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Siempre fue una trampa.

───

Estaba ahí. Justo delante de mi aquel susurrador, me apuntaba con su navaja y me colocaba un papel estrujado ante mis ojos, pidiéndome hacer silencio, mientras que palabras enmarcadas se veían, todo se deterioro un momento después. Abrí mis ojos grandemente y solté una bocanada de aire, mi corazón yacía agitado como si se me fuese a salir de la boca. Las gotas de sudor bajaban por mi frente, haciéndome sentar en la esquina de la cama rápidamente para intentar buscar una manera de respirar. Respire hondo, aún lado de mi no había nadie, parecía ser que Carl rondaba por la comunidad o en las afueras. Me levante de la cama, había decidido tomar una siesta, o al menos eso recuerdo. La ventana estaba abierta, con eso la cortina se levantaba. Cerré la ventana abrumada, me sentía tan confundida. Amarre mi cabello en una coleta floja para salir de mi habitación, me sentía mareada y cansada. Me recosté de la pared, las imágenes continuaban deteriorándose en mi mente. Lleve las manos hasta mi cien, la pesadilla del susurrador en mi habitación me perturbaba. No podía dejar de pensar en lo real que se sentía.

No oía nada. Abrí las habitaciones de mis hijos, pero no habitaban por ahí, ni siquiera Eliana se encontraba graba en la cuna establecida en la habitación de Alanna para que no estuviera sola. Baje las escaleras de prisa, pero las subí rápidamente cuando sentí mi estuche vacío. Yendo a buscar mi arma me percaté que en la mesa de noche donde solía estar, no estaba. Recaí en la cama, mis músculos se sentía débil. "Ven sola al lago, o morirán". Era lo que se me repetía en la mente, era lo que leí en esa nota que se me presentó con él susurrador. Una pesadilla se repetía, estaba abrumada, pero se sintió tan real. Con prisa volví a bajar las escaleras, me dirigí a la cocina donde encima de la nevera Carl tenía más armas. Las sostuve y cargué, guardándolas en mi estuche para salir a las afueras de la comunidad. La brisa fresca removía mi coleta, no habían muchos residentes afuera, algunos y entre ellos exclamé una bocanada de aire cuando vi a Alanna caminar con Rosita y Caleb. Me dirigí hacia ellos con brisa, trotando por la acera. Las imágenes continuaron perturbándome, estaba enloqueciendo y eso me asustaba por completo. ¿Me estaría volviendo loca? Probablemente era así.

—Niños.—les llame, llegando aún lado de ellos para sostenerlos de mi lado, confusos me miraron; Caleb ya yacía mejor, estaba bien.

—Mamá, ¿estás bien?—me preguntó Alanna, noto mi tensión, al igual que Rosita.

—Yo... —me quede en el aire pensando, para así mirar a Rosita.—¿Eliana está con Ethan?—pregunté, ella estaba más confundida que yo.

—Am, no lo sé Aliana. ¿Todo está en orden?—me preguntó, notando mi inestabilidad emocional.

—Algo no está bien.—indique, acariciando el cabello de Caleb quien me miró detenidamente.—¿Dónde está su padre?—les pregunté, curiosa.

—Papá fue al reino junto a Alessandra, irían a buscar herramientas para reforzar los muros.—contó Caleb, mirándome.—Mamá, papá te lo dijo esta mañana antes de que fueras a dormir.—dijo.

—Y tu misma llevaste a Eliana con Ethan.—añadió Alanna, mirándome desconcertada.

—Es cierto.—musité, recordando a Ethan sonreír cuando le pase en brazos a su hija.

—¡Aliana!—Rosita se abrió paso en cuanto visualizó a Connor caminar a la acera con prisa, él sostenía su arma, y su mirada era preocupante.

—Aguarden aquí.—le pedí a los niños, aislándome para acercarme a Connor con prisa.—¿Qué sucede?—le pregunté, pero me tensé cuando sus manos apretaron mis brazos.

—Escúchame, algo no está bien.—indicó, haciéndome sentir una palpitación en mi corazón.—Aliana, Ethan y Michael salieron desde esta mañana, no han vuelto.—musitó al mirarme.

—¿No salieron con Carl para buscar herramientas?—le pregunté, pero él negó.

—No, no fue eso.—dijo rápidamente.—Escucha, mi hermano y sobrino salieron con Sarah.—afirmó, haciendo que bajara la cabeza.—Aliana, Eliana no estaba en la casa cuando fui a revisarla, por eso estoy aquí contigo.—abrí mis ojos grandemente, respirando agitadamente.

