❁•° D I E C I N U E V E °•❁

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—¿Qué? —Preguntó Chin Hwa.

—Ah... —Vaciló, sin quitar esa mirada llena de miedo sobre el chico. A Dong Sun casi se le salía el corazón al encontrarse nuevamente con aquellos ojos tan expresivos.

El rubio frunció el ceño y miró detrás de él. Al encontrarse con aquel hombre, nuevamente arrugó su frente al estar más confundido. ¿Y él quién era? —se preguntaba.

—¿Han Gil? ¿Quién es ese hombre?

—No lo sé, pero...

Y su frase quedó nuevamente en el aire cuando se dió cuenta que el chico venía caminando hacia ellos. Su cuerpo se quedó rígido al ver su rostro más de cerca, a su perspectiva parecía bastante bien; pero eso no le quitaba que fuera un maleante, secuestrador u homicida.

—Hola, ahm... yo...

Cuando su voz se escuchó Min ki no pudo evitar en ponerse nervioso, rápidamente buscó alguna excusa para escapar. Desde aquella noche que hablaron, en su mente se seguía repitiendo la gran desesperación que adquiría aquel hombre por encontrar a su amigo.

No quería que él lo descubriera, tenía que desaparecer y así que los presentes no sospecharan nada. ¿Sospechar qué? Qué oculto a Han Gil solo por amor. Un amor ciego por Dong Sun.

—He olvidado mi lápiz en el salón —añadió de pronto, siendo que su tono de voz apenas se escuchó.

Se echó a correr mientras que todos veían como desaparecía por el pasillo. El castaño suspiró y vió a Yoongi en busca de una respuesta.

Sin embargo, él seguía con una expresión neutral.

—¿Han Gil?

Sólo bajo la cabeza, viendo como sus pies jugaban con una pequeña piedrita. Dong Sun se sintió mal cuando observó que lo estaba evitando.

—¡Oye! No seas mal educado, te está saludando.

Ambos lo miraron, por primera vez Dong Sun estaba agradecido por uno de esos estudiantes de hormonas aceleradas. Pensó que esto iba a resultar un poco más fácil, sin embargo, estaba que se lo comían los nervios.

—Uh...

—Disculpa. —Interfirió Dong Sun, dirigiéndose al rubio. —Me gustaría hablar un rato con tu amigo, ¿Podrías dejarnos un tiempo a solas?

Este lo miró y entrecerró los ojos.

—¿Y usted quién es? —Preguntó con un tono de autoridad.

—¿Eh? Bueno...

—Él tiene un hermano aquí —Habló Han Gil. —La tarde pasada charlamos y él me comentó que su pariente suele tener dificultades en una materia, así que tras conocerlo estamos acordando que le de consultorías.

Dong Sun sólo lo miró en completo silencio, mientras que el otro chico asintió lentamente, tragándose un cuento muy cliché.

—Está bien, entonces me voy a casa. —Golpeó ligeramente el hombro de su amigo como símbolo de despedida, luego hizo una pequeña reverencia al peli-negro y se fue.

Nuevamente la incomodidad volvió y el menor no quiso moverse de ahí, sólo por precaución. Quería asegurase de que él se vaya primero antes de volver a casa y que lo siguiera a escondidas. Lo que menos deseaba era poner en riesgo a su familia y también en evitar visitas sorpresas.

—Sé lo que puede estar pasando por tu mente. —Dong Sun interrumpió el silencio.

—Ah, ¿Sí? —El castaño se cruzó de brazos. Ignorando por completo a los demás estudiantes que pasaban a un lado de él.

—¿Estás enojado conmigo? ¿Acaso te hice algo mal? —Preguntó, al borde de las lágrimas. —¿Por qué estás actuando así?

—¿De qué habla?

—¡Y sigues evitándome! ¿O es que no te importan tus padres? Ellos han sufrido tanto como yo.

—¿Mis padres? —Frunció el ceño. —De verdad no sé de lo que me esta explicando, otra vez se está equivocando de persona.

—¡Deja de decir eso! —Exclamó, al borde de la paciencia. —¿Acaso me vas a decir que no eras feliz? ¿Esa es la razón por la que te marchaste? ¿Ni si quiera pensaste en mí?

—D-de verdad lo siento tanto, pero no sé de qué me está hablando... Y-yo, no conozco la relación que llevábamos...

—¿Qué? —Rió sin ganas, sin creerse la gran excusa que estaba escuchando. —¿Quieres que me crea eso?

—Tiene que, porque no llegue aquí por mi propia cuenta.

—¿Qué estás dici...?

—No recuerdo mi vida pasada, a excepción de algunos detalles, pero... todo es muy confuso. Nuevamente le pido disculpas por no reconocerlo.

En ese momento, Dong Sun empezaba a presentar mareos, quería saber más sobre ese hecho antes de que perdiera la noción del tiempo. Sin embargo, dió unas largas respiraciones para calmarse.

—No sé si lo más adecuado es hablar aquí, tal vez podríamos ir a...

—Yo no me muevo de este lugar. —Interfirió, alzando un poco la voz.

El peli-negro sólo tragó duro.

—Bien, haremos lo que digas, pero... Necesito explicarte varias cosas. ¿Habrá por aquí alguna banca? Esto tal vez tomará mucho tiempo.

El chico señaló a su izquierda y hasta el fondo se encontraba una de las áreas verdes, él podía estar en paz ya que en todo el instituto estaba controlado por varias cámaras de seguridad. Así que fueron a dicho lugar y ambos tomaron asiento en diferentes bancas.

—¿Deberíamos empezar por presentarnos?

Han Gil sólo se encogió los hombros.

Suspiró—. Mi nombre es Baek Dong Sun y yo soy tu... —Se detuvo de golpe al analizar lo que estaba a punto de decir. Se dió un golpe mental y sacudió su cabeza. —Eso te lo explicaré más adelante.

—Beak... —dijo despacio. El mencionado levantó la mirada algo sorprendido. —A mi hermano le gusta ese apellido.

¿Hermano? —Se cuestionó.

—¿Tienes una familia grande?

—No debería decirle eso puesto que, usted aún es un desconocido.

Auch.

—Entiendo... —Rió forzosamente.

—¿Cómo es que me encontró?

Dong Sun remojó sus labios. —Yo no te encontré, tú lo hiciste.

El castaño frunció el ceño.

—Sé que suena muy extraño. —Sonrió. —Aunque no sé por dónde empezar... —Bajó la mirada hasta sus pies, los cuales se movían lentamente como si fuera lo más entretenido del universo. —Tú nombre es Do Han Gil y llevas más de dos años desaparecido.

Sus ojos se abrieron como platos y se preguntó si era el momento de escapar y pedir ayuda por qué un psicópata le quería hacer daño.

—Tú vivías en Seúl junto con tus padres y un hermano mayor. Íbamos a diferentes colegios, pero siempre en las tardes iba por ti para ir a tu casa y hacer la tarea juntos, si tú no entendías una cosa yo te lo explicaba por la razón de ser unos grados más altos que tú. Al principio nos tratábamos como unos grandes amigos, si te sentías mal siempre iba a ti para hacerte el día o la noche más feliz, cuando tus padres peleaban llorabas frente a mí porque ya no podías ocultarte de los demás. Me tenías la suficiente confianza como para decirme algunos secretos y yo te escuchaba, porque aparte de que siempre he deseado tu felicidad me sentía muy bien a tu lado. Yo no podía seguir en una relación de amigos ya que siempre me ponía algo ansioso, quería abrazarte, decirte todos los días cuanto te amaba, y por supuesto, en besar por primera vez esos labios. Así que un día me armé de valor y te dije todo lo que sentía por ti, en un principio parecías muy sorprendido y luego me sonreíste cuando también me dijiste que me amabas. Desde ese momento entablamos una relación, la cual estaba envuelta de un gran cariño y no del egoísmo. Nos amábamos más que a nada, hasta que una noche no volviste a casa... —Tragó duro, su vista se estaba volviendo muy borrosa. —Cuando me entere de la noticia rápidamente te busqué por los lugares que te gustaban, pero no pude encontrarte. Una semana paso, dos, tres, medio año, dos años... Dos malditos años en los cuales nuestras vidas cambiaron, no quería salir de casa, mi vida alegre cambió a ser todo lo contrario, mis padres me querían llevar a terapia pero me negaba, perdí muchas amistades y sobre todo las ganas de seguir de pie.

Han Gil no podía negarse, al escuchar la historia y sobre todo como la voz del chico cada vez de rompía más; sin duda, lo ponía muy mal.

HyunJack.

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