𝕯𝗜𝗔 𝗡𝗨𝗘𝗩𝗘 ; soy guapo, lo sé, las mujeres se calientan

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Al principio quise hacer una historia diferente al día cuatro, finalmente, resultó ser su continuación.

POV GIYUU

Últimamente se muchas cosas...

Se que jamás debí de haberme metido con mi maestro de gimnasia.

Se que eso está estrictamente prohibido y se que soy hombre y que eso es aún peor.

Se que nuestra relación es sumamente complicada.

Y por último, se que Sabito hace un sexo increíble.

¡Mierda y más mierda! Cada día reconsidero la idea de ir a un hospital psiquiátrico para a personas locas como yo. Se supone que debería estar prestando atención a la clase de mi maestro, pero simplemente no puedo. Prefiero arrepentirme de mis actos inmundos sabiendo que más tarde los volveré a cometer.

Hace unos días atrás descubrí que Sabito es mi círculo vicioso. Intento dejarlo por unos días o semanas, luego me arrepiento, pido disculpas, tenemos una buena dosis de
sexo y volvemos a la misma rutina.

Lo admito, es agotador decir sí y luego no.

Mi cabeza es un lío.

-Vamos a la página siguiente.

Hago oídos sordos a la petición del maestro y llevo mi vista al gran ventanal que tengo a mi lado. Desde allí puedo ver a Sabito dar clases de gimnasia, se ve muy bien. Hoy trajo su chaqueta adidas tiro 21 windbreaker blanca, la cremallera está abierta y se puede visualizar su pecho duro y fuerte cubierto por una playera de el mismo color blanco, su pantalón hace juego con su chaqueta y sus tenis también -tambien marca adidas- .

El oufit le queda de maravilla, y Sabito debería ser un modelo de la empresa Adidas.

-Joven Tomioka ¿me está prestando atención? -el maestro me llama la atención. Llevo mi vista hacia mi superior y asiento-Una más y se va dirección.

Bien hecho, Giyuu. Cuando Tsutako se entere de porqué estás en las nubes te asesinará.

-Si, sensei. -el hombre se da vuelta y continua explicando y más bla bla bla.

Involuntariamente, en ese momento mi vista va directamente hacia la ventana -maldita sea mi terquedad- , Sabito se da vuelta y lleva su mirada inconscientemente hacia el edificio donde queda mi aula. Nuestras miradas se cruzan y una sonrisa coqueta se asoma en su rostro, me guiña el ojo y remoja sus labios lentamente.

Mierda. Contrólate, Giyuu.

Siento que mi cara se pone más roja que un tomate y quito la vista de la ventana, intentando prestar atención al maestro.

Si no pudiste antes ¿crees que ahora lo lograrás?

Maldigo a mi subconsciente y vuelvo a intentar entender lo que él profesor habla. Al darme cuenta que me falta un lapicero, comienzo a buscar en mi mochila. Tal vez se salió de la cartuchera y no me había dado cuenta.

Cuando lo encuentro, mi móvil -que tengo escondido en mi mochila- vibra. Lo saco discretamente y veo que me ha llegado un mensaje de Sabito.

Viejo Sabroso

"Cariño, lamento interrumpir tu estudio. Solo recuerda que tenemos unos orgasmos pendientes en mi casa esta tarde."

"Te los debo"

Ahora no solo estoy rojo, si no que también me estoy excitando. Miro de nuevo hacia afuera y noto a Sabito con una sonrisa lasciva.

Bendita sea su madre por crear esa delicia.

"De verdad me gusta cuando me apoyas, en la pared, la mesa, en el suelo, por ejemplo. Esta tarde hazme gemir y no te detengas hasta que tiemblen mis piernas ¿está claro, Sabi?"

Mis dedos se movieron solos y escribieron aquél erótico mensaje. Muerdo mi labio inferior y espero el mensaje, miro de vez en cuando al maestro y hago garabatos en la hoja para disimular que presto atención.

"No tienes idea de las cosas sucias que pasan por mi mente. Ya sabes que cuando este caballero te coja, ya no será gentil contigo. Pero mejor me despido.

No olvides prestarle atención al viejo 😉.

Te espero a una cuadra de tu casa después de clases.

PD: Mi hermana Makomo no está en casa hoy."

Apago mi móvil y lo guardo de nuevo en mi mochila. Lo admito, su último mensaje me hizo sentir el doble de calor, pero, debo cuidarme de no tener una erección a modas de clases.

Cuando la clase de Biología por fin termina junto con la jornada. Todos salimos del aula. Mi hermana vino a recogerme, así que me ahorro la caminata desde la secundaria, hasta mi casa; al llegar, lo primero que hago es darme una ducha, vestirme y salir de mi habitación.

-¿Hacia donde vas, guapo? -pregunta Tsutako con una sonrisa en su rostro.

-Voy a salir con unos amigos. Me tengo que ir. Adiós. -ella asiente y se despide con un beso.

Salgo corriendo a toda velocidad de casa. Recorro todo mi vecindario hasta lograr ver el auto de Sabito. Bajo la velocidad y camino hacia el carro con una sonrisa.

-¿Tantas ganas me tienes? -le pregunto a través del cristal. Escucho su risa. Sabito baja el cristal y me abre la puerta. Subo al auto y cierro la puerta.

-No lo sé ¿tú qué piensas? -sonríe. El trae puesto su uniforme de deporte y unas gafas de sol que le quedan perfectas.

Me acerco y robo un beso.

-Que te veías muy sexy con tu chaqueta abierta. -muerdo mi labio inferior y llevo mi mano a su entrepierna- ¿Ninguna mojigata se te insinuó?

-Cariño, estamos en la calle. Cuando estemos en casa podrás tocarme todo lo que quieras. -dijo- Pero, tampoco tengo problema con que me hagas un masaje mientras llegamos. Y si, una chica se me ofreció para tener sexo duro en mi escritorio.

Suelto una risa ante sus palabras. -Que no se te ocurra. Por ahora, lo que tienes allí abajo es mío. -jugueteo con la mano que tengo puesta en su entrepierna.

Sabito muerde su labio inferior y lleva su mano al volante.

-¿Nos vamos? -asiento.

El motor ruge y el auto comienza a moverse. En el camino, no paro de acariciar el miembro de Sabito sobre la ropa. Sé que le gusta, sobre todo cuando deja una mano en el volante y lleva su otra mano libre a la mía, marcando un ritmo.

Cuando llegamos a su casa. Salgo disparado del auto y hago una carrera contra Sabito. Estoy apunto de ganarle, cuando me levanta y me lleva como una princesa hasta la sala. Cierra la puerta.

-¿Y porqué Makomo no está en casa? -le pregunto. No es muy común que Makomo no esté. -me acuesto en el sofá.

-Está en su club de instrumento. Me dijo que esta noche se quedará a dormir con una amiga. No me negué, la verdad estuve esperando este día, tenía ganas de traerte de nuevo. -se encoge de hombros.

Y yo sonrío. -¿Así?

-Si. -asiente.

Comienzo a quitarme mi playera azul y a desabrocharme el pantalón.

-Giyuu... No hagas eso todavía. -pide.

Me quito el jean junto con mi ropa interior y abro mis piernas sin vergüenza.

-Oh vamos, yo sé que te gusta la vista. -paso mis dedos por mis muslos.

Su mirada violeta me escanea de arriba abajo y un brillo perverso pasa por sus ojos. Sabito camina hacia a mí y se coloca sobre mi cuerpo.

-Quería que llegáramos a casa para beber limonada y luego ahí si tener sexo. -susurra en mi oído- Pero hoy debo hacer una excepción. Te voy a coger tan duro que mañana no podrás y ir a clases.

Muerdo mi labio inferior. Debo admitir, de nuevo, que me gusta cuando Sabito me habla de esta manera. Es tan... Excitante.

-Estoy esperando. Hazme tocar el cielo sin salir de casa. -Sabito reemplaza mis dedos por los suyos. Acaricia mis pies, mis rodillas, mis muslos y finalmente, mi entrada. Pasa las yemas de sus dedos con cuidado e introduce uno.

Gimo. Su mano libre va hacia mis pezones y los estimula, mientras que su boca comienza a dejar besos húmedos por mi clavícula. Jadeo. Sus dedos que estuvieron estimulando mi pecho, bajaron hasta mi erección.

-Sabito... -mi voz sale aguda.

Se siente bien.

Más. Más.

Su mano sube y baja por mi extensión. La excitación sube la temperatura entre los dos. Mis gemidos no tardan en llegar.

Me encanta esto: sentir sus besos por toda mi piel, sus dedos jugueteando en mi interior y su mano masturbando mi miembro. Siempre lo voy a decir, lo que hago es muy obsceno y Sabito hace un sexo increíble.

Repentinamente, Sabito saca sus dedos y los reemplaza por su miembro duro y erecto, que presiona y amenaza con entrar.

-Eres mi maldita adicción. -gruñe entre dientes. Lo mete de una estocada. Gimo tan fuerte, que creo que hasta el vecino lo escucha.

-Evita gemir tan fuerte... -jadea- Tengo un vecino molesto. -ambos reímos.

Sus manos van a mi cintura y sale de mi interior. Vuelve a entrar con fuerza e intento reprimir un gemido. Sus caderas de mueven hacia delante y atrás. Con mis delgados dedos, me aferro a los bordes del sofá y levanto mis caderas para facilitar el trabajo.

-Más, más. -mi voz sale en un gemido agudo. Sabito se encarga de golpear mi próstata y recibo grandes cantidades de placer.

Una de sus manos viaja a mi nuca y me alza para sentarme en sus rodillas. Y Sabito no para de moverse. Enredo mis piernas en su cintura y beso sus labios en un intento de evitar gemir fuerte. Su lengua comienza juguetear con mi boca.

Más tarde, cambia de posición. Esta vez yo estoy en cuatro, me aferro al respaldo del sofá, mientras Sabito no para de embestir mi trasero. Se siente demasiado bien; sus manos sujetan mis glúteos y aumenta el ritmo, sin dejar de dar en mi punto dulce.

-Mierda. No pares... -gimoteo fuerte y claro. Giro mi rostro y lo veo con su ceño fruncido.

-Que se vayan al infierno los vecinos. -sonrío. Se que le gusta escuchar mis gemidos.

-Sa..bi..to. -su nombre sale de mis labios de una manera vulgar y sucia.

Unas cuantas fuertes embestidas más fueron suficientes para que mi cuerpo estallara en un fuerte orgasmo que hizo manchar el sofá. El semen de Sabito moja mi entrada y se resbala por mis piernas.

Se ha corrido dentro.

Y me encanta.

Llego a la conclusión de que cuando muera, me iré al infierno. No esperaba menos de una persona como yo.

-Eso fue increíble. -deja su cabeza caer en mi espalda.

Ha sido un milagro que no haya dejado marcas de chupones. Pero, de igual forma sé que esto apenas comienza.

-¿Quieres seguir? -pregunto.

Escucho una risa por parte de él. -Me gustaría. Solo que quiero decirte algo. -susurra.

Mis latidos se detienen por un segundo. ¿Qué quiere decirme? ¿Me terminará del todo? Oh no, mierda. Estoy entrando en pánico cuando la mano de Sabito acaricia mi mejilla.

-No voy a terminar nuestra extraña relación de sexo. -fue como si leyera mi mente.

Sabito se levanta y me hace sentarme en el sofá. Luego el también se sienta y me acaricia los hombros.

-Quiero que cumplas una fantasía que tengo. -dice.

Juro que he muerto.

¿De verdad Sabito quiere yo cumpla una fantasía sexual suya? Por todos los cielos, debo admitir que ese brillo perverso que está en sus ojos violetas me ha convencido. Yo podría considerarme su esclavo, claro, eso lo decido yo. Pero Sabito no lo sabe y no se lo diré.

-¿Cuál es? -su rostro se ilumina de esperanza y me abraza.

-Lo que quiero que te pongas está en la habitación. No hagas preguntas raras. Después te explicaré. -menciona.

Sonrío socarronamente y me levanto del sofá meneando el trasero. -Nos vemos arriba. -le guiñó el ojo y subo corriendo las escaleras.

Estoy seguro de que mientras yo me preparo, él estará arreglando el desastre que hicimos en el sofá.

Cielos.

Sabito se acerca sigilosamente hasta a mí y besa mi ombligo con sutileza. Sus manos fuertes recorren mi pecho y mueve la pequeña tela que cubre mis pezones. La arranca y me chupa suavemente un pezón, desliza una mano, y con el pulgar rodea muy despacio el otro pezón y tira de él.

Gimo y siento que una dulce sensación me desciende hasta la ingle. Oh, por favor, suplico para mis adentros. Cierra los labios alrededor de mi otro pezón, y cuando lo lame, casi siento una convulsión.

No puedo hacer nada. Estoy a su Merced.

Mis piernas están amarradas a cada extremo de la cama, al igual que mis brazos, y Sabito está sobre mí.

Me siento tan vulnerable.

Pero no puedo creerme todavía como pude llegar hasta aquí.

Cuando subí a la habitación, me encontré un babydoll negro sobre la cama. Tenía un diminuto sujetador y joder... Las tangas ¡las malditas tangas! no logro entender como pude colocarme esa diminuta cosa, que para colmo, no cubre mi entrepierna -ni hablar de mi trasero- . También traía una diadema con orejas de gato.

Me sentí avergonzado cuando ví todo eso. Estoy siendo un hipócrita si niego que no me ha gustado verme tan sensual.

Suban el volumen a Kiss Me More de Doja Cat, por favor.

-Giyuu... Te ves muy bien. -susurra.

Un escalofrío recorre mi espina dorsal. Su boca baja desde mi ombligo, hasta mi miembro. Intento cerrar las piernas pero no me es posible. Él sonríe al ver mi intento fallido y comienza a lamer el glande.

Oh mierda.

Sus manos que estaban anteriormente masajeando mi pecho. Descendieron hasta mis muslos y comenzaron un recorrido, acariciando cada centímetro.

-Sabito... -gimo su nombre.

Cuando comienza a meterlo su boca, elevo un poco mis caderas. Sabito marca un ritmo constante y no para de acariciarme las piernas. Mis manos tiran de la cuerda que me tiene sujetado.

Jadeo y gimo descontrolado. Mi espalda de arquea y Sabito acelera el ritmo. Cuando me corro, mi cara se pone roja al ver su rostro manchado.

-Lo siento.

-No te disculpes. -su sonrisa me tranquiliza.

Él nunca me había hecho un oral.

Y lo ha hecho muy bien.

Sabito limpia su rostro y esta vez se acerca a mis labios. Su aliento caliente choca contra mi boca y quiero besarlo. Pero, en vez de besarme, Sabito pasa su lengua por la comisura de mis labios.

Quiero agarrar su cabello y tirar de el suavemente. ¡Malditos sean mis antojos sabiendo que estoy amarrado!

-¿Es tu venganza? -esa pregunta sale sin pensarlo.

Sabito lo piensa por un momento. -Tal vez.

-¡Sabi...! Mmm -soy callado por un beso.

-Shhh, solo disfruta y no digas nada. -dijo haciendome recordar el momento en que yo le dije aquellas palabras en la escuela- Pero sí quiero vengarme. Quiero que con cada movimiento que hagas mañana, recuerdes que yo he estado en tu interior.

Esa frase "quiero" comienza a excitarme cada vez más.

-Hazme tuyo de una buena vez... Sabito.

Sabito sonríe de forma lasciva y se posiciona entre mis piernas. Se quita sus calzoncillos, quita la tanga que tengo puesta e incerta su miembro en mi interior.

-¡Ah! -un gemido se escapa y muerdo mi labio para evitar hacer cualquier sonido.

-No los reprimas. Me vale una mierda lo que piensen los vecinos. Déjame escuchar tu hermosa voz. -su dedo pulgar acaricia mi labio inferior.

Sabito comienza a mover sus caderas hacia delante y atrás. Gimo con fuerza. Esta vez lo siento más profundo, exquisito. Vuelvo a gemir, y a un ritmo muy lento traza círculos con las caderas y retrocede, se detiene un momento y vuelve a penetrarme. Repite el movimiento una y otra vez.

Me vuelve loco. Sus provocadoras embestidas, deliciosamente lentas, y la sensación de placer son irresistibles.

-Sabito, por favor -susurro.

