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Por mis hijos.

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Aliana Johnson

Me miraba fijamente en aquel espejo, miraba mi semblante y veía todo a mi alrededor, examinando cada parte de esta habitación. Miraba mis ojeras, mis labios rotos y el cansancio que provocaba mi tristeza. La soledad y el vacío de estar lejos de casa me consumía, me mataba. Me sentía en un universo paralelo, deseando no haber perdido a mi mejor amigo de toda la vida, deseando no haber perdido a Jayden. Cada vez que despertaba, veía el día en que dio su vida por mantener la mía en pie, en como su último suspiro fue dedicado a mi. Me miraba al espejo y veía a una cobarde que no hizo lo posible por mantenerlo con vida, como él lo hizo conmigo o con mis hijos. Me mantuve sentada el borde de esa cama, mientras que transmitía a mi reflejo lo que sentía y como debía reparar el daño que estaba teniendo mi alma. Me miraba, y veía fijamente la niña de años atrás, me veía en mi momento de debilidad más grande y fue cuando perdí a Carl Grimes. Me veía en una nube, perdida en mi dolor y sin desear continuar pero habían cambiado dos cosas en estos años.

Una de ellas es que tengo dos motivos para continuar y la más dolorosa, que Carl Grimes respira el mismo aire que yo. Cerré mis ojos, intentando de adentrarme al sentimiento de impotencia que estaba sintiendo respecto a él. Abrí mis ojos, mirando como las lágrimas se desprendían por mis mejillas y me quedaba aturdida pensando en cada sentimiento devastador que sentí el día en que lo perdí. No podía describir como me sentí el día que volví a cruzar una mirada con ese azulado ojo, ver sus facciones masculinas más desarrolladas, una voz más gruesa. Tenía un parecido con Rick pero no tanto, podía desear haber conocido a quien fue su madre porque quizás Carl a quien se parecía realmente era a ella. Pensar en él me llenaba el cuerpo de escalofríos, hacía que mis manos temblaran ante la irrealidad de tenerlo vivo, respirando aire y teniendo sangre recorriendo sus venas. Me levante de aquella cama, dejando de mirarme en aquel espejo para así caminar en pasos lentos hacia el pasillo de afuera de aquella habitación.

Sentía que me encontraba en una burbuja, en donde mis pensamientos no eran claros y no podía aferrarme a ciertas cosas, empezando por la muerte de Jayden y concluyendo con la supervivencia de Carl. Respire hondo, bajando con cuidado los escalones y sintiendo un gran silencio arropar la primera planta. Aunque me detuve con cuidado en las escaleras, y más cuando pude ver un cuadro de fotografía. Visualice como aquella mujer sonreía para la cámara y como a su lado se encontraba ella, mi tía Emily. Quede como estatua ante presenciar la foto, una foto algo dañada debido al paso de los años. Ver aquella mujer en esa fotografía me dio un sentimiento de melancolía, mi tía fue mi salvación durante mis primeros años de vida y no tenerla aún dolía, aunque no lo expresara. Acaricie la foto, sus ojos eran azulados, tenía pecas al igual que yo y Nathan, al igual que la mujer a su lado; su hermana Alessandra, mi madre. Baje los escalones con cuidado, dejando aquella fotografía atrás para ver la viva imagen de aquella mujer en la fotografía, sentada en una silla y teniendo en manos una taza de café, absorbiéndola mientras que se percató de mi presencia.

—¿Cuanto tiempo permanecerás aquí?—me preguntó ella, y no de una mala forma, ella estaba curiosa en saber por qué no había tomado acciones en marcharme.

—No puedo volver, no aún.—le respondí cortante, quedándome aislada de ella y cruzándome de brazos.—Si vuelvo pondré en riesgo en muchas cosas, debo mantenerme bajo perfil hasta que pasen los días y Alfa ya no me recuerde.—añadí a mi comentario, viendo como ella asentía.

—¿No crees que tu grupo sea capaz de hacer algo arriesgado?—pregunto curiosa, me acerque a ella para tomar asiento en la silla a su lado.

—Ellos saben cuando deben pelear, no son estúpidos, pelearan pero no ahora. Se que deben estar preparándose para eso, y más si piensan que morí, al igual que Jayden. Buscarán venganza a todo costo, buscarán ganar más territorio.—le volví a responder su pregunta, mientras que ella me pasaba de su taza de café, a la cual denegué.—No recuerdo nada antes de venir aquí, ¿cómo lograste saturar mi herida?—pregunté yo, tocando mi cabeza al intentar recordar algo que no recordaba. Solo recordé como veía el cielo mientras caía por el risco, luego de ahí, nada más.

—Te encontré en la orilla del rió, no se como lograste sobrevivir, pero tienes un propósito aquí. Alfa te atravesó la piel con lo que sea que te haya perforado pero no un pulmón, creo que es la razón por la cual viviste, resististe.—me comentaba, como si no pudiese entender el como estoy aquí.—Arrastre tú cuerpo hasta una pequeña cabaña, desinfecte tu herida y la saturé pero no resistiría, necesitabas antibióticos. Es por eso que decidí volver aquí.—dijo, mientras que fue ahí que decidí aceptar su taza de café y tomar un sorbo de esa caliente bebida.

—¿Tienes mantequilla de maní? Quisiera un pan relleno de eso.—dije, pero esta con rapidez denegó mi petición, dejándome confundida.

—Eres alérgica al maní, Aliana.—confusa alce una ceja ante eso, no tarde en reírme de forma sarcástica.—El hecho de que no haya estado en tu vida, no significa que estuve ausente en algunas cosas.—añadió a su comentario, mientras que aleje la taza de café y la mire extrañada.

—No intentes ser una súper mamá, no funcionará.—dije, mirándola fijamente a los ojos y viendo como ella incomoda me miro.—No vas enmendar jamás tu ausencia... —susurre, tomando nuevamente un sorbo del café que ella me había ofrecido.

—¿Y cómo Negan si pudo hacerlo?—me preguntó, deje la taza de café nuevamente aún lado de mi, observándola mientras que sentía mi corazón latir con rabia ante su pregunta.—Convivías con él, significa que lo perdonaste.—me dijo, no tarde en bajar la cabeza y emitir una risa.

—Negan asesino a parte de mi gente, lleno de mala influencia a mi hermano. Nos hizo daño, más de lo que causó con su ausencia paternal. Lo perdone años después de eso, después de verlo en una cárcel que nosotros mismos hicimos para él. Lo perdone el día en que mis hijos lo llamaron abuelo.—le respondí de una manera cortante, viendo como ella aún tenía su mirada en mi.—Él no enmendó su error porque el daño ya estaba hecho pero se ganó mi perdón, mi respeto. Y el salvarme la vida, no te da un perdón.—ella bajo la cabeza incomoda ante mis palabras.

—¿Me necesitaste en algún momento de tu vida?—me preguntó, no supe descifrar de qué manera pero para mí fue la pregunta más cínica del mundo. Mis manos temblaron ante eso, recordando cada momento vacío en donde necesite una madre a mi lado.

—Siempre veía como los niños de mi urbanización convivían con sus familias perfectas o incluso en cada escuela que estuve pero Emily nunca faltó, nunca tuvo un no para mi. Mi primer novio fue a los doce años, se llamaba Jayden y fue el hombre que murió a mi lado en el risco. Empezamos esto juntos y dio su vida para que yo la terminara aunque fuese sin él. Dio su vida por mi.—suspire en tristeza recordando aquel castaño, nuestros primeros momentos... —Siempre imaginé como hubiese sido él contarle a mi madre eso, él contarle sobre mi primer amor, mi primer beso. Cuando todo esto empezó, cuando perdí a mi tía Emily, era él y mis hermanos lo único que me quedaban. Me sentí sola, incluso esos momentos deseaba tener a alguien que me aconsejara, deseaba tener una madre que me protegiera como Emily lo hizo. Crecía y crecía, y luego encontré a una familia que reemplazó el sentimiento de desear tener una madre. Perdí a Jayden y Nathan, quede sola con Natasha en ese entonces, ellos vivían pero para mi corazón ya no, estaba tan rota y vacía que ni siquiera fui capaz de sufrir su ausencia. Fue ahí cuando conocí a Maggie, ella me enseñó, me educó y me cuido.—mis ojos se humedecían ante mis palabras mientras veía como fijamente Alessandra me miraba.—Conocí a Carl, volví a enamorarme. Con él no fue tiempo, fue química, y no tenía una madre a quien contarle lo que él me hacía sentir pero si tuve a Maggie, tuve a Michonne. Tuve gente que me protegieron, que dieron la vida por nosotras. Abraham, un gran hombre se sacrificó para salvar a Natasha de las manos monstruosas de Negan y su equipo, en donde pertenecían Jayden y Nathan. Perdí a gente, y no tuve una madre que me diera consuelo pero si tuve a Maggie. Sufrí, tuve que matar a sangre fría. Días sin dormir, días sin comer y siendo torturada por el primer hombre que ame, mi hermano. Era malo, era un monstruo como su padre. Luego de eso, perdí al amor de mi vida. Perdí a Carl, y sufrí demasiado. Perdí a la persona que amaba en medio de este caos, no tenía ganas de respirar mi hermano había matado al chico que más amaba, o al menos eso fue lo que intento hacer. Estaba llena de dolor, de ira y de sufrimiento, estaba sola y no tuve una madre que me abrazara. No tuve una madre que me dijera que era correcto, estaba tan errónea que mate a mi hermano a sangre fría.—mis lágrimas se desbordaban y las de ella también, me miraba aturdida ante mis palabras tan frías.

—Aliana... —ella no podía ni siquiera hablar con el hilo que tenía en su garganta, se levantó de la silla con calma y poniendo su mano en su corazón como si le doliera, como si le doliera más que el mío.

—Perdí al primer hombre que más ame, perdí a Nathan en mis propias manos. Y lo más que me duele es que jamás pudo conocer a quien siempre anhelo tener. Su sufrimiento lo tengo aquí en mi corazón, y con eso aprendí a crecer. Tuve dos hijos, sola, porque su padre se suponía que estaba muerto. Tenía miedo, no supe que hacer, no los deseaba hasta el día en que perdí a otra persona importante para mi, el papá de Carl, Rick.—me giré de la silla para observar cómo Alessandra me daba la espalda, me levante sintiéndome impotente y llorando.—Estuve sin rumbo estos años pero no me rendí, y fui la madre que desee tener. Les di todo de mi, y les daría todo. Perdí a mi hermana, perdí a la única persona que compartía el mismo dolor que yo. Perdí a la otra mitad de mi corazón, perdí algo que jamás deseé perder y fue a ella. Y vivo con eso, recuerdo su rostro cada día, perdí a mis hermanos. Perdí a tres hombres que amaba fuera de mi familia, pero estoy aquí. Y si estoy aquí escondiéndome es porque soy madre, es porque no deseo que les hagan daño y mi últimos suspiros los di mientras veía a mi hijo morir lentamente, y solo deseo que esté vivo, que este sano.—veía como ella se giraba lentamente en lágrimas, en un dolor que no entendía porque ella sentía si jamás estuvo.—Y me di cuenta que no necesitaba una madre después de todo.—sentí mis lágrimas adentrarse entre mis labios, mientras que ella sollozaba, y se distanciaba de mi.

