08 | oops

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𝕮apítulo 𝕺cho ☪
Ups

LA CITA TERMINÓ yendo realmente bien. Lo suficientemente bien como para que cuando se suponía que Nick iba a volver a la academia, Selene lo convenció de quedarse con ella en la casa de los Spellman.

Selene y Nick no podían quitarse las manos de encima mientras suben las escaleras, y es por esto que Selene no se da cuenta de que abre la puerta de la habitación de Ambrose en lugar de la suya.

Era normal que se equivocara, dado que la chica no había estado prestando atención, y su habitación está justo al lado de la de Ambrose. Pero eso no lo hace menos embarazoso, porque Selene y Nick encontraron a Ambrose besándose con el hechicero, Luke, del funeral.

—Oh, mierda —maldice Selene, alejándose de Nick—. Eh, ups.

Luke y Ambrose rápidamente se separan el uno del otro, mientras Selene y Nick palidecen. Nick se siente avergonzado, mientras que las mejillas de Selene arden de celos, celos de ver a Ambrose besando a alguien más. Por supuesto, le encanta pasar tiempo con Nick como algo más que amigos, pero no hace que ver a Ambrose besar a alguien más duela menos.

—Eh, lo siento. N-No estaba prestando atención a donde iba, porque Nick y yo estábamos... —Selene se apaga, mirando a Nick en busca de ayuda.

—Estábamos haciendo lo que ustedes estaban haciendo, en realidad —bromea Nick, colocando su mano alrededor de la cintura de Selene, y apretándola.

—Oh, em, vale —Ambrose asiente con torpeza, haciendo contacto visual con Selene. Luke permanece en silencio, claramente sintiendo la tensión entre el trío.

—En fin, nosotros nos vamos —decide Selene, llevando a Nick hacia la puerta—. Vosotros seguid con lo que estaban haciendo.

Cerró la puerta detrás de ella, y ambos intercambiaron miradas incómodas. Se echaron a reír, sabiendo que esto es algo que sólo les pasaría a ellos.

Una vez que dejan de reír, Nick mira a los labios de Selene una vez más. Sólo le toma un momento para besar a la rubia rojiza, y cuando lo hace, sus dedos se enredaron en su pelo azabache.

Selene sólo se aleja de él para llevarlo por el pasillo a su habitación. Una vez que llegan allí, ella cierra la puerta detrás de ellos. Pasan las próximas horas besándose y hablando, hasta que llegó la hora del juicio y Nick tuvo que irse para dejar que Selene se dirija a la Iglesia Profanada.

Sin embargo, esa noche no hubo juicio, porque el Señor Oscuro le ofreció a Sabrina un trato que anularía su castigo en el Averno. Él permitirá que Sabrina y Selene hagan visitas anuales a sus amigos mortales, pero Sabrina tendrá que ratificar su nombre en el Libro de la Bestia, ambas chicas tendrán que dejar inmediatamente el instituto Baxter, y Sabrina tendrá que comenzar sus estudios en la Academia de Artes Ocultas de inmediato. A Zelda le gustaba el trato, pero a Sabrina no. Así que Faustus le permitió a Sabrina tener una noche para pensarlo. Tendrá que tomar su decisión esta noche cuando todos regresen al juicio.

Pero Selene es sorprendida cuando se despierta y encuentra a Sabrina en el borde de su cama a la mañana siguiente. Sabrina parece estar dudando de algo, y le preocupa a Selene.

—¿Qué pasa? —pregunta la rubia rojiza, sentándose en su cama.

—Em, bueno, se supone que todos los Spellman tenemos una marca de bruja —informa Sabrina, lamiendo sus labios con nerviosismo—. Pero yo no me la encuentro, y tengo que comprobar si la tengo o no. ¿Me la buscas?

Selene instantáneamente mira a la chica con la boca abierta mientras se levanta de la cama.

—Em, ¿estás segura de que es una buena idea? ¿Por qué no se lo pediste a Harvey o-

—Eres la única persona en la que confío para hacer esto —Sabrina la interrumpe con firmeza—. Así que, ¿lo harás o no?

—Claro —Selene asiente, desviando la mirada cuando Sabrina comienza a desabrocharse la blusa. La deja caer al suelo antes de respirar profundamente, desabotonando su sujetador.

