Capítulo 18

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No puede ir a peor... ¿O sí?


El amanecer iluminaba las losas de piedra del suelo a través de la ventana y los tacones de Olive repiqueteaba de un lado a otro porque no se estaba quieta. Deseaba que no estuviera allí. Necesitaba desesperadamente que Jake estuviera en cualquier otro sitio menos ahí.
Había buscado al niño por todos y cada uno de los alrededores de la ciudad, había recorrido las calles de arriba a abajo y había preguntado a cada persona con la que se cruzaba, antes de intentar aceptar que podía estar allí, por mucho que ella detestase esa idea maldita.

Además, la habían avisado con un mensaje sus subordinados, que una gran reunión importante había sido convocada para hablar sobre un nuevo experimento, y ese vil proyecto solo podría tratar de una cosa. La conversación que escuchó el día anterior. Quería gritar de impotencia por todo aquello, pero reprimió su impulso pellizcando un poco su piel.

Pasados unos minutos llegó la hora del evento, Olive se reunió con su equipo primero para ir todos juntos al lugar donde les habían indicado. Notaba algo raro en el ambiente, y no solo eran sus incontrolables nervios o sus manos que jugueteaban sin cesar con un anillo que ella cambiaba de dedo solo para mantener su mente distraída, no, había algo más. Giró su cabeza, analizando todo con sus marrones y potentes ojos y se encontró con la constante mirada de Oliver Seenwick, uno de sus científicos, que desvió sus ojos de ella cuando le pilló. Dahlian frunció el ceño y volvió la vista al frente mientras sus aletas de la nariz se expandían, abriéndose y cerrándose, lo que le solía ocurrir mucho cuando las cosas se salían de su control. Inspiró profundamente y suspiró.

Llegan a la presentación del proyecto de Strucker en seguida, y al entrar lo ven a él con varios doctores y científicos y una negra cortina detrás suya.

— ¡Bienvenidos! Me alegra que no tardasen mucho, ya saben que no me gusta perder el tiempo — comienza, dejando ver una pequeña sonrisa en su seria cara.

Ellos asienten y esperan a que el barón comience su exposición. Le gustaba más contar sus nuevos y malévolos planes que escuchar su aceptación, él no la necesitaba.

— El problema del tiempo en la gran mayoría de nuestros experimentos nos pone trabas y complicaciones indeseadas para nuestra pronta guerra. Esta es, una nueva visión, un nuevo propósito que nos hará llegar más lejos. —hace una pausa y ajusta sus gafas— cómo sabéis, los Mellizos crecen de una forma rápida pero insuficiente, por ello nuestra magnífica idea ha sido adelantar su tiempo de preparación, más introducción de compuestos específicos y por supuesto, aceleración celular. Con un nuevo sujeto más joven, lo primero que haremos será analizarlo al completo, sangre, células, genes… En fin, ese tipo de cosas. Después y bajo nuestras órdenes y pedidos, prepararéis los compuestos que queremos para él, y se los iréis añadiendo dos a dos, al día — los ojos de Olive se expandieron en su totalidad, eso podría matar hasta un adulto — junto con las últimas dosis de los productos, alteraremos su genética y añadiremos aceleración, podéis tomarla y crearla artificialmente o extraer una muestra de las células del mayor de los mellizos — su maquiavélica sonrisa se ensancha al completo, mostrando sus dientes — ¿Entendido, cierto?

Olive retuvo su impulso de girar la cabeza a los lados para decir que no, que era prácticamente una tortura genética y celular, pero acabó asintiendo y musitando un débil “si” a la vez que el resto.

Una mano se alzó lentamente y habló —¿Y cuál será el sujeto?—

— Esa es una gran pregunta — admite misterioso — pero ya lo tenemos, se...ofreció voluntario — terminó sospechosamente con una pequeña carcajada.

Uno de los doctores de su espalda corre la cortina negra, enseñando la parte faltante de la habitación. Se desvelan entonces la mesa con todo tipo de instrumentos, los armarios y estanterías repletas de compuestos y una camilla. En esta última, había un niño que no pasaba los 10 años de edad, rubio y de ojos azules, atado por muñecas y tobillos. Lo habían vestido con un fino camisón blanco con el que Olive estaba segura de que pasaba frío, porque sus manos temblaban y sus labios empezaban a ser morados.

Sus ojos marrones lo recorrieron de pies a cabeza y se llenaron de lágrimas cuando el niño se echó a llorar, demostrando que él no quería estar allí, pues sus labios cosidos le impedían gritar por ayuda, porque sí, habéis leído bien, se los habían cosido. El corazón de Olive empezó a bombear con una exagerada rapidez, sus cejas se fruncieron y sus labios temblaron débilmente, era Jake claro que era él. El universo siempre iba en contra de Olive Dahlian.

— Sacarle ya las muestras de sangre, no perdamos ni un segundo — les indica el barón, a la vez que sale de la sala con sus doctores — a trabajar.

Los científicos a su cargo comienzan con los preparativos como probetas, jeringas y agujas para la evaluación del sujeto, pero la ahora pelirroja no se mueve. Se queda estática, mirando fijamente al niño, reteniendo las lágrimas, con una mezcla de sentimientos en su cabeza y el recuerdo de ella gritándole a un Justin muerto, no, no podía volver a pasarle igual. No dejaría que pasase de nuevo, el pequeño de ojos azules tenía una familia con la que volver.

— Doctora Witcheron — escucha a su lado — esperamos sus indicaciones — uno de sus subordinados la mira y con él, todos los demás, incluido Seenwick.

— Si —susurró para sí misma controlando el pequeño ataque de pánico que estaba teniendo en su cabeza — dos de vosotros ir a por una ropa que le abrigue más, no servirá — su cabeza tarda un segundo en plantearse si pronunciar el final de la frase — de nada si muere de hipotermia — se sobrepone del escalofrío que la recorre de pies a cabeza y se aclara la garganta — otros tres ir a por los sueros y esencias del laboratorio principal, Seenwick, te quedas conmigo — todos asienten a sus indicaciones y ella se acerca a la camilla.

Saca una luz de su bata, la que normalmente usan para comprobar diversas aptitudes de las pupilas y los ojos, aunque esta vez era solo una excusa.

A su lado, coloca suavemente su mano en la mejilla del niño y su mirada se desvía por un segundo a sus cosidos labios, cinco orificios, cinco partes de la carne donde la aguja y el hilo pasaban, desgarrando la piel con cada tirón que daba al gritar, saliendo las gotas de sangre por las heridas, con el pequeño despierto, y completamente consciente del dolor; estaba segura de que Hydra lo había hecho así, allí nunca había anestesias, aún podías notar la sangre seca en partes de su labio o en el negro hilo.

Olive encendió la linterna a los ojos del niño.

— Prepara las cosas para la extracción de sangre — le ordena a Seenwick, para que así se gire y no pueda observar lo mucho que temblaba la mano de ella colocada en la mejilla del rubio.

Acaricia la piel de su pómulo y pasa la linterna por sus ojos azules, y le basta un segundo de mirarlos para que sus cejas se frunzan junto con sus labios. Pues esas orbes sonrientes y brillantes que le decían hola cada vez que llamaba a su puerta, ahora emanaban pánico y terror, derrochaban miedo, a todo lo que le rodeaba y a todo lo que podría pasarle.

Olive volvió a respirar con pesadez, faltándole el aire y los frascos empezaron a temblar. Tragó seco y se apartó del niño, apoyándose en una de las mesas donde tenían los compuestos. Puso una mano en su cabeza y sus ondas hacia sí misma hicieron que emitiera un quejido, pero no pararon, su pánico era mayor que el control o el dolor que esas pequeñas escapadas de poder pudieran causar. Aquello la asustó más y observó sus manos, que dejaban de ser las de Ámbar, para volverse las suyas. Comenzó a hiperventilar porque iba a ser descubierta de todas las formas posibles, porque sus poderes y sus sentimientos no podían ponerse de acuerdo, y correría el mismo destino que Justin, y el que sería el de Jake. Y si ocurría, volvería a perder de nuevo a otro pequeñín y no podía pasarle, no lo superaría.

Desvió su vista al reloj de Magnus e hizo una locura, colocó el lanzador de tranquilizantes y disparó a su otro brazo. Notó como la calma se apoderaba de su ser y podía volver a hechizar la parte de su apariencia que había desaparecido, al igual que parar los frascos. Ese dardo debería dejar a una persona profundamente dormida por más de 8 horas, ¿Por qué con Olive no había sido así? No lo sabemos. Aún.

La azabache disfrutó unos segundos de esa paz, o más bien de esa dosis de morfina, antes de volver a girarse.

— Ya está listo — habló el castaño colocando una cinta de presión alrededor del brazo del niño para sacar su sangre.

Olive asintió, regulando su respiración. Jake se revolvía a cada toque que el científico daba e incluso emitía quejidos de miedo, y lo peor vino cuando, encontrada la vena, Seenwick sacó la aguja para pincharle. Él se revolvió con fuerza, sus ojos azules llenos de lágrimas que bajaban por sus mejillas, sus labios forzándose a abrirse involuntariamente, causándole más daño, su mentón temblando.

— Déjalo, lo haré yo — indicó Olive destrozada al ver al niño así y extendió su mano — tú sal fuera a ver por qué demonios tardan tanto, llamad antes de que entréis — ordena.

Oliver asiente y abandona el espacio con un poco de titubeo, pasándole el instrumento.

En cuanto el subordinado salió por la puerta y la cerró, Olive puso sus manos en las mejillas del niño, dejando antes la jeringa en la mesa.

— Tranquilo… Tranquilo — susurra acariciándolo, pero el chico seguía igual, Dahlian entonces deshace su hechizo y deja que la vea — ey.. soy yo, soy yo Jake, soy yo —  a lo que los ojos del niño se relajan, y ella limpia las lágrimas de sus rosadas mejillas — estoy aquí… — le da una pequeña sonrisa y empieza a dejar besos por sus mejillas, lo que le saca una pequeña sonrisa al pequeño. — no te preocupes, no voy a dejar que te hagan nada — sus ojos se desvían a los labios cosidos — ninguna cosa más — peina un poco su pelo rubio y pasa sus manos por sus frías extremidades, calentándolas.

Las acaricia suavemente y le da calor, debía de estar pasándolo fatal, ella lo sabía. Se escuchan unos disparos de lejos, seguramente a alguien que habían eliminado por traidor, era común allí, pasaba de vez en cuando.
El niño emite un gemido triste, volviéndose a angustiar.

— Ey.. sé que tienes miedo — le susurra al notar que sus ojitos se volvían a aguar — pero eres fuerte, lo sé — acaricia su manita, que agarra la suya con fuerza — yo también tengo miedo, mucho, todos tenemos miedo a veces — musita las palabras como si no fueran suyas, si no de otra persona — piensa que estoy aquí contigo, ¿Vale? No pienso dejarte solo, deja de llorar…— le pide, con lo que su voz también tiembla un poco — un rostro tan bonito no debe ponerse triste, estamos juntos, ¿Si? — le anima Olive ladeando su cabeza — Ahora...tengo que pedirte un favor..

Flashback

La noche se volvía más oscura cada vez y una joven Olive lloraba débilmente en su cama. No aguantaba todos los abusos que sufría en la escuela y el miedo a que su padre la acabase apartando por esa familia que se les había unido hacía unas semanas, esa mujer y ese niño con el que ahora debía compartir habitación.

