Capítulo V

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| ☂ | 03/02/2024| ☂ |

Las luces de la calle dibujaban nuestras sombras mientras caminábamos hacia el coche. Allegra a mi lado, miraba el móvil con el gesto fruncido, y cara de no entender nada.

Tenía curiosidad por preguntarle que pasaba, pero no la conocía de nada.
De hecho, ¿Por qué estaba dejando que ella me llevara en su coche?

¡Claramente era estúpida! Estaba haciendo lo mismo que mi hermana, y ni siquiera me había dado cuenta.

¡Debía tener más cuidado y no confiar en nadie!

Eligiendo mis palabras para no ofenderla, pienso durante un momento que decirle para rechazar su oferta de la mejor manera posible. Desgraciadamente, antes de que tenga nada pensado, llegamos al coche.

—Allegra…— Al escuchar mi voz, ella repentinamente levanta la cabeza y me mira sonriente.

—Dime—. Dice, esperando a que diga algo, pero me quedo en silencio sin saber que decir.

—Quería agradecerte la oferta de llevarme a casa, pero ten en cuenta que hace tan solo unos meses secuestraron a mi hermana, y…

—¡Oh! Lo siento muchísimo no pensé en eso—. Arrepentida, se disculpa de mil maneras posibles—.  Scusa, no era mi intención traerte malos recuerdos.

Non preoccuparti—.  Sin motivo alguno se acerca y me da un abrazo—.  He estado mirando el horario, y tengo claro que iré en bus.

—¿Quieres que te acompañe a la parada?— Alterna la mirada entra su coche y mis ojos, por lo que supongo que la esperan en casa, o simplemente, está muy cansada.

—No, iré sola—. Su gesto preocupado me sorprende, pero rápidamente miento para que no se sienta mal. —Está cerca.

Con una sonrisa nos despedimos, y aprovecho para pedirle su teléfono.

—Si necesitas cualquier cosa no dudes en llamarme, te apunto también el número de Gianno y de algunos amigos más, solo por si acaso—. Observo fascinada como sus dedos largos se mueven por mi teclado con una gracia natural.

Escribe rápido, por lo que intuyo que debe pasar mucho tiempo utilizando el teléfono. O bien, toca el piano.
Esa última y loca conclusión, me provoca una pequeña risa. —También podemos quedar algún día. Esta noche ha sido genial, debo reconocer que hacía siglos que no me divertía tanto.

Espero en silencio a que continúe, pero únicamente me mira.

Su mirada provoca demasiadas emociones en mí, y sé que si quedo con ella me divertiré, y mucho. Aunque, por algún motivo, soy incapaz de alejar a Dalila de mis pensamientos.

Aunque ella y Allegra son totalmente diferentes en todos los sentidos, no puedo evitar comparar lo que ambas me hacen sentir.

Mientras una, promete un buen rato lleno de comodidad, tranquilidad y amor juvenil. La otra por el contrario, parece creada para volverme loca.

Misteriosa, fría, e inalcanzable. El reto perfecto para mí.

Igualmente, opto por lo sencillo: olvidar a Dalila.
Después de todo, no la conozco de nada, por lo que intuyo que será más sencillo de lo que pienso.

Arrivederci—. Allegra se acerca para darme un beso en la mejilla, y de alguna manera, acababa rozando mis labios.
—Ha sido un placer conocerte bella.

—Nos vemos—. Sonrío y rozo sus labios en respuesta, en un mínimo y rápido beso.

Antes de que me dé tiempo a hacer nada, ella me agarra de la cintura y me besa.

Una sensación de placer recorre mi cuerpo de pies a cabeza, y sonrío coqueta, percantándome de mi error anterior.

Quizás no estoy enamorada de Allegra, aún.
Pero besa tan genial, que podría intentarlo.

Con un suspiro por su parte, y después de varios besos más, ella se aleja de mi cuerpo.

—Llevo toda la noche con ganas de besarte, y no he podido resistirme por más tiempo—. Con una gran sonrisa, y un chasquido de lengua. Hace que suene como un comentario totalmente casual.

Me río, y besándole por última vez, me despido de ella. Aunque no sin antes aclarar que quedaremos en vernos de nuevo.