-¿Qué quieres, Giyuu? Dímelo.

Vuelvo a gemir. Se retira y vuelve penetrarme lentamente, de nuevo trazando círculos con las caderas.

-A ti.

Aumenta el ritmo y su respiración se vuelve irregular. Empiezo a temblar por dentro, y Sabito acelera la acometida.

-Eres... tan... dulce -murmura al ritmo de sus embestidas-. Te... deseo... tanto...

Gimo.

Mis piernas se tensan y tengo la necesidad de cerrar. Sabito se acerca a mi rostro y me besa sin dejar de embestir mi interior en ningún momento, pasa su lengua y muerde mi labio inferior sin lastimarme. Y me excito, me caliento, me sonrojo... Se siente bien.

Con cada acometida deliro. Mi cuerpo se arquea y tiro de las cuerdas, quiero liberarme, quiero aruñar su espalda fuerte, quiero aferrar mis piernas a sus caderas y sentir más fuerte esa sensación que me hace perder la razón.

-Sabito... -su nombre sale con un suspiro de mi boca- Suéltame... Ah...

Sus manos desatan mis piernas y luego mis manos. No deja de golpear mi interior en ningún momento y vuelve a su posición de antes. Esta vez no me besa, se acerca y besa mi oído mientras tira de mi lóbulo.

¡Este hombre me prende mucho!

Enrollo mis piernas en sus caderas y aferro mis manos en su espalda. Su miembro comienza a golpear mi punto dulce. Entierro mis uñas en su espalda y Sabito suelta un gemido ronco.

-Así, así, oh... Dame más. -suplico.

-Eres... mío... Córrete para mí. -ruge.

Sus palabras son mi perdición, me lanzan por el precipicio. Siento que mi cuerpo se convulsiona y me corro gritando su nombre.

Sabito embiste hasta el fondo dos veces más y se queda paralizado, se deja ir y se derrama dentro de mí. Se desploma sobre mi cuerpo, con la cara hundida en mi pelo.

-Joder, Giyuu. -jadea.

Se retira inmediatamente y cae rodando en su lado de la cama.

-Juro que tendré que darme un baño antes de irme a mi casa. -susurro.

Sabito busca mi mano y la entrelaza con la suya.

-Entonces mejor no vayas y quédate desnudo en mi cama. -besa la coronilla de mi cabeza.

Me acomodo en su pecho y jugueteo con su cabello melocotón. Me gusta su color tan exótico.

-Me gustaría. Te lo juro. Pero no puedo, mi hermana me matará. Y nos quedan unas pocas horas para descansar, limpiar el desastres y luego me debo ir.

-Lo entiendo. -su mano desciende desde mi cabeza, hasta mi espalda y la acaricia-Tuviste suerte de que no te cogiera en la sala de profesores. -rio.

-Oh vamos, hubiera sido divertido. Es una buena idea de venganza. -menciono con una sonrisa.

-Si para mañana puedes caminar, lo haremos entonces.

-Ahhh... ¡Me iré al infierno Sabito! -hago berrinche y escondo mi rostro en su pecho.

El suelta una carcajada. -Te diría que nos vamos los dos. Pero no. ¿Sabes? Tú cuerpo ya es el infierno donde yo quiero estar. -besa mi cabeza.

Contrólate.

Autocontrol, Giyuu.

-A la mierda el autocontrol. -gruño por mis pensamientos y me monto sobre Sabito.

Una sonrisa se asoma en su rostro.

-Quiero que ardamos juntos entonces. -el lleva sus manos a mis caderas y tenemos una tercera ronda.

Estoy seguro que se debió escuchar por todo el vecindario.

Al rededor de las seis de la tarde, dejamos todo impecable, nos dimos una ducha -que provocó una cuarta ronda- y me despedí de Sabito con un beso.

-Últimamente estás en la nubes Giyuu ¿te pasa algo? -pregunta Tsutako al verme mirando un punto fijo de la pared.

-Estoy de maravilla. No te preocupes. -le sonrío y doy por sentado que realmente si me iré la infierno.

Bienvenidos al Himalaya.

Les cuento, pensaba hacer una historia independiente del día cuatro. Pero bueno, salió su continuación y ahí lo tienen.

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