𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐧𝐮𝐞𝐯𝐞

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La vida en un frasco.
Adeline Jeager

Estaba mareada, muy mareada. Era como si no estuviera en el tiempo real, si flotara en el aire, confusa y aturdida, así se sentía todo. Se que estaba sentada, e incómodamente, mi espalda se arqueaba. Veía la oscuridad a través de ese vendaje que me mantenía cubierto los ojos, mis manos y pies también, estaba fuertemente atada. Escuchaba voces, pero estaban lejos, no podía distinguirlas, ni siquiera me parecían conocidas. Respiraba gruesamente. Estar en esta posición, me tenía sumamente abrumada, temía por cualquier cosa, mucho más cuando no podía ver que era lo que sucedía a mi alrededor. Solo recuerdo que sentí un pellizco en mi piel, uno que creó que todos mis músculos se aflojaran, como si perdieran cada una de la fuerza que mantenían. Lo último que vi, fueron los grisáceos ojos de Levi mirarme como platos. Pero tanto él como yo, sabíamos que esto pasaría, sabíamos que no tendríamos el control suficiente para salvarnos y mantenernos seguros, éramos competentes, pero esta gente era algo más allá de lo que conocemos. Esperaba que al menos Eren e Historia, estuvieran mejor que yo, que no les hayan tocado un pelo, nada, esperaba que nada. Una puerta se abrió, resonó en un chillido incómodo y molestoso, pero pude al menos distinguir las voces de varios hombres, y mujeres mezcladas en una sola.

-¿La mantendremos así?-se preguntó uno de ellos, podía sentir que alguien estaba a mi lado, caminaba en círculo, pude sentirlo cuando me tense ante el deslices de su dedo por mis hombros.

-Mato a dos de nuestros compañeros en un momento de defensa, incrustó los ganchos de su equipo en sus cráneos y los arrastró por los tejados. Luego, se escabulló por una casa, esperando que Marlén estuviera arriba del tejado, para ella salir por la parte trasera y atacarla de espalda. Utilizó su cuerpo para camuflarse de los próximos dos soldados que se dirigieron a buscarla, estando en el suelo, se levantó y cortó ambos brazos de estos, y luego, incrustó sus cuchillas en sus costados y las deslizó, sacó todo sus interiores.-musitó alguien más, otro hombre, narrando los sucesos que para mí, habían sido recientes.-Es por eso, que la mantendremos así.-esclareció.

-Escuché de parte de Kenny, que ella es la mujer del capitán más hablado de la legión de exploración. Levi.-nombró el anterior.-Es evidente que sea igual que él.-indicó, pero alguien pareció bufar, una mujer.

-No lo creo.-infirió ella, su voz era gruesa y muy seria, no había nada más que se sintiera en su voz que la frialdad.-Solo es una mujer con suerte.-dijo.-Tampoco creo que sea la mujer de nadie, mucho menos de un hombre como él. Uno que no sabe amar, solo gusta de avaricia y poder.-musitaba, tan cortante, podía jurar que ella me miraba, porque sentía una presión en mi, indescriptible.

-Leandra, suenas muy convencida. ¿A ti tampoco te amaron?-ese nombre, sentía que lo conocía, pero era vago en mis memorias; uno de sus hombres, se burló de ella, habiendo un gran silencio.

-No puedo afirmarte algo así con certeza, yo ni siquiera sé lo que es amar. Parece que tú si, has vivido amando a la misma zorra del burdel al que vas seguido. ¿O me equivoco?-respondió ella, en un ataque, pero un gran silencio se esbozo.-Caballeros, pueden retirarse. Tendré una charla, de dama a dama.-escuché una silla, como si alguien se levantara de ella.

-Vámonos.-musitó aquel hombre, pude escuchar pasos pesados, próximo a eso, luego de que la puerta cerrara, no deje de sentir tensión.

-No has cambiado mucho Adeline.-tome una bocanada de aire cuando se deslizó aquel vendaje por mis ojos, haciendo que pudiera abrirlos grandemente mientras parpadeaba varias veces.-Diría que nada.-recalcó ella, a quien decidí mirar, observando sus azulados ojos y su negro cabello amarrado en una trenza de lado, su fría y pálida piel, ella era alguien que había visto.

-¿Y tú quien carajos eres?-fue lo primero que pregunté, viendo como ella se quedaba parada frente a mi, observándome fijamente a los ojos.

-¿No me recuerdas?-me preguntó con sarcasmo.-Creo que me recuerdas muy bien.-esbozó.

-No, yo no lo creo.-musité, viéndola.-Lo que creo es que eres muy insignificante para recordarlo.-expresé, viendo su seria expresión, pero en un parpadeo, ella cruzó sus nudillos fuertemente contra mi mejilla, haciéndome sentir un gran calentón.

-Creo que al igual que tú, somos la pesadilla de la una a la otra, Adeline.-afirmó, mirándose mis nudillos.-No sabes cuantas ganas tenía de volverme a encontrar contigo.-murmuro, acercando su rostro al mío, mientras que llevo su mano a mi pierna izquierda, encima de ese vendaje blanco manchado de sangre; lo apretó, y ese dolor, me hizo apretar los dientes fuertemente.-Es una satisfacción verte tan vulnerable, me alimenta el ego.-continuaba diciendo, pero ante tenerla tan cerca, apretando mi herida, impulsé mi cabeza para atrás y luego para delante, con un fuerte impacto entre ella y yo, volví a quedarme mareada sintiendo la tensión en el centro de mi craneo, y a su ves, escucharla a ella quejarse.

-Vete al carajo... -murmuré con dificultad, viendo como de su nariz, la sangre desbordaba.-Ya se quién eres... -expresé, mirando como ella se acercó a mi, levantó su pierna, la cual impactó en mi mejilla fuertemente, provocando que mi cuerpo perdiera balance con la silla, haciéndome caer al suelo, dolorosa.

-¿Como se siente?-pregunto ella, arremetiendo contra mi, en una fuerte patada al estomago, que me hizo sentir que el aire me faltaba.-¡Dime!-pedía, levantándome por el cabello con una brutal fuerza.-¿¡Cómo se siente que no vengan por ti!?-preguntaba, veía en sus azulados ojos el dolor en el brillo frío y malévolo que había en ella.

-Él... él vendrá por mi, siempre viene... -murmuré adolorida, reconociendo quien era esta chica.

-¡Tú me quitaste todo lo que yo amaba!-grito, levantándome por la camiseta, era tan fuerte, tan poderosa, que no podía ni siquiera tocarla.-¡Fuiste tú la causa de que me abandonará! ¡De que él rompieran su promesa! ¡Por tu culpa no pude sentir lo que era amor!-me apretaba más contra la pared, sentía mi boca con ese amargo sabor, el cual escupí, viendo como su rostro se llenaba de sangre.-Y es por eso... -ella me soltó, lo cual caí fuertemente al suelo, gimiendo.-Que tú, vas a perder todo lo que amas.-murmuro, limpiándose la sangre del rostro.

-No te preocupes, ya yo he perdido mucho... -musité, viéndola dándome la espalda, mientras limpiaba la sangre de mi boca.-Él tampoco puede amarme... así que, no importa cuanto te desquites conmigo, Levi nunca amara a nadie.-esbocé.

Ella se quedó parada, observando fuera de la ventana. Si, podía recordar a esa niña, esa pequeña niña quien siempre buscaba a Levi. En esa ciudad, esa ciudad tan apestada por la injusticia y la falta de empatía, era una placa de crimen y maldad, de la que creí que él nunca escaparía, pero a diferencia de ella, él si lo hizo. Mi cuerpo se deslizó, hasta caer acostado y abatido en el suelo. Así era como lucía el amor. Decaído, lleno de maldad. Hecho añicos, y esos añicos, fríos, tan afilados que seguían quebrando tu alma hasta no sentir tu aura por completo. No recordaba haberla visto sonreír, ni siquiera la había visto tan afligida cómo está noche. De seguro, era ella a quien Levi recordó hace una noche, a quien pensaba y sentía cerca. Ellos tenían una conexión, siempre la tuvieron desde que los conocí, pero, por alguna razón, él siempre se desprendió de ella, no sabía si fue desde que me conoció o antes. Solo se que Levi era muy tedioso con sus sentimientos, incluso sus emociones. Yo aún no las entendía, me costaba tanto entenderlo, y eso, me dolía también. Con todo y esos cambios de impacto que Levi ha hecho en mi, en este transcurso de mi vida, volvería a llevarle ese pan como aquel día en que lo conocí en la ciudad subterránea luego de ver cómo intento de robar comida. Lo volvería hacer, una y otra vez, aunque no me pertenezca su corazón, aunque no pueda tener la valentía de amarme, yo volvería a levantarme de donde estuviera y le llevaría ese maldito pan.

Vi esa cortadura, ese metal fragmentado de la ventana, era la única manera de cortar mis manos, la única. Me levante, con dificultad. Ella me daba la espalda, estaba afligida a sus emociones tan agobiantes, que no se percataba que me levantaba. Pero lo hice, me levante. Aún sintiendo el dolor en mi pierna izquierda, aún la sangre sobresalir de mi boca, me levante. Corte de vez las manos, para así con rapidez, sintiendo una gran adrenalina, soltar mis pies. Las sogas eran finas, bastante, así que se me facilitó el soltarme, pero lo que no había alrededor; eran mis equipos de maniobras tridimensionales. Debían estar aquí, en algún lado, pero no había tiempo de rebuscar, ni siquiera de pensar. Agarre impulso, ella se percató de que me removí ante caminar y quejarme por el dolor en mi pierna izquierda, era una punzada que sentía cuando mi piel rasgaba con el vendaje, pero no tarde en empujarla con fuerza hasta afuera, cayendo ambas en el suelo frondoso, cubierto de césped y fango. Ella gimió al igual que yo en cuanto caímos reventadas en el suelo, pero obtuve ventaja en estar arriba suyo, logrando golpearla con fuerza. Intento forcejear conmigo, pero me resistí. Logró voltearme, y en ese instante, con mi pierna derecha, golpeé fuertemente su abdomen, viendo como ella se giraba hacia atrás.

-¡¿Dónde está mi hermano?!-le pregunté, levantándome del suelo, viendo como ella se colocaba en su combate, cerrando sus nudillos, a lo que yo, sonreí.-Bien.-afirme, esquivando su primer golpe, logrando darle con mi rodilla derecha en el abdomen nuevamente y en si, cogí su cuerpo y lo impulsé hacia atrás, cayendo junto a ella en el suelo, nos revolcábamos en el césped fangoso, llenándonos de tierra.-¡Dime! ¿¡Donde está Eren, Leandra!?-le volví a gritar, viendo como sonreía de una forma burlona, a lo que lleve mi mano a su cadera, recogiendo la gran navaja con la que cortó mi brazo por vacilar.

-¿Vas a matarme?-me preguntó, sin resistirse, pero ella solo jugaba conmigo, sostuve con fuerza la navaja, llevándola a su cuello.-Al final, somos iguales. Unas completas muñecas que viven sin rumbo, vacías, esperando ser llenadas por otras personas.-sonrió, mientras su boca yacía llena de sangre y yo tan solo fragmentaba el cuchillo, iba trascenderlo, hasta que unos pasos se esclarecieron, levantando la vista para observar a ese hombre.

