🐺ESPECIAL🐺

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—¿Pero cariño? ¿Tú dices? —comento sorprendido ante el accionar de mi Omega. Últimamente, no tiene límites.

En realidad, nunca los tuvo, pero eso -en gran parte- es lo que más amo de él.

—Sí amor ¡Tú ayuda también! Sino, no va a caber todo —me reprende.

"Maldición" me digo internamente. No era erudito de lo difícil que sería, pero no quiero objetar porque sé que se ofenderá. Además, tiene el mismo derecho que yo.

—Sostente Alfa que me subiré encima, así entra de una buena vez —dice apropiándose del esfuerzo con su semblante resuelto y las venas marcadas preponderando su níveo cuello.

Y solo atino a aferrarme y que sea lo que tenga que ser... Pero la cuestión es, que me da algo de pavor, de que se tronche algo o de que se lastime en el intento.

—¡Api! ¿Todavía están con eso? Llegaremos de noche si no terminan de una buena vez —comenta ofuscado, el retoño en el acceso al dormitorio.

Bueno, no tan retoño, porque a sus cinco años mi pequeño es la mini versión de su padre Omega, amoroso pero con un carácter de mil demonios.

—¡Bueno Jeon Dong-yul! Más respeto que soy tu progenitor ante todo —ofuscado le dice, mi Omega —. Es que tu padre aceptó que sea yo, el que haga los bolsos. Y dispuse tanto que no me cabe en la maleta —observo divertido la mini discusión de padre e hijo y decido intervenir.

—Ya peque, espéranos abajo que enseguida estamos contigo, y no olvides tu bolsa de juguetes —le digo a mi pequeño cachorro mientras lo observo rodar los ojos a causa de su efímera paciencia.

—Bueno papi... Pero haz que el api se apure, si no, no nos vamos más —se retira entre saltos emocionados, y virando hacia mi Omega, percibo como me taladra con sus ojos.

—¿Qué pasa cariño? —consulto como si nada y a la espera de mi sermón.

—Tú sabes que pasa, le das demasiadas mañas y eres muy permisivo para mi gusto —me observa cruzando sus brazos entre manifiestos morritos.

No puedo aguantar ni un segundo más... Así que corriendo la maleta del lugar, lo arrastro hacia la cama y encima de mí —. Ven aquí cachorro —ya sentado sobre mis piernas, lo abrazo firmemente —. Deja de fruncir el ceño que te aparecerá más arrugas —risueño le digo.

Se gira de inmediato y golpea mi hombro como tantas otras veces que lo hago fastidiar.

—¡Pero! ¿Qué dices? Si yo no tengo arrugas... Bueno, no tantas —comenta chinchudo y de inmediato, acuno sus mejillas para abocarme a un tierno y dulce beso que rehace la sonrisa de mi Omega casi instantáneamente. 

Acaricio sosegado su espalda mientras reparto suaves roces por cada rincón de su bello rostro, pereciendo en sus dulces belfos con un beso de más entusiasta.

Reservo bajo la yema de mis dedos, su fiel estremecimiento. Y me trago sus tenues jadeos provocados por la sensación de morarnos apegados.

Hasta que atiendo: —¿Ahora vos papi? ¡Ya dejen de besarse y vámonos!

En cuanto distanciamos nuestro efusivo beso, observamos que ni el rastro se atisba de nuestro impaciente pequeño en el marco de la puerta.

Y al mirarnos, estallamos en sonoras risotadas dado que hay actitudes que perduran en nosotros a pesar del paso del tiempo...

Cómo son: sus berrinches y mis calmadas.

—Mejor finaliza tú amor. Termina con la maleta, que bajaré para asegurar el resto de las ventanas y puertas —dice mi juguetón Omega —. Porque si perduro sobre tu regazo, no mediré las consecuencias y, posiblemente, me encuentre nuestro pequeño demonio disfrazado de angelito; en alguna otra treta —con un jugoso roce de lenguas abandona mi regazo, moviendo sus caderas como el bendito y sexi rubio atrevido que es. Alejándose bajo la atenta lupa de mis deseosos ojos.

Ya en viaje sobre la ruta, observo por el retrovisor a los dueños de mi corazón iniciando nuevamente una partida de naipes, un juego que consiste en robar cartas entre sí o algo por el estilo.

—¡Papi! ¿Quién crees que ganará? —comenta de más entusiasmado mi cachorro, señalando con sus pequeños dedos a su api de manera amenazante pero en modo juguetón.

—Y... está difícil la cuestión, porque ambos, son expertos en robarme el coraz... —explico siendo interrumpido por mi Omega.

—¡Cuando no tú, amor! Pero te aclaro algo, primero, te lo robé yo. Así que a menos que me llenes de besos "pequeñito de mi vida", te ganaré la partida —entre cosquillas api e hijo se disputan de mi amor.

