۵┊⟡ » Capítulo 5

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No sé que hora es, o cuánto llevo aquí encerrada, pero estaba muerta de hambre.

Ya no aguanto éste maldito infierno.

No es justo que Addison pueda ser ella misma, que ella ya no tenga que ocultarse para nada, que ella pueda ser “perfecta” sin importar que. En cambio yo, tengo que hacer todo lo que me dicen porque si no me va de lo peor, aquí ya no puedo ser yo misma.

Nunca he podido.

¿Porque no solo me muero de una vez?
Así ya no seguiré sufriendo, además de que nadie me va a extrañar... y de paso les hago un favor a todos.

¿Pero para que les voy a dar ese lujo?

Creo que es momento de dejar éste maldito lugar, de irme a otra parte, donde pueda ser yo misma sin tener que vivir a la sombra de alguien.

Donde lo “perfecto” no importe.

    
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      Pasó un rato mas antes de que escuchará los pasos de alguien aproximándose, seguido de la puerta finalmente siendo abierta por nadie más que mi “padre”.

No sé porque aún les digo así, si nunca me trataron como tal.

— Ya puedes salir.— me indicó Dale.

Yo solo de ahí rápidamente sin querer mirarlo, pero desgraciadamente en la sala estaban Missy y Addison, quiénes me miraron con gran desprecio. Pero no me detuve para nada.

Tenía que empacar cuanto antes para irme de aquí lo mas pronto posible.

En cuanto llegué a mi cuarto, fui directamente al baño para tomar una larga y relajante ducha. El agua fresca me ayudaba a aliviar el dolor y ardor de mis golpes y heridas.

Después de ducharme fui a mi armario a buscar ropa, y escogí algo práctico: un leggin y un centro deportivo de color negro, junto con unos tenis deportivos gris claro, y me amarré un abrigo gris a la cintura (por si acaso). Luego empecé a peinar mi cabello que estaba hecho un desastre.

Rápidamente empecé a sacar todo lo que había en mi mochila y así poder empacar ahí todo lo que iba a necesitar para irme de aquí de una vez por todas. Pero dejé de hacer lo que estaba haciendo cuando sentí que alguien entró a mi habitación y se me acercó.

— ¿Se te ofrece algo?— pregunté tratando de no sonar tan tajante a la vez que me volteaba a ver a Dale.

Pero él no respondió nada y me abrazó. Yo estaba tan sorprendida que no lo aparté pero tampoco le correspondí el abrazo.

— Lo siento.— dijo al separarse.

— ¿Que?— fue lo único que salió de mi por lo sorprendida que estaba aun.

— Perdón por todo lo que has pasado, sobretodo por nosotros. Sé que una disculpa no va a reparar todo el daño que te hemos hecho--

— Eres un hipócrita.— lo acusé, reaccionando al fin—. Te haces llamar mi padre, cuando nunca me trataste como lo haría un padre real.

— Lo sé, y por eso lo siento.— pude notar algo de tristeza en su mirada, pero no quería fiarme—. Tienes que irte, porque sé que aquí no eres feliz... nunca pudiste serlo por nuestra culpa.

¿Me estás echando de la casa? me pregunté mentalmente, aguantando las lágrimas.

— ¿Porque? ¿Porque hasta ahora vienes a “preocuparte” por mi?

— He visto como sufres aquí, en la casa, en la escuela, o en donde sea. Por eso quiero que te vayas, para que empieces una nueva vida, donde puedas ser libre de esta tortura.

— Bien. Si tú estás de acuerdo, me iré de aquí.— dije con los ojos cristalizados—. Jamás les volveré a estorbar en sus vidas “perfectas”, no volverán a saber de mi.

Él no dijo mada mas, y se fue algo triste a mi parecer, pero no estaba segura. No sabía si me estaba echando de la casa de una manera “sutil” para que yo ya no les estorbe, o si enserio se arrepiente de todo y quiere que yo sea feliz finalmente.

Pero a decir verdad no me importa. Yo ya estaba decida a irme de aquí desde un principio; iba a irme de aquí para no volver jamás.

Hoy había escuela, así que podía fingir que iba a asistir a clases cuando en realidad me iría de aquí de una maldita vez. Así que terminé de guardar algunas cosas en mi mochila y bajé a la sala. Por suerte Addison ya no estaba en la casa, era una preocupación menos.

Aunque ahora que lo pienso mejor, por mas que quisiera irme justo ahora, levantaría demasiadas sospechas si no me ven en la escuela, y probablemente me atraparían antes de que siquiera ponga un pie fuera de Seabrook. Mejor me iría en la noche, apenas se duerman, así cuando menos acuerden al día siguiente (si llegan a acordarse de mi existencia) ya estaré lejos de aquí... espero.

    
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Llegué a la escuela, y ahí en el pasillo principal estaban los que alguna vez consideré mis amigos y hermana, ya que Wynter no estaba con ellos.

— Ya llegó la inútil.— dijo Eliza en cuanto me vio.

— ¿Porque te pintaste el cabello?— preguntó Wyatt.

— Yo no me lo--.— iba a negarlo pero luego me acordé.

Mierda, me olvidé de la peluca... aunque ahora ya no me sirve de nada.

— De seguro te lo pintaste para parecerte a Addison, ¿verdad?— habló Zed enojado.

Si que eres un maldito hipócrita. Me pides ayuda para tu noviecita y luego de eso yo ya no importo.

— Claro que no es pin--

— Por supuesto que te lo pintaste para parecerte a mi.— me interrumpió Addison.

— ¿Que?— no seas pendeja, Addison.

— Lástima que la peluquera se confundió con la mezcla de colores.— dijo sarcástica, para luego acercarse a mi—. Aunque ni aunque te lo hubieras pintado blanco llegarías a ser igual a mi. No estás ni cerca de parecerte...— me tomó casi de las raíces del cabello—... porque nunca serás igual a mi.— me soltó bruscamente haciendo que casi pierda el equilibrio.

— Ni en mil años te vas a parecer a ella.— habló Wyatt dando unos pasos hacia mi—. Addison es hermosa, su piel está sana y brillante, tiene buen cuerpo y figura...

Siguió describiendo a Addison embobado haciendo que Zed se pusiera celoso y la atrajera hacia él para dejarle claro que ella era su novia.

»— Simplemente ella es perfecta.— finalizó con una sonrisa de idiota enamorado.

Con cada palabra que decía sobre lo “perfecta” que era Addison, sentía una punzada horrible en el pecho, dolía como la mierda, como si me estuvieran clavando mil estacas al corazón. Y por inercia me abracé a mi misma, como si me fuera a ayudar a mejorar esa sensación de desprecio a mi misma.

— Tú no eres nada de eso. Es más, no eres nadie.— declaró Willa con frialdad.

— Estás lejos de ser alguien especial.— Eliza se me acercó un poco—. Eres horrible. Tu piel es un asco...— me frote los brazos recordando mi vieja maña y cicatrices—. Tu cuerpo y figura están lejos de hacerte lucir bien. Nadie va a querer estar con alguien como tú.

Bajé la mirada, tratando de retener mis lágrimas. Era la maldita verdad. Quería irme, quería llorar, pero no iba a hacerlo en frente de ellos.

Intenté irme pero me agarraron del brazo y me quejé de dolor; era Wyatt, quién no solo me agarró con fuerza, sino que también me estaba enterrando las garras en el brazo. Luego Addison se acercó y me tomó de las mejillas, y por la forma en la que me agarró mis dientes se clavaron en mi encillas.

— Suel-ten-me.— intenté safarme de su agarre, pero era inútil.

— Ay hermanita, a veces me das pena.— apretó mas su agarre—. No, no es cierto; me divierte ver como sufres.

— S-suel-tame, Ad-dison.

Ella si me soltó, pero mi alivio no duró mucho, porque Eliza se me acercó y me agarró con mas fuerza que Addison.

— Esto si que es divertido, ¿no crees, Aisha?

— Eliza, d-dejame, e-eso duele.

— ¿Te duele?— preguntó con ironía, y yo asentí.

En los pasillos ya no había nadie mas que nosotros. Ella estaba por decir algo, pero justo en eso el timbre sonó y ellos finalmente se fueron, pero yo me quedé ahí un rato para recomponerme.

Ya solo quería desaparecer, quería irme de una vez por todas, ya no quería seguir sufriendo más.

  Corrí al baño rápidamente y me encerré en un cubículo para poder soltar todas las lágrimas que me estuve aguantando. No sé cuanto tiempo pasó, pero yo seguía ahí encerrada y llorando; por suerte nadie entró a ese baño mientras estuve ahí.

Saqué una navaja de un pequeño bolsillo oculto de mi mochila, lo único que me ayuda a desahogarme; iba a hacerme un corte en la muñeca pero en eso escuché a alguien entrar al baño.

— Aisha.— escuché la voz de Wynter.

— ¿S-si?— intenté deshacerme del nudo en mi garganta.

— ¿Estás bien?

—Si, estoy bien.— mentí.

Limpié mis lágrimas. Aun sentía el nudo en mi garganta, y creo que escuchó mi voz quebrada.

— Okay.— no se escuchó muy convencida con mi respuesta—. ¿Sabes? Estoy segura de que tú eres la Gran Alfa, y no Addison.— dijo feliz.

— Wynter.— salí del baño—. No hay manera de que yo sea la Gran Alfa.

— ¿Y como explicas el color de tu cabello?

— Me gustaba el cabello de mi hermana y quise pintarmelo, pero por estúpida arruine la mezcla y terminó siendo morado.— mentí.

Aunque me sentía mal por mentirle a Wynter, mi única amiga

»— Pero aunque fuera natural, se supone que la Gran Alfa tiene el cabello blanco, no lila.

— Esa profecía es vieja, la imagen no se aprecia bien. Pero ¿porque dijiste que era natural?— me preguntó algo desanimada.

En ese momento me sentí aun mas estúpida, olvidé que ya le había dicho a Wynter que mi cabello era natural.

— Porque sabía que ibas a seguir insistiendo.

— Haré como que te creo.— suspiró con pesadez—. Iré a la cafetería, ¿vienes?

— En un momento.

Ella solo asintió para luego irse, dejándome sola nuevamente. Me lavé la cara para que no se notará que había estado llorando. Agradezco que mientras estuve con Wynter mi cabello me cubría un poco la cara, así ella no notaba mis ojos rojos.

Al salir me dirigí a la cafetería, pero desgraciadamente me encontré con la persona que mas me quiere en éste mundo.

Que se noté mi sarcasmo.

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