21 | the cain pit

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𝕮apítulo 𝐕eintiuno ☪
La Fosa de Caín

—VALE, YA PODEMOS EMPEZAR —Selene toma aire, dando un paso atrás y admirando su obra. Ella misma había hecho el pentagrama, y tiene que admitir que no podría haberlo hecho mejor. A continuación, saca de su mochila el Libro de los Muertos que había robado del despacho de su padre y sonríe a Nick, Sabrina, Prudence, Dorcas y Agatha—. Esto será divertido.

Dorcas se burla de la rubia rojiza antes de volverse hacia Prudence con desesperación.

—¿Cómo puedes hacerle esto a Agatha? Es nuestra hermana.

—Vete si quieres, pero si te quedas, Dorcas, cierra el pico, o te sacrificamos a ti también —amenaza Prudence mientras Nick frota suavemente los hombros de Selene.

—Te aconsejo encarecidamente que recites el texto palabra por palabra —exhala Nick, tratando de calmarla y fracasando—. Un error y podríamos acabar todos muertos.

—Claro. Sin presión ni nada —comenta Selene, apartándose de él y ocupando su lugar en el pentagrama. Todos los demás hacen lo mismo, salvo Agatha, que se ve obligada a situarse en el centro—. Bien, el Rito de la Resurrección tiene tres fases. Primera, tenemos que invocar a los perros del infierno.

Entonces mira el libro, citándolo perfectamente.

Perros del Cielo, Perros del Infierno, Perros de la Tierra, Guardianes del Portal, os invocamos para al hijo caído resucitar.

A continuación, el grupo recita la siguiente parte al unísono.

Nos si vocare te. Nos si vocare te. Nos si vocare te. Nos si vocare te.

En cuanto terminaron, escucharon los ladridos de los perros del infierno, y Nick exhala bruscamente.

—La hostia negra, funciona.

—Segunda fase, tenemos que abrir el portal entre mundos —indica Selene, tomando aire antes de empezar a leer de nuevo el libro—. Nos inclinamos ante el Portal que divide el Mundo de los Vivos y el Mundo de los Muertos. Con humildad y gratitud, pedimos que sea abierto.

Entonces recitan el hechizo.

Aperi ianuam. Aperi ianuam. Aperi ianuam. Aperi ianuam.

El fuego de las velas que rodean el pentagrama se apaga, y Nick y Selene intercambian miradas cómplices.

—Esperad —dijo Nick.

Y efectivamente, oyen el sonido de unas pesadas cadenas que se desbloquean y la puerta entre los mundos se abre con un chirrido.

—El portal está abierto.

—Tercera y última fase, el Sacrificio —continúa Selene, sacando una cuchilla del bolsillo de su chaqueta.

Agatha comienza a sollozar y Prudence enarca una ceja, acercándose a ella despacio.

—Sabrina, ¿quieres hacer los honores?

—Será un placer —dice Sabrina, tomando el cuchillo de la mano de Selene y inclinándose detrás de Agatha para susurrarle al oído—. Recuerda, te lo has buscado tú sola.

Selene frunce el ceño ante su amiga antes de volver con el hechizo.

Gran Espíritu Impío, ¡te ofrecemos una vida por otra vida! O poderoso Señor Oscuro —los demás recitan bajo su voz "vita est vita" repetidamente mientras Selene habla—. Todo prendes fuego, tu poder es el camino, tu voluntad es mi deseo.

Vita est Vita —dicen los demás por último.

Todos se giran hacia Sabrina ansiosamente. Pero es Prudence quien hace una pausa.

—Sabrina... ¿estás segura de esto?

—Tengo que estarlo —Sabrina asiente y lanza un grito de guerra antes de degollar a Agatha sin contemplaciones. Selene hace una mueca al ver la sangre que brota del cuello de Agatha, y la chica cae al suelo, muerta.

Sabrina le devuelve a Selene el cuchillo, y ella lo agarra y gime mientras desliza la hoja de la cuchilla por su propia muñeca para sellar el hechizo.

Los Perros invocados. El Portal abierto. El precio en sangre pagado. Thomas Kinkle, te rogamos.

¡Regresa! ¡Regresa! ¡Regresa!

Una vez que el grupo ha terminado, Selene cierra el libro de golpe y lo mete de nuevo en su mochila. Prudence levanta una ceja.

—¿Y ahora?

—Esperamos —exclama Sabrina—. Trece minutos. Suficiente para que todo rastro del alma de la bruja salga del cuerpo.

—¿Y luego? —pregunta esta vez Dorcas.

—La enterramos.

Y eso es exactamente lo que hicieron. Tras trece minutos, Nick y Prudence recogieron el cuerpo de Agatha y lo llevaron al cementerio de los Spellman. Selene, Sabrina y Dorcas los siguieron en silencio, mientras Sabrina ayuda a Selene a limpiar el corte fresco de su muñeca.

Una vez que limpiaron el corte, Sabrina y Selene cavan una tumba, y al terminar, Prudence y Nick dejan caer el cuerpo de Agatha en ella.

—Cubrámosla hasta arriba —indicó Sabrina.

—¿Por qué la enterramos aquí? ¿Po-por qué no dejarla en el bosque?

—Dale a la pala y calla —Prudence resopla y Nick le da una pala a Dorcas, esperando que ella lo haga todo.

—¡Selene! —la rubia rojiza oye gritar a Ambrose, que se precipita hacia ellos, claramente sorprendido por la escena que tiene delante.

—Mierda —maldice Selene, sabiendo que no estará contento.

—¿Nigromancia, Selene? Es lo más estúpido e irresponsable que habéis hecho jamás —comenta Ambrose con total incredulidad—. ¿De dónde ha salido hacer algo así? ¿De la Pata de Mono, por el amor de Lucífer?

—Sabrina se sentía muy mal por Harvey —exclama Selene nerviosa—. Ella quería ayudar, así que yo tuve que ayudar.

—Sí, ya, estáis jugando con las fuerzas más potentes, y malígnas que existen —acusa Ambrose—. Más poderosas que el Señor Oscuro. Hablo de la Muerte, Selene.

—He seguido el ritual al dedillo.

—¿Entonces qué hacéis tú, Sabrina, y vuestros amiguitos en la Fosa de Caín? —pregunta Ambrose.

—El rito exigía una vida por otra —dice Selene con culpabilidad—. Agatha fue la que mató a Tommy, así que Sabrina pensó que era conveniente que la utilizáramos como sacrificio para recuperarlo. Pero Sabrina cree haber encontrado una laguna legal, porque el ritual no decía nada de que la persona sacrificada debiera seguir muerta.

—Me encanta que siempre antepongas a la gente que quieres —admite Ambrose, tomando sus manos con suavidad—. ¿Pero por qué siempre tienes que anteponer a todo el mundo, Selene? El universo no sólo os concede a ti y a Sabrina privilegios especiales. Habéis alterado el orden natural. Te das cuenta, ¿no? Hay reglas. No se engaña al destino.

—Sólo quería ayudar... —comienza Selene dolorosamente.

—Esta vez os habéis pasado de la raya —la interrumpe Ambrose—. No, no, no, no, os la habéis cargado del todo.

—Lamento que pienses así, pero no hay indicios de que el conjuro vaya a fracasar —Selene deja escapar un suspiro y el dúo se gira para ver justo la mano de Agatha salir de la tierra y Ambrose se vuelve a mirar a la rubia rojiza—. Llega justo a tiempo.

—Esta vez has metido la pata hasta el fondo, Selene —dice Ambrose sacudiendo la cabeza, alejándose de ella y encaminándose hacia la casa. Selene le observa con tristeza, rezando en silencio al Señor Oscuro para que todo vaya según lo planeado y que en trece horas, Tommy vuelva a la vida.


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