Rememoro el paso de los años, y todavía me cuesta creer que superé esa etapa tan difícil de mi vida... Aunque algunas mañas viejas quedan como algún que otro cigarrillo, pero siempre a escondidas de mi hijo porque si no, tremenda escena de novela me plantean.

He cambiado mi rutera compañera de emociones por un auto familiar. Para trasladar las exageradas maletas de mi esposo -como en este preciso momento-
que por un fin de semana en la playa lleva ropa para como para diez días. Aunque se pase siempre con lo mismo y en la habitación, en pelotas.

Otra buena costumbre arraigada, disfrutar de nuestro buen sexo en cada momento que se pueda.

Observo -nuevamente- por el espejo retrovisor y se asoma el hermoso rostro de mi Omega que en un suave susurro me dicta un "Te amo" a mi reflejo... Y solo puedo rendir besos en retorno al espejo para luego rematar con un "Yo te amo mas" a su reflejo.

🐺👦🐺

¿Inmensamente feliz? ¿Esas serían las palabras adecuadas? Guardo a lo lejos a mi Alfa y mi pequeño deslizarse por el agua complacidos y venturosos con la calurosa jornada.

Aunque me ofusque con su crianza permisiva, no puedo negar que la conexión entre ellos es tal, que se hablan con la mirada.

Vigilo el arribo de mi esposo hasta mi sitio, deslizando mi visión por cada rincón de ese descomunal cuerpo.

Mi Alfa, a sus casi treinta años, es el centro de atención de miradas indiscretas. Y nada importa que lleve cargado en sus sólidos oblicuos a nuestro pequeño, todo al contrario, ya que pareciera que alienta a ser devorado con su porte de padrazo del año.

Pero debo darles la razón... Su codiciado y sensual cuerpo es altamente adictivo, con esos renegridos y húmedos cabellos cayendo sobre su bendito rostro, es la puta gloria... Pero gloria, solo mía.

—¡Cariño! Ven al agua que tu hijo te reclama —observo al pequeño refunfuñar y rodar sus ojos mientras cuelga de su cadera.

Sonrío sincero para luego incorporarme y decirle a mi pequeño: —Más que seguro pequeño, que tu papi ya me extraña ¿No?

Y estirando sus brazos hacia mí, lo alzo enredando sus piernas en mi cadera mientras me dicta: —Como siempre api, papi ya quiere comerte a besos y ¡Qué guácala!

https://www.youtube.com/watch?v=TGmhegUTXk4

Apoyado en el balcón del hotel y  disfrutando de un cigarro en la serena oscuridad iluminada de tenue manera por la luna, percibo un llamado a mis espaldas...

Un "Alfa" rebosante de sensualidad me hace virar sobre mis talones para atisbar al descarado y sexi Omega que tengo la dicha de poseer como esposo, apoyado en el acceso al balcón completamente desnudo como a mi tanto me ambiciona.

Jugueteando con sus dedos empapados en saliva mientras me observa, recorriendo con su otra mano -bajo mi atenta inspección- los contornos de su bendita cadera.

Lentamente me aproximo, conteniendo mi respiración. Solo quiere perder oxígeno consumiéndolo a él, a su piel, a su calor; quemarme en sus entrañas hasta que su cuerpo dictamine el final de esta incipiente y acrecentada pasión.

—Necesito mimos Alfa —con su ronca voz denotando su ardorosa vehemencia me sumerjo en su cadera para degustar y paladear a mi antojo de mí talante ambición.

Lo cargo sobre mis hombros y lo elevo empotrado a la pared, consumiendo hasta la última gota de placer que se digne a ofrendarme.

Un par de minutos después, y entre medio de jadeos obstruidos por mi mano, le indico que no haga demasiado ruido porque en la habitación de al lado duerme nuestro pequeño.

Verlo contenerse, deformando su rostro a causa de la pasión, me provoca endurecer aún más mi hombría. Y duele, duele al punto que lastima. Así que abro mi bragueta y libero a mi duro miembro mediante guturales gruñidos.

Y aprovechando el fluido que delimita un camino de saliva hacia su cavidad, introduzco dos dedos en lo profundo, alternando con mi laboriosa lengua.

Él, contiene sus gemidos aferrándose a mis sudados cabellos y aprovecho a degustarlo completamente para luego arrastrar su bendito cuerpo hasta el lecho, donde lo deposito entre húmedos besos regados sobre su piel.

—Móntame cariño —entre gruñidos le exigo.

—A tus órdenes, mi Alfa...













































BUENO BUENO, ESPERO QUE HAYAN DISFRUTADO ESTE ESPECIAL😈

A POCO CREÍAN QUE AL PRINCIPIO LO EMPERNABAN A NUESTRO ALFA😏😈🤣🤣🤣

GRACIAS POR LEER, COMENTAR Y VOTAR 😍

NOS VEMOS EN EL ÚLTIMO ESPECIAL ♥️

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro