𝐬𝐞𝐢𝐬

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Lazos.

Yacía recostado en el borde de mi cama, con mis manos en mi rostro, tapaba mi vista, estos días habían sido confusos y arduos. Sobrellevábamos en nuestros hombros, dicha situación abrumadora en la que intentaba acoplarme. Habíamos logrado tener la estabilidad y valentía para recuperar el distrito de Trost, culminando con la vida de los titanes, que arrebataron a varios soldados e incluso, nuevos reclutas que se convertían en grandes héroes, pero hoy, ya no permanecían con vida. Me levante, dejando mi uniforme doblado aún lado de mi cama, observando la ventana, viendo la luz del atardecer alumbrar un gran soleado en el cielo, pero todo parecía apagado. La vida no se detenía a través del tiempo, pero se perdía en él, y me era inevitable no pensar en todas esas personas que he perdido a través de todos estos años. Si, aún no podía olvidarte mamá, ni siquiera en las noches dejaba de sentir que me querías brindar el calor que me brindaste, hasta incluso antes de morir. Suspire, esparciendo esos fríos pensamientos, aislándome de la ventana. Abrí la puerta, y camine por los vacíos pasillos.

La mayoría de los soldados estaban descansando, otros, visitando a sus familiares luego de la leve tragedia que azoto a Trost. Me dirigía a la disputa del día, donde de seguro debían seguir dándole latas al mismo asunto que han dado por días, desde el leve ataque de los titanes en Trost. Tenía dudas, y desconfianza ante mi malicia, habían cosas que no entendía, pero que tampoco creía. Empecé a escuchar sus voces detrás de esa gran puerta, la voz gruesa de Erwin, incluso la fastidiosa y aguda de Hange, pero la que no escuchaba, era la de Adeline. Curiosamente abrí la puerta, creando un silencio incómodo ante mi presencia, donde pude ver a los allegados allí, mirándome. Mi comandante e amigo estaba sentado en su silla, delante de su escritorio, mientras que Hange estaba recostada de la pared, y Adeline, sentada cabizbaja con sus manos en su rostro, como si estuviese frustrada, o llorando. No podía determinarlo, tan solo cerré la puerta a mis espaldas, y me recosté de ella, cruzándome de hombros. Mi mirada y la de Erwin se quedaron fijas, alce una ceja, esperando que continuasen, pero solo recibí un suspiro frustrado de su parte.

-¿Llegue tarde?-pregunte, observándole, sabía que no era un momento con humor; pero aún así, tampoco mostré gracia en mi comentario.

-Bastante.-respondió Hange, mientras que rodee mis ojos ante su comentario.-Tú preguntaste.-se justificó ella, alzando sus manos.

-¿Qué sucede?-pregunte, observando a Erwin.-¿En que quedó todo?-añadí, esperando respuesta.

-Hablábamos sobre la situación que albergaría Eren Jeager ante la corte.-me contaba Erwin, dirigiendo su mirada a Adeline, quien aún seguía cabizbaja.-Será mañana al medio día, las tropas de guarnición e incluso la policía militar estará allí. Radicarán cargos.-añadía, contándome.

-¿Y cuál sería la situación que albergaría?-pregunté, dejando el peso de mi espalda en aquella puerta, con mi pregunta en el aire.

-La muerte, es ahí a donde quieren conducir todo este escándalo.-me respondió Hange, con una voz neutral, sin expresión ante tan agrío tema.-El hermano de Adeline lo más probable sea llevado a la aniquilación, no creerán que no tenía conocimiento sobre el poder de titán que alberga adentro suyo.-continuaba diciendo, y vi como Adeline alzó su cabeza, y la miró con esa expresión, una que no había visto.-El gobierno no soporta lo que está sucediendo, mucho menos la realeza. Un joven recluta, ¿con poder de titán?-se preguntaba.

-Llegamos tarde ese día, y si no hubiese sido por qué él utilizó ese poder que desconocía, la mitad de los residentes de Trost, estarían muertos y una gran cantidad de soldados también.-decía Adeline, con molestia en su voz.-No justificó que sobrelleve el poder de un enemigo, pero tampoco podemos denegar que defendió a su gente de lo que él mismo es.-continuaba diciendo, mirando a Erwin.-Si no hubiese sido por Eren, no hubiera sellado el muro.-decía ella.

