𝗗𝗜𝗔 𝗗𝗜𝗘𝗖𝗜𝗢𝗖𝗛𝗢 ; we are family

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➠ Mi versión de los aromas sigue siendo la misma del día 11, más NO es su continuación, se trata de una historia alterna.
➠ Tanjiro y Nezuko tienen aproximadamente 4 años y apenas van al kinder.
➠ Por razones que yo digo, Giyuu (omega) y Sabito (alfa) son dominantes.
➠ A veces se me olvida q es omegaverse.
➠ Me da flojera poner que Tanjiro y Nezuko hablan como dos bebés, así que sus guiones serán claros. Dejo a su imaginación el tono de voz que usan (lógicamente infantil).

Nota: Lmao, para los que leyeron family, un libro mío que por razones que ni yo misma conozco eliminé, es un AU parecido.

—Niños, vengan a desayunar. —el suave llamado del omega avisa a sus hijos que es hora de comer antes de ir al jardín de niños.

Sabito bosteza mientras mira como Tanjiro y Nezuko bajan las escaleras con rapidez y se sientan alrededor de la mesa. El alfa sonríe, está muy orgulloso de tener cachorros tan increíbles como ellos.

—¿Tú no vas a comer? —pregunta su omega, Giyuu, dejando los platos en la mesa.

Sabito ladea la cabeza. —No tengo hambre, además, es mi día libre puedo hacerlo más tarde. —sonríe dulcemente.

—Oh, como quieras. —Giyuu se encoge de hombros correspondiendo a su sonrisa y se hace junto a los niños.

El alfa suspira, yendo hacia la sala.

Tener una familia no es sencillo, Sabito dudaba al principio sobre si realmente quería tener cachorros con su esposo, sabía que esa decisión haría muy feliz a Giyuu, después de todo es normal tener bebés. Sin embargo, había que tener muchos factores en cuenta antes de traer un hijo al mundo y que tuviera todas las comodidades.

Fue gracioso cuando llegó el momento en que estuvieron listos, pues resultó ser un paquete de 2x1: quisieron uno y resultaron dos.

—¡Gracias! ¡Estuvo delicioso, mami! —Tanjiro besa su mejilla y corre a dejar su plato en la encimera.

Nezuko termina de comer y hace lo mismo que su hermano mellizo, entonces, camina a toda velocidad en dirección a Sabito para darle un beso en la mejilla de despedida.

—Adiós, papi, te voy a extrañar. —ella susurra, con una sonrisa llena de inocencia.

—Yo también, pequeña. Y no lo olvides, si algún niño te hace o dice algo, golpéalo. —el alfa señala, correspondiendo a su dulce beso en la mejilla.

—¡Sabito, es una niña! No debes decirle esas cosas. —Giyuu lo regaña.

—Solo le doy consejos a mi princesa. —Sabito llena de besos el rostro de Nezuko mientras ella ríe divertida.

—Huh... —el omega acaricia su sien, estresado.

No le sorprendería que Nezuko llegará a ser una alfa o tal vez una omega muy testaruda. Giyuu está seguro que no podría dejar a los niños solos con su marido, podrían formar una revolución, solo dios sabe qué.

—Mami, se nos hace tarde. —Tanjiro tira de la tela de su pantalón y Giyuu recuerda que debe llevar a sus hijos al jardín de niños.

—Es cierto, Sabito suelta a Nezuko. —Giyuu camina hacia su alfa y le extiende la mano a la pequeña.

—Mami, no quiero. —Nezuko hace un puchero.

—Mi hija quiere pasar tiempo con su padre ¿Cómo se lo voy a negar? —Sabito imita el puchero y Giyuu arquea una ceja.

—No voy a caer en esos juegos. —el omega acerca su rostro al de Sabito y le da un corto beso.

Giyuu aprovecha que distrae a su esposo y le quita a Nezuko de sus brazos, luego se separa y corre tan rápido como puede hacia la puerta.

—¡Eso es trampa! —el alfa se queja.

El pelinegro ríe. —Sí, como digas.

Giyuu toma las manos de sus hijos y sale cerrando la puerta.

Sabito suspira, aburrido. Fue injusto que su omega hiciera eso, no tiene ni la menor idea de lo que ha causado en él, pues desde hace una semana ha estado queriendo hacerle a Giyuu mucho más que simples besos.

Lo ha intentado todo, besos, toques, indirectas e incluso como último recurso usar sus feromonas. No obstante, no es bueno obligar a su omega hacer algo que no quiere.

Desde que tuvieron a sus amados hijos, suelen tener sexo cada dos meses, aprovechando que Makomo, su hermana menor, se comprometió a llevarlos de viaje durante dos días con la intención de que él y su pareja tuvieran tiempo a solas.

¿Está bien con eso? Si, pero también es humano y a veces le dan ganas de tener a Giyuu debajo de él fuera del tiempo estipulado. No sabe que hacer con exactitud, y la idea de comentarlo hoy es una opción.

—Ya llegué... —el sonido de la puerta abrirse y la voz de su omega lo exalta—. ¿Sabito?

—¡Hola, cariño! —Sabito le muestra una sonrisa desde su lugar.

—¿Pasa algo? —Giyuu pregunta al ver el rostro nervioso de Sabito.

—No, nada, todo está bien ¿Ya dejaste a los niños? —pregunta el alfa, cambiando de tema.

Giyuu frunce su ceño, algo raro está sucediendo.

—Sí, como ves, no están conmigo. —contesta y Sabito se siente un idiota por hacer una cuestión lógica.

—Bueno, iré a dormir otro rato, últimamente no duermo bien. —Sabito se excusa y camina rápidamente en dirección a la habitación.

El omega va tras él, por sus feromonas puede distinguir que ahora mismo Sabito está pasando por algo.

—Sabito, ¿Puedo entrar? —pregunta, dando tres golpes.

—Claro. —se escucha desde adentro.

Con la afirmación, Giyuu abre la puerta y entra a pasos lentos, luego vuelve a cerrarla y se detiene a observar a Sabito, quién yace acostado boca abajo.

—Amor ¿Qué tienes? —el omega suelta alguna feromonas para intentar transmitirle calma a su alfa.

—Mmm... Nada, solo tengo sueño. —Sabito murmura, aspirando levemente el aroma a menta de Giyuu.

—No es cierto. —Giyuu se sienta al borde de la cama y acaricia su cabello.

—Giyuu, solo estoy cansado, es todo.

El pelinegro suspira. No es idiota para pasar por alto el cambio de actitud repentino de su esposo.

—Entonces solo necesitas un masaje. —Giyuu sonríe dulcemente y se levanta para luego sentarse en la espalda de Sabito.

—Giyuu... —Sabito protesta—. No te subas a mi espalda.

—Deja de quejarte. —el omega pasa sus delicadas manos por sus hombros.

Sabito traga saliva, no está quejándose por las razones que él cree, de hecho, acaba de mentirle de la peor forma y que Giyuu intente calmarlo soltando feromonas no colabora.

Es lo que menos desea olfatear por el momento.

—¿Tú crees? —pregunta Sabito, con voz suave.

—Sí, estás demasiado estresado por el trabajo. —Giyuu murmura, moviendo sus manos para causar relajación en el alfa, sin embargo, pasa todo lo contrario.

Sabito gruñe en voz baja, esas manos lindas y suaves deberían estar rodeando su polla, no acariciando su espalda.

El omega se detiene, extrañado: el aroma de Sabito se ha hecho más fuerte.

—Giyuu ¿Pasa algo? —pregunta Sabito, mirando de reojo a Giyuu.

—Yo... Bueno... —el pelinegro traga saliva—. Tu aroma es más...

—¿Fuerte?

—Si, pero ¿por qué? —Giyuu cuestiona, inocente.

El alfa sonríe y entonces, de una forma rápida y hábil, se da vuelta, toma a Giyuu de la cintura y lo coloca debajo de él. Con una de sus fuertes manos, toma las de su omega y las pone arriba de su cabeza, haciendo presión para que no se pueda safar.

—¡Sabito! —Giyuu protesta exaltado.

—¿Quieres saber la respuesta? —Sabito acerca su rostro peligrosamente al de su esposo—. Tú me pones así.

Con su mano libre, Sabito abre las piernas de Giyuu y se coloca entre ellas, provocando que el omega sienta su erección.

—Yo... No tenía idea. —Giyuu murmura apenado y con las mejillas rojas.

—Nunca te das cuenta de nada, amor. —el alfa sonríe mientras observa a Giyuu aspirar sus feromonas con gusto.

—Sabes que tenemos hijos, no puedes follarme cuando quieras. —susurra Giyuu, pasando su lengua por sus labios al mirar los ojos llenos de deseo por parte de su esposo.

—Lo sé, lo sé... —Sabito roza sus narices—. Aunque sé lo mucho que te gustaría que te follara en todos los muebles de la casa, como en los viejos tiempos.

El alfa deja salir una suave risa en cuanto se da cuenta de que el aroma de Giyuu es más intenso, mezclándose con el suyo.

