35

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Ellos van a conocer quien es Aliana.

───

Mis manos continuaban temblando, de manera desesperada revisaba las armas y el cargamento. No estaba preparada, pero en este punto tan frágil de mi vida, no había forma de estarlo. Recogía todo lo que fuera de utilidad. Granadas, armas, más armas, municiones e incluso navajas. Desearía, en este momento desearía poder tener la hacha con ese mango rojo que Rick Grimes siempre solía tener. La única imagen en mi cabeza viva, era mis manos sostener esa hacha mientras la clavaba constantemente en el pecho de aquella mujer que me hizo vivir mi peor pesadilla. No lo vi venir y me avergonzaba admitirlo, pero ahora que ya sucedió, no me quedaba más opción que avanzar. Deje la bolsa aún lado, llevando mis manos encima de la encimera. Respire hondo, mis dientes crujían continuamente. Estaba tan molesta, tan impotente que no podía pensar en un plan mayor. La comunidad quedaría debilitada, si todos aquellos que dijeron acompañarme afirman ir, no habrá nadie que proteja este lugar y para cuando volvamos, será un caos que no podemos revertir, pero no solo eran mis hijos los que estaban en riesgo y no podía permitir una guerra sin propósito.

—Samantha y Noah están a salvo. Prepare todo, solo dilo y partimos.—me giré, para ver de reojo a Daryl en la puerta, mirándome.

—¿Cuantos somos?—le pregunté, girándome y topándome con la ballesta en sus manos.

—Muchos. El reino vendrá, respaldará nuestra ida. No hay nada de que preocuparse.—afirmó él, mientras que asentí y sostuve aquella bolsa de manera brusca.—Espera.—me pidió, reteniendo mi brazo para detenerme.—Los recuperaremos.—indicó, notando mi tensión.

—Eso espero, porque no sé de lo que soy capaz si no es así.—respondí en un tono bajo, soltándome de su agarre para salir fuera de la armería, donde Michonne yacía armada.—¿Y los vehículos?—le pregunté.

—No todos tienen gasolina para que vayamos, tendremos que ir a pie. Carl dice que será fácil llegar, ustedes no tardaron tanto cuando volvieron.—indicó ella, haciéndome ver a Carl rodeado de personas, hablaba y parecía inducir un plan.

—Carl no decidirá. Le tendrá compasión a estas personas, si él tan solo me hubiera respaldado en mi acusación, esto se hubiese evitado.—masculle, viendo a Michonne fruncir el ceño.

—No es momento para crear conflictos entre nosotros. Nos necesitamos, Carl se equivocó.—afirmó ella, acercándose a mi.

—Y me aseguraré de que no vuelva hacerlo. Tengo un plan mejor, deberá funcionar.—comente, bajando los escalones de la armería con Daryl detrás de mi.

—¿Y cuál será ese?—me preguntó Michonne, deteniéndome en seco.—Aliana, mis hijos también están allá. Necesito que seas prudente.—pidió.

—No seré prudente cuando esa maldita puta puso a mi bebé en una jaula, mientras que los caminantes la acorralaban. Ellos no nos tendrán compasión Michonne, si quieres compasión, ve con Carl, porque yo ya no funcionaré para tolerar a quienes quieran dañar a mis hijos. Me ha costado demasiado volver a ser feliz, nada me detendrá.—indique, mirándola detenidamente.

—Yo iré contigo.—afirmó Ethan, me giré para verlo, ver sus ojos entumecidos por el dolor y el duelo de perder a su hermano, de que su hija y sobrino estén lejos, era un balde de agua fría que no quería soportar.

—Yo también.—añadió Daryl, poniéndose aún lado de Ethan.—Tenemos que destruirlos por completo, si no se seguirán extendiendo como una plaga, Michonne.—comentó.

—Hablemos todos, iniciemos un plan que podamos seguir sin problemas. Se que quieres destruirlos, yo también, pero quiero que lleguemos con vida.—musitó Michonne, acercándose a mi para acariciar mi brazo.—Aliana, no quiero perder a nadie en este viaje. Ni a mis hijos, ni a los tuyos.—añadió.

—Michonne tiene razón, hablemos con Carl. Que la gente que nos acompañara nos escuche.—anuncio Alessandra, dirigiéndose hacia mi.—Esa comunidad es más peligrosa de lo que creen, son tres bases, será difícil infiltrarnos sin que sepan a qué vinimos.—añadía.

—Si tú pertenecías ahí, entonces es más fácil. Si no, no les demos opciones, acabemos con todo.—masculló Rosita, mirando a Alessandra quien denegó rápidamente.—Si los acorrálamos, no podrán escapar.—decía ella, animada.

—Rosita tiene razón. No nos conocen a todos, podemos infiltrarnos como muchos de ellos.—comentaba Ethan, cruzándose de brazos.

—Somos muy pocos. Esa gente tiene demasiado, helicópteros, armas y armamentos que ustedes no tienen. Moriríamos antes de llegar a ellos.—justifica, mirándonos a todos y no pude evitarlo, todo en mi se nubló.

—¡El nombre de mis hijos no va estar en ese maldito mural abajo del de mis amigos, Alessandra!—le grite, mirándola para señalar un mural repleto de nombres.—He perdido todo lo que amo. Perdí a mi tía, perdí a personas que conocí antes de estar aquí. Vi morir a Glenn, a Abraham. Vi a Sasha sacrificarse, tú no lo entiendes, tuve que matar a mi propio hermano para poder sobrevivir cuando creí que Carl murió. Cada una de las personas que he perdido están aquí.—indique, señalando mi cabeza.—Aprendes a vivir con ellos, pero jamás puedes superarlo porque mientras tú estás aquí, ellos no.—musité entre dientes.—No voy abandonar a mis hijos. No importa si muero.—añadí.—Ethan perdió a sus hermanos, ha perdido todo y no permitiré que el hombre que me ha protegido pierda a su hija. Moriré si ese es el costo.—recite para verlo a él mirarme detenidamente.

—Aliana, detente.—me volvió a pedir ella, para agarrar mi brazo, pero tan pronto lo hizo, él agarre se deshizo.

—¡No! Ya la oíste. Quien tenga miedo, que se quede.—la voz de mi padre se reflejó de impotencia ante ella, creando una línea donde nos separaba.

—¿¡Ahora quieres ser el mejor padre!?—le cuestiono mi madre cuando me vio avanzar dos pasos, quería irme.

—No abandone a mis hijos porque no los quería. Los abandoné porque no era el padre que merecían.—masculló.—Pero eso no significa que no pueda protegerlos, seré el hijo de puta que soy para hacerlo.—añadió, mirando fríamente a mi madre.—No tengo nada en esta vida que no sea Aliana y cada uno de mis nietos. Los cuidare, matare a quien sea que los desproteja. No fui el mejor padre, pero puedo serlo ahora.—expresó, girándose para verme.

Con gratitud lo miré y no tarde en asentirle. La tensión que había se sentía por completo, tanto que el grupo que yacía con Carl nos miraba. Me giré, para marchar e irme, mientras mis pensamientos se habían abrumadores. Quizás Alessandra tenía razón. No conocíamos su comunidad, debían ser demasiados y más modernos. Todo tenía que ser diferente, sus armas, sus municiones y la manera en que trabajan con organización. Pero, si algo vi en esa comunidad es que todo tenía una falla. Logre burlar la seguridad de un hospital y escapar, no solo del hospital, de la comunidad. Las barreras de seguridad no eran tan potentes, podían caer. Están alejados de las zonas infectadas, los caminantes mayormente no les preocupa y las personas tampoco, porque cada una que llega, es para buscar refugio. Si nos infiltrábamos ahí, sin que supieran que habíamos vuelto, sería fácil. Pero con Sarah, Stephanie y Cole, ya no tanto, porque debían tener la certeza de que iríamos a buscarlos de inmediato. Tenía que hacer planes y uno de ellos, me estaba susurrando en la nuca.

—Lydia.—llame a la chica de cabello castaño oscuro, quien yacía sentada en un banco frente al lago.—Te necesito. Levántate.—pedí, estrechando mi mano para que la sujetara y se levantara.

—¿Qué necesitas?—me preguntó curiosa ante mi petición, mire a mi alrededor, asegurándome que nadie me escuchara para así sonreír de lado.

—Las acompañaré.—giramos nuestro cuerpo, viendo a Rosita interponerse entre nosotras.—Tres es mejor que dos.—afirmó.

Las tres logramos salir por un momento de la comunidad. La mayoría se preguntó hacia dónde iríamos, pero estaba cansada de explicar mis intenciones. Aunque el tiempo era oro, si iba a moverme con tantas personas, tenía que tener un haz bajo la manga que funcionara en caso de necesitar una distracción. Mi mente no estaba funcionado, de por si jamás funciona al cien por ciento, pero no podía dejar de pensar en mis hijos. No era la primera vez que estaba tan lejos de ellos, pero usualmente era yo la que se iba y no ellos. En esta ocasión se sentía diferente, porque había un vacío recorriendo cada parte de mi. Culpa, impotencia e ira. Tres sentimientos tan fáciles de manejar que no podía sacar. Lo peor es que el daño colateral fue inmenso, porque no solo mis hijos estaban en peligro y eso me atormentaba más. Michael, Judith y RJ. Al menos todos ellos están juntos y dudo que se permitan que les hagan daño. Aunque a este punto ya no podía confiarme demasiado, todo este tiempo lo planearon conmigo a su lado e incluso Cole, eso no me lo podía perdonar. Pisábamos el césped húmedo, encaminando por el bosque.

—¿Crees que esto sea una buena idea?—me preguntó Rosita, sosteniendo su arma mientras seguíamos a Lydia.

—Lo necesitamos.—respondí, mirando a Rosita asentir.—Gracias por apoyarme.—dije.

—Gabriel estará bien con Coco en la comunidad.—añadió ella, sonriendo de lado.—No puedo estar lejos de la acción.—indicó.

—No ha podido un momento en que no estemos lejos de la acción.—expresé, sosteniendo mi arma para continuar caminando a su lado.

—Ha pasado mucho tiempo desde que nos conocemos, ¿no es así?—se preguntó.—Hemos estado al lado del otra durante muchos años. Te vi crecer, me es imposible mirar al lado y dejar que todo esto pase.—comentó, bajando la mirada.—Muchas personas han muerto. Debo ser honesta, a veces me canso de estar aquí, pero supongo que es un privilegio.—musitó, levantando su mirada para verme.

—Lo es.—afirme, observando a Lydia mirarnos de reojo mientras nos oía.—No podemos traer a quienes se fueron, pero aún podemos proteger a quienes están.—asegure, Rosita asintió a mi lado para apretar mi hombro.

—Oí que Carl está planeando inmovilizar a los guardias de los puestos primero. Dice que ellos vigilan todo el campo delantero.—indicó Lydia.—Si esto funciona, quizás puedan distraerse y ser más fáciles de matar.—añadió.

—Va funcionar.—expresé yo, segura con lo que decía.

—No puedes dividirte con Carl.—comentó Rosita, mirándome detenidamente.—Los dos están preocupados, si esto funciona, volvamos con él y digámosle todo.—aconsejo ella.

—Estamos llegando.—aviso Lydia, mirándonos de reojo para continuar guiándonos.

Rosita tenía razón, pero sabía que las diferencias entre Carl y yo eran enormes. Él tenía más compasión, más humanidad de la que yo tenía. No quería sentirme dividida con él, pero desde que supimos que nuestros hijos no estaban, no hemos hablado en lo absoluto, solo acatado ordenes para irnos de inmediato en su búsqueda. Conjunto a Rosita, me detuve en seco para mirar aquel estruendoso lugar. Un suspiro salió de mi boca cuando vi esas estacas. Aún yacían ahí. E incluso la sangre seca continuaba manchada en el filo de madera, la imagen de las cabezas que habían ahí perturbaron mi juicio nuevamente. Murieron personas importantes para mi. Enid, Tara y mi hermana. Estaban ahí y aún lo recordaban. Recordaba la amarga sensación de sentir como mi corazón quería salirse de mi boca, estaba tan asustada de creer que era verdad, que por un momento no pude sostener el dolor. Lydia nos miró, de manera amarga bajo la cabeza para continuar guiándonos lejos de ahí. Pero yo miré atrás, observando detenidamente. Natasha ya no estaba desde hace muchos meses atrás, su pérdida no era reciente, pero para mí se sentía de esa manera.

Mi hermana me acompañó desde que todo empezó. Me protegió e hizo todo lo que estaba a su alcance para mantenerme con vida. Después de lo que sucedió con Nate, ella cambió. Se sintió culpable de no haber ido a buscarlo, se sintió egoísta cuando no pudo entender mi tristeza porque nuestro hermano se había ido de mi lado. Cuando encontramos al grupo de Rick tuvimos esperanza, pero Natasha por un momento olvidó que estábamos ahí y que también éramos su familia. Aún lo recuerdo, ver su rostro serio para hacerme caminar después de que Nate se fuera. No lo buscamos. Ni siquiera lo dimos por muerto, solo continuamos y eso nunca lo olvide, pero Nate tampoco. ¿Si lo hubiéramos buscado, algo habría cambiado? Estoy segura que no todo. Pero ya no había nada que revertir, mis dos hermanos ya no estaban conmigo. Se fueron tan lejos que no sabía dónde buscarlos y ahora, solo me conforto con pensarlos, porque sus voces ya no existían en mi cabeza. Era horrible. Era como un castigo por yo aún estar aquí, viviendo entre los muertos. Seguí el paso de Lydia, hasta que supimos que habíamos llegado al lugar que buscábamos.