—¿Ethan te dijo donde estaría?—le pregunté desesperada, encaminando hacia la puerta.

—Espera, espera. No puedes ir sola.—dijo Connor, apretando mi brazo para detenerme y al hacerlo, sentí una molestia en mi brazo.—Aliana.—me llamo entre dientes, estaba tenso.

—Tengo que ir sola.—afirme, respirando hondo.—Saldré e iré a buscarlos, me aseguraré que todo esté en orden mientras que tú te refugias con mis hijos. Mantenlos alejados hasta que llegue Carl, y si no vuelvo en tres horas, búsquenme.—pedí.

—¿Qué está pasando?—me preguntó, soltándome de su agarre, él estaba confundido y drenado.

—Mierda Connor, ¡no lo sé!—exclame.—Sospechábamos de Sarah, creía que está tramando algo y es cierto, la alarme al confrontarla. Dio un paso adelante, si se llevó a Ethan y Michael, debe ser por algo, más si tienen a mi hija. ¡Algo no está bien!—exprese, sentida.

—Escucha, Sarah se acercó a Ethan y parecían tener un conflicto, Michael interfirió cuando Sarah salió de la comunidad y los dos fueron tras ella.—explicaba, mientras continuaba caminando a la entrada.—Cuando baje del puesto de vigilancia fui a la casa, Ethan me dijo que Eliana se quedó dormida, pero al ir, ya no estaba.—dijo tembloroso, para así sentirme impotente.

—Connor.—lo llame notándolo ansioso, apreté su rostro con fuerza.—Necesito que alguien más vigile hasta que Carl y Michonne lleguen, los demás están reforzando los muros, quédate en la casa con mis hijos hasta que vuelva. ¡Por favor!—le pedí, haciéndolo entrar en razón.—Yo me encargaré.—recite, chasqueando los dedos para que abrieran el portón principal.

—Aliana.—Connor me llamo, me giré a verlo para así visualizar como Alanna y Caleb me miraban a lo lejos.—¿Qué es esto?—me preguntó.

—Lo averiguaré.—musité.—No le digas a nadie hasta que vuelva Carl.—indique, para salir.

Me quede dándole la espalda al portón hasta que se cerrara, solté un suspiro. Quería gritar, quería gritar tan fuerte que se me desgarrara la garganta, pero era de la impotencia. No podía ser coincidencia, algo estaba mal y más cuando levante mi manga del brazo derecho que dolía. Se veía un moretón, un punto fijo. Era como si me hubiesen inyectado algo, ¿podría ser? Desconocía. Camine con prisa por la calle, rodeando las casas abandonas de la comunidad. Algo ahora tenía sentido y es que, no fue una pesadilla. Ese momento en que fui a recostar y oí algo para sostener mi arma, un susurrador se me presento en mi habitación. Me apunto con su navaja y me mostró la nota. "Ven sola al lago, o morirán". Todo parecía cobrar sentido ahora. Han pasado meses, pero eso no significaba que los susurradores se estaban ocultando. Matamos a su líder, vienen a buscar venganza, vienen por mi y mis hijos, era lo más lógico que pensar y por alguna razón Sarah estaba envuelta en esto y quizás ella estaba intentando de impedirlo. ¿O era ingenuo pensarlo? Me detuve en seco. Respire agitada, mi pecho subía y bajaba, la adrenalina que recorría mis venas me impedía pensar.

Estaba tensa, se sentía como un juego de terror. Me entrometí en los bosques, tenía que buscar primero en el lago, así que me sometí ahí sosteniendo mi arma con fuerza. Estaba sudando. Realmente estaba asustada con lo que podía encontrarme y más cuando estaba sola, pero hubiese sido más imprudente venir con alguien. Lo que más me perturba a era, ¿como un susurrador se coló en medio de la comunidad? Más aún, ¿me drogo? No, no podía ser posible. Hubieran drogado a todos los residentes, la escasez de sus presencias hoy me asustaba de igual forma. Añadiendo a eso, era extraño que decidieran atacar hoy cuando sabía que la mayoría estaría fuera de la comunidad y los que quedaban, reforzando los muros, por lo cual estarían ajenos a lo que sucedería. Todo esto fue una estrategia bien planeada, y lo supe cuando esbocé una bocanada de aire. Caí arrodillada aún lado de Ethan, estaba tirado en el suelo y sangre salía de su cien. Sentí el pulso en su cuello, y sumamente desesperada lo removí, pero no se levantaba. Su pecho subía y bajaba, así que toque sus bolsillos, para poder recoger su arma pero estaba vacío, no había nada. Me levante apuntando cuando oí un ruido.

