𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐝𝐨𝐬

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¿Quién es quién?

Caminaba lentamente por aquel césped. La brisa de la tarde se esclarecía en mi rostro, haciéndome sentir relajado ante su tacto. Veía los árboles, sus hojas verdosas se removían, al igual que el alto césped en algunas áreas. Podía observar detenidamente aquella cabaña, la misma en la que Erwin nos pidió acomodarnos, por las obvias razones que sucederían. Debía admitir que estaba preocupado por su bienestar, tanto físico como mental. Debía sentir una presión inigualable a la mía, pero aún así, era presión. Me detuve en seco, antes de adentrarme más al perímetro. Podía ver a esos niños alrededor, pero la mirada vaga y vacía de aquella rubia, me pareció curiosa y a la vez, intolerante. No pude tolerar el hecho de que se viera así. Tan abrumada, era solo una niña, con un peso igual de grande que el de nosotros. Lamentaba que todos estuvieran aquí, aunque hayan sido elegidos especialmente por Erwin, empezaba a sentir empatía. Pese a que yo pase una niñez fatal y sumamente cruda, no deseaba que ellos tuvieran que aferrarse al mismo camino, solo por encontrar la verdad detrás del misterio que nos ha sometido cien años en estos muros. Continué caminando al observar que todos habían entrado, esperaba que la cabaña al menos estuviera limpia, impecable, eso esperaba yo luego de todo el tiempo que les di desde la mañana, no podía esperar menos.

-Sasha, devuelve ese pan.-abriendo la puerta, lo primero que escuché fue el bullicio de regaños, seriamente me acerqué a la mesa que desde la entrada, pude ver con polvo encima suyo.

-¿Por qué tanto escándalo?-pregunte en un tono bajo, con cansancio de sus comportamientos, pero ellos continuaban reprendiendo a la chica de cabello castaño rojizo, quien sostenía un pan en la mano.

-¡Maldita chica patata, ya deja de estar jugando!-grito aquel joven, del mismo tono de su cabello, pero menos intenso, era más claro.

-Creí que les había dado el tiempo suficiente para limpiar.-musité en cuanto pase mi mano debajo de la mesa, sintiendo el grosor del polvo pegarse en mi palma; ellos me miraron apenados, incluso avergonzados. -Ya no importa, por el momento pospondremos sus tareas de limpieza.-indique, limpiando mi mano con el pañuelo blanco que tenía en mi bolsillo, quitando el asqueroso polvo que trascendió por mi piel.-Eren, Hange nos está esperando para empezar con el experimento.-le deje saber, viendo sus marcados ojos, las ojeras del cansancio se le brotaban, al igual que a todos.

-Ah, ¡si señor!-afirmo, quitándose el pañuelo de su cabeza, incluso el mantel, se que él si se estaba esforzando por limpiar, pero aún así, no lo suficiente.

-Ustedes, vendrán con nosotros, alístense.-les avise a los demás, viendo como asentían rápidamente.-Sasha, suelta ese pan. Porque si no es así, me aseguraré de que no vuelvas a tener boca para masticar.-le dije a la chica que sostenía aquel pan, ella con sus abiertos ojos como plato me miró, dudosa.-¿Me estás desafiando?-le pregunté ante ver como no procedía.

-No... -susurro entristecida, dejando el pan aún lado, podía jurar que vi como la saliva se le caía.

-Que asco.-comente, observando cómo ella al igual que los demás, se giraron para irse a preparar.

-¿Adeline volvió de Trost?-lentamente me giré, observando a esa rubia chica, aquella a quienes nos encargaron más que nada.

-¿Eso qué te importa?-le pregunté, abriendo la puerta, esperando que ella se colocara aquella despintada capa encima suyo, cubriendo su identidad.

-No lo sé... -murmuró cabizbaja, se veía igual de desanimada que todos los demás, cansada.

-Andando, porque si van a tardar tanto, me prepararé un almuerzo.-comenté, dirigiéndome hacia afuera.

Me monte en aquel caballo. Al igual que los demás en los suyos, a excepción de Eren e Historia. Aquella entristecida chica, iba montada junto a Armin, mientras que Eren, iba conmigo. Los dirigía hacia donde sería nuestra ilícita zona para desarrollar los experimentos hacia el titán de Eren Jeager. Esperábamos tener un avance en su forma titánica, al menos la recreación de su titán podría salvarnos de la abertura creada en las murallas María, era la única esperanza que teníamos para retomar ese distrito. No iba esperanzador, ni siquiera tenía alas de optimismo que me abrazaran y me hicieran creyente de dicho pensamiento, pero es que realmente era imposible creer que sería así de fácil. Aún habían cabos sueltos, aún ni siquiera sabíamos la verdad de la chica que iba aún lado de nosotros, cabizbaja y sin habla, como si su interior se hubiera apagada por completo. No podía decir que me liaba de ella, que podía poner mi confianza en sus palabras, pero sí que ella al igual que cualquiera de nosotros tenía un pasado del que no queríamos hablar, y por alguna razón, por alguna extraña razón, Adeline estaba envuelta en este lío. Era lo más que me preocupaba, había algo de estos cabos sueltos, que no podía entender. Seguí cabalgando, dejando de mirarla, para así enfocarme en el camino donde debíamos ir.

