◾6◾"Efímera contienda"

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El joven rubio se aferra al lavado con una fuerza irreconocible para su entereza, mientras percibe como su nuez de Adán se acomoda paulatino a medida que logra tragar ante las recientes impresiones adquiridas.

La percepción que le devuelve el eximio y lujoso tocador, crece dentro suyo como la inminente sensación de ser participe o promotor de algo que se gesta sin siquiera poder controlarlo, y que va más allá de lo que pueda distinguirse como bueno o como malo.

Así que solo atina a mojar nuevamente, su nuca con incrementada desesperación, mientras su frecuencia cardíaca aumenta raudo ante la frígida evocación que contrarresta con su acalorada dermis.

Una necesidad física más allá de su propio conocimiento, le atribuye a sentirse hirviendo y no metafórico, sino literal, mientras siente su ropa quemar por cada fracción de su agraciado cuerpo.

La continúa luz del farol sin fuego frente a sus ojos, lo trasporta lejos del lugar. Cerrando sus ocelos ante la ceguera que le genera al observarlo directo y si a eso se le suma su creciente y nada disimulada erección bajo la marcada emoción que denota su porte al sentirse contemplado, bien podría pensarse que se está volviendo loco o que ya se volvió del todo.

Pero entonces, una nube de inminente placer comienza a recorrer lentamente las bajas extremidades de su cuerpo. Comenzando desde sus tobillos y haciendo tiritar cada porción de piel al alcance de semejante apercibimiento.

Se siente atrapado en una bruma tóxica de ardiente pasión difuminada a su alrededor y ante la cual, totalmente consciente, le otorga escasa resistencia. Porque sentirse atrevido y elevado en su libido ante la aversión de lo que debería ser, muy por el contrario, lo complace de mil maneras.

A continuación, el joven rubio se inclina sobre el lavado exhalando una larga bocanada de aire retenido desde lo más profundo de sus pulmones ante el roce desmedido de algo irreconocible sobre su prominente erección... Erección que quema por salir desvergonzada a sollozar al exterior. Pero preso del ataque de pánico mezclado con el enardecimiento que brota por sus venas, no atina a moverse más que a dejarse llevar por el velo ensombrecido que lo rodea.

Y es tan intenso todo lo que vivencia, que en un momento se abruma y cierra con fuerzas sus ojos. Pero una sensual y ronca voz ya conocida por el rubio, le exige desde lo más remoto de sus pecaminosos pensamientos, que abra presuroso sus ocelos para guardar la visión de su estremecido tomo ante el reflejo que le devuelve el espejo.

Y enteramente agitado, el mortal abre paulatino sus vidriados ojos mientras observa el reflejo del empañado espejo sin ver nada más que su cuerpo ardiente de fervor y de deseo. Sintiendo luego como un pecaminoso hormigueo toma posesión de sus caderas, sensibilizando la unión de sus nalgas ante una fría corriente que se mete sin previo aviso sobre el abismo de su cuerpo. Provocándole un fuerte respingo y atorando el aire que entra cansino por su débil garganta.

Recuerdos...

Vestigios de lo que alguna vez soñó, ahora estando despierto.

Un calor abrazador, penetrando por completo cada rincón del entregado cuerpo de un joven que se deja ser sin medir las verdaderas consecuencias de sus actos.

Ardor... Quema por dentro y se prende fuego con cada entraña de su ser. Percibiendo como sus límites son forjados más alla de lo que pueda ser capaz de imaginarse haciendo en algún momento.

Un ronquido grave retumba como un eco divino en los pabellones auditivos del rubio mortal seducido, que estremecido de pies a cabeza, disfruta por prima vez en su vida. Disfruta de ser sometido frente a un velo que lo acusa ante las sombras de algo que va más allá de su propio entendimiento, y que coloca su mundo de cabezas.

Y aferrado al lavado, con creces, mientras se seduce a él mismo frente a la erótica imagen que le devuelve el espejo. Percibe un frío escozor en su cuello más una innegable sensación de querer ser marcado como si fuera un preciado objeto.

Pero un fuerte tañido a la puerta, seguido de un par de palabras cuestionando si se encuentra bien o si necesita algo del personal de servicio de la majestuosa mansión, lo despierta del idílico trance o de lo que fuera que acontecía en ese momento. Dándose cuenta de la rojez de su rostro que quema y percatándose de que estaba a punta de eyacular sobre sus prendas.

De inmediato, siente la ausencia de algo que lo deja al descubierto. Y acomodando sus prendas como puede, le indica al personal al otro lado de la puerta (y con su voz algo tomada) "que gracias, que enseguida sale y que no necesita nada".

Y mirándose por última vez frente a aquel espejo que fue testigo de su completa e impertinente ofrenda, se retira del sanitario tragándose cada una de sus dudas y dilemas. Ya que no le encuentra explicación racional alguna para lo sucedido ahí adentro.

Por otro lado, el no muerto menor, completamente agitado y materializado en su totalidad, no deja de pegarse mentalmente ante el arrebato de querer enterrar presto sus afilados colmillos ante la deliciosa piel de ese delicado humano. Y no es que tenga ganas de matar, es la maldita necesidad de sentir su dulce sangre como una potente droga mortal.

Endemoniada necesidad que crece como un tumor maligno dentro de su gélido ser, apoderándose de cada espacio sin dejar lugar al raciocinio más que a la vesánica necesidad de hacerlo suyo una y otra vez.

—Jung Kook ¿Te encuentras bien? —el agradable timbre de voz de su hermano del medio, lo saca (en parte) de su conmoción.

—Sí... Ya estoy bien... lo aseguro — contesta completamente seguro y tratando de engañarse a él mismo.

—Pues no se nota hermanito, porque mejor no me acompañas a dar una vuelta por el jardín. Es un hermoso día nublado y tu hermano mayor me ha dado la estricta orden de que salga de mis cuatro paredes hacia el mundo exterior. —finaliza gesticulando en reparo a como articula sus palabras el no muerto mayor.

—Te lo agradezco, pero no estoy de ánimos para estúpidos paseos. —Contesta resuelto y sin importarle nada al menor.

—¡Hey! ¡Solo trato de ayudar a sobrellevar lo que sea que te esté pasando! Y desde ya te digo hermanito, que puedes contar conmigo para lo que necesites.

Dicho esto, el menor se retira. No sin antes arrimarse a darle un efímero abrazo a su hermano. Él no es de andar demostrando afecto alguno pero agradece la sincera preocupación del consanguíneo del medio.

En el despacho del flamante jefe, el joven rubio dispone de firmar unos documentos que cumplen la función de contrato para su nuevo trabajo, contento en parte por tener la posibilidad de laborar para la gran firma Kim pero con recelo por dentro, por todo lo que le sucedió en aquel baño.

El mayor explica con lujos de detalles cuales serán sus responsabilidades y que tienen que ver en gran parte, con llevar la documentación del control de la contabilidad tributaria de las diversas sedes distribuidas por las zonas aledañas.

—¿Alguna duda o pregunta qué requiera que le aclare? —cuestiona el jefe ante un atónito joven que abre de más grande sus ojos.

—Disculpe... Es solo que... me siento honrado pero a la misma vez asustado por tamaña labor. Pero prometo dar lo mejor de mí para no desilusionarlo. — Comenta el joven rubio lo más seguro posible, tratando de dar una mejor impresión que la que dió al regresar del lavado, en cuanto el jefe le habría preguntado si estaba con calor o sofocado ya que la rojez de su rostro no pensaba abandonarlo por un buen rato.

—No se preocupe, parece mucho pero no lo es tanto. A parte, estoy yo para ayudarlo o mi hermano menor en todo caso. La idea es que pueda deslindarme un poco de las responsabilidades, pero eso no significa que lo dejaré en solitario y a la deriva como barco sin timón, así que no dude en preguntar si necesita ayuda con algo. Por lo pronto, lo espero mañana de nuevo aquí, en mi oficina, a primera hora de la matinal. Es necesario que lo acompañe por un lapsus de tiempo hasta que se sienta competente. Yo confío en usted, falta que usted lo haga solamente.

Finaliza el flamante jefe ante los ojos repletos de ilusión del joven rubio, rubio que solo puede pensar en sentirse venturoso y con la necesidad de correr a los brazos de su prometida para contarle la buena nueva y así lograr, en parte, que la familia lo acepte. 

Creyendo, erróneamente, que si emite palabras sobre lo sucedido en el baño, esto se transforme en un pecaminoso pensamiento solo para sus adentros. No quiere darle tantas vueltas al asunto. Ya que, al fin y al cabo, él es un hombre honrado que ama a su prometida.
















Ajá, ni tú te crees eso heterosexual🤣

Gracias por leer, comentar y votar 😍

Los amito mucho❤️

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