—Ethan.—lo llame, la sangre continuaba saliendo de su cien.—Ethan por favor, despierta.—pedí.

—¡Mhm! ¡Mhm!—oí en la lejanía, alarmándome por completo.

—¿Quién anda ahí?—pregunte, caminando con lentitud a través de las ramas alargadas que quite del rostro para ver el lago.—Por Dios.—murmure al ver cómo Michael y Sarah estaban amarrados conjuntos, ambos se removieron al verme.

—¡Mhm! ¡Mhm!—esbozaba Michael, removiéndose con brusquedad, pero solo veía a Eliana atrás de ellos en el lago; estaba dormida encima de una madera enjaulada y alrededor habían caminantes moviendo el flote.

—No, no. ¡No!—grite temblorosa, me acerqué con rapidez a Michael y Sarah.—Tengan, tengan.—dije, dándoles una navaja, para mirar alrededor.—¿Donde está?—me pregunté, mirando, pero no había nadie más y eso era una posibilidad de que él susurrador estuviera en el lago.

—¡Mhm! ¡Mhm!—se oía, levante mi arma para disparar, los caminantes se desprendieron de la encimera, haciéndome tomar una respiración normal.

—Baja el arma.—mi piel se erizo por completo al oír esa voz.—Baja el arma o le disparó.—me giré lentamente con mi boca abierta, viendo como Sarah le apuntaba a Michael, quien se removía.

—Cálmate.—le pedí, confundida para ver a Michael aún amarrado y con la mordaza, la navaja estaba tirada en el suelo, Sarah no estaba amarrada.—Baja el arma, por favor.—añadí.

—Aliana, baja la maldita arma.—ordenó ella, Michael me miraba atemorizado, estaba tenso.

—Fue una trampa.—masculle entre dientes.—Me drogaste para tomar tiempo e hiciste creer que fueron los susurradores.—musité, para verla sonreír.

—No lo volveré a repetir Aliana. Baja esa maldita arma o le dispararé, no me pongas a prueba.—indicó ella fríamente, golpeando con el mango de su arma a Michael, quien decayó adormecido aún lado de ella.

—¡No!—exclame, soltando el arma con brusquedad, deslizando mi pierna para darle un empuje y que llegará hacia ella.—¡Déjame sacar a mi hija, déjame sacarlo y podremos hablar, podremos hacer lo que quieras!—dije, pero moviéndome me apunto.—No los metas en esto, por favor.—pedí, viéndome indefensa.

—No lo harás.—denegó ella, mirándome.—Yo me la llevaré.—dijo, haciéndome mirar a mi hija quien aún estaba dormida en la encimera del lago; parecía estar retenido, porque no se movía.—Fue una trampa desde siempre, creí que podría engañarte, pero fui ingenua al pensarlo.—musitó.—Fue una estrategia, les engañe para que creyeran que la gente de mi comunidad les perseguía. Realmente todo fue planeado por mi y mi pareja, Daniel.—detalló, dejándome fría.

—¿Fue una estrategia que tu hija muriera?—le pregunté desconcertada, con mis manos arriba.

—Sammy no era parte de esto.—masculló con rabia, tanto que la saliva sobresalió de su boca.—Mentimos desde el principio. Le mentimos a Carl, siempre supimos que su comunidad nunca decayó. Pero, eso solo lo sabíamos Daniel y yo.—informó, apuntándome.—Cuando encontramos a Carl, sacamos muestras de su sangre; dos inyecciones. Hicimos pruebas, así que nosotros mismos utilizamos a Ralf. Hicimos que un caminante lo mordiera y luego le inyectamos la sangre de Carl como antídoto, funcionó.—exclamó con una risa, una risa escalofriante.—Pero, lo matamos. Ralf quería a Carl y planeaba traerlo, planeaba decirle la verdad, así que murió. Hicimos creer que nunca nos dijo cómo encontró la cura perfecta, ¡todo fue una trampa!—decía.

—Eres una...

—Ah, ah, ah. No te muevas.—pidió, apuntándole a Michael.—No he termino.—dijo.—Vine aquí por tus hijos, me acoplé a ustedes y los conocí. Son débiles, crearon una orden mundial donde sobreviven entre las pestes. Mi comunidad no, buscamos ejercer una orden más moderna, una que nos lleve a superar todo este desorden.—decía entre dientes.—Alanna, Caleb y Eliana son la esperanza para el mundo, ¡seríamos aquellos que salvaron el mundo!—exclamo, risueña.

