ᴛᴡᴇɴᴛʏ-ᴛʜʀᴇᴇ:«ʀᴇᴀᴄᴄɪÓɴ ɪɴᴇꜱᴘᴇʀᴀᴅᴀ»

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JiMin -junto a JeongGuk y NamJoon- era uno de los omegas con más belleza etérea, logrando resaltar en toda la preparatoria. Portaba un fresco aroma a limón y su rizado cabello largo podía hacer suspirar a más de un alfa y beta. Su piel levemente canela y sus expresivos ojos cobraban brillo para todos a su alrededor. No había comparación con él y, al tener un corazón tan cálido y puro, junto a su sociable personalidad; nadie dudó en asistir a la fiesta de cumpleaños que se organizaría esa misma noche.

— Necesito que ustedes sean puntuales, para tomarnos un par de fotos antes que los demás vengan. — explicaba Tae, con un cuadernillo en la mano izquierda y un bolígrafo en la otra. — Realmente estoy emocionado.

— Ahí estaremos sin falta, TaeTae. — comentó NamJoon, pasando uno de sus brazos por el hombro adverso. — No te preocupes, todo saldrá bien.

— Afortunadamente, mis padres dijeron que sí. Por lo que no me perderé por nada del mundo la oportunidad de asistir a tu fiesta. — sonrió el omega más bajo de los tres.

— Pero, quería saber algo. ¿Es cierto que invitarás posiblemente a todas las secciones del último grado?

— ¡Claro! — contestó eufórico. — Es más, dije que si querían traer a alguien tenían el permiso.

— Wow, solo espero que no se salga de control.

— No lo creo, mis papás estarán pendientes. Todo está más que organizado. — sonrió con levedad. — Bueno, chicos, iré avanzando. Tengo que almorzar, bañarme, ver lo que usaré y ¡Ah! ¡Voy diez minutos tarde! — exclamó alarmado al ver la hora en su celular. — ¡Hasta luego, vengan temprano!

— Así será. — afirmó JeongGuk en voz alta. Ambos omegas sacudiendo sus manos en muestra de despedida.

— Bien, cariño. — dijo el señor Jeon al detenerse al frente de la casa de los Kim. — Nada de aceptar bebidas de otras personas. Intenta no relacionarte con muchos alfas y promete que me llamarás ni bien la fiesta termine o estés teniendo sueño.

JeongGuk sonrió ante las palabras que casi siempre oía cuando le daban el permiso de ir a una fiesta. A pesar de que sus progenitores estaban sumidos en el trabajo y los negocios, sentía una inmersa ternura y amor por su padre alfa en estos momentos, cuando le demostraba lo importante que es y que siempre quería velar por su seguridad.

— Anotado y guardado en mi cabeza, papá. — se quitó el cinturón de seguridad y con cuidado bajó del vehículo. El mayor bajó la ventana para terminar de hablarle. — Gracias por traerme.

— Haré esto aún y cuando te cases. — aseguró con media sonrisa. — No pienso dejarte, todavía eres mi bebé.

— ¡Papá! — se quejó aunque realmente disfrutara ser mimado.

— No hay razón al reproche, cariño. Ahora ve y disfruta de la fiesta, bueno, no tanto.

El omega río ante las ocurrencias adversas y besó castamente la frente de su papá alfa. — Prometo llamarte, conduce con cuidado.

— Te veo luego, cachorro.

JeongGuk esperó a que el mayor emprendiera nuevamente su camino para al fin poder avanzar a la expansiosa casa. Tal y como lo aseguró, había asistido relativamente temprano.

— ¡Al fin llegas! — fue el grito que sus amigos omegas dieron al verlo pasar a la sala.

Era momento de un par de divertidas fotos aunque se opusiera.

Las personas comenzaron a llegar con cierta constancia, al parecer la fiesta estaba siendo un total éxito.

— ¡Ahí viene TaeHyungie! — exclamó JiMin con una amplia sonrisa.

JeongGuk por su lado evitó tensarse, quizás en algún momento no muy lejano volverían a hablarse.

— Ya vuelvo. — avisó antes de irse, puesto que al ser el cumpleañero también era el anfitrión y se encargaba personalmente de saludar a todos los que empezaban a llegar.

— Siento que Minnie siente algo por Kim pero no nos quiere decir. — alegó NamJoon.

— ¿Qué?

— Tan solo míralo, hasta sus mejillas se ruborizan. — sonrió. — Me gustaría que fuera correspondido.

El omega más pequeño dirigió su vista hacia los protagonistas, cayendo en cuenta sobre lo que decía el peli-plata. La idea no se desterraba de su cabeza, incluso pensaba que harían una bonita pareja. Si tan solo el corazón de su mayor ya no estuviera lastimado, esperaba que pudiera conocer a más personas de las cuales darse una oportunidad.

— ¿Vamos por alguna soda? Estoy muriendo de sed. — NamJoon no esperó respuesta y lo tomó de la mano.

Al llegar, se toparon con varios compañeros y hasta con SeokJin, lo cual les sorprendía mucho ya que fue muy pocas las veces que el alfa habló con su amigo.

— Me alegra verlos, chicos. Él es mi omega.

— Un gusto, soy Min YoonGi.

— Espera, tú eres... — el peli-plata lo analizó con la mirada.

— Bueno, en realidad él asiste a otra preparatoria y es un año menor que nosotros. — confirmó Jin, sosteniendo de la cintura al bonito omega de piel canela y hoyuelos marcados al sonreír.

— El gusto es completamente mío. — expresó JeongGuk. — Ya decía yo porqué tan linda pareja no andaba por los pasillos del colegio.

NamJoon soltó un par de risitas ante el halago, enlazándose al brazo de su alfa. Jin iba a proponer un brindis con un par de suaves cócteles, pero sintió que las ganas se disminuían al ver a cierto alfa inmaduro y con ganas de siempre querer pelear.

Jung HoSeok.

— Todo estaba yendo tan bien como para ser real. — chasqueó la lengua, mostrando un gesto de desaprobación.

— ¿Qué pasó?

— Nada importante, amor. — sacudió su cabellera dejando su frente descubierta. — Olviden lo que dije, tomemos algo.

— Uh, de acuerdo, pero primero iré al baño. — interrumpió JeongGuk. — Vuelvo en seguida.

— ¿No quieres que te acompañe?

— No, Namie, gracias. — le sonrió en agradecimiento. — Vayan escogiendo las bebidas.

Tal vez el ofrecimiento del peli-plata hubiera sido bueno de aceptar de no ser porque JeongGuk era ciertamente despreocupado y confiado con lo que pasaba a su alrededor. Él tan solo quería lavarse el rostro y dispersar el calor en sus mejillas, pero no contó con que existieran alfas estúpidos y abusivos de su supuesto poder.

Choi Hyun era uno de ellos. Siempre estuvo detrás del omega rubio y aunque recibía negaciones ante sus invitaciones y regalos sugerentes, no parecía rendirse nunca. Por eso cuando lo vio ir solo, muy lejos de la aglomeración de personas, no dudo nada en seguirlo.

Los ojitos del omega estaban llenos de miedo y aunque quisiese gritar, nadie podría escucharlo a comparación de la fuerte música sintética resonando y haciendo vibrar el piso.

— P-por favor, suéltame. — se sentía inmóvil e inútil. El alfa era mucho más alto que él, sujetaba sus muñecas con demasiada fuerza y se había metido entre sus piernas para evitar que pudiera patearlo. — Por favor.

La risa seca de Choi sonó con descaro. — Así me gusta verte, rogando. Las cosas hubieran sido mucho más fáciles si me hubieras aceptado.

— ¿Por qué te cuesta tanto aceptarlo? No quiero absolutamente nada contigo. — siseó asqueado, con enojo.

— Pero yo al menos no pienso perderme la oportunidad de besar esa boquita que te cargas.

El omega sollozó, sacudiendo su cabeza y tratando de removerse. Tenía que escapar.

— Quita tus manos, reverendo imbécil.

Pero sus ojos parecieron captar a quien sería su salvador. Cuando sintió una mano emanarle calidez a la suya y su mirada se conectó a esos orbes almendrados, Choi estaba tirado e inconsciente.

— Vámonos de aquí.

Con un sutil asentimiento, dejó que corrieran un poco lejos del bullicio. El amplio patio parecía ser un buen lugar.

— ¿Te sientes bien? ¿Ese idiota te lastimó? — las preguntas salían antes de que

HoSeok pudiera detenerlas, su preocupación fue tanta que terminó por tomar entre sus manos el pequeño rostro.

Joder, él no pensaba tener como centro de atención a JeongGuk. Pero al verlo tan bonito y sonriendo fue incapaz de quitarle la vista. Su lobo aulló descontento cuando después de un par de minutos notó que este se iba alejando. Al menos agradecía a sus instintos permitirle haber ido detrás de él para que nada le hubiese ocurrido.

JeongGuk sorbió por su naricita, no quería llorar, no quería que lo vieran como alguien frágil. Mas al sentir el aroma a café amargo envolverlo, no pudo reprimir las ganas de abrazarse a su cuello para obtener algo de calma. La fragancia era pura, le daba una familiaridad de sosiego que en esos momentos deseaba.

El alfa quedó en un completo estado de estupor, sus brazos estaban levemente estirados en el aire, tratando de procesar lo que estaba ocurriendo. El olor a vainilla hizo a su lobo dormitar tranquilo mientras que él lentamente rodeaba a JeongGuk, correspondiendo el gesto y comprendiendo que el cuerpo del más pequeño encajaba perfectamente al suyo.

— Gracias. — susurró, levantando la mirada. — Si tú no hubieras llegado...

— Shh, tranquilízate. — limpió las pequeñas lágrimas que amenazaban con deslizarse. — Eres muy lindo como para llorar. Prometo que ese hijo de puta las va a pagar muy caro por negarse a aceptar un no como respuesta.

La inquietud de JeongGuk fue desapareciendo, dejando a la vista una leve y muy imperceptible sonrisa. El alfa quedó perplejo ante el bonito brillo que se instalaba en los ojos del omega debido a la luz de la luna llena que contrastaba con ello. Con su pulgar acarició el borde fino del labio inferior, sintiendo como la respiración del rubio se entrecortaba ante la suposición de lo que vendría. No fue capaz de soportarlo un día más y es que había pensado en tantas ocasiones cómo sería tenerlo así de cerca más veces de las que quisiera negar. Por lo que con la sensación latente, apresó los suaves belfos entre los suyos mientras llevaba una mano a la mejilla y la otra a la diminuta cintura. Permitiéndose explorar con gracilidad.

El omega tan solo cerró sus ojos, ese era su primer beso. Ahora entendía los cuentos que escuchaba cuando era pequeño, aquellos que le decían que el sentimiento podía sentirse a flor de piel, con un revuelo de mariposas en el estómago.

La esencia en ese toque era terso. Cuando sus labios se movieron para volver a adherirse, los latidos iban desenfrenados y JeongGuk estaba adormecido ante las nuevas emociones.

— ¿HoSeok? — la voz recelosa de TaeHyung hizo eco en los oídos del omega, quien abruptamente se separó con las manos en el pecho del susodicho.

¿Qué había sido todo eso?

Alfa y omega dirigieron su vista al menor, quien parecía querer llorar.

«Mierda». — gruñó el castaño. No quería que nadie lastimara a su primo, pero él estaba siendo el único causante de lo que ahora le estaba ocurriendo.

La situación pareció irse de control.

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