Escuchó unos pasos en el suelo y luego algo colocándose a su lado.

— Perdona… Yo tampoco puedo dormir — se disculpa Justin con sus ojitos azules tristes, hasta que nota que la azabache está llorando, aunque eso él ya lo sabía — ay, ¿Por qué lloras? — sus cejas se alzaron preocupadas y parpadeó repetidamente.

Olive no dió ninguna respuesta, solo se acurrucó más en sí misma y dejó salir otro sollozo.

— Ey.. sé que tienes miedo — le susurra, tomando su mano para que le mirase — pero eres fuerte, lo sé — la sonríe — yo también tengo miedo, mucho, todos tenemos miedo a veces — musita, hablando de su miedo personal que tenía por las noches desde que había dejado de dormir con su mamá — piensa que estoy aquí contigo, ¿Vale? No pienso dejarte sola, deja de llorar…— le pide a Olive, que levanta la mirada — mi mamá dice, que un rostro tan bonito no debe ponerse triste, estamos juntos, ¿Si? — la anima, tomando sus mejillas con sus deditos para formar una sonrisa. A lo que a Dahlian se le escapa una pequeña risa mientras seca sus lágrimas.

— Ahora...tengo que pedirte un favor… — juntó sus manitas delante suya y juguetea con ellas.

Olive asiente, esperando que el niño hable.

— Tengo miedo a la oscuridad… y no me gusta dormir solito, ¿Puedo acostarme aquí contigo? — pide algo desesperado, pensaba que a su nueva hermana mayor no le caía bien y seguramente lo mandaría a la cama de nuevo.

— Si, claro que sí — respondió la ojiazul, atrayéndolo en un abrazo y subiendo sus sábanas.

— Gracias — contesta el pequeño acurrucándose a su lado, disfrutando dulcemente del calor y seguridad que ella le daba.

— No… gracias a ti chiquitín, muchas gracias — se sincera, y por primera vez, deja un beso en su mejilla y después le abraza en su pecho para que se sienta protegido contra la oscuridad, entre sus brazos.

Fin flashback

[...]

Las maderas que cubrían parte de las ventanas y paredes, rechinaban con el viento, quejándose del temporal huracanado que había en New York en tiempo invernal.
La pequeña y casi vacía casa a las afueras, era ocupada por una figura negra encapuchada que jugueteaba con una brillante y afilada daga, acostada y aburrida en el roído y antiguo sofá morado que era el único mueble de lo que sería aquel salón.

En un momento, de sus labios escapó una carcajada, que luego se vió opacada por el sonido de la puerta al abrirse, a lo que la mujer de brillantes ojos verdes se calló y se levantó.

— Llegas media hora tarde — le recrimina, marcando la madera con su daga, la cual poseía solo media hoja.

— Lo sé, lo siento, estaba ocupándome de unos asuntos — respondió Luke.

— La próxima vez no dejes que Strange te retrase con sus preguntas, mátalo y listo — le indica con una mirada fugaz.

— Creía que matar era la  última opción — musita

— Y… la es — sonríe maquiavélica, limpiando la daga del serrín para luego ponerla suavemente sobre sus propios labios y probar su filo. Su sonrisa se ensancha al pasar la lengua sobre estos y notar el sabor metálico del pequeño corte.

— No te entiendo — se confunde Banlled, mirándola.

— Dile que Dahlian está muerta, es la forma de matarlo y que así deje de preguntarte "disimuladamente" por ella —  alza las cejas como si fuera obvio, da una ojeada despectiva con sus brillantes y verdosos orbes, y se apoya en la pared, aún con una gota de sangre bajando desde su labio.

—Pero… Olive no está muerta y si le digo eso solo lo alertará más — contrapone, sentándose en el sillón con el maletín que llevaba en las manos.

Ella emite un gruñido de desagrado y se acerca él, fijando su mirada.