Ella se da la vuelta mientras Selene se acerca, buscando cualquier signo de una marca de nacimiento. La chica siente como si no pudiera respirar mientras pasa sus dedos por la piel de Sabrina, dejando la piel de gallina mientras lo hace.

Ella continúa buscando hasta que se agacha, recogiendo la blusa de Sabrina del suelo.

—No pude encontrar ninguna marca.

Sabrina abrocha su sujetador antes de darse la vuelta y agarrar su blusa de la mano de Selene.

—Gracias.

—De nada.

Esa noche, todos volvieron al juicio. Zelda ha envejecido rápidamente, mientras que Hilda se quedó en casa, alegando que no se sentía bien.

Sabrina y el Sr. Webster se sientan en los lugares que ocuparon la noche anterior, mientras que Faustus no puede evitar fulminarlos con la mirada.

—Sabrina, si lo he entendido, ¿comparece en este Tribunal para someterse a la prueba de la marca de bruja, según se describe y exige en sus leyes mortales?

—Sí, Padre Blackwood.

Webster se pone de pie.

—Solicitamos que el examen se lleve a cabo a puerta cerrada.

—Denegada —dice Faustus cuando, de repente, las puertas de la iglesia se abren de par en par.

—¡Alto! —grita Hilda, irrumpiendo en la iglesia con una serie de papeles. Ella se acerca a Webster, y le susurra algo, entregándole los papeles.

—Si esto es un débil intento de las señoritas de aplazar las medidas acordadas... —Faustus los mira inquisitivamente.

—Sus Herejías, ¡llamo al estrado a Hildegard Antionette Spellman! —grita Webster, esperanzado.

—¡Esto es inaceptable! —Faustus niega con la cabeza, desafiante—. La prueba está a punto de empezar. Exijo que...

Hilda Spellman, acérquese.

Ella se tambalea hacia ellos, yendo tan rápido como sus piernas envejecidas pueden llevarla. Webster la sigue y coloca las páginas frente a ella.

—Tengo pruebas nuevas para el Tribunal. Señorita Spellman, por favor lea el nombre que figura en este documento.

—Sí. Pone, em, "Sabrina Spellman".

—En presencia de...

—En presencia de su madre, Diana Spellman y... sí, oh, mía, Hilda Spellman —continua Hilda con nerviosismo.

Entonces, Webster toma el papel y se lo muestra a Faustus con una sonrisa socarrona.

—Presento como evidencia una partida de bautismo de la Santa Madre Iglesia de Greendale.

Tan pronto como lo dice, todas las brujas y brujos de la iglesia jadean, incapaces de creer lo que acababa de decir. Incluso Faustus se sorprendió ante esto.

—Sus Herejías, si esa partida de bautismo es auténtica, tendríamos pretensiones opuestas sobre el alma de Sabrina Spellman. 

—En absoluto, lo que tenemos es un contrato vinculante, en presencia de su madre, ante el notario y fechado un día antes de que Edward Spellman inscribiera el nombre su hija en el Libro de la Bestia, dejando así la susodicha inscripción, y la promesa acordada, nula y sin valor, ¡como queríamos demostrar!

Las acciones de Webster parecen enfurecer a Faustus, y Selene no puede evitar darse cuenta de que esto podría ir en cualquier dirección. Pero ella espera que funcione para Sabrina.

—Este teatrillo improvisado es una burla para este Tribunal —Faustus estalla de rabia—. ¡Esto es intolerable! ¡Esto es una falacia!

—No, yo le diré lo que es intolerable, Padre Blackwood —Sabrina se pone de pie, igualando fácilmente su nivel de rabia—. ¡La actitud del Señor Oscuro!

Tan pronto como esas palabras salen de sus labios, las cámaras privadas del tribunal se abren, convocando a Faustus y a Webster. Van de buena gana y se quedan allí una hora.

Cuando vuelven, Faustus está claramente muy enfadado con el veredicto.

—Debido a conflictos de contrato, bautismo, y educación, el Tribunal Infernal de Greendale decreta que Sabrina Spellman podrá conservar su vida mortal, con la condición de que asista a la Academia de Artes Ocultas, y a la Misa Negra semanal.

Selene sonríe aliviada, mientras que Sabrina suelta una pequeña sonrisa victoriosa.

—Sus Herejías, acepto.

—Que así sea —Faustus aprieta los dientes—. Se levanta la sesión oscura. Se le devuelven los poderes a la familia Spellman.


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