No dejaba de observar cada rincón, cada bajada de montaña, incluso arriba de los árboles. Alguien debía estar aquí. Debían estar observando, anotando nuestros movimientos. Era una sensación que me impedía cerrar los ojos. Continuamos cabalgando, podía ver que estábamos cerca del punto de encuentro, así que los alenté avanzar, a pesar de que me dejaran atrás; preferiría cuidarles sus espaldas, antes de cualquier cosa. A pesar de que podían ser incompetentes o abrumadores para mi, seguían siendo solo unos niños. A diferencia de mi mentalidad y como me crié en este cruel mundo, ellos no sabían ni la mitad de lo que serían en un futuro. Ni siquiera, podrían contar las gotas de sangre que derramarían a causa suya, era así de impredecible la vida, tanto, que por eso decidía estar atrás de todos, cuidándolos. Observe detenidamente cómo detuvieron sus caballos, incluso, pude distinguir a Hange desde aquí. Era inevitable, sus feos anteojos podían distinguirse en cualquier lugar .-¿Eren estás listo?-le pregunté a él, a quien pude escuchar afirmar su posición con cansancio, no era que tenía muchas opciones que digamos, pero este, no tardó en bajarse de mi caballo en cuanto pudimos llegar al punto de encuentro, en donde todos los demás yacían esperándonos.

Me quede encima del caballo, observando todo alrededor. Aunque me haya quitado mi fina y negra chaqueta, sentía calor. Tenía una camisa manga larga color grisácea, las mangas las tenía colocada en mis codos. Estábamos elevados en una colina, la cual en la parte baja, podía ver a varios subordinados de Hange trabajar en el perímetro, observándolo como debían hacer, no podíamos exponernos a la policía militar; mucho menos en la situación en la que estábamos parados. Entre esos soldados, pude denotar a Adeline montada en su caballo. Yacía con su cabello amarrado, completamente en una coleta. No había flequillos afuera, estaba todo recogido y era rara la vez que pudiera vérsele así, pero para mi, seguía viéndose igual de hermosa que cualquier día en que despertara y la viera. Ella sonreía, debía estar cómodamente con nuestros viejos compañeros de la legión. Ella aún no se percataba de mi presencia, de que la miraba detenidamente como si lo fuera todo, pero así se sentía cuando me acariciaba y me tocaba. Era imposible olvidar cómo se sentía eso, como yo me sentía cuando sus labios rozaban los míos. Ella era tan impredecible, tan genuina y tenaz. Me era imposible dejar de mirarla aunque quisiera. Bajándome del caballo, rodee los ojos en cuanto me topé con Hange, quien se acercaba a mi con emoción en su mirada.

-Levi.-me llamo, mientras yo acaricie mi caballo, dejándole calmado en cuanto me distanciaría de él.

-No.-musité, negándole la posición de que pudiera hablar, a pesar de que ella era superior en el rango que yo.

-No he dicho nada, aún.-justificó, colocándose a mi lado, en el borde de esa colina, mientras observábamos cómo Eren se juntaba con su hermana, en un abrazo muy intenso que abordaba muchos sentimientos de hermandad.

-Por lo tanto.-musité, sin importancia a lo que ella deseara decirme.

-Quería preguntar...

-No.-volví a interferir, viendo como ella llevaba su mano a su ceño fruncido, frustrada ante mi actitud tan fría y cortante.

-Que ser humano tan corto de sentimientos, quizás si hubieras sido lo contrario, hubieses crecido algo más.-musitó, quedándose a mi lado, por lo cual fulminante de reojo la observe.

-¿Qué dijiste cuatro ojos?-le pregunté, de una manera intenso y ofendido.

-¡Nada!-exclamo, tocando su coleta suelta, mientras sonreía pasmada.-Dime, ¿puedo hacerte una pregunta?-se preguntó dudosa, debido a mi expresión tan seria, con esa firmeza de mi estoicismo.

-La acabas de gastar.-indique, escuchando su bufido, era curioso su manera tan tolerante de mantenerse ante una persona como yo.

-¿Qué le esperará a Adeline?-se preguntó espontáneamente a mi lado, de seguro al igual que yo, observábamos a la chica de cabello oscuro.

-Erwin te lo dijo, ¿no es así?-le pregunté, sabiendo que su respectiva pregunta solo se debía a una cosa.