-No hay duda de eso, Adeline.-comentó Hange, mirándola con un toque de lastima, que me agrió el sentir de verla.-Pero, ¿qué podremos hacer para salvarlo de lo que es?-le preguntaba, mientras que Adeline de manera frustrada se levantó de la silla, golpeando el escritorio con la palma de su mano, haciendo que Hange se sobresaltara, y que Erwin la mirara detenidamente.

-¡Es mi hermano!-esbozo en un leve tono alto, molesta.-¿Cómo podría abandonarlo?-preguntaba, en plural, dirigiéndose a todos, pero me mantenía en silencio.-Erwin, tú más que nadie sabes todo el sacrificio que hice para poder llevarle un trozo de pan, simple trozo que alegraba su día. Si él va morir, me van a tener que matar, porque no podría vivir una vida donde él no esté.-musitaba.-Eren es todo para mi, es lo único que tengo fuera de esto, él es mi rumbo, él es mi vida. Vivo por él. Peleo por él.-culminó en un suspiro, en uno lleno de tristeza y frustración, estaba sentida.

-Entiendo.-indicó Erwin, a lo que le mire ante su tan pasiva voz, como si ya hubiese ideado una escapatoria.-La familia es lo más importante que tenemos, incluso aunque ya no estén, siguen en nuestros corazones.-amargamente trague esas palabras, como si hubiesen sido un balde de agua fría para mi, incluso para él.-Pero, debes estar consiente de que también te señalaran. Aunque jures que no sabías nada, que ni siquiera tienes conocimiento de que tú también podrías llevar dicho poder...

-No soy un titán.-exclamó ella, interrumpiendo a Erwin.-Se que no hay manera de probarlo, pero, aquí hay algo más y algo me dice que mi padre tiene todo que ver en esto.-musitaba, frustrada.-Él desapareció hace cinco años, luego de la caída del muro María. Nada de esto puede ser coincidencia, y la única manera de averiguarlo, es dejar a Eren con vida.-la miraba, estaba frustrada, y tenía miedo, lo veía en sus ojos.

-Podremos llegar a un acuerdo con la corte. No hay porque llegar a ese punto.-expresó Hange, mirando a Adeline, quien volvía a sentarse en la silla, respirando grueso.

-¿Qué sugieres?-pregunte yo, aún cruzado de brazos, e intentando de estar al margen.

-Podemos convencerles que lo custodiaremos.-decía Hange, mirándome.-Nos haremos responsables de él, lo examinaremos, lo entrenaremos.-afirmaba, con gran seguridad.

-No lo pondrán tan fácil, será difícil persuadirlos de un modo sano, debemos ser arduos.-opinó Erwin.-Adeline, aunque no te guste, tendremos que jugar con su vida.-le decía a ella, mientras que la veía asentir.-Pondremos en la línea que si no se acata a los cumplimientos de nuestros requisitos, será devuelto, para ser aniquilado.-dijo, fríamente.-Es una buena opción. De hecho, la única que tenemos. Es lo único que podemos hacer. Eren puede ser la clave para la esperanza de la humanidad, él podría ser el único que nos lleve a una victoria segura en contra de los titanes.-veía sus ojos azulados, como pensaba a través de esas palabras, como si viera algo que no pudiéramos ver.

-¿Y como lo sabes?-le pregunté yo, descruzando mis brazos, para caminar lentamente hacia la silla aún lado de Adeline.

-No lo sé.-expresó Erwin, mirándome, mientras que Adeline evadió mi presencia en cuanto me senté a su lado, y pude ver como se levantó.-Solo espero que así sea.-musitó Erwin.

-Confió en ti.-le dijo ella, caminando, mientras que se detuvo en seco, giré mi mirada y observé como antes de abrir la puerta, miró de reojo.-Es por eso que entregaría mi corazón a cualquier costo.-esbozo, abriendo la puerta, para así, dejar su ausencia en cuanto la cerró.

-Joder... -susurro Hange, restregando su rostro con frustración.-Siento que le falló si no la apoyó.-indicó, y por un momento, yo le sentía igual.

-¿Como es posible que ese niño tenga el poder de un titán?-pregunte, observando a Erwin.

