O2: ━ Was Such A Bad Idea!

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Jeans rasgados de cintura alta, crop tops y botas de tacón que complementan los atuendos. Nayeon se acomoda los lentes de sol y Mina las solapas de la camisa a rayas que lleva el día de hoy. Ambas están apoyadas en el convertible de la japonesa, ya que su padre decidió prestárselo tras obtener su licencia de conducir durante el verano.

Los alumnos más pequeños que apenas van ingresando les miran con la boca abierta, aunque algunos van muy metidos en su mundo como para darse cuenta de la existencia de las dos muñecas paradas en la entrada de la escuela. Están ahora en penúltimo año, y eso ya implica cierto peso dentro de la pirámide jerárquica institucional, además de que son muy conocidas por ser extremadamente bellas y un tanto caprichosas.

Myoui se lleva un par de gomitas a la boca, sintiendo el sabor a cereza de la gelatina. A su lado, el golpeteo constante de los dedos inquietos de Nayeon sobre la chapa del Mercedes le está comenzando a irritar.

— ¿Puedes por favor dejar de hacer ruido? Me exasperas.

— Lo siento, es que ya se están tardando — habla en referencia a su círculo social.

Y apenas termina de decir la frase todo ocurre en cámara lenta, es casi como una escena de película donde la chica popular llega al instituto y todos se paran a observarla. Cruzando por la galería, Kim Jennie modela una falda escocesa en tonos rosados y un suéter liviano que deja expuestos intencionalmente los tirantes de su sostén de encaje y esas bronceadas clavículas. Sus botas blancas de caña corta hacen un sonido persistente con cada paso, acercándose a las chicas.

Su sonrisa tan blanca y cínica se dibuja y acompaña el destello de esos felinos ojos que abarcan tonos entre el verde y avellana.

—  ¿Cómo están los amores de mi vida?

Saluda con un abrazo a cada una, manteniendo un poco de fuerza contra Mina, quizá porque se ha enterado de que serán compañeras en el nuevo equipo de porristas, o solo porque es una perra a la que le gusta enfermar de celos a Nayeon.

— Todo bien por el momento, ¿Y tú?

— Ya lo veremos — dice en un suspiro intranquilo, mirando en dirección a donde una camioneta de vidrios polarizados acaba de detenerse.

Park Roseanne baja de allí, meneando su sedosa melena rubia y presumiendo esa figura tan delgada y proporcionada que vuelve locos a todos los hormonales del equipo de fútbol. Un hombre trajeado le acomoda la mochila y besa su frente como si fuese una niña. Su padre es esa persona a quien no cambiaría por nadie en el mundo, siquiera cuando le sigue dando el mismo trato que tenían ocho años atrás.

Esa es una de las principales cosas por las que Jennie se cansó de su relación, la intromisión del señor Park a cada momento defendiendo a su hija como si fuese una estudiante de primaria,y  lavándole el cerebro como había hecho con su difunta mujer. Él le tiene miedo a la soledad y solo busca el afecto de su pequeña para tenerlo por siempre, repudiando a quienes se le acercan a su adorada «princesa».

La rubia les da un vistazo rápido, ella se hubiese acercado a saludar si no fuese porque Jennie está ahí, sabe muy bien que hay términos que arreglar, pero como siempre prefiere huir antes que hacerle frente a los problemas.

— Y parece que papi te puso una perimetral — bromea Nayeon haciendo a Jennie poner los ojos en blanco.

— No fastidies.

La campana suena y hasta entonces no se ha visto el mismo espectáculo romántico de la pareja, tampoco se dirigen la mirada cuando cada una entra por una puerta distinta. Los murmullos se hacen fuertes y pronto está corriendo la voz. Tal parece que ha ido en serio esta vez y Jennie finalmente terminó con Rosé.
Por supuesto que hay muchísimas versiones detrás de ello, una más exagerada que la otra, incluso han metido chicos de los equipos deportivos en el medio para crear discordia, cuando es de conocimiento público que Jennie ya no se relaciona tanto con ellos y que Rosé es abiertamente lesbiana.

Claro que todo acaba y se congela cuando un alumno de tercer año las ve marchar por el pasillo directo al baño poco concurrido del tercer piso durante el cambio de hora. Y es nada más ni nada menos que una compañera de Jennie quién termina de confirmar los hechos gracias a su  «suerte desafortunada». Ella solo fue a ocupar ese baño para fumar un rato, y acabó saliendo espantada por los constantes quejidos provenientes de un cubículo.
Eran dos mujeres, estaba segura por las voces y los sonidos notablemente agudos que escapaban de la cabina cerrada, pero no pudo quedarse mucho, no era muy cómodo estar ahí parada en medio de una de las tantas «reconciliaciones» ese esa polémica pareja.