—¿Acaso te puso caliente lo que te dije? —pregunta en su oído.

La piel de él omega se eriza. —No... Solo lo hace cada dos meses.

—Huh... —Sabito pasea su lengua por el lóbulo de su oreja—. ¿Tú crees? Tenemos que ver qué tan mojado estás ahí abajo para averiguarlo.

—¡S-Sabito! —Giyuu grita su nombre en cuanto su mano desabrocha sus jeans y se mete entre su ropa interior.

El alfa lo besa para amortiguar sus quejas mientras que siente lo húmedo que está. Giyuu intenta moverse, pero Sabito tiene más fuerza y sujeta sus manos con más fuerza.

Está indefenso.

—Mi lindo y dulce omega, estás muy mojado. —gruñe Sabito, separándose del beso y dejando un delgado hilo de saliva entre sus labios.

—Huh... Sabito... —Giyuu arquea su espalda en cuanto unos dedos se introducen en él, aún con su jean puesto—. Los niños... Ellos...

—Shhh... Recuerda que no estarán en casa hasta la tarde. Hay tiempo de sobra. —Sabito suelta sus manos.

Con esas palabras, Giyuu da un respiro antes de enviar todo a la mierda y atraer a su esposo de nuevo para brindarle un intenso beso; por su parte, el alfa le quita el pantalón junto con su ropa interior rápidamente y se frota contra la húmeda entrada de Giyuu.

—Ahh... Sabito ¿P-puedo desnudarte? —pide Giyuu, en un suave susurro, quiere sentir algo más duro sin estar cubierto de ropa.

Sabito chupa su labio inferior y tira un poco, en forma de aceptación, sacando un lindo gemido por parte de el omega.

Las manos de Giyuu bajan desde su espalda hasta sus pantalones de pijama, él los desliza un poco y sus pies terminan la labor de llevarlos hasta las rodillas de su esposo.

—Qué hábil. —la risa sensual de Sabito hace a Giyuu gruñir.

—Te sorprendería saber en qué más soy bueno. —bufa, tocando con sus pies descalzos el miembro erecto de su alfa.

—Entonces, sorprendeme. —Sabito lame su cuello y Giyuu vuelve sus manos a su espalda.

El omega desliza con cuidado sus pies, hacia adelante y atrás y Sabito gime, excitado. Giyuu no miente cuando habla de ser hábil con aquello.

—¿Te gusta? —Giyuu pregunta, mientras siente la respiración de Sabito en su clavícula.

—Mmm... ¿Tú qué crees? —el alfa responde, lamiendo la marca que a ambos los había enlazado hacía años.

Tal vez sea hora de volverla hacer destacar.

Giyuu mueve más rápido sus pies, hacia un tiempo que no tocaba a Sabito, lo estaba necesitando.

—Huh... Ven. —Sabito gime, reincorporándose y sacando su miembro de entre los pies de Giyuu.

Entonces, abre sus piernas de nuevo y eleva sus sensuales caderas para sonreír. Su omega es jodidamente hermoso, delicado y aunque se niegue a confesarlo, sensible.

Giyuu muerde su labio inferior, subiendo sus manos para quitarse su camisa. En cuanto lo hace, la tira en algún lado desconocido de la habitación y lleva sus suaves manos a sus pezones.

Sabito se detiene a observar con deleite como su omega se da placer a sí mismo.

—S-Sabito... Yo... —Giyuu balbucea, moviendo sus caderas hacia arriba y abajo.

El alfa gruñe, el aroma a menta de Giyuu se comienza a intensificar, lo está volviendo loco.

—¿Quieres esto? —Sabito se posiciona entre sus piernas y con una mano, coloca su pene contra la entrada mojada de el omega.

Giyuu abre la boca para contestar, sin embargo, Sabito se hunde en su humedad con cuidado y lo único que logra sacar es un sonoro gemido.

—¡Uh-! Si, si, mierda, si. —Giyuu arquea su espalda y se aferra las sábanas de la cama.

—No malas palabras. —Sabito jadea con una sonrisa maliciosa.

—Es solo para los niños. Ahora muevete que lo necesito —el omega gruñe una orden que Sabito está dispuesto a cumplir.

Sabito retrocede, reprimiendo algunos gemidos por parte suya en el proceso, el interior de Giyuu se siente más estrecho de lo normal y aún más resbaladizo gracias al lubricante, tiene suerte de que su omega también anhelara esto tanto como él.

Giyuu se aferra a su espalda tanto como sus fuerzas se lo permiten, siente que les falta algo, pero no recuerda qué.

—Sabito, así, sigue así por favor ¡Ah... Huh! —Giyuu cierra sus ojos mientras siente los choques fuertes de su alfa en su interior.

Sabito se mueve de forma rápida y profunda, justamente en el ángulo perfecto para follarlo bien, como solo él sabe hacerlo.

—Cariño... Créeme, me encanta hacerte cachorros. —murmura Sabito, en su oído, causando una contracción en Giyuu.

Sin embargo, aquella palabra basta para que Giyuu recordara que es lo que se olvidaba.

—¡Sabito! —el omega gime. No sabe si es por el placer o por la impresión, tal vez las dos— T-tú no tienes protección.

El alfa lleva su mano al suave pelo de Giyuu y acaricia su cuero cabelludo con cuidado. —Me olvidé, pero si te soy sincero, extrañaba follarte así.

Giyuu jadea, también extrañaba esa sensación de piel contra piel, pero tampoco quiere tener más cachorros, es suficiente con sus dos queridos hijos.

—¡Ahhh, d-detente, Sabi-to! —Giyuu grita, en contra de su voluntad. Es más que obvio que su cuerpo grita por más.

Le gusta, lo vuelve loco los movimientos de su alfa, la sensación de como lo penetra y toca lugares que le hacen ver Saturno.

—Sabes que quieres. —el alfa gruñe, separándose de él y colocándolo boca abajo, entonces, vuelve a embestirlo.

—Para, por favor... Ahhh. —Giyuu baja la voz, está llegando al punto en el cuál no puede hacer nada más que gemir pateticamente.

—Eres tan mío, Giyuu, mi omega. —susurra Sabito, pasando sus labios por aquella mordida y jodiendo el punto dulce de Giyuu tanto como puede.

—¡Sabito, Sabito! Por favor, no me des tú nudo. —suplica, aunque por un momento quisiera.

—¿No? —Sabito pregunta bajando la intensidad de las embestidas. Giyuu niega—. Entonces haré que me lo pidas, cariño.

Giyuu siente como su cuerpo tiembla por la excitación, quiere y se siente tan débil por no poder negarse al deseo, que no responde nada.

Sabito sale del interior de su omega, se levanta de la cama y lo toma para cargarlo. Giyuu se sorprende por la acción y le da palmadas en la espalda para que lo baje, sin embargo, Sabito le responde dándole una nalgada que lo detiene.

—Primero vamos a darnos una ducha, necesitas quitar ese calor ¿No? —pregunta Sabito, con una sonrisa divertida.

Giyuu intenta moverse, pero el alfa es más fuerte y lo obliga a entrar en la ducha con él. Cuando están ahí, Sabito lo baja, abre la regadera y el agua tibia cae sobre ambos.

—Sabito ¿Qué mierda pretendes hacer? —cuestiona Giyuu, su temperatura corporal comienza a bajar.

—Una pausa antes de hacer esto. —el alfa toma su rostro y lo besa.

El omega corresponde, mientras Sabito lo toma de su trasero y pasa sus dedos por su húmeda entrada. Giyuu, por su parte, recorre con sus manos los fuertes pero no tan marcados pectorales de su esposo, justo como le gusta.

Gustoso por la acción, Sabito suelta su trasero y levanta su pierna para luego pasar su pene entre sus muslos.

—Sabito... Yo... Soy muy débil. —Giyuu se separa de el beso y muerde el labio inferior de su esposo.

—Lo sé, ahora gózalo. —Sabito vuelve a besarlo, pasando su otra mano por el pelo húmedo de su omega.

Aunque el agua intenta regular la temperatura entre ambos, la atmósfera caliente entre los dos continúa.

Giyuu, olvidando que anteriormente le había pedido a Sabito que se detuviera, enrolla si pierna en la espalda de el alfa y este se hunde de nuevo en él.

—Ngh... Uhhh... —Giyuu deja caer su cabeza en el pecho de Sabito, esperando amortiguar sus gemidos allí.

—Te sientes muy bien. —Sabito susurra, colocándolo contra la baldosa y en cuanto puede, lo embiste.

—¡Ahhh! —Giyuu pega su espalda y cabeza contra la pared, mirando fijamente a Sabito.

Sin decir una palabra más, el alfa retoma un ritmo rápido, de nuevo. Con su pierna enrollada en la cadera de Sabito, Giyuu siente como su cuerpo se mueve junto al de su esposo.

Giyuu coloca una mano en el hombro de Sabito y con la otra se masturba. La sensación es electrizante, las gotas de agua que caen con fuerza ayudan en cierto modo a hacerle más placentero.

Sabito observa completamente excitado las expresiones de placer que hace Giyuu en cuanto su pene golpea su punto dulce.

Él se mueve más profundo y aplica más fuerza.

—A-alfa... Me voy, me voy a correr. —Giyuu susurra como puede, está viendo el jodido cielo.

—Hazlo, Giyuu, mírame mientras lo haces. —pide el alfa y su omega asiente rápidamente.

—T-tú...

—¿Qué pasa? —pregunta Sabito moviéndose en círculos.

—Ohhh, dios —Giyuu expresa mientras pasa la lengua por sus labios—. T-tú nudo.

El alfa arquea una ceja, sin dejar de follarse a Giyuu en movimientos brutales. Lo que había dicho era de broma.

—¿Lo quieres, Giyuu? Me dijiste que no querías más cachorros. —Sabito murmura.

—Joder, solo cállate, un bebé más no hará daño. —el pelinegro responde.

Sabito aumenta aún más el ritmo, haciendo que Giyuu se quede callado y se aferre como puede a su hombro. Luego, logra que su omega obtenga un orgasmo mientras continúa embistiendo para sobreestimularlo.

En ese momento, Sabito se detiene ahora observar los ojos de Giyuu, que lucha por no cerrarlos, ahogado en el placer intenso que siente.

El omega contrae sus paredes intencionalmente, así con una sonrisa cansada para provocar que su alfa tenga su orgasmo también, con éxito.

Sabito cierta el grifo y se detiene a jadear junto a Giyuu, mientras él mientras un leve mueca de incomodidad en cuanto el nudo se hace presente. No se siente igual a la primera vez, los dos recuerdan que fue muy dramático.

—Me siento incómodo aquí parado. —el omega jadea.

—Estamos juntos, es lo importante. —Sabito seca una lágrima o tal vez una gota de agua que resbala por la mejilla de Giyuu.

—Tienes razón... —el omega sonríe, pegando su frente con la de Sabito.

—Mami ¿Tienes frío? —pregunta Tanjiro, mientras observa a Giyuu envuelto en una manta en el sofá a las 4 de la tarde.

—Si, me tardé mucho en la ducha, pero todo bien. —él sonríe, de forma amorosa que hace a su hijo sonreír.

—Yo podría ayudar a darte calor —Sabito aparece de repente, con Nezuko y unas paletas de helado con forma de dinosaurio—. ¿Verdad, Nezuko?

La pequeña le muestra una sonrisa mientras asiente. —¡Si!

El alfa mira de reojo a su omega, que niega, hoy lo calentó lo suficiente como para no volverlo a repetir.

—No hay necesidad, estoy bien solo con la compañía de mi sábana e hijos, un alfa de nombre Sabito no puede. —Giyuu pestañea repetidas veces, con una sonrisa angelical.

—Como digas. —Sabito se encoge de hombros.

—¡Mira el dibujo que hice! Ese soy yo, mi hermanita, mamá y tú. —Tanjiro corre a mostrarle el dibujo que a hecho de su familia.

Sabito acaricia su cabeza. —Es muy lindo, pero le hace falta algo más ¿Me prestas tu lápiz?

El pelirrojo ladea la cabeza antes de asentir. Le entrega el lápiz a Sabito y este dibuja una bolita con cuatro palitos diminutos, al lado de ellos.

—Oh. —Nezuko y Tanjiro abren su boca impresionados.

—¡¿Dices que vamos a tener un hermanito?! —Nezuko da saltos de la emoción.

—¡Si, que emoción! —Tanjiro toma la mano de su hermana.

Sabito ríe y se sienta en el sofá junto a Giyuu.

—Sabito, todavía no sabemos si estoy esperando un bebé o no, no han pasado ni veinticuatro horas desde que hicimos ya sabes qué. —Giyuu arquea una ceja, no es justo ilusionar a sus pequeños de esa forma.

Sabito ríe.

—Amor... —se inclina y besa su frente—. Me encargaré de que nuestros hijos puedan tener un hermanito como prometí.

Su omega se sonroja y tapa su rostro con las sábanas.

—Eres un pervertido.

—Lo soy, pero solo contigo. —Sabito ríe.

—¿Que es pervetrido? —cuestiona Tanjiro.

Giyuu destapa su rostro y evita reírse al ver que su pequeño pelirrojo no puede pronunciar la palabra correctamente.

—No digas esas cosas frente a los niños. —golpea el brazo de su alfa.

—¡Perdón! —Sabito suelta una carcajada.

Nota: Amo a Tanjiro y Nezuko chikitos

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