— Olive, Olive, Olive… — se mofa — sigues perdidamente enamorado, ¿eh?  — la mujer sube su capucha y le toma de la barbilla firmemente. — Deberías darte cuenta de dónde estás Banlled — le da una sonrisa ladina — la has traicionado —.

Sus cejas se fruncen ante la sentencia de la azabache.

— Ella lo hizo antes — respondió.

La mujer ríe — La venganza… Tú mataste a su padre — sube y baja las cejas, disfrutando del momento — creo que cobraste la deuda de más, ¿No te parece?—.

— Tú me lo ordenaste —.

— No recuerdo que te temblase el pulso al hacerlo — ladeó la cabeza perspicaz.

Luke se levantó bruscamente, buscando atacarla al dejarse llevar por su impulso infantil, pero la portadora de ojos verdes como la selva le colocó la hoja rota y afilada en el cuello, del que empezó a brotar una fina línea de sangre.

— Deja de pensar en ella Luke… Aparta los sentimientos de lo que realmente importa, el trabajo, la venganza — susurra contra sus labios, para después besarlos sensualmente de forma agresiva y morderlos al apartarse. — y si vuelves a intentar tocarme te lo clavaré en el pecho — termina la  amenaza, quitándole la daga, que tenía un símbolo peculiar, parecido a una A, pero partida por la hoja incompleta.

Se aleja y cruza sus brazos

— Enseñamelo — ordena, señalando con la cabeza el maletín que traía el de castaños rizos.

El viento se coló por la rota ventana, agitando la corta y negra cabellera de la mujer, al igual que su capa.

Luke toma el maletín y lo abre enseñándole el contenido.

Ella toma el brillante y parcial objeto de oro en sus manos y lo observa embelesada, palpando cada parte del artefacto hasta pincharse con una aguja interna de oro; esa pieza apenas era un cuarto de la entera arma.

Sus ojos brillaron en verde y soltó una carcajada, lo guardó en el interior de su capa, susurró algo y se dirigió a su "esbirro".

— Se inicia la parte dos, haz las maletas, nos vamos a Europa — ordena, emocionada y con una sonrisa sádica en su rostro.

— A tu servicio, Evolet — dice Luke, cierra el maletín y abandona la cabaña.

La de negro pelo, tanto como la noche oscura, recorre con sus relucientes ojos la habitación por última vez y abandona el lugar.

El viento sopla con fuerza descomunal, y en sus susurros se escucha un nombre, pronunciado de forma sombría.

— Evolet… —

[...]

Los copos de nieve caían delicadamente sobre el césped de Central Park en Nueva York, también caían sobre los rizos de Christine Letchs, y el castaño pelo de Kiara Meyers, que cubría con un gorro de lana.

Tyler, que llevaba un chaleco negro calentito y unas botas para sus patitas, también se llenaba de nieve. Más no parecía importarle, ya que él saltaba contento para atrapar con la boca copos de nieve, luego caía en un montón de esta misma, y a pesar de haberse llenado de ella, se sacudía y volvía a dar saltos ilusionado, moviendo la cola.

— Entonces… ¿Hay un topo? — pregunta Kiara, que mantenía vigilado a Tyler porque estaba sin correa.

Christine asiente con la cabeza y guarda las manos en sus bolsillos por el frío.

— Sí, y eso ha desatado olas de sospechas de unos contra otros, algunas más sobre mí — explica.

— ¿Por nuestro pasado en la AHP?  —Chris asiente — deberían sospechar entonces, eres peligrosa — le da una mirada divertida.

— ¡Oye! Es serio Meyers —l e da una sonrisa — me costó mucho que se fiasen de mí con esa reputación al llegar, y ahora… vuelvo a ser el punto de mira —.

Tyler corretea entre las piernas de ambas y tienen que mirarlo constantemente para evitar tropezarse y caer.

— Siempre puedes hacer algo Chris, conoces a la mayoría de allí, ¿no? — alza sus cejas.