El chisme le llega por mensaje a Nayeon en la hora de química. El profesor después de anotar un par de ejercicios en el pizarrón se retiró un momento para buscar un par de materiales en el laboratorio.

La castaña está dando vueltas con el bolígrafo sobre la hoja sin entender siquiera las fórmulas que acaba de anotar. Química. Desea que la asignatura se extinga. Siente el celular vibrar a su lado y pronto está desbloqueándolo y leyendo los chismes del blog escolar aprovechando la ausencia del maestro.

Sonríe burlona al ver los cientos de pobres ilusos que imaginan que finalmente tendrán una oportunidad con alguna de sus dos amigas.
Im echa un vistazo de reojo a la rubia a su lado, Mina está concentrada en tratar de resolver los compuestos y a su parecer, lo está haciendo bastante bien. Siempre tan aplicada.

— Oye cerebrito, mira.

La rubia alza la mirada hacia su amiga y se ríe por el estúpido apodo.

— Ya casi acabo. Espera.

—  Prometo no molestarte luego, mira.

Rodando los ojos, deja el lápiz que golpea suavemente contra el papel y toma el celular entre manos. Tarda apenas segundos en devolvérselo a su dueña.

— Era obvio, eso nunca va a terminar.

— Creo que nada más están siendo amigas con beneficios.

— Puede ser — tararea entre dientes Mina, volviendo a su tarea.

—Bueno, si yo fuese Rosé tampoco lo dudaría mucho, Jennie es buena en la cama.

Ahora la japonesa otra vez detiene el trazo del lápiz y le observa con ojos recelosos, batiendo sus arqueadas pestañas en un gesto que pide explicaciones.

— ¿Y tú cómo sabes?

— Ups.

Nayeon musita lentamente sorprendida de sí misma por lo que acaba de escaparse de su boca. Sin decir nada, se voltea y trata de evadir la mirada de esos ojos color miel que parecen querer abrir su cabeza para ver qué está pensando.

—¿Cómo que ups? ¿Cuándo pasó?

La mayor de ambas finge no escucharla y continua anotando cosas sin sentido en la hoja.

— Nayeon, deja de fingir que sabes hacerlo, estamos viendo alcoholes y tú acabas de formar un éter.

Las mejillas de Im se tiñen de un rosa bochornoso. Bien, tiene que admitir que no es buena en esto, pero no quiere que los ojos de Mina sigan acribillandola. Se toca el rostro con frustración.

— No debería estar contándote esto.

—¿Por qué no? Soy tu mejor amiga.

Su ceño fruncido hace preocupar un poco a la americana. No quiere lidiar con una Mina enojada antes del almuerzo y quedarse con el estómago cerrado.

— Lo sé, bonita. Pero es algo que Jennie y yo prometimos no sacar a flote otra vez ¿Si?

— Pero ya abriste la boca, Im.

— Mierda ¿Estoy perdida verdad?

Ante el asentimiento de la rubia, a la morena no le queda más opción que revisar que nadie les esté prestando tanta atención, y por suerte la mayoría están agrupados en los mesones lejanos chismeando sobre lo más reciente o tratando como ella de resolver los estúpidos alcoholes.

— Bien.

Yeon se inclina sobre la mesa, cerca del rostro de su compañera.

— Fue en la fiesta que hizo en su casa. Ya sabes, esa grande el año pasado.

El ceño arrugado de Mina se suaviza un poco.

— Eso fue...

— Sí — musita Yeon jugueteando con su anillo manteniendo un poco de vergüenza.

Mina dibuja una pequeña sonrisa. Por alguna vez le tranquiliza y al mismo tiempo le hace feliz saber que fue la primera vez de Nayeon. Pero todavía, hay pequeños celos que se mueven inquietos dentro de su pecho.

— Quita esa cara Myoui o te quedarás con la duda.

Mina obedece al instante y le hace un ademán para que continúe.

— Qué obediente eres — Bromea —.Okay, ella estaba en una situación algo crítica si podría llamarse de esa forma, siquiera había comenzado a salir oficialmente con Roseanne cuando la dejó plantada para irse por allí con otra chica que conoció en Instagram. Jennie estaba llorando y me acerqué para sacarla de todo el ruido. Le ofrecí ir adentro.

— ¿Nadie las vio?

