Part 5

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Con ayuda de una espumilla dejo varios toques de color azul y violeta sobre el lienzo para crear el cielo.

Me inclino de lado en mi banquito, para lograr ver el perfil de Jungkook, y espiar un poco su pintura, cosa que no logro, ya que la posición de su caballete en frente al mío impide la visión de su cara bonita.

—¿Qué dibujas? —pregunto curioso.

—Es una sorpresa —tararea.

—¿Alguna pista?

—Una historia de amor —se ríe al ver mi cara de confusión—. Cuando la termine podrás verla. ¿Qué estás dibujando tú?

—Un paisaje... es algo básico, pero-

—Los paisajes son tu fuerte, siempre logras transmitir un sentimiento a través de ellos; incluso cuando solo se trata de un atardecer o un campo florecido.

Pequeñas cosquillas se asientan en mi estómago. Él no tiene idea del efecto que tiene en mí, hasta sólo con decir un par de halagos, me convierte en la persona más dichosa.

—Gracias...

El tiempo restante continuamos con nuestras pinturas, mientras la música de fondo llena el cómodo silencio.

Ambos soltamos los pinceles al mismo tiempo.

—¿Listo? —pregunta Jungkook, asomándose detrás del lienzo.

—Listo —afirmo—. ¿Y el tuyo?

Él asiente como respuesta. Cada uno tomamos nuestros respectivos lienzos y los posicionamos sobre el escritorio de caoba en una de las esquinas de la habitación de Jungkook, para que ambos lográsemos apreciar el trabajo del otro.

—¡Es precioso! —abre los ojos de par en par, viéndose emocionado—. ¿Puedo tomarle una foto?

No es la gran cosa. Pero al parecer él encuentra fascinante el paisaje de atardecer violáceo, con árboles de hojas púrpuras, al igual que el césped y el lago en la mitad de todo.

Sin decir nada al respecto, pues mi amigo ya se halla fotografiando la pintura. Mis ojos se desvían hacia su lienzo, un suspiro escapa de mis labios.

Pestañeo lentamente, acercándome al cuadro. Mi índice recorre el contorno del lienzo con suavidad.

—Este dibujo...  —apenas alcanzo a decir, sin dejar de admirar la delicada flor de pétalos azules cristalizados, lila y toques de rosa pastel y blanco difuminado.

Flor de Smeraldo —contesta aproximándose a mi lado—. ¿Es tu historia favorita, no?

Siento como aumentan los latidos de mi corazón. Al mirar de soslayo su dulce mirada y esa sonrisa orgullosa en sus labios. Yo tan solo quiero besarlo, tanto, tanto.

—¿T-te gusta? —su voz titubea.

—Más que eso —musito—. Es hermosa, Jungkook.

—Mientras la pintaba pensé en lo genial que sería si de verdad existieran y poder hacer un ramo con ellas.

Un poco sorprendido, desvío mi atención hacia el amor de mi vida, el cual no aparta su mirada del cuadro.

—¿Un ramo?

—Yo..., me gustaría dárselas a alguien especial.

Como si me arrojaran un balde de agua fría, todo mi entusiasmo es drenado.

Trago grueso y exhalo con pesadez. Retrocedo mis pasos, hasta sentarme de nuevo en el banquito al lado de mi caballete.

—¿Piensas declararte a alguien o algo así? —pregunto sin ser demasiado fan de la respuesta que probablemente escucharé.

—S-sí, bueno... quizás, no estoy muy seguro —rasca su nuca. Sus pómulos se tiñen de un tenue carmesí.

—¿Por qué? ¿Qué te lo impide?

Sus ojitos llenos de constelaciones me miran con temor.

—¿Y si me rechaza?

—No hay una posibilidad de que alguien pueda rechazar a un chico como tú, Jungkook.

Aunque odio elevar sus esperanzas y no ser capaz de comportarme como un idiota para romper sus ilusiones. No puedo más que ser sincero con él, porque el simple hecho de que la dulzura, belleza, sencillez, gentileza, comprensión y jovialidad hecha persona, pudiese ser rechazada no tenía sentido alguno.

—Lo dices para subirme los ánimos —dice con diversión, incrédulo de mis palabras.

—Hablo en serio —mi voz es firme. Y me sorprendo a mí mismo al ser capaz de no romper el contacto visual entre ambos—. Eres el sueño de cualquier chica, lo juro.

Eres mi sueño.

Me alarmo unos segundos al ver de repente sus ojos nublarse de lágrimas. Hago un ademán de acercarme a él; sin embargo, me quedo inmóvil al ver una sonrisa sincera trazar sus labios.

—Gracias, Tae...

A veces tantos sentimientos se aglomeran en mi pecho, que no sé darles nombre.

—No tienes que agradecer —susurro, cuando se abalanza a mí rodeando mi cuello con sus brazos.

No le sé dar nombre al calor que su cuerpo desprende cada vez que me abraza.

No le sé dar nombre al aura brillante que  resplandece en él cuando pasamos tiempo juntos.

No le sé dar nombre al suceso de las personas desapareciendo cuando le veo sonreír.

Tampoco le sé dar nombre a lo precioso, embelesante, cautivador y entrañable de sus grandes orbes cafés titilando más que cualquier noche estrellada.

Este sentimiento es inefable.

Jungkook, es simplemente inefable.

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𝓢𝓸𝓶𝓮𝓽𝓲𝓶𝓮𝓼 𝓘 𝔀𝓲𝓼𝓱 𝓽𝓱𝓪𝓽 𝓘 𝓬𝓸𝓾𝓵𝓭 𝓯𝓻𝓮𝓮𝔃𝓮 𝓽𝓱𝓮 𝓹𝓲𝓬𝓽𝓾𝓻𝓮.

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