— No a todos, solo a los de mi departamento y con los que más me relaciono, pero más de compañeros que de amigos, ahí todos son unos espías —le da media sonrisa— serán alrededor de doce personas o así —.

— ¿Y de todos esos, ninguno está de tu parte? — Kiara frunce el ceño—.

— Oh — Christine ríe — claro que sí, Nancy que es con la que primero me junté allí es mi amiga y está de mi parte… Noah hace unos días que no hablo con él, otro amigo — aclara — luego sé que Ian Walker y Cynthia están casados, con Ian he hablado a veces y no nos llevamos mal, de la agente Anderson solo sé que dicen que es demasiado orgullosa y algún que otro rumor. También está Jeniffer, tiene algo con Noah aunque no sé si están juntos, él se lleva bien con casi todos;  Nicholas y Barbara son de los primeros que entraron, es majo aunque algo impulsivo, la real víbora es la otra, a la señorita Howard creo que no le caigo bien — alza inocentemente los hombros— mmmm, quiénes me quedan.. Ah, Patrick Smith y Stephen Clark van en dúo a todo, y no sé mucho de ellos; por último creo que está el agente Wheleer y Frank Davis, los dos se hablan con pocas personas, sé por Ian que Davis es bastante buen partido, solo que algo tímido y de Wheleer, solo dicen que es un maldito egoísta, esos son todos — termina, a lo que mira a Kiara para conocer su opinión.

— ¿Y a cuál de esos buenorros dices que te has tirado? — .

— ¡A-a ninguno! ¡Kia! — la regaña.

— A mí no me engañas morenita, ¿Quién fue? ¿Ese tal Ian? o ¿Tu amigo Noah? — la castaña le sonríe pícara— ¿Te pusieron contra la impresora o tú a ellos? —.

— ¡KIARA! — Christine, nada acostumbrada a eso, se sonroja, y la mira con los ojos como platos — ¿c-cómo puedes preguntarme esas cosas? —.

— Venga ya, tampoco es para tanto — expresa — nada superará a escuchar tus gemidos tras la pared cuando tuviste tu primera vez —  se burla.

— Dios… ¡No me recuerdes eso! Se supone que todos estaríais en el comedor—.

— Todos menos yo, ricitos — Meyers ríe ante su cara sonrojada — bueno, ¿entonces a cuál? —.

— A ninguno, ya te lo he dicho — habla más calmada — después de lo de Tyler lo pasé fatal y… — el perrito al escuchar su nombre ladra, sacándole una sonrisa— no me apetecía tirarme a nadie y ahora pues… estoy volviéndome a lanzar a la piscina del amor —.

— ¿Y la piscina está llena? — curiosea.

— Creo que sí — deduce Chris, aunque se entristece al pensar en Steve— pero en fin, a lo que me refiero con todo este lío, es que, sabiendo que hay un topo, ha desaparecido toda la confianza —.

— Es lo que suele pasar cuando hay un traidor Chris — la mira obvia — y más cuando trabajas en el campo policial, espía o ejército, se supone que sabes reconocerlos, pero no, está ahí ganándose tu confianza y tu apoyo, charlando, haciéndote favores, hablando de vuestras vidas, vuestros secretos, comiendo contigo en lo descansos y dándote consejos… y ni siquiera te das cuenta — sus cejas se fruncen — hasta que te lanza una granada por la espalda — mete los labios hacia dentro y guarda sus manos en el abrigo.

— Kia… — Chris se sorprende y sus cejas se fruncen— lo siento, no sabía qué bueno…— hace una mueca triste.

— No, tranquila, no merece la pena, ella era una zorra que sabía cómo enamorar y yo una estúpida que confió de más, ya está superado, me arruinó mi carrera en el ejército pero, siempre se pueden buscar otros trabajos que nos gusten — intenta ofrecerle una sonrisa, y luego coloca el brazo en sus hombros— a lo que quiero llegar es que, tú también deberías tomar distancia —.