-No sé, no sabemos nada de los titanes Levi. Él es lo más cercano a saber aunque sea algo más.-decía Erwin, tirado de manera vaga en su silla, pensando de manera frustrada.-Hay tantas preguntas, tantas cosas que quiero saber.-decía, llevando su mano al borde del comienzo del tronco de su nariz, colocando dos dedos, como si con eso detuviese el estrés que estaba sintiendo.

-¿Y crees que Eren sea la esperanza de la humanidad?-le pregunté yo.-¿O solo querías darle la ilusión de que salvarás a su hermano?-volví a preguntar, mientras que él y yo, nos mirábamos con detenimiento.

-Creo que Eren, pueden llevarnos a la verdad que tanto hemos buscado.-musitó, a lo que me levante con cuidado de la silla, con respeto ante sus palabras, pues yo también confiaba en él aunque las dudas me persiguieran.

Les di la espalda, con intención de irme. Abriendo la puerta, y dejando mi ausencia como Adeline hace minutos atrás. Camine nuevamente por los pasillos solitarios, había gran silencio, pero se escuchaban pasos, y no hubo manera de que mi expresión se quedara igual. De manera abrumadora, mi semblante se colocó serio, y frío, más de lo usual, como si no quisiera expresar nada más que frialdad en mi esencia. Veía a Conan, venía caminando por el mismo pasillo, su mirada demostraba la seriedad que mi presencia le proporcionaba. Ambos caminamos lado por lado, pero sin cruzar miradas, o mucho menos un roce. Continuó caminando, y se que él si me miró de espalda, como si quisiera transmitirme algo, pero le ignoré, sin importancia. Solo recordaba el momento en que mi nudillo se dirigió a su labio, partiéndolo por completo. Era la primera vez que me iba contra uno de mis subordinados, era extraño que me faltaran el respeto, o no se acataran a mis órdenes, aunque siempre intentaba de darle la libertad ante sus elecciones o decisiones, la manera en la que él era, no me agradaba. Pese a todo, era un buen soldado, con buenas habilidades que distinguían su fuerza, e incluso inteligencia.

Me gustaba que estuviera presente en cada expedición, era una persona que siempre tenía iniciativa, y se iba a todo, sin importar el costo. Fue una de esas cosas que me hizo admirarle, y confiar en sus habilidades. Recordaba el día en donde la lluvia caía fuerte, él era uno de los que habían llegado de manera reciente, pero se había acoplado rápido. Llevábamos una expedición en los altos bosques, donde grupos de titanes avecinaban. Los escuadrones se dividieron, y aparentemente Adeline no estaba en condiciones física para pelear. Estaba mareada, y débil, perdió el conocimiento y se desmayó. Cuando intento retomar el vuelo, casi iba morir, estuvo a pelos de nada. Si no hubiese sido por Conan, ella no estaría aquí. Él estuvo días en enfermería, se había hecho una abertura en la cíen, se había fracturado un brazo. Había terminado echo añicos, salvando su vida. Fue eso lo que la llevo a sentir que debía devolverle el gesto, pero se estuvo en cuanto quiso mezclar sentimientos para verle sonreír, y eso era lo único que no podía soportar, y menos sobrellevar cuando les veía. Continué caminando, esparciendo esos pensamientos.

Me quede detenido delante de la puerta que conducía a mi habitación, estaba entre abierta. Recordando que claramente, la había dejado cerrada en cuanto salí de ahí hace un buen rato. Curioso me asome, y ahí la vi, tirada en mi cama. Estaba de lado, y daba la espalda. Sus rodillas estaban arqueadas, y ella escondía su mano debajo de la almohada. Observé a varios puntos de los pasillos, y con sigilo, me adentré a mi habitación, para cerrar con seguro. Me quede detenido en la puerta, con mi peso en ella, observándola desde este punto. Se giró con cuidado, y me observó, era como si me esperara, pero no emitió ningún comentario. Tan solo camine hacia mi cama, quitándome los zapatos, para acostarme a su lado. Me recosté, y escuché su suspiro, pero era uno de alivio que me erizaba la piel, como si deseara mi cercanía. Me quede mirando el techo, mientras ella se volteaba, y colocaba su cabeza en mi pecho. Su mano también se plasmó allí, mientras que mi pecho subía y bajaba, ella permaneció ahí, a mi lado, haciéndome sentirla de una manera que alteraba mis sentidos.