Espero a que arranque el coche para irme, y con un suspiro me dirijo a la parada más cercana.

El corazón late frenético en mi pecho, y con una sonrisa bobalicona pienso en lo que acaba de suceder.

Desgraciadamente, mi buen humor se disipa cuando veo como el último autobús se va en mi cara.
Intento correr, pero estoy cansada y no llego.

¿En qué mal momento decidí venir a esta fiesta?

¡Ah sí! Cuando recibí esa extraña nota donde lo indicaba, je.

Fue en ese momento en el que pensé que quizás podía investigar, pero sin duda, no lo había hecho.

Decepcionada, me siento en una de las sillas dispuestas por toda la parada.

Durante unos segundos, me planteo llamar a Allegra, pero después de rechazar su oferta, me parece algo estúpido.

Finalmente, decido encender el móvil, y llegar a casa caminando.
El recorrido no parece muy largo, y tampoco tengo otra opción. Ya que dudo, que mi compañera de piso esté  despierta para venir a recogerme.

Antes de apagar el móvil, releeo la última conversación que tuve con mi hermana.
Fue cuando empezó a estar asustada por casi todo.
En ese momento no me dí cuenta, pero empezó a volverse muy paranoica pensando que nos seguían.

Tanto mi hermano Leandro, como yo, nos reímos de su ocurrencia.
En ese momento, nos pareció sumamente estúpido que alguien nos estuviera espiando.

No éramos tan importantes, pero Sandra parecía reacia a pensarlo.

Todo cambió después de esa fiesta en la que ella no volvió.

Leandro, pensó que había sido culpa suya por no haber creído a su hermana pequeña, y pese a que intenté que no se sintiera así, fue imposible.

Tenía claro que era culpa de ambos, no solo de Leandro, pero él se negaba a creerme, y empezó a distanciarse.

Pese a eso, intentaba escribirle todas las noches para recordarle que encontraríamos a nuestra herman, pero después de meses, había empezado a dejar en leído mi mensaje.

De manera que, con manos temblorosas, escribo nuevamente la promesa que tenemos. Aunque esta vez cambiando el mensaje por uno más cariñoso, y añadiéndole nueva información sobre la existencia de la nota que había recibido.

Espero unos minutos para ver si contesta, pero doy por hecho que está durmiendo después de ver la hora.

Resistiendo el impulso de dormirme, me levanto y comienzo a caminar.

Por suerte, no hacía frío, por lo que avanzo a paso ligero, mientras bostezo de vez en cuando.

En Roma, la capital de Italia, y mi ciudad. Todo es diferente.

Por una parte, está el ruido y la luz.
Algo que no echo de menos, pero a lo que me había acabado acostumbrando.

Luego, también está mi familia.
Ellos viven actualmente allí, y había tenido que separarme de ellos para poder asistir a la universidad que quería.

Aunque eso fuera una tontería a ojos de cualquiera, en medio de la calle y a las tres de la mañana, a mí me parecía algo importante.

De pronto, el motor de un coche consigue alejarme de mis fúnebres pensamientos. Asustada por la lejanía a la que se escucha el ruido, y consciente de estar sola en plena oscuridad, me levanto por si hay necesidad de correr.

Afortunadamente, la ocasión nunca llega. Por lo que observo asombrada como el coche estaciona en medio de una de las aceras, más alejadas de donde me encuentro.

Siguiendo la mirada, contemplo como una silueta se acerca. A continuación, lo que parece un chico de mi edad, y la persona que conduce, intercambiar un par de palabras.

Hablan alto, pero no lo suficiente como para entender lo que dicen. De manera que, me quedo con la curiosidad.

Pero la curiosidad solo acaba de empezar. Puesto que, en el momento exacto en el que una de las farolas ilumina el rostro del chico. Veo una mano extendiéndose por la ventanilla, ¿y, a qué no adivináis que llevaba?

Correcto, el bolso de mi hermana.
El bolso que, además y por si no fuera poco, llevaba el día que desapareció.

Sin lugar a dudas, debía encontrar el modo de seguir a ese coche.
Ellos sabrían algo sobre su paradero.

✫・。. 𝕯𝖊𝖓𝖓𝖆 ‧ *・༓☾  









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