Me quede entre lágrimas, viendo como ella subía con cuidado sus escaleras hacia la segunda planta mientras que tenía su derecha en su estómago, y su mano izquierda en su boca. Escuchaba sus sollozos y suspiros entrecortados. Quede aturdida ante cada palabra que dije, pero cada una de ellas describía diferentes dolores que tuve que ser capaz de atravesar a una edad tan temprana. Emití un sollozo, un sollozo que me quebrantó, mientras que me senté en la silla sintiendo mi estómago revolcarse. Había perdido todo a través del camino, había perdido cada cosa valiosa que algún día desee obtener para siempre. Tape mi boca para tapar mis sollozos pero eso no escondía mi dolor, un dolor con el que tenía que vivir cada día y parecía no acabar. Entre tanto sufrimiento, entre tantas pérdidas en mi mente solo se fijaron esos ojos azulados de mis hijos, en sus sonrisas y sus voces pero entre ellos, pude ver esos ojos. Esos ojos que jamás había visto, ese cabello negro azabache y esas pecas, pude ver a Ethan Martínez en mis imágenes mentales. Solloce mucho más, pensando en él, pensando en ese hombre que me volvía loca pero todo se esfumó cuando vi a Carl Grimes frente a mi, mirándome fijamente.

—¿Cuanto llevas aquí?—pregunté, limpiando mis lágrimas y levantándome de la silla con rapidez, recogiendo mi cabello y sintiendo mi estómago revolcarse mucho más ante su presencia.

—El necesario para haber escuchado todo.—me dijo cortante, mientras que evadí cualquier tipo de contacto visual con él. Mirarlo me llenaba de miedo, me llenaba de un sentimiento que no podía explicar.—Lo lamento, supongo que era algo privado.—se disculpó, mientras que continué peinando mi cabello para evadir su mirada tan penetrante en mi.

—¿Qué haces aquí?—le pregunté cortante, girándome para mirarlo, enfrentándome a un gran temor pues ver su mirada me hacía temblar.

—Voy a salir. Y suponía que necesitabas salir de aquí.—me dijo, no tarde en asentir ante eso.—Solo seremos tú y yo.—mi piel se tensó ante eso, y llena de incomodidad tan solo me encogí de hombros como si no me importara.

—No quiero a una rubia de ojos azules tocando esta puerta con rabia, porque no se la dejaré pasar.—dije con molestia, caminando distante de Carl para abrir la puerta de aquella casa y salir, sintiendo el aire fresco remover mi coleta.

—Te aviso que aquí no hay autos, tampoco caballos. Es a pie, los autos son para emergencias. Saldremos a una farmacia cercana, esperamos encontrar algunos antibióticos y sueros que necesitamos para la enfermería.—me alertaba, a lo que asentí y simplemente continué caminando a su lado.

Veía a las personas, varias de ellas con chaquetas negras y símbolos de tres círculos como diseño. Me mantenía distanciada ante algunas miradas curiosas en mi, esta comunidad se veía intacta y moderna, se veía preparada para cualquier situación pero no sabía si ellos estaban recostados ante eso. Me mantenía caminando detrás de Carl, observando como él saludaba y me guiaba hacia lo que sería una entrada y salida de esta comunidad. Veía fijamente a esos dos hombres que han estado en donde estoy residiendo temporalmente, veía como saludaban a Carl con alegría. Parecían muy unidos, parecía que Carl se había acoplado aquí. Él había hecho su propia vida, él había continuado y por alguna razón eso me lastimaba el corazón, pues sólo pensaba en esos días que no quería levantarme de la cama, que no PODÍA levantarme por tener en mente su muerte y el vacío que me había dejado. Continué caminando a las afueras, sin permiso, sin esperar a Carl. Simplemente decidí ante mi propio libre albedrío y continué, sintiendo ese sentimiento de impotencia dentro de mi. Sentía pasos atrás, sabía que era Carl ante sus pasos pesados pero tan solo decidí evadirlo y continuar.

No veía caminantes alrededor, todo parecía sumamente limpio. Ni siquiera tenía necesidad de sacar mi arma, de silbar para llamar la atención, él área estaba vacío y limpio. Sentía escalofríos cuando Carl estaba cerca de mi, como si aún fuese incapaz de creer que estaba aquí, pues después de tantos años yo empezaba a superarlo, yo lo había dejado ir con tanta firmeza. Lo veía caminando a mi lado, se adelantó ante él tener que guiarme. Veía en sus manos un arma y como miraba fijamente adelante, ver su ojo color azul me daba una imagen de como eran sus hijos de parecidos a él. Esos ojos que habían heredados, llevaban en su sangre el apellido Grimes pero jamás habían sentido la crianza de uno y saber que ahora podría ser así, me aterraba, realmente me aterraba de una manera que no podía describir. Mis hijos eran lo más valioso para mi y por ellos estaba aún aquí, y no allá. Por mis hijos he hecho tantos sacrificios y no sabría el daño psicológico o la pausa emocional que les causaría tener que lidiar con que su padre todo este tiempo estuvo vivo, creando su familia mientras que nosotros creíamos que había muerto.

—Estás tensa, deja de pensar tanto.—masculló él frente a mi, mirándome por un instante para luego mirar adelante nuevamente. Carl, me conocías tanto y tanto, pero él no se imaginaba de que ya no era esa niña.

—Son muchas cosas que procesar.—le respondí cortante, pisando algunas ramas mientras que caminábamos por un bosque bastante limpio, ni siquiera había rastro de un muerto viviente.

—No lo dudo... —susurró él, sentía algo, sentía como deseaba expresar algo más allá pues el silencio y su suspiro fue lo más que lo delató. Él se detuvo en seco, a lo que yo cometí la misma acción y este quedó frente a mi.—También sufrí, Aliana.—dijo él, haciendo una pausa mientras que tensa lo mire.—Pensé que todos habían muerto, pensé que no tenía nada. Sufrí, y sufrí más por mi familia, por ti. Pensaban en ustedes día y noche, llore por meses corridos, hasta que un día deje de sufrir pero me dolieron y también es difícil para mi tener que lidiar con esto. Tener que lidiar con que tengo dos criaturas lejos de mi... —me dijo con un tono alto, demostrando molestia mientras que parecía expresarse. Di un suspiro leve, mientras lo veía, él ya no era el Carl que algún día ame, era un hombre hecho y derecho, el tiempo no se había detenido.

—¿Por qué dices eso?—le pregunté, notándolo también tenso, notándolo como parecía estar afligido en tristeza pero no demostraba un signo de dolor.

—Porque escuche cada palabra que le dijiste a Alessandra, escuche como describiste el dolor que sentiste cuando me perdiste. Cuando creaste que estaba muerto, cuando te quedaste sola con los niños, escuche todo y me dio, me dio duro porque yo sufrí pensando en que había perdido todo. Y me parece irracionalmente egoísta de tú parte que no quieras ponerte en mis zapatos.—su molestia se reflejó, se reflejó mucho más que la tristeza que parecía haber descrito anteriormente. Veía su ceño fruncido y como me miraba fijamente, no podía mirarlo, después de tantos años no podía mirarlo fijamente.

—Describí lo que se sintió pero jamás lo difícil que fue, no describí cada etapa de dolor que sentí pensando que moriste y se me hace tan difícil de pensar, de creer que nunca fuiste capaz de buscarnos o de tener la esperanza de que alguno de nosotros estaba con vida.—le hablé con más actitud de la que él habló, de la que él me demostró pero este parecía ya tener su bandeja en mi contra para defenderme.

—¿Qué hubiese cambiado, Aliana?—me preguntó, haciéndome sentir ofendida ante su pregunta tan cínica.—Las cosas no cambian, las cosas pasan como se supone que deben pasar. Y si yo hubiese vuelto con vida, muchas cosas no hubiesen pasado y no serías quien eres, no sería quien soy porque el dolor nos enseño a ambos. Estás aquí por alguna razón y jamás pensé volver a verte, jamás pensé tener que verte en este estado. El día en que te trajeron mis piernas temblaban tanto que estuve apunto de desmayarme, no podía respirar con frecuencia porque te reconocería hasta en la luna. Verte echa una mujer porque contigo era con quien quería crecer pero ambos tenemos nuestras vidas, y no sabes como duele Aliana, no lo sabes.—lo miraba ante esas palabras tan dolorosas, ante no saber lidiar con este reencuentro tan inesperado pero sólo pasaba en mi cabeza, solo lo soñaba en las noches tristes.

—Sufrí, día y noche. Lloraba cada madrugada Carl, ni siquiera podía ser capaz de volver a Alexandria porque no era capaz de adentrarme en la iglesia si no hasta años después, no podía respirar cuando pensaba en ti y aún cargo conmigo la carta que me dejaste de despedida. Cree en mi mente una imagen de que moriste porque es cierto, jamás te disparaste, jamás Rick o Michonne te enterraron, solo crearon una tumba como símbolo pero estaba tan rota pero dentro que tuve que crearme esa imagen para estar en paz. Lamento que te haya ofendido lo que dije, lamento que tenga que repetírtelo pero me dejaste Carl, me dejaste y no era capaz de procesar el hecho de que el amor de mi vida había muerto, me había dejado y tenía miedo. Tenía mucho miedo, y no sabía cómo hacerlo sin ti pero como me dijiste, lo lograría y aquí estoy... —limpie con rapidez mis lágrimas, no quería afligirme al dolor y tristeza que quizás él estaba sintiendo, me miraba fijamente ante mis expresiones.—Tú hiciste tú vida con tu pareja, hiciste tú hogar y ahora es difícil que te rompas a eso.—le dije, viendo como ambos estamos cerca, ni siquiera me había percatado lo cerca que ambos estábamos.

—Tu también hiciste tu vida, tú también continuaste y si voy a romper algo es el distanciamiento que tengo con mis hijos, porque no vas impedirme que los conozca.—me respondió, me respondió con un sin fin de impotencia pero este cerca de mi no tardó en pronunciar algo que me erizó la piel.—¿Quién es Ethan?—pregunto él, mirándome fijamente a los ojos, un sin fin de escalofríos recorrieron mi cuerpo y me quede ida.—¿Quién es, Aliana?—volvió a preguntar ante ver que no tuve expresión, que no supe que decir, así que simplemente me distancié de él, dejando de sentir su respiración.

—Mi vida ya no te incumbe, Carl.—susurre pero me paré en seco cuando sentí como su mano apretó con fuerza mi brazo, con una intensidad que provocó que mi cuerpo chocara junto al de él, me quede acorralada ante su mirada tan penetrante y evadí a toda costa mirarlo.—Suéltame.—le pedí con una actitud pasiva pero sabía lo que había, sabía lo que quería y mi piel se tensaba ante eso.

Pero en menos de segundos sus labios volvieron a rozar los míos luego de tanto tiempo, volví a obtener la sensación de que sus labios y los míos se unieran. Fue un escalofrío, un sentimiento de melancolía tan real que no quería procesar que ese beso estaba siendo real. Su tacto con el mío me llevaba de paseo al pasado cuando ambos no podíamos vivir sin sentirnos, sin sentirnos el uno al otro. Me aferré a su cuerpo, llevando mis manos a su cuello y besándolo de una manera apasionada, besándolo con una necesidad. Mordí y saboree sus labios como si nunca antes lo hubiese hecho, mientras que sentía sus manos recorrer mi espalda, hasta mis glúteos y levantarme en el aire para aferrar mis piernas en su caderas. Sentí como Carl llevo sus labios a mi cuello, como me creo tantos escalofríos en un momento. Lo besaba con una intensidad de necesidad mientras que este poco a poco se fue acomodando en el césped, mientras que sentí su bulto rozar con mi área íntima, haciéndonos sentir una electricidad que nos daba más necesidad de la que sentíamos. Suspira gruesamente mientras que movía mis caderas encima de su bulto, provocando más excitación entre ambos.

Con suma rapidez me quite la chaqueta que traía puesta, para así pasar mi camiseta por mis brazos y quitármelos. Viendo como Carl me miraba fijamente, me examinaba. Veía como mi cuerpo había cambiado, como ya no era una niña, si no, una mujer. Mordí mis labios ante ver como este llevo sus manos a mis pechos, acariciándolos y murándolos. Opte en tocar su bulto, en ver cómo fruncía el ceño provocativo ante eso. Abrí su pantalón, viendo como su miembro estaba erecto y continué en tocarlo, en tocarlo con suavidad viendo como Carl arqueaba su espalda pero pude ver la necesidad en el cuando se levanto con algo de brusquedad para girar mi cuerpo. Se quitó su chaqueta color negra, continuando con su camisa para este de una forma brusca bajarme los pantalones. Me sentía atrevida hacer esto al aire libre pero tenía tanta lujuria que me cegaba. Carl hizo lo mismo conmigo, con sus yemas acarició mi prenda íntima haciéndome sentir escalofríos, hasta removerla con suavidad mientras besaba mis muslos. Lo miraba atenta, viendo como me miraba y este sacó su miembro mientras se dejaba sus prendas íntimas puestas.

—¿Vas a cogerme aquí?—le pregunté de manera atrevida, viendo como su cabello estaba algo revuelto, su cabello no tan largo pero igual de castaño.

—Te voy a coger en donde sea.—dijo acercándose a mi, mientras que me hizo girar mi cuerpo para que mis glúteos quedaran frente a él, y sentí como Carl tocaba mi parte íntima la cual se sentí húmeda ante la lujuria.—Una parte de ti siempre será mía, estés con quien estés... —me dijo, erizándome la piel de una forma inexplicable.

No tarde en gruñir cuando sentí como Carl de una manera brusca y con necesidad me penetro. Mordí mis labios sintiendo como me embestía, como su miembro entraba y salía de mi parte íntima de una forma rápida. No tarde en gemir ante sentir esos escalofríos, ante sentir el placer de cómo me penetraba. Mis glúteos chocaban con sus caderas, provocando unos ruidos más placenteros mientras que él llevó su mano a mi cabello y lo halo con semejan fuerza. Arquee mi espalda mientras que me fui levantando, él me embestía mientras que yo giraba mi cabeza para mirarlo de reojo y ver sus expresiones. Su ojo cerrado mientras que mordía sus labios y permanecía con su boca algo abierta, intentando de orgullosamente aguantar sus gruñidos. Me sentía tan excitada que incluso empecé a mover mis caderas a su ritmo, haciendo que ambos explotáramos el placer que sentíamos. Gemía su nombre, lo hacía como si tuviese autoridad de él pero es que hace tanto no sentía esto y jamás pensé volver a sentir como se sentía tenerlo. Él se detuvo y giró mi cuerpo, mientras que con rapidez no tarde en elevarme para quedar arriba de él, para ambos quedar sentados pero aún con su miembro dentro de mi.

Nuestras respiraciones chocaban, mientras que sentía sus manos acariciar mi espalda y como él me miraba fijamente. Mis labios estaba entre abiertos, soltando leves gemidos ante sus embestidas. Quería mirarlo, quería ver y recordar cómo se sentía ser suya. Me movía a su ritmo, mientras que mis caderas subían y bajaban, mientras que sus manos acariciaban mis glúteos y me miraba fijamente. Veía como su garganta transmitía varios gruñidos, como Carl me miraba de una manera que recordaba, me miraba con lujuria pero más allá de eso me miraba con amor. Por un momento todo se volvió lento, nos mirábamos y acariciábamos nuestros cuerpos mientras sentíamos el placer recorrernos las venas, y nuestras pieles dándonos un sumo calor. Fue una probada a nuestro amor, a lo que fuimos y quizás a lo que aún somos, sus brazos me acorralaron en un abrazo y en un sentimiento intacto. Mis ojos se humedecieron, y me aferré a él, besando sus labios con la necesidad que tuve todos estos años. No sabía cómo describir cada sentimiento que sentía pero estaba aferrada a lo que tanto quería recuperar y esto, cambiaba todo.

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