— Estaban en la piscina, incluso tú.

Mina chasquea la lengua.

—Con Karina y Taeil — recuerda.

—No sé exactamente qué pasó, solo que me agradeció por ser tan buena amiga con ella y no tratarla como una perra como lo hace todo el mundo, después todo se puso borroso y solo recuerdo sus manos bajando mi bikini...

— Sin detalles por favor.

Nayeon se ríe ante la cara espantada de la japonesa.

— Lo siento. Fue rápido, solo ... ella usó su boca y cuando intentó besarme yo estaba tan mareada que nos caímos de la cama y decidimos bajar.

— Por eso caminabas tan extraño.

Suelta la japonesa comenzando a enredar una de sus ondas doradas entre sus dedos.

— Pensé que estabas muy borracha — ella está haciendo un puchero molesto. Nayeon tiene tantas ganas de besarla en este momento.

— Eso y algo más, me da vergüenza admitirlo, pero estaba muy mojada ... — susurra contra su oído

— Cállate.

Mina le da un empujón mientras el calor le sube a las mejillas. Genial, ahora está celosa y caliente.

— Ya sabes, no digas nada a nadie, fue una cosa de una vez que siendo sincera, no me gustaría mucho repetir ahora.

Ahora. Esa palabra hace que pequeños impulsos despierten dentro de la joven japonesa, tiene muchas ganas de inclinarse y besar a la chica, sintiéndose contenta por ser actualmente la única persona con el derecho de tomar esos preciosos labios las veces que quiera. Pero sabe que se arriesga a llamar la atención de todos, y tampoco es como que puedan escaparse de la clase para ir hacia algún lugar desolado de la escuela a comerse la boca por unos minutos.

En cambio, estira su mano fingiendo indiferencia ante lo contado y toma el muslo interno de Nayeon sobre la tela de los jeans. La sonrisa que le da la castaña es encantadora, la retira suavemente mientras observa el anillo que le regaló para su cumpleaños y le da una pequeña advertencia.

— Minari, ahora no.

Pero la palma regresa a ese sitio cálido y aprieta con algo de fuerza, ignorando la voz del hombre que acaba de ingresar al aula con una caja que contiene lo que parecen ser tubos de ensayo y un par de recipientes rotulados.

— ¿Estás celosa, cariño? — susurra en deje burlón la muchacha de cabellos marrones.

Myoui solo le da una mirada ladeada, paseando los dedos por el muslo cubierto y dejando a su mano reposar allí el resto de la clase, amando la manera dura de tragar de su amiga cada que vez que intencionalmente juega con la costura de los jeans bajo la mesa.

— ¿Mina?¿A dónde me llevas?

Pregunta entre risitas la de cabellera castaña. Su mano está siendo jalada por una inquieta japonesa que la aleja de los salones y la cafetería concurrida por los alumnos. Pasan a un lado de la escalera, hay un pequeño cuarto dónde el conserje guarda sus cosas.

Generalmente, permanece cerrado, pero hay veces en las que el candado no está puesto y el encargado de limpieza no hace presencia hasta la hora en que los jóvenes regresan a clases. Mina reza porque sea uno de esos días.

Su mano libre toma la perilla, le da una vuelta y afortunadamente la puerta se abre para ellas. La rubia se gira y mira con una sonrisita a su chica, empujándola de inmediato dentro del pequeño cobertizo.
No hay demasiado espacio, las estanterías de acero detrás de ellas y a los lados están completamente ocupadas por elementos como cubetas, mangueras, herramientas y una que otra caja con contenido desconocido, pero de todas formas Myoui se las arregla para acomodarlas contra una de las paredes. Estarían en total oscuridad si no fuese por el haz de luz natural proveniente del pasillo que pasa por debajo de la puerta.

— ¿Qué hacemos aquí?

— ¿Qué crees tú?

Las delicadas manos se posan en los hombros de la americana, suben lentamente por el cuello y acarician la nuca, amando la manera en la que la chica se retuerce entre sus dedos. Le envuelve las mejillas abultadas y tira de ella para besarla, sintiéndose contenta cuando no obtiene rechazo alguno, en su lugar una escurridiza lengua le separa los belfos para profundizar el beso cuando ya han pasado unos cuantos segundos.

Los chasquidos y sus respiraciones agitadas se mezclan en la oscuridad, sus cuerpos acoplados contra la fría pared, las manos sujetando el rostro y cabello contrarios. Se besan con hambre, pero también hay un toque de cariño por parte de Nayeon, sus suaves mordidas sobre el labio inferior de la japonesa la están volviendo loca.

