◽37◽"Consciencia"

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Y así, suceden interminables minutos en donde los labios de uno se funden con los del ajeno. Fusión de cálido y frío... Entrega y clara necesidad... Dos cuerpos que se dejan ser, de a momentos y a pesar de todo, aunque el arrebate dure lo que tenga que durar.

Porque en cuanto ingresa al comedor el hermano mayor para preguntar por una cuestión meramente administrativa, se encuentra a su menor con las manos apostadas sobre el glúteo del rubio mientras ambos se tragan... Y no figurativo, sino literal.

Y éste, sobre que lo observa ingresar, empuja lejos el cuerpo del vampiro al cual no puede dejar de desear. Maldiciendo por dentro ser tan débil de mente y dejarse llevar por lo que quema como llama ardiente en cada poro de su piel.

—Por mí sigan, no hay problemas, pero necesito para última hora de la tarde la contabilidad de las fábricas de la costa Este.

Anuncia Nam como si nada, con su fenomenal porte de dueño de casa y ocupando ciertas miradas que a veces prefieres tener la dicha de no ojear.

Y a medida que su jefe se aleja al rubio lo invade de repentina manera, la culpa, al ver la decepcionante mirada que le entrega el recibidor de sus ardientes toques.

—Jung...

—Mejor no digas nada, voy a empezar con los balances así terminamos cuanto antes. Si no quiero que mi hermano termine por echarme a la calle.

Y así, el no muerto se aleja del descompuesto cuerpo del rubio, quién pega la parte posterior de su cabeza sobre la pared lateral del comedor; sin poder creer ser tan inepto en las cuestiones del romance y del amor.

Porque, aunque maldiga por dentro, la sangre que hierve y se acumula como lava ardiente sobre su bajo vientre tiene igual o mayor impacto sobre el costado palpitante de su pecho... Situación que nunca antes había experimentado, o que creyó errado, haberlo experimentado.

¿Cómo puede imaginarse con un futuro a su lado? ¿En qué cabeza cabe que se funda el alimento con el animal sediento de ello?

Ni si quiera es un condenado hombre humano aquel en el cuál se ha fijado. Pero luego se le vienen como flashes: el claro recuerdo de su hipersensibilidad a los olores -sobre todo- al olor de cierto ser lúgubre que con su natural aroma opaca toda posibilidad de raciocinio, la eximia sensación que experimentó al probar su sangre (aunque luego aparezca) la aversión ante dicho recuerdo...

Así que no puede negar que se siente y se sintió pleno. Cómo si estuviera en el preciso momento y lugar correcto.

Y ante sus claras memorias, siente ahogar un nudo en el medio de su pecho. Es que no puede manejar correcto, todo lo que la situación le provoca por dentro. De ser un nadie para otros pasó a ser un objeto de deseo. Y nada más ni nada menos, que de un ser repleto de sombras.

Pero lo que más lo asusta, es que todo esto no le da miedo como realmente debería hacerlo. Provocando que se perciba aún más incorrecto y totalmente inseguro de su renuente pensamiento.

Así sin más, se aleja hacia donde debería estar en este momento. Una gran habitación amueblada con varios estantes repletos de libros y datos, dos amplios escritorios para cada uno de ellos junto a una gran antorcha de luz artificial en el medio del salón. Y otras más pequeñas, dispuestas por las paredes a los lados.

Y en cuanto ingresa, el aroma de aquel que lo apresa lo llena, recorriendo cada rincón de su soma y actuando como un calmante afrodisíaco de la creciente ansiedad de su sistema.

Así mismo, intenta no quedar al descubierto tratando de no enfocar su atención sobre el hermano menor y dirigiéndose a uno de los ventanales cerrados del salón. Y en cuanto lo abre, lo reciben pequeños y raros rayos de sol que de inmediato lo molestan y provocan cierto ardor.

—No recomiendo que salgas expuesto hacia el brillante astro. Si quieres salir, deberías tomar precaución. Por lo menos puedes tú, aún disfrutarlo.

Suelta el no muerto hacia el rubio concentrado en su labor. Y éste, que observa a lo lejos se cuestiona desde hace cuanto no puede el dueño de esa ronca y sexi voz, salir como si nada hacia el exterior.

—¿El sol te hace daño? Tengo vagos recuerdos de que el agua también, o eso me parece —cuestiona el joven rubio ante un repentino silencio.

Y el no muerto menor, ahora sentado y exhalando como en preparación de un sermón, eleva la cabeza diciendo: —Nos mata, podemos aguantar solo unos momentos expuestos al sol, en donde tu cuerpo aguanta grandes unidades de dolor haciendo lenta tu posterior recuperación. Pero si no tienes esa suerte, te conviertes en cenizas y carbón... Y el agua, funciona como alguna especie de ácido, por así decirlo.

La cara del joven rubio preguntón debe ser tal, que el vampiro sonríe por la bajo diciéndole que la molestia en el, es tan solo pasajera. Basta con que se aleje de lo que no debe hacer para -finalmente- recuperar sus funciones normales en él.

Pero de inmediato, es sorprendido por dos palabras cargadas de empatía hacia su añeja persona que lo sorprenden gratamente.

—¿Y tú? —Cuestiona el rubio al no muerto. 

—¿Y yo qué? —se anima a hurgar en la incipiente curiosidad sin indicios de locura del rubio.

—¿No te gustaría poder volver a la normalidad? ¿Poder disfrutar de los escasos rayos del sol en una tarde como esta? ¿De nadar en algún lago junto a tu amor?

—¿Acaso haz hecho tú, siendo un humano, todo lo que haz dicho? Por mis observaciones y experiencia personal, que data de largos años, la gente normal no se dedica a disfrutar los pequeños placeres que le ofrece la vida diaria. Aunque no lo creas, hay más desamor del que parece. Y me refiero a poder hacer lo que uno quiere... Siempre pensando en los otros o en el qué dirán, que la vida los consume sin llegar a vivirla realmente. 

Entonces, al rubio lo invade la desidia de vivir en esta impuesta sociedad donde todo es apariencia, donde nadie piensa en lo que realmente quiere y en dónde la falta de empatía es moneda corriente.

—Al final, parece mas atractiva tu vida que la mía —anuncia el rubio sin dejar de observar hacia afuera pero con sus pensamientos viciados en cualquier otro lugar. 

—Si pudiera elegir, —anuncia el vampiro —no dudaría en vivir como tú, aunque rápido envejezca, porque eso implicaría poder amar y ser amado de vuelta.

Y sin cruzar vocablos, el rubio se ubica para trabajar en su escritorio con un claro sentimiento de alguna especie de culpa y palabras ahogadas por escapar desde su boca.




























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Los amito mucho ♥️

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