— Lo sé, pero.. yo simplemente no soy capaz, soy alguien que se relaciona mucho, tiendo a ver lo bueno y no lo malo, ¿ahora debo dudar de cualquiera? ¿de Noah que se relaciona con casi todos? ¿de Nancy? ¿de Barbara? ¿Tiene que ser alguien que se relaciona  o alguien que no? — se agarra del pelo y suspira— como saber en quien confiar y de quien dudar, por favor éramos amigos, ahora ni siquiera puedo confiar en el chico que trae los cafés  —.

— Ey Chris, tranquilizate, por favor, es tan solo ir preparada— la mira.

— Dios... es que — se sienta en un banco y Tyler le hace ojitos al verla triste— es que, no puedo creerlo aún, ¿Quién podría hacernos esto? Somos todos amigos, o al menos, compañeros —.

— Entiendo que te comas la cabeza con eso Ricitos — se coloca a su lado y la abraza de hombros — porque es tu trabajo, pero debes centrarte en otras cosas y no agobiarte por él, a veces no puedes encontrar la razón—.

— ¿En qué, Kia? ¿En qué me centro? Mi vida es un caos, es simplemente un desastre — suspira, soltando lo que llevaba varios meses pensando — mi trabajo es una mentira tras otra, y alguien que traicionó nuestra confianza, Steve está quién sabe dónde buscando a su mejor amigo; ¡Mi mejor amiga está en la guerra, maldita sea!  Mi hermana mayor se ha metido con una organización de la segunda guerra mundial y no sé nada de ninguno… Mis padres están muertos y mi padre adoptivo también lo está. Todo es un desastre — las lágrimas empiezan a formarse en sus ojos — ¿Por qué no puede salir nada bien? — agacha la cabeza y deja las lágrimas descender por sus mejillas.

Kiara la aprieta en su abrazo a pesar de que ella no es muy afectiva y limpia sus mejillas.

— Vamos Christine, no eres alguien que se rompa fácilmente, me tienes a mí, a Tyler… — su cara cambia a una arrepentida— oh, dios tu ex, lo siento… — hace una mueca triste y le da un beso en la mejilla — pero es mala idea llamar a tu perro así.

Aquello último le saca una débil carcajada.

— A lo que me refiero es que, Artemisia es fuerte y poderosa, tú eres ella, siempre lo has sido. Y sí, tus relaciones sociales están hechas jirones, las románticas algo parecido, en tu trabajo hay un topo cabrón y para la edad que tienes has perdido a demasiados referentes paternos, y a gente importante — acaricia su espalda — pero sigues sonriendo Chris, y eres buena y dulce; alguien que ha perdido tanto y ha sacrificado tanto, sería una aguafiestas con problemas con el alcohol como yo, algo graciosa. — la sonríe — A lo que quiero llegar, es que, puedes romperte todo lo que quieras siempre que después vuelvas a pegar tus trozos y sigas siendo quién eres. Arregla tus problemas, siempre tienen posibles soluciones. Unas más fáciles y otras más complicadas, pero tú no eres de las que se rinden. Lo sé —.

Christine le da una sonrisa — Gracias Kiara, por estar conmigo aquí, es genial volver a escuchar tus sabios consejos —.

—Hablas como si fuera una vieja — ríe — y no hay que agradecerlo, todos necesitamos a alguien en quien apoyarnos a veces — sonríe, da unos golpecitos en su hombro y se levanta, comenzando a juguetear con Tyler y la nieve que le encantaba al último.

— Por eso me asusta tanto que ellos esten solos… A saber que locuras hacen — sacude suavemente la cabeza, negativa y se levanta también, intentando espantar sus malos pensamientos.

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Holitaaaas preciosas, si, mucho tiempo sin publicar, desde Octubre y ya iba siendo hora que sé de alguna amiga que tenía ganas de leer.

Darle love ❤️💣

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