—Ya están aquí.—musitó Lydia, colocándose detrás mío mientras que Rosita sostenía su arma.

—Bájala.—le pedí de manera sutil, ella dudo, pero asintió y la bajo, ya no estaban sus líderes más grandes, eran indefensos.

—No son bienvenidos aquí.—musitó él un hombre que se acercó con reveló mientras que la multitud nos veía, mirándome detenidamente, mientras que Lydia yacía detrás de mi.

—Necesito tú horda.—expresé con rapidez, viendo como ellos se veían entre sí ante mis palabras.

—¿Con qué cara me pides eso?—me preguntó, sosteniendo su navaja firmemente.

—Con la de una madre desesperada.—respondí, poniendo a Lydia detrás de mi.

—Vete de aquí. O te mataré.—amenazo él, girándose para darme la espalda.

—Vendrán por ustedes.—hable, obteniendo su atención nuevamente.—Son personas muy poderosas, tienen las herramientas y determinaciones para acabarlos por completo.—añadí, detalladamente.—Si me prestas tu horda, te daré lo que quieras.—afirme, él me miró nuevamente.

—¿Por qué?—me preguntó, acercándose a mi mientras que de igual me acerqué a él.

—Porque somos los que vivimos.—respondí, en medio de la brisa fresca que removió mi cabello y me hizo sentir esperanza cuando todos empezaron a mirarse entre sí.—Ya no quiero pelear con ustedes. No son mi problema, los que los guiaban si y ya no están. Podemos trabajar juntos, no tienen porque vivir así.—les continué diciendo, viéndolos quitarse sus máscaras.—Les estamos dando una oportunidad, porque ustedes nos la dieron cuando decidieron ya no cruzar la línea. Si me ayudan a recuperar a mis hijos, si me ayudan a derivar a esa comunidad, ustedes podrán vivir entre nosotros. Lo harán en paz, con sus familias.—estreche mi mano hacia aquel hombre, quien quitó su máscara para verme al igual que todos.

—Somos unos animales, pero Alfa nos enseño algo importante.—indicó estirando su mano para aceptar la mía.—Los hijos valen más que cualquier cosa.—recito, mirando a Lydia soltar una bocanada de aire.—Te ayudaremos.—afirmó.—Nuestra horda te seguirá y cuando sea el momento, se derrumbará contra quienes hayan irrumpido en tu núcleo familiar.—expresó, estrechando su mano con la mía en un símbolo de tregua cuando corto parte de su palma y de la mía.—Estaremos en paz.—añadió.

La sangre cayó al suelo y cuando miré alrededor pude sentirlo. El poder de la unidad entre quienes realmente lo necesitaban para vivir. Ninguno de ellos portaba sus máscaras, ni siquiera los niños que escondían detrás de sus espaldas. Esto me hizo recordar a Rick. Porque al final de cada batalla, siempre lograba crear paz. Él siempre quiso hacer el mundo que Carl quería y esto, era parte de ese mundo. Asentí con gratitud, girándome para ver a Lydia esbozar una sonrisa de asombro cuando vio que con esa facilidad de palabras, lo había logrado. Rosita de igual manera me siguió, ambas quedaron atrás de mí mientras que me sentía más relajada. Tenía esperanza de por medio, de por medio de esta bruma de tormenta y cielo grisáceo, tenía esperanza de que podía recuperar a mis hijos. Si no lo hacía, no sé qué albergará de mí en un futuro, pero no me imagino una vida sin ellos. Me coloqué en la colina de las estacas, para ver todo a mi alrededor. Ellos debían temer, porque ya no tendré compasión por ninguno. Toda esa gente que estuvo involucrada lo sabrá, sabrá quien soy yo y porque razón no debieron meterse con lo más sagrado para mi. Porque en este mundo, Rick me enseño que nosotros siempre seremos los que viviremos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro