◽ Epílogo ◽

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

En un renegrido bosque repleto de grandes árboles, menean sus hojas cuando dos amantes avientan carreras como si fueran un par de niñatos jugando con el fúnebre paisaje. Saltando de un árbol a otro y otro poco, corriendo a una súper velocidad que es imposible divisar para cualquier ser humano convencional.

Es claro que estamos hablando de dos seres que se encontraron por obra y gracia del destino y de sus hilos, eligiendo morar ensimismados en un amor que fue más real que cualquier tipo de afecto que antes hubieran podido sortear.

Dos seres que contra todo el que dirán, fueron capaces de sentir el afecto del contrario.

Un añejo vampiro enamorado de cada una de las facetas de un simple mortal, y un simple mortal que fue capaz de ver a través del abismo renegrido que le devolvía la mirada del objeto de su afecto, aquel vampiro añejo que le enseño el significado de las palabras "amar sin medias tintas ni preceptos".

Amando en libertad a pesar de ser presos de sus exacerbados instintos.

Pasando por varios dilemas y conflictos, y que pese a todo, los condujeron hasta aquí: a un presente en el cual estando enfrentados a escasos centímetros de distancia, se anuncian con sus miradas lo que son para el contrario. Diciendo todo sin necesidad de decir nada.

Dos gélidos amantes que se compenetran en su sentir y nada más, dejando salir a flote todo aquello que conlleve disfrutar juntos de esta agraciada perpetuidad y de los frutos que ha rendido a lo largo de estos años.

—Cariño, últimamente, estás más veloz... —anuncia el añejo vampiro estirando su brazo para asir el rubio pelo del contrario.

—Es la juventud, abuelito... A ver si te entrenas más seguido que no me gusta siempre ganar. Así, no tiene gracia —con sorna, contesta un pálido rubio que pierde sus negros ojitos en dos finas líneas a medida que sonríe a no dar más.

—Si mal no recuerdo, no escuché tu queja por la escasa resistencia de este viejo vampiro cuando me pedías por más... Y lo de ahora, me gusta verte ganar y creer que es mérito tuyo —contesta, aún más cerca, el pálido morocho.

—No debías recordarme lo de anoche, ya sabes que me emociono por demás. Y por lo otro, dices que el gran Jung Kook, señor de las tinieblas, creador y dueño del primer y único banco sintético de plasma biogenético, ¿se deja ganar por su débil compañero?

—No pongas palabras en mi boca que nunca saldrían de mis labios. Lo que digo es que me gusta verte sonreír ante la gloria. Y si debo llegar siempre último para tener la dicha de que me regales tu alegría, lo haré sin ningún reparo.

El pálido rubio se estremece ante el toque contrario, apoyando su rostro sobre la palma de esa mano y sintiendo todo el afecto que conlleva ese simple y preciado acto.

—No pierdes lo cursi aunque te pasen los años —anuncia el joven vampiro, estremecido de impresiones y con sus ojos cerrados.

—Sería una pena no disfrutar de tus efímeros sonrojos, amor mío —contrarresta un muy enamorado Jung Kook.

—Deja de decirme eso, que cuando me toca ser el guía de los recorridos escolares en el centro de biogenética y te apareces todo galante, más de un niño se ha reído de mi embobado rostro.

—Eso es porque no puedes disimular cuánto me amas, y a esos pequeños, no se les escapa nada. Así que no les hagas caso.

Ambos pálidos amantes se observan por un efímero lapso de tiempo, dejando que todo caiga por el peso del momento en cuanto sus labios se funden en un abrazador y tierno beso... Beso que, de inmediato, se convierte en un cálido abrazo a pesar de lo gélido de sus cuerpos. Tomando del contrario lo que guste ofrendar por el momento y rogando que este, como tantos otros instantes, sean parte del recordatorio de lo maravilloso que fue haberse elegido hace mucho, mucho tiempo.

Preciso instante cuando el rubio decidió dejarse estar bajo el mando de aquella bestia única y especial, que le enseñó y le enseña tanto.

Para luego renacer, como el integrante más joven de la mansión de los pálidos hermanos, aunque ahora estén cada pareja por su lado.

Y aunque tuvo un difícil principio en sus comienzos (cuando desesperaba por matar lo que fuera para alimentarse hasta saciarse) pudo controlarse. Y todo gracias a su cariñoso amante que cedió alimentarlo mientras luchó por años tratando de sintetizar un alimento más cercano y parecido a los componentes del plasma sanguíneo.

—Deberíamos regresar cariño, no falta mucho para el alba. Y esta ciudad conlleva demasiado sol para mi gusto. Tendríamos que visitar más seguido a Nam, sus tierras siempre están cubiertas de densa neblina.

—Es lo único que extraño de aquella vida, poder disfrutar de los cálidos rayos del sol sin rostizar en el proceso o sin tener que salir cubierto de esa asquerosa cataplasma que no me permite sentir nada —suelta el rubio con un deje de tristeza.

—Esa es la idea, cariño. Que puedas salir expuesto a sus dañinos rayos aunque sea un par de horas sin quedar como ceniza de brasero —comenta el morocho mientras envuelve al rubio sobre su pecho —. A parte, en esta época, cada loco viste a su manera, así que pasamos completamente desapercibidos cuando llevamos nuestras raras vestimentas.

—En eso tienes razón, a medida que avanza la tecnología más pareciera que se pierde humanidad... Solo espero que no dejes que te absorba nuestra rutina y dejemos atrás nuestras carreras a altas horas de la madrugada.

—Siempre y cuando me puedas alcanzar de regreso jovencito... Este abuelito te va a enseñar lo que es ganar —decreta el pálido morocho a un segundo de arrancar.

—¡Espera! —grita un risueño rubio, acercándose hasta su cuerpo y rodeándolo por detrás —. No te olvides que me gusta ganar y de solo pensar en ello, me estremezco —anuncia esto último, dejando húmedos besos sobre el cuello del pálido morocho mientras -impúdico- le refriega su despierta entrepierna.

De esta manera, el rubio logra calmar al morocho que cae preso de cada uno de sus engaños a lo largo de este tiempo... Logrando salir corriendo a una súper velocidad que le permite sentirse libre como el viento y con una sensación de omnipotencia que va más allá del resto.

Mientras observa la estela que dejó el rastro de su jovial amante a lo lejos, siente un inmenso afecto que rebasa cada uno de sus poros... Haciéndolo sentir que hoy... Hoy podría ser ese día correcto, el día que le pida a su afín compañero, ser verdaderos esposos, legales y con derechos.














































Cómo verán, toda una vida juntos... Quién pudiera estar a la par de este par 😏

Espero que esta lectura te haya atrapado en sus palabras así como a mí, me atrapó al escribirlas. 😍

Gracias por leer, por pasarte y comentar y sobre todo, votar. Es un gran mimo para uno que le pone un pedacito de su alma en cada letra🥰

Y recuerden, que los amito mucho♥️

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro