𝟏. 𝐌𝐢𝐧𝐇𝐨, 𝐞𝐥 𝐠𝐚𝐭𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐜𝐨𝐦𝐩𝐥𝐞𝐣𝐨 𝐝𝐞𝐬𝐭𝐫𝐮𝐜𝐭𝐨𝐫.

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JiSung es mayor que MinHo

¡Ese jodido gato estaba loco!

No llevaba ni siete minutos en su casa y ya había destrozado la mitad de sus cosas. Su mueble estaba rasgado, hay agua en el suelo debido a que rompió el jarrón que su madre le había regalado en navidad -aunque en el fondo se lo agradecía-, los cuadros de la pared torcidos, y sus cortinas, sus preciadas cortinas hechas trizas.

En el manual no decía que el gato sufriera de algún problema de hiperactividad o que tuviese problemas para adaptarse, todo lo contrario, decía que era un minino risueño y bromista, con un corazón sensible.

Cuando JiSung lo vio en la tienda para mascotas, con el cabello naranja, Miradas de perrito -a pesar de ser un felino- y apartado del resto de gatos, se dijo que sería para él. Firmó todo el papeleo y no sospechó en la generosa rebaja que le hicieron, metieron al híbrido en una maleta para gatos y se lo dieron sonrientes.

Ya entendía porque.

—Está en la cocina ahora, es mi oportunidad para tomar el teléfono—se dijo así mismo localizando el aparato desde su lugar debajo de la mesa. Se aferró con fuerza al pepino en su mano -Ya que había visto en un video que a los gatos les asusta- y salió corriendo hacia el artefacto.

Todo salió mal.

Sus pies, sus ligeros pies, se enredaron con la extensión de luces navideñas que el animal había sacado de la caja designada para esa festividad y tropezó, no pudo alcanzar el teléfono y lo único que consiguió fue un escozor en la frente.

Pero eso no fue lo peor, claro que no.

Cuando levantó la cabeza, lo primero que vi fue al peludo gato mirándolo directamente. Su pelaje naranja haciéndolo lucir adorable, junto a sus ojos oscuros burlándose de su estupidez. El pequeño animal lamió su nariz y no pudo enojarse con él, ni siquiera pensó en lanzarle el pepino que tenía en su mano.

—La tostadora explotó—avisó el animal mientras JiSung trataba de recoger el desastre en la sala.

El gato salió de largo y se acostó en el sofá a ver televisión, cansado de causar destrezas y de asustar a su dueño con gruñidos.

JiSung quedó momentáneamente paralizado, pero luego reaccionó y corrió a averiguar qué desastre había causado ese gigantón en la preciada cocina de Felix.

Apenas entró, un pan salió volando a su dirección y casi le da en el ojo. Como había dicho el gato gigante, la tostadora estaba convulsionando en su lugar, lanzando tajadas de pan que alguien había atascado en las entradas.

—Santa mierda—jadeó impactado.

Con rapidez, sintiéndose como en una de esas películas de acción, corrió tomando una sartén y comenzó a golpear los proyectiles quemados que venían hacia él.

Se tiró al suelo cuando un pedazo de pan le rozó la oreja y gruñó enfadado, pero, desde allí pudo ver el interruptor de la máquina endemoniada. Se arrastró levantando el culo hasta que logró meterse en la pequeña cabina de interruptores, sacando por el de la tostadora.

—¡Sí!—gritó de felicidad mientras trataba de incorporarse.

Sintió una palmada en el trasero y se golpeó contra el techo de la cabina asustado. Se giró con rapidez y notó a MinHo sonriéndole sin apartar la mano de su retaguardia.

—¡¿Qué coño haces, gato pervertido?!—chillo incorporándose y hundiendo su dedo índice contra su pecho con fuerza.

—Te toco el trasero, creí que estaba en peligro y quise asegurarme— lo miró moviendo las orejas y poniendo una mirada de perrito que sabía que le salía muy bien, lo cual era irónico porque era un gato.

—No es necesario que te acerques, mi trasero está muy bien, muy sano—se cruzó de brazos mientras se sonrojaba.

—Y muy redondo—añadió tratando de mirarlo de nuevo. JiSung abrió los ojos como platos.

—¡Gato pervertido!

Tuvo que organizar el desastre en la cocina luego de haberse librado de su híbrido. MinHo estaba en su patio trasero escarbando tierra, creando hoyos enormes que tardaría en tapar, pero eso era mucho mejor que tenerlo dentro causando desastres.

Terminó de limpiar la mesa y tirar los papeles al cubo de basura. Miró la hora en su reloj de mano y noto que pronto llegará Felix para hacerle de comer.

El pecoso se había empeñado en venir todos los lunes, jueves y domingos a darle comida casera, ya que el mes pasado había terminado en el hospital por sólo haber ingerido una lata de sardinas dañada que encontró en su nevera. Lo grave del asunto no eran las sardinas, en realidad estas fueron un detonante para dejarlo tirado en el suelo inconsciente. El problema radica en que había dejado de alimentarse dos semanas seguidas porque le dio flojera ir al supermercado y hacer la compra. El médico dijo que estaba deprimido, que necesitaba compañía en su solitaria casa y que comprara un perro o gato que hablara o consiguiera un novio.

Aún le recorre un escalofrío al recordar la manera en que el doctor SeungMin levantó las cejas repetidas veces y pronunció boyfriend con un pésimo acento inglés.

Un estruendo a su lado lo hizo dar un brinquito y salir de sus horrorosos pensamientos. MinHo, con su metro ochenta y siete trataba de lucir adorable mientras trataba de ocultar el jarrón roto con sus pies.

—Ya me di cuenta de lo que hiciste—se cruzó de brazos.

—Soy un animal hiperactivo, no puedo ser controlado—sonrió, moviendo las orejas sobre su cabeza y riendo ante la mueca de su nuevo dueño.

—¡¿Qué quieres de mí?!—grito el castaño, llevándose las manos al cabello y jalando sus greñas.

El alto rio y se sentó sobre la mesa, tumbando de paso una mueca de mármol que le regaló su prima. JiSung chilló de nuevo, frustrado por los desastres de esa mascota loco que decidió acoger. Pataleo como niño mimado que era y terminó de romper los restos de la muñeca y del jarrón.

Luego de su descarga de frustración, pegó su frente contra el vidrio de la mesa, maldiciendo al animal en un idioma que solo él conocía.

—Supongo que querrás devolverme a la tienda pronto—dijo el híbrido, acariciando el cabello con los dedos. El de pelo castaño giró su cabeza y lo miro—eso hicieron todos mis anteriores dueños. No podían cuidarme.

El pelinaranja había tratado de controlar su tono triste, pero el bajito se percató de eso, frunciendo el ceño y sacando sus labios de su lugar un poco.

—Claro que no te voy a devolver, MinHo—rezongó, acomodando sus manos bajo el mentón—Eres mi gato, después de todo.

El híbrido le dirigió una mirada de reojo, acostándose sobre la mesa y tirando algunas vasijas al suelo. Al castaño le tembló el ojo al escuchar cómo se quebraban las decoraciones, pero se controló un poco.

—¿No te enoja que destruya todo?—una sonrisa traviesa se asomó por el rostro ajeno. El aludido temió al notar que el gato tomaba uno de sus platos favoritos y lo balanceaba entre sus dedos.

—N-no juegues con eso, MinHo.

—¿Con que? ¿Con el plato de bordes finos?

—La bandeja trae siente y me costó un ojo de a cara conseguirla en rebajas. Tuve que correr y ser golpeado por Felix y desconocidos muchas veces, además, una anciana me amenazó de muerte si la tomaba y aún no puedo pasearme por allí porque temo que me entierre su bolso en el estómago—el esbelto chico tomo el brazo de MinHo y lo miró con desesperación.

El pelinaranja le dio una sonrisa de lado, analizando su rostro antes de lanzar el plato al suelo, este destrozándose en muchos pedacitos.

—¡No!—gritó dramáticamente el chico, viendo en cámara lenta todo.

Y se desmayó. 

Holaaaa

Espero que esta nueva adaptación sea de su agrado, y nos vemos en el próximo capítulo. 




ℒℴѵℯ❤︎➝Estefanía 


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