-¡Hange, ya vamos a iniciar!-avisaba su subordinado, quien yacía en la parte baja de la colina y ante eso, Adeline cruzó una leve mirada conmigo.

-¡Bien, Mikasa y Jean, no se distancien mucho de Eren! ¡Eren, cuando estés listo!-aviso ella, al joven que yacía solo alrededor de un círculo, preparándose para el breve experimento.-Bien, como decía... No lo culpes. Él confía en ti.-afirmó, retomando la conversación anterior.-Es solo que, sabe como cualquier otro de nosotros que por ella eres capaz de todo.-explicaba, mientras el cielo se tornó entre rayos, presenciando delante de nosotros el vapor que se recreó alrededor de Eren.-Teme a que suceda algo y no puedas controlarte, como has hecho en otras ocasiones.-decía ella.

-Solo ha sucedido dos veces.-afirme, observando cómo los músculos del titán de Eren se recreaban con lentitud, a diferencia de otras veces.-Mate a alguien, cuando era un niño. Porque iba hacerle daño.-le explicaba por primera vez, ella me observaba y escuchaba, porque sabía que era escaso el que quisiera contarle algo al respecto. -Sentí una fuerza, una muy extraña recorrer por todo mi interior cuando vi que ella estaba en peligro, así que, lo maté. Luego de ahí, no volví a verla jamás, hasta encontrarme con ella cuando ingrese en la legión.-esclarecí, cruzado de brazos, observando cómo Eren se empezaba ajuntar a su cuerpo titánico, pero Hange a mi lado, parecía más abrumada y sorprendida por lo que contaba.-No digas nada.-le pedí, antes de que siguiera en abrir su boca sorprendida.-Solo lo explico, porque entiendo a Erwin, como él también me entiende a mi.-musité.

-¿Crees que podremos salvarlos a los tres?-se preguntó ella, mientras que escuchamos el fuerte rugido del titán de Eren, era turbio y muy extraño, era horrendo.

-No. Y ya me estoy preparando para eso.-respondí.-¿Qué? Ya preguntaste suficiente, déjame concentrarme.-le pedí ante mirarla, y observar cómo ella se emocionó lo suficiente como para querer cuestionar más, pero no solo lo impedí, ella sabía que algo andaba mal con el titán de Eren.

-¡¿Qué te sucede Eren?! ¡De pie!-pedia Hange de manera alta aún lado de mi, mientras veíamos al titán de Eren desvanecido en el suelo, inclusive él se veía de espalda, los músculos no lograron cubrir ni la mitad de su cuerpo.-¡Todo el destino de la humanidad depende de ti! Levántate!-alterada, continuaba dirigiéndose hacia él.

-¡Hange, es suficiente!-Adeline, aún cabalgando su caballo alrededor del experimento, se dirigió a su compañera, quien aún lado de mi, observaba y analizaba la situación.

-Cuatro ojos, parece que esta vez paso algo diferente. Ahora ni siquiera alcanzo los diez metros. En algunas partes le falta músculos, y la parte baja de Eren, está expuesta, en conclusión, se le ve el trasero.-detallaba yo, examinando cada parte del titán que Eren intentó recrear, pero fue un complejo fracaso.

-¡Eren! ¿¡Todavía puedes moverte!? ¡Danos una señal de que estés bien!-le decía Hange, pero no veíamos nada que nos indicara lo contrario, a diferencia de ella, Mikasa Ackerman si sobresalto de su caballo y se dirigió a Eren, para revisarlo de una manera impulsiva.

-Oye, de nuevo actuó por su cuenta, es una mocosa muy terca. Ni siquiera Adeline se ha estado ablandando por Eren, esta más firme. ¿Crees que debemos castigarla?-pregunte, incómodo ante la disciplina de aquella chica.

-No, no está reaccionando... ¡Eren!-Hange se lanzó al vacío de la colina con sus equipos de maniobras tridimensionales, para así acercarse a Eren, para apreciarlo ante ese rato fetiche que tenía hacía los titanes, así que incómodo, preferí de reojo mirar a Armin, quien yacía atrás de mi.

-Creo que falta mucho por recorrer. Aún no podemos usar la habilidad de cristalización para restaurar la muralla.-comenté, negativamente, viendo como Armin me miraba.

-Si, por eso les dije desde el principio que sería algo casi imposible.-opinó él, ante mi comentario.

-Siendo sincero, el plan no está mal. En ves de llevar suministros, solo debemos llevar a Eren ahí. Que podamos o no realizar este plan, dependerá de Eren.-inferí yo, para mi, era una buena estrategia similar a la que Armin nos otorgó semanas atrás.

-¡Terminó el experimento, todos retírense de inmediato!-pidió Hange, a quien pude observar cómo sostenía a un inconsciente Eren en sus brazos, con su rostro todo empalado y ojos brotados, la sangre se derramaba en todo su cuerpo; era asqueroso, muy asqueroso.

-Eren y tú irán en la misma carroza, ambos irán con Hange. Volverán a Trost.-me dirigí a Historia, quien yacía atrás de mi, mientras que Armin continuó caminando ante la orden de Hange.

-¿¡Adeline, qué haces por qué te acuestas a dormir!?-me quede observando fijamente cómo Hange mientras sostenía a Eren, se dirigía a Adeline, quien estaba desvanecida en el suelo.-¡No es momento para eso, levántate!-exclamó Hange, pero Adeline, no se removía y eso nos preocupó a todos.

-Se desmayo... -musitó Historia atrás de mi, y pude ver cómo Mikasa saltó del titán evaporado de Eren, dirigiéndose a ella.-Iré a ver cómo está.-expresó Historia con preocupación, pero le impedí el paso.

-No, quédate aquí.-le pedí.-Yo iré.-indique, viendo como ella, sentida y en desacuerdo con lo mi orden tan firme, se detuvo en seco.-¿Qué carajos paso?-me pregunté a mi mismo, impulsándome con mi equipo de maniobras tridimensionales.

-Oye, Adeline, ¿me escuchas?-toque el suelo, observando a Jean alrededor de ella, intentando de obtener nuevamente su conciencia, pero Adeline parecía inconsciente.

-¿Qué pasó?-pregunte, inclinándome, viendo su pálida piel e incluso sus labios secos.

-No lo sé, dejo de sostenerse de su caballo y cayó. Se desmayó.-afirmó Jean, mientras que pude ver a Mikasa acercarse, observándola.

-Mikasa, tú encárgate de Eren. Al menos, impulsivamente te pido que te encargues de lo único que sabes hacer bien. Retírate.-le pedí, viendo como ella me miró fulminante ante mi orden, pero su mirada desafiante chocó con la mía.-Mikasa, te he dado una orden.-esclarecí, viendo como ella abrumada por mi actitud, se dio media vuelta.

-¡Levi!-alce la mirada, observando cómo Hange me miraba detenidamente, mientras se montaba en su caballo con ayuda de Moblit a su lado, quien también observaba.

-¡Yo me encargó, sigan adelante!-le indique a Hange, quien parecía estar esperando a mi movimiento para continuar avanzando con los demás.-Está pálida.-comente, recogiéndola entre mis brazos, pero extrañamente, no fue dificultoso hacerlo. -Estás menos pesada.-musite, observando cómo ella reabría sus ojos, los cuales volvió a cerrar ante la iluminación del atardecer pesarles en sus párpados.

-Lo lamento... -musitó, dejando que siguiera cargando con su cuerpo.

-Adeline, dime si debo ir buscando un lugar más amplio para convivir, esto me preocupa.-le decía, viéndola seriamente, mientras me acercaba a mi caballo, el cual Armin escoltó hasta mi.

-No estoy embarazada.-afirmó rápidamente, sin procesar ni siquiera lo que había cuestionado.

-¿¿Ustedes dos?? -alce la mirada, observando cómo Jean delante de nosotros, se preguntaba curiosamente.-Lo siento capitán.

Jean se disculpó, rasco su nuca, queriendo esconder la curiosidad que presionaba su cabeza por saber lo qué escondíamos sus superiores, pero dejé que continuara avanzando, en silencio junto a nosotros, hasta llegar al caballo que Armin me escoltó. Con su ayuda, enganche a Adeline encima de mi caballo, para así, yo montarme y ayudarla, evitando que nuevamente pudiera irse en blanco. Sentí como ella colocó su cabeza en mi espalda, llevando sus manos alrededor de mi cintura. Se aferró a mi con fuerza, como si no quisiera soltarme nunca. Dejando que recostara todo su peso en mi, dirigí mi mirada aún lado, en el próximo caballo, donde aquella rubia estaba mirándola con detenimiento. Había curiosidad en su mirada, una curiosidad perdida hacia la chica a quien quiso socorrer y no permití. Había algo extraño, algo nublado entre Historia que me hacía imponerme entre ella y Adeline. Sostuve las cuerdas atadas al caballo, impulsándole a caminar para adelantar el andar de su cabalgata. Historia me miró, sabiendo mi intención de distanciarla de Adeline. Ella cambió la mirada incómoda, y apenada, incluso se colocó cabizbaja. Ante eso, nuevamente me preguntaba en mi cabeza aquello que Hange expresó. ¿Podremos salvarlos a los tres?

───

Próximo capítulo: Emboscada.
Levi junto a su nuevo escuadrón de operaciones especiales, se ocultan en las afueras de Trost, pero un callejón sin salida y un misterio, los hará tener que elegir, ¿si salvar a Adeline, o a Historia junto a Eren?

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