-¿Qué piensas?-le pregunté, ante notarla tan callada, conociendo que era así cuando pensaba.

-Tú me entiendes, ¿verdad?-me preguntó, mientras que continué observando el techo, y como los rayos del sol, aún permanecían entrando a través de la ventana.

-Furlan e Isabel eran como mis hermanos menores.-le decía, recordándoles.-Me hubiera gustado haber podido hacer más por ellos.-musité, recordando aquel día, en donde los perdí a ambos.-Quizás, las cosas fueran muy diferentes a como hoy lo son. En cierta manera, entiendo el costo que no te importaría recibir en defenderlo, o protegerlo.-le decía, mientras que mi brazo rodeaba su cuerpo.

-Si pierdo a Eren, ya no tendré un propósito para pelear.-esbozo ella, en una gran tristeza que abrumó la habitación.-Ya no quedará nada... -susurraba.

-Siempre habrá un propósito que siga guiándote, sin importar el valor que sobrelleve.-le decía, intentando de animarle, pero de seguro, los pensamientos que la rondaban, eran más fuerte.

-Mi madre siempre me pidió cuidarle, y es que desde que nació, fue impulsivo y muy rebelde en sus pensares. Idolatraba como nunca a los soldados que arriesgaban su vida a las afueras, a esos quienes peleaban en contra de los titanes; Eren siempre deseó ser lo que hoy soy.-contaba.-Cuando ella murió, solo pensé en protegerlo. Y llegue hasta acá, con el propósito de darle el futuro de libertad que él siempre ha buscado, pero me ha seguido, y ahora que está en esta situación, no podría abandonarlo.-su voz reflejaba tristeza, pero a la vez melancolía.-Si le falló a mi madre, jamás podré perdonármelo. El día en que la perdí, le prometí que cuidaría a Eren, aunque eso me costara la vida.-esbozaba, mientras que acaricie su pelo, con suavidad, escuchándole.

-Si el momento llega, deberás abandonar tu sueño, y morir.-le indique, mientras que giré un poco mi rostro cuando sentí como ella levantó el suyo, encontrándome con sus ojos.

-Levi.-ella me miró detenidamente, y cerré mis ojos cuando pensé que besaría mis labios, pero no fue así, dirigió sus labios a mi mejilla, y dio un cálido beso, mientras que sentí como se desprendió de mi lado, levantándose.-Ellos están mejor que nosotros.-comentó, y entendí a quien se refería, los rostros de Furlan e Isabel, se plasmaron nuevamente en mi mente.

-De seguro que si.-musité, recordando también a la mujer de cabello negro, de esos hermosos ojos grisáceos, recordando a mi madre.-¿A donde vas?-le pregunté a ella en cuanto le vi acercarse a la puerta.-¿No dormirás conmigo?-pregunte con brusca.

-Levi, ya no puedo dormir contigo.-me dijo ella, sonriendo de lado, pero como si le pesara.

-¿Por qué no?-le pregunté, bromeaba con ella, sabía las razones, pero su carita pasmada, me hacía ablandarme.-Bromeó... -susurre cuando se acercó a mi, mientras que me senté en el borde de la cama, abriendo mis piernas para que ella se acercara, y llevara sus manos a mi cabello.

-¿Qué haré contigo?-me preguntó, con tristeza en su voz, cabizbajo, tan solo continué dejando que ella acariciara mi cabello.-Dime... -pidió, pero aún así, me mantuve en silencio.-Iré con Eren.-expresó, distanciándose de lo.

-¿Dormirás en el calabozo?-le pregunté, desviando la situación anterior, ella asintió.-Pero, dormirás en el suelo.-le dije, confundido.

-Lo sé.-respondió, con neutralidad en su voz como si no le afectara en lo absoluto.

-¿Por qué?-le pregunté, mirando como abría la puerta, y observaba, con sigilo.

-Porque es mi hermano.-respondió, deslizando las yemas de sus dedos por el margen de la puerta.-Adiós, mi amor.-esbozo, aislándose, cerrando la puerta, dejándome allí ahí, observando mis manos mientras pensaba en el gran lazo que nos unía, el amor.

───

Próximo capítulo: La clave.
De camino a la corte, un duelo entre élites se lleva a cabo, ante la decisión sobre la vida de Eren Jeager.

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