-Aprecio que como yo, te disguste tener que escuchar a la bufona de mi hija, pero, aún la necesito con vida.-me expresó ese hombre, mirándome seriamente, mientras que atrás suyo, había alguien más, una mujer rubia.-¿Me permites?-me preguntó, inclinando su mano, apreté los dientes cabizbaja y accedí en pasarle la navaja que le incrustaría a Leandra, para así, levantarme de encima suyo.-Adeline, lamento sinceramente que te hayan tenido que mutilar así. Créeme, que como hombre respetable que soy, me inclino a pedirte mis más sinceras disculpas.-él hizo un aguaje de inclinarse, pero tan solo se burlaba de mi.-Nunca pudimos conocernos de la manera más adecuada cuando visitabas la ciudad subterránea para ver a la rata de Levi. Pero me presento, soy Kenny, Kenny Ackerman.-desconcertada ante su apellido, el cual reconocía, podía entender porque las facciones de Leandra se me hacían conocidas; Mikasa, ella me recordaba a Mikasa.

-¿Dónde está Eren y Historia?-le pregunté, mirándolo detenidamente, era un hombre de alta estatura; su cabello es oscuro y está crecido hasta por debajo de las orejas, continuando con que tiene a lo largo de su rostro una fina barba.-¿Por qué nos retuvieron?-añado, curiosa, observándolo.

-Quisiera darte todas las respuestas que buscas, pero yo no soy quien para responderlas. Sería una deshonra hacer de chismoso, a mi no me contrataron para eso.-esbozo, sonriente, para así mirar a la chica de cabello oscuro aún lado suyo.-Como a ti... no te traje para querer reprimir unos sentimientos tan inhumanos.-musitó, pero Leandra tan solo de esa manera tan fría, le evadió.

-Llevémosla, estamos perdiendo tiempo. No nos pagan tiempo extra por hacer charla.-comentó Leandra, llevando su mano a mi brazo, para jalarme con fuerza junto a ella.-Andando, papá.-pidió, a lo que Kenny, se adelantó para abrir una compuerta, la que conducía a un sótano.

-Damas primero.-se inclinó, dándonos paso, pero con dificultad, baje las escaleras a oscuras, tropezándome, pero, Leandra me sostuvo fuerte.

-¿Qué es este lugar?-pregunte, ajena ante ver esos grandes fragmentos de cristalización, de un azulado blancuzco por todo el lugar, era brillante.

-Parece que alguien quiere perder su lengua.-me hablo Leandra aún lado de mi, pero es que este lugar, maldita sea, era extraño, y más extraño fue, ver como Leandra se detuvo en seco.

-Bien, hasta aquí llegaron mis caracoles. Yo seguiré adelante.-pidió Kenny, tomando mi brazo con delicadeza, para ver cómo Leandra se distanciaba de mi, al igual que la otra rubia mujer.-Que curioso, el amor es muy curioso, ¿no crees?-me preguntó.

-¿A qué se debe la pregunta?-inquieta le mire, mientras caminaba conmigo más relajado que la anterior chica que me sostenía.

-Dicen que el amor te salva, pero cuando te enganchas a él, se siente horrible. Te despedaza.-musitó él, mirándome, y por un momento, miré atrás, observando a Leandra hacer lo mismo, ambas conectamos visualmente y lo rompimos de inmediato.

-Creo que no conozco del todo a Levi como creí.-murmuré, cabizbaja.

-Nadie lo conoce, solo él.-infirió Kenny, mientras que detuvo su paso, pero yo continué cabizbaja, hasta que escuché unos pasos que provocaron que levantara mi vista.

-Ah... -me quede sin respirar, los suspiros se me escaparon, no por el hombre que estaba delante de mi, ese de baja estatura que no reconocí; si no, porque atrás suyo, yacía en una montadura de cristalización, Eren, inconsciente.-¡Eren!-grite, removiéndome de aún lado de Kenny cuando vi a mi hermano amordazado, hasta en la boca, sin camisa, pero Kenny me sostuvo con fuerza, impidiéndome avanzar.

-No seas ruidosa. Solo está dormido.-expresó este, burlón, pero impotente, no podía dejar de verlo arrodillado, como si fuera un jodido animal.

-¿Donde esta Historia?-pregunte, levantando la mirada ante escuchar nuevamente esos pasos, observando a ese hombre que intentaba mantener cercanía con nosotros.

-Historia está bien. No te preocupes por ella.-expresó, tan neutral, mirándome fijamente.-Como ella, se que entenderás lo que estaré aproximado de decirte, pero antes, te pediré que tengas la confianza de acercarte a mi, para mostrarte.-expresó, a diferencia de Kenny, ese hombre desconocido, era de baja estatura, con cabello negro y lacio, sus ojos eran redondos y azules.-Vamos, Adeline.-el nombrarme me tenso, pero, estreche mi mano sin remedio, tomando la suya, para ver cómo con delicadeza él caminaba junto a mi.-Se que esto te parece tan extraño, es difícil buscar las palabras correctas para poder dirigirme a ti. A diferencia de Historia o Eren, tú eres una adulta. Es más fácil entender, pero igual de difícil que procesar.-él me dirigía hacia donde Eren estaba, subiendo una leve colina que podía resbalarnos, pero me sostenía ante ver como mi pierna izquierda estaba lastimada, desde aquí, podía ver a Kenny retirarse.

-¿Qué busca de nosotros? ¿De mi hermano?-pregunte, observando la flexionada espalda de Eren, él aún tenía sus ojos cerrados.

-Hace mucho tiempo, cuando era joven, fui a un bar en el distrito Maria. Conocí a una hermosa mujer, su nombre, era Carla.-me tense, mirándolo directamente a sus azulados ojos, sintiendo mi corazón palpitar rápidamente.-Éramos jóvenes. No sabíamos lo que hacíamos, pero mucho menos supe, que con el tiempo, dio a luz una niña, un diciembre veinticinco. En pleno invierno, con una gran nevada.-sentía como mis músculos perdían fuerza ante lo que decía, era imposible.-Con el tiempo, supe que esa niña fue nombrada y criada bajo un apellido que no era el mío. Fuiste acogida por el lado paternal de Grisha Jeager, el mismo hombre que destruyó a mi familia, incluso a tu hermana Frieda Reiss. La conocías, pero no eres capaz de recordarlo, y es lo que te quiero mostrar.-él tomó mi mano, no con fuerza, pero un poco brutalidad, la acercó a la espalda de Eren.

Mis ojos parecieron arder, como si viera algo a través de un alma, de otra mirada. Mi cuerpo flotaba, pero estaba obsoleto, solo miraba lo que sucedía, lo que las imágenes que pasaban por mis ojos, mostraban. Un padre, un padre protegiendo y amando a sus hijos. Un mismo padre, convertido en monstruo, donde yacía la mentira bajo sus mangas, las que llevaba a su hogar, donde está su esposa e hijos, a los que amaba incondicionalmente. Podía sentirlo, podía verlo. Aquí, en este lugar. Gritaba y estremecía a todos. Lo peor era, que no era quien en si creíamos. Algo más poderoso, había algo más poderoso aquí, todo se encaminó en una pelea, pero podía entenderlo todo, incluso a esa chica de cabello oscuro como el mío. La misma que se sentaba al borde de las vallas en la base de reclutas. Ella siempre esperaba que saliera de mis entrenamientos, charlaba conmigo durante horas, me hacía olvidar la soledad y lo que era sufrir. No creí haberla olvidado, pero ahora que la recuerdo, nunca se fue de mi. No podía respirar, podía incluso ver los ojos avellana de mi madre mirarme detenidamente con una sonrisa. Una conversación, una verdad. Todos pasaba tan rápido, pero lo que más dolía no era que no fuese hija de Grisha Jeager, si no, como Eren devoró al hombre que nos amó como a nadie más en el mundo.

───

Próximo capítulo: Los Reiss.
Levi y los chicos intentan de avanzar para poder llegar a la tierra de los Reiss, con la esperanza de alcanzar a sus amigos.

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