—Eliana no es hija de Carl.—dije rápidamente.—Y aunque lo fuera, no te llevarás a mis hijos.—afirme, temblorosa y con mis ojos humedecidos.

—Ni siquiera tu misma lo sabes, pero yo lo sabré cuando la lleve a mi comunidad. Hay muestras de Carl ahí y si es hija de Carl, las pruebas de sangre podrán funcionar.—decía, enloquecida.—¡Por eso he tenido a mi hija en cautiverio! Ellos la salvarán.—añadió, y negué, negué varias veces cuando oí el sollozo de mi hija, alarmando a los caminantes.

—Estás enferma, ¡estás enferma!—recite al mirarla, estaba anonadada ante su confesión.

—Si crees que estoy enferma, mira atrás.—me pidió, haciéndome girar rápidamente para ver a los caminantes retener la jaula.

—¡No!—dije, dándole la espalda a Sarah para dirigirme hacia el lago, pero sentí fuertemente como me sostuvieron hasta hacerme decaer.—¡Suéltame, suéltame!—le pedí a ella cuando me retuvo en el suelo, haciéndome mirar como mi hija sollozaba y los caminantes removían el flote.

—Estas débil.—musitó Sarah en mi oído mientras solloce.—Te drogamos. Al igual que tus hijos, estarán debil para cuando queramos llevárnoslo.—decía en mi oído.—Ahí viene, el helicóptero.—musitaba haciéndome ver el cielo.

—¡¡Michael, despierta por favor, Michael!!—gritaba fuertemente, forcejeando con ella.—¡¡Michael!!—pedía desesperada. 

—Nadie te oirá Aliana, Ethan está drogado. Y ese niño es inútil.—indagaba, sosteniéndome fuerte.—Debiste quedarte con Ethan, él ya lo sabía. Por eso tuve que improvisar, así que fallo, pero dio un paso más adelante que tú.—continuaba diciendo, para así abrir mis ojos cuando la encimera empezó a moverse bruscamente.

—¡¡Mi hija, por favor mi hija!!—gritaba con desespero, casi quedándome ronca.—¡¡No hagas esto Sarah, por favor no lo hagas te lo ruego!!—lloraba, sin fuerza y desvaneciéndome.

—¿Y por qué no?—me preguntó.—¡Dime una razón!—grito en mi oído.—Mi hijo murió siendo un niño y nadie pudo salvarlo, ¡mi hija no morirá mientras tus hijos sean una cura!—exclamo.

—Tú lo hiciste.—indique, asustada.—¡Tú te desprendiste de mi hijo ese día donde lo mordieron! ¡Querías ver si era como Carl!—exclamé abrumada con todo lo que pensaba.

—Así es, como también mate a Siddiq cuando se percató de lo que quería hacer.—solté un chillido de impotencia ante eso, era un monstruo.

—¡Maldita hija de puta!—grite mediante un sollozo, intensa por sorpresa de sus palabras.—¡Tú fuiste, lo sabía!—decía, removiéndome.

Mi corazón quería salirse por la boca. Intente forcejear con ella, pero parecía casi nulo, mis fuerzas estaban habitadas como cada uno de mis músculos. Con Michael inconsciente y Ethan también, estaba sola en este rincón sin salida con mi hija atrapada en una jaula. Gruñí entre dientes para así golpear mi cabeza contra la cabeza de Sarah. Ella gimió fuertemente hasta soltarme, la empuje con una fuerte patada cuando me giré para arrastrarme en el suelo rocoso. Mi cabeza daba vueltas, el golpe fue fuerte, tan fuerte que me maree estando en el suelo con una punzada en la parte central de mi cabeza. Sarah se quejaba, se quejaba de manera constante y adolorida. No podía levantarme. ¿La droga aún hacía efecto? ¿Por eso me sentía tan débil? Maldije, tenía que salir de aquí con vida para salvarlos a todos. Al intentar levantarme, los pies de Sarah aplastaron mi espalda fuertemente para impedirme respirar. Las rocas rasparon mi mejilla, mientras intentaba de levantar mi cabeza para ver a mi hija. Mis ojos humedecidos me impidieron ver más allá. Solo sentí una fuerte presión en mi cabeza, una que me hizo nublar la vista hasta que se oscureciera.

—Perdiste Aliana. Perdiste.—fue lo que oí con mi mano levantada para dejarla caer al suelo, y perder la nación del tiempo en medio de la inconsciencia por el fuerte golpe que recibí.

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