— ¿A qué se debe esto? — ronronea la mayor al momento en que la boca ajena baja por su mandíbula y recorre su sensible cuello.

— Nada en específico.

— Mmh ¿Segura?

Una succión le saca un bajo gemido.

— Sip.

— ¿No es lo por lo que te dije antes verdad?

Mina regresa a su boca, rozando sus narices y mirando esos ojos que brillan en la penumbra.

— Cariño, pasó antes de que lo nuestro comenzara y además, reaccioné así por ser la primera vez que alguien me hacía eso.

Un corto pico en sus labios le silencia.

— Descuida, sé que por más que lo intente, Jennie jamás podrá comerte como yo lo hago.

Su tono ronco y el agarre posesivo de las manos dentro de los bolsillos traseros de sus jeans la sacan de órbita, sus fosas nasales inundadas del aroma fresco y dulce de la rubia, esa sonrisa blanca y gomosa que se distingue apenas. Le encanta esa arrogancia, tan solo le fascina lo que Mina provoca en su cuerpo y lo segura que se encuentra de ello.

— Maldita sea, me encantas.

Se muerde el labio, le acaricia el mentón con la punta de los dedos siendo recompensada por un suave suspiro. La nipona apoya ahora sus palmas contra el trasero de su chica.

— Tú no te quedas atrás.

Se sonríen cómplices, como dos estúpidas enamoradas, a veces ni ellas entienden que carajos les está ocurriendo, por qué actúan de esa manera o por qué es tanto el deseo mutuo de tenerse en cualquier momento y lugar. Nayeon se abraza a ella, entonces el timbre para regresar al aula se escucha.

— ¿Tan rápido?

— Creo que hemos pasado más tiempo de lo pensando aquí.

Im está de acuerdo, siente que apenas han pasado cinco minutos, pero en realidad se les ha ido el receso entre beso y beso.

— ¿Vamos?

— No quiero — pucherea.

— Yeonnie, no querrás ganarte una mala primera impresión con los profesores, anda, vamos.

Rueda los ojos, aprovechando que su menor no la ve, o eso supone.

— Sé lo que acabas de hacer, no trates de disimularlo.

Bueno, quizá si la conoce demasiado bien.

Yeon se ríe, agarra la mano que su chica le extiende y espera a que Mina abra la puerta, pero cuando están por salir, la rubia se regresa y la cierra casi por completo sin hacer ruido.

— ¿Qué pasa?

— Shh, viene alguien.

Se escuchan un par de pasos, tacones para ser precisos, y luego otras pisadas un poco más pesadas. La voz de la directora se hace notar, otra más gruesa le sigue. Nayeon es curiosa en extremo, ella no quiere quedarse con las ganas de saber con quién viene hablando la mujer, así que cómo puede se estira sobre la rubia y alcanza a ver a un hombre de traje gris, canoso y un tanto robusto que es seguido por una chica de cabello castaño claro.

La extraña observa todo a sus alrededores, es cautelosa y un poco más lenta que los adultos que van delante suyo. Las suelas de sus converse son casi silenciosas, la falda tableada revolotea con su caminar delicado, el cabello lacio le cae como una cascada acaramelada por la fina cintura.

La castaña no contenta con la vista, se pone de puntillas para ver aún más, pero pierde un poco el equilibrio y acaba por hacer que la nipona abra un poco más la puerta por el impulso y que a ella le caiga encima el palo de un trapeador.

— ¡Ah Mierda! — gimotea entre dientes.

— ¡Nayeon!

Mina palidece, tiene miedo de que se haya escuchado muy fuerte, pero afortunadamente los mayores no las notan.

Cuando están más lejos, ellas salen, aunque apenas ponen los pies fuera del cuartito un par de ojos verdes se posan sobre ambas. La muchacha de lindo cabello las está mirando por sobre el hombro, y se le nota una sonrisa, una muy bonita.

— ¿Qué hacemos?

— No lo sé.

Piensan fingir no haberla visto, pero no les hace falta, la castaña se gira para continuar su caminata, dejándolas un tanto intrigadas por su presencia.

¿Quién es ella y qué hace ahí?

Es la pregunta que resuena en la mente de las dos chicas cuando regresan calladas a su salón.
Mina considera dejarlo de lado, pero es obvio que Im no está dispuesta a hacer lo mismo, ella necesita saber quién es la misteriosa y atractiva joven del cabello lacio.

Y cómo dicen, la curiosidad mató al gato.
En este caso, lo envío directo hacia la trampa.

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