se convierta en la espina de tu marchita flor. Y entiendo, porque yo ahora soy esa marchita flor de la que Erwin creyó que nunca vería caer.-veía en sus ojos el brillo, pero esas palabras se transmitieron a mi como un acto de valentía.-No me mires así. Ya lo supere.-me sonrió de lado, pero yo tan solo la miré con digna admiración.

-Ve a comer algo.-le pedí, era algo que no quería decir, pero mis emociones eran tímidas para sobresalir en mis palabras.

-Vale, alcánzame luego.-asentí ante eso, viendo como ella apretó mi hombro con fuerza, para girarse, dejándome solo.

Realmente desee poder haber dicho algo más confortante. Aunque Grace nunca demostró su dolor, sus facciones cambiaron con el paso de los días de una manera drástica. Recuerdo que cada mañana al despertar, veía como poco a poco dejo de sonreírle a todos, dejo de tener esa luz alrededor de ella que creaba entre los demás un contagioso ambiente lleno de calma y paz. Entendió que las emociones eran débiles, creando su propio confort, ese que sería difícil volver a romper. Quería decirle que si algún día volvía a decaer, mis hombros estarían aquí para aguantar sus lágrimas, como algún día donde aquí estábamos parados, ella lo hizo, y fue ese día donde ella con sus maletas se fue lejos, a otra división en los adentros del muro Sina. Se que había vuelto porque la necesitábamos, pero si no hubiera oportunidad, ella no era aquí. Su carácter era blando, sarcástico y carismática, era una gran mujer, pero no me involucraba en las situaciones ajenas a mi vida. Muchas veces me senté como compañero y amigo, muchas veces tuve a Erwin de frente e intenté comportarme como un hombre, pero él tenía sus propios demonios agobiándole. Era difícil para mi ser un capitán y crear disciplina a unos simples mocosos, no quería imaginarme el arduo trabajo que era para él, crear una línea completa de la élite más fuerte.

Me giré en mis talones. Seriamente pase por los lados de algunos soldados, muchos ni me miraban. Mi expresión era vaga y nula, pero es que realmente no era el tipo de hombre que se detenía en los callejones a charlar largamente toda la noche. Eran días donde aún, "estaba de luto". Así lo sentía aunque no lo demostrara. Pero lo sentía, sentía ese silencio agobiante que me consumía. Era difícil, realmente lo era. Deseaba sentarme en el borde de mi cama y echarme a llorar, pero desde hace mucho no había una situación que derramara una lágrima en mi rostro. Podía sentir la tristeza, podía sentir como me consumía y se pegaba a mis huesos como una plaga, pero no lo suficientemente dolorosa y agria para que mis ojos se humedecieran en el desvelo de mis noches, y me hicieran caer en llanto. A diferencia de muchos, nunca fui una flor reluciente, desde que crecí en esos vagos callejones, fui como una espina, una que es difícil de evitar cuando la furia sobresalía en mi, pero entendía porque dañaba todo lo que había a mi paso. La única flor que tuve sosteniéndome en sus brazos, se había ido, y desde ese día, sus marchitos pétalos estaban estancados en mis espinas. Me detuve en seco en aquel pasillo, el silencio seguía, pero podía sentirla. Abrí la puerta de su habitación, quería procurarla, se que ella lo necesitaba aunque lo evitara. Ahí estaba, sentada en el borde de su cama, levantó la mirada y me vio, pero era como si ya no le importara.

-¿Estás bien?-le pregunté, viéndola sentada en el borde de su cama, su cuarto siempre estaba recogido y reluciente, pero podía ver que no era así.-Deberías recoger.-opine, humildemente.

-Lo sé.-respondió, aún cabizbaja.-Pero, estoy cansada. Quizás luego.-indicó, mientras me quede en el margen de la puerta.

-Grace fue a comer, deberías ir con ella. ¿No tienes hambre?-le pregunté, viendo como se amarraba su cabello levantándose, a lo que negó.-¿Qué haces?-le pregunté ante ver como recogía la ropa del suelo, incluso algunos libros.

-Voy a recoger, antes de que despierte con mi cuarto limpio porque tú obsesión por mantener todo en orden pudo más que tú.-musitó, empezando a poner todo en la cama.

-No puedo evitarlo.-respondí, cortante mente para adentrarme en la habitación.-Se ve asqueroso y me pone de muy mal humor.-comente, doblando las sábanas de su cama.

-Parece que no puedes evitar muchas cosas.-susurro ella, creyendo que no la había escuchado, pero preferí olvidarlo, y seguir acomodando sus almohadas.

-¿Ya no te duele nada?-le pregunté, y ella en silencio negó, organizando la ropa en su ropero.

-¿Y a ti?-me preguntó, señalando mi brazo, pero también negué, a lo que ella tan solo se quedó recostada de la pared.-Mierda... -susurro, cruzándose de brazos.-Creo que, Eren, no lo sé tengo un extraño presentimiento.-musitó, pero sin darme a entender sus pensamientos.-Deberíamos dejar que descanse.-añadió.

-Tú hermano no necesita descansar, necesita crecer.-opine, sin ningún tipo de sensibilidad, pero era algo que ella conocía de mi.-Eren dejó de ser un niño desde que entro a la legión, Adeline. Lo sabes.-dije, levantándome de la cama, quedando parado frente a ella.

-Todo ha sido de repente, Levi. Están siendo muy duros con él. Es un humano, no un arma. Terminara echo pedazos antes de que llegue al sótano.-comentaba ella, realizando que inclusive ella misma olvidó que Eren era su hermano, no un compañero de la legión.

-Y aún estamos en estos días. Imagínate que aparara de Eren en un futuro, luego de que descubra ese sótano. ¿Qué será de él? ¿Qué descubriremos allá?.-dije, viendo como ella me miraba detenidamente.-No me lo he dejado de preguntar Adeline, ¿estás preparada para saber que encontrarás en ese sótano?-le pregunté, y ella desamarró sus manos.

-Nadie está preparado para saber que hay en ese sótano, por eso estamos desesperados, porque ni siquiera hemos tocado la muralla María, y ya un titán cambiante apareció.-ella se acercó a mi, quedando en esa cercanía.-Pero parece ser que hay algo que no ha cambiado. No dejas de mirarme de esa manera.-su respiración chocaba con la mía, mientras que sus labios casi rozarían los míos, pero sus ojos, esos llenos de tristeza me hicieron sentir que, por más que quisiera; no debía.

-No es lo único que ha cambiado.-comente, llevando mi mano al flequillo fuera de su oreja, para colocarlo atrás de esta.

-¡Los titanes han entrado al Muro Rose!-Adeline y yo nos miramos detenidamente, sintiendo la verdadera presión ante ese grito.

───

Próximo capítulo: Desconocer.
La legión de exploración se dirige al distrito Trost, esperando encontrar la abertura del muro.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro