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𝗡 𝗔 𝗥 𝗥 𝗔 𝗧 𝗢 𝗥

Fraser Wilson se encontraba dentro del aeropuerto del centro de Italia mirando a la nada, mientras sus madres Maggie y Sarah hablaban con una mujer acerca de su equipaje.

El chico de 14 años solo miraba a su al rededor mientras en sus audifonos reproducía una de sus canciones favoritas, de vez en cuando miraba hacia otros lados sin encontrar algo que le llamara la atención, por lo que lo único que podía hacer como distracción era tomar entre sus dedos su pelo teñido de blanco en señal de aburrimiento. Finalmente, lo soltó y tomó una cadena que colgaba de un pequeño clavo en la pared del lugar.

— Busca en el resto.— Dijo una de sus madres, de alguna forma los tres había llegado a su destino, excepto tus maletas.

— Bien, claro.— Respondió la joven encargada de la sección Lost and Found que bien traducido sería "Perdido y encontrado", y como el nombre lo dice, se encarga de las cosas
perdidas, que en este caso, eran sus maletas.

— La gris estaba atada.— Dijo Sarah, una madre de Fraser, su madre biológica, mejor dicho, quien era una mujer alta con un corte de pelo que podría ser para un chico, era rubia y de ojos claros.

— No, es plateada con correas rojas y la compraste para mí.— Alegó su hijo, si no fuera porque tenía los audifonos puestos que lo hacían hablar casi gritando, habría sonado mas tranquilo.

— Cariño, no te enfades, la encontraremos-

— La conseguiste para mí.—Interrumpió Fraser.

— Podría seguir en Amsterdam.—Dijo la ayudante con un acento marcado, y como no, al ser de Italia y tener otro idioma de nacimiento, el hablar inglés era algo complicado de hablar.

— No...—.Musitó el chico mientras se daba la vuelta para alejarse un poco.—¿Cómo va a ser esa una respuesta?.

Fraser caminó a lo largo de la pequeña sala dando una vuelta hasta volver a encontrarse con sus madres.

— Tengo sed.— Dijo inclinando su cabeza hacia atrás, a lo que Maggie, su otra madre, le extendió una botella de agua.— Te vi guardar esa botella en tu bolsa.— Le dijo el chico, refiriéndose a una botella distinta.

— Es un poco temprano para eso, ¿no crees?.— Respondió esta vez Sarah.

— Tengo sed.— Repitió su hijo en un tono más lento mientras se subía a la pequeña banqueta del mostrador, algo molesto.— Y mis malditas maletas no están aquí.

Sarah tomó una botella de unos quinientos mililitros de alcohol entre sus manos y se la entregó.

— Dos tragos, no más.— Específico la mujer, Fraser hizo caso, tomó dos sorbos, algo grandes a decir verdad y suspiró.

—Gracias, mami.

— Es peor de lo que parece.— Habló Maggie, el tema volvía a ser las maletas perdidas.—¿Pueden sernos entregadas?.

— Claro.

[ . . . ]

— Otra vez, ¿cuál es tu nombre?.

— Sarah.

— ¿De verdad?.

En este momento, ambas madres del chico hablaban con una mujer alta, de tez negra, vestida con una camisa azul quien las guiaría hacia la salida del aeropuerto. Fraser soltó un grito de alteración, el clima en Italia no era el mejor así que habia tomado la decisión de quitarse su gran sudadera naranja mientras que, por la parte de enfrente, sus madres junto con esa mujer se encargaban de salir. Maggie giró la cabeza para observar mientras que Sarah alegaba lo mal que se la pasó en el vuelo y lo mal que comenzaba a pasarlo en Italia.

— Ah, no pude pegar ni un ojo en todo el vuelo, y odio la parte que necesitamos un guia.

— Su nombre es Jennifer, es la esposa del coronel Poythress.— Dijo la mujer quien aún las guiaba hacia donde el carro que los llevaría a la base estaba.

— Esperemos que no haga una plática durante todo el camino a la base...

Maggie no decía nada, pero a diferencia de Fraser, solo veía lado a lado las paredes del lugar mientras su hijo pateaba algunas cosas o solo se colocaba sus audífonos. Después de todo, ambos estaban curiosos por ver lo que su nueva ciudad tenía por ofrecerles.

— Hey, Jennifer.—Se escuchó en la sala donde ahora estaban; esa donde recibían a sus familiares después de bajar de un vuelo, y a diferencia de un día normal, esta vez había un par de militares ahí.— Es bueno conocerte al fin.

— Tu debes ser Fraser.— Dijo la famosa Jennifer.— ¿Y tú eres Maggie?

— La esposa de Sarah.— Respondió esta mientras estiraba la mano en forma de saludo.

— Su esposa...—Habló Jenny correspondiendo su saludo.— Si yo he- fui informada sobre eso, ¿Nos vamos? .—Preguntó después de un rato en silencio, ser esposa de una mujer no era un tema muy común en ese entonces.

[ . . . ]

El camino hacia la base ya iba a la mitad, por desgracia de Sarah, Jenny se encargó de hacer preguntas por todo el camino, estas fueron respondidas sin muchas ganas o simplemente  no lo eran si iba dirigida a Fraser, el chico solo veía hacia la ventana con la música de sus audífonos a todo volumen, ignorando totalmente a las personas que iban en el mismo vehículo que él.

— Cariño...— Habló Sarah dándole unos golpecitos en su brazo.

— ¿Eh?.— Fraser volteó mientras se retiraba un audífono.

— Jenny te preguntó en qué clase estás.

— Primero.— Respondió este pasando sus dedos por uno de sus audífonos.

Jennifer soltó un sonido de una mezcla entre asombro y felicidad.— Mi hija Caitlin también va en primer grado y Danny en tercero.

*En esta parte Fraser responde "Freshman" que no tiene traducción pues es como un apodo para los alumnos que apenas empiezan su secundaria, los grados en EUA empiezan desde primero hasta séptimo en primaria y en el octavo ya son parte de secundaria.*

— ¿Cuáles son sus signos zodiacales?.— Pregunta Fraser con algo de ignorancia.

— Él es libra.— Responde Jenny, esta al igual que quién las guió en el aeropuerto, era también de tez negra.

— Sin compromiso, inconcluso, evasivo.— Dijo el chico volviendo a colocar su audífono sobre su oído.

Jenny lo miró con algo de seriedad.— Astrología, no creo en todo eso.

— Fraser está obsesionado con los signos astrológicos.— Habla Sarah.— No es cierto, ¿bebé?.

Un silencio algo incómodo volvió a formarse dentro de la camioneta negra donde iban, no fue hasta que la esposa del coronel volvió a hablar, esta vez, solo para hablar sobre la base, pues estaban a unos metros de llegar.

— La base está a unos metros cerca del mar. De hecho, estamos conectados por una pared lateral y si les gustaría visitar Venecia, hay un embarcadero en Kioto que los lleva directo ahí. Deberían ir en domingo.

— ¿Recuerdas el hotel en las Islas Canarias?.— Pregunta Sarah a su esposa. — Al chico que nunca paraba de balbucear.

— Entonces no es su primera vez en Italia.— Supuso Jenny.

— Vinimos en nuestra luna de miel.— Responde Sarah.— Maggie ama estar aquí, ¿no es cierto, mi amor?.

— ¿Qué hay de Caitlin?.— Interrumpe el chico. Lo que pudo hacer que las demás personas fuera de sus madres comenzaran a pensar que era un maleducado, primero por no responder, y después por interrumpir.

— ¿Perdón?.— Habla Jennifer.

— ¿Qué signo es Caitlin?.

— Aries.—Responde.— ¿Ese está un poco mejor?.

Fraser pareció pensarlo por un segundo mientras el militar encargado de manejar el auto le decía al que estaba en la entrada que la nueva coronel iba con él.

— Depende de su signo ascendente.

— Fraser está un poco del lado implacable.— Dijo su madre Sarah, evitando un nuevo silencio.

Finalmente entraron a la base y no tardaron ni cinco minutos en llegar a su apartamento y bajar del vehículo. Un militar se encargó de abrirles.

— Aquí es.— Dijo Jenny mientras bajaba.— Esa es la casa.

La dicha tenía el número 340 a un lado de la puerta, no estaba tan lejos de la secundaria, aunque tampoco tan cerca.

Buongiorno.— Saluda Jenny a los demás hombres que se encontraban ahí con un simple "Buenos días" en su idioma, Italiano.

La mujer que los estaba guiando fue quien se dedicó a abrirles la puerta pasando ella de primero y así poder recibirlos.

— Es el lugar más lindo de toda la base, ¿no se ve muy Nueva York?.

Al instante en el que entraron, Maggie y Sarah comenzaron a mirar a su alrededor, el lugar donde tendrían que quedarse no estaba tan mal, y tenía razón por lo que Jenny dijo después mientras subía las cortinas de la ventana:

— Es lo mejor que la base puede ofrecer, pero si no están felices con esto, solo háganmelo saber. Cuesta un poco saber si el lugar es realmente apropiado para nosotros.

— No, no. Está - Está perfecto.—Responde Sarah.

— Esa es nuestra casa.— Dijo Jennifer señalando la casa de enfrente con su dedo.

— ¿Cuántos de nosotros viven fuera de la base, dijiste?

— Algunos de los oficiales y la mayoría de soldados.— Le responde.

Del otro lado, Fraser solo se mantenía sentado en el sofá de la entrada mirando su celular, Maggie le decía a un soldado donde dejar su equipaje, Sarah continuaba en una plática con Jenny, esta solo la seguía con un ramo de flores en mano que había recibido en el aeropuerto, estaba siendo un poco hartante para ella y por otra perspectiva, Hattie Brown ya venía de regreso después de recoger su paquete al otro lado de la base.

— Arreglaron la oscuridad, las casas necesitan mantenimiento constante. Connor McConty es muy delicado si de orden se trata-

— Cariño.— Sarah le habló a su hijo, por una parte para que despegara la vista de su celular, pero por otra para liberarse de la plática con Jenny.— ¿No es esto increible?. Estamos en Italia, la cuna del arte.

Fraser ni siquiera la escuchó, estaba tan entretenido escuchando su música que ni se dio cuenta que su madre le hablaba. Y Maggie, quien iba pasando de regreso por ahí solo le dedicó una mirada a su esposa y se encogió de hombros, ya estaba acostumbrada a las actitudes de su hijo.

— Connor McConty también mantiene un apartamento en la ciudad, deberían estar interesadas.

— Uh, ¿los comandantes siempre deberían estar con sus hombres, Jennifer?.— Pregunta Sarah, era la más preocupada en ese momento, no viajó miles de kilómetros para arruinar su momento de ser coronel.

— Es lo que mi esposo siempre dice. Aquí están los formularios para que los firmen.—  Responde Jenny mientras dejaba unas hojas delante de Maggie y esta la miraba con algo que se podría llamar ternura. Si no fuera porque sé lo que pasa después no me habría dado cuenta.

— Déjame ver.— Dice Maggie estirando su brazo para tomar estos.

— Lo siento, solo los promotores pueden firmarlo. En su caso es Sarah. Todo el papeleo llevará solo su nombre.

— Por supuesto.— Dijo Maggie algo decepcionada, su mirada ahora había cambiado.

Sarah se acercó para mirar dichos papeles.— Gracias.— Le dijo a su esposa, seguido de dejar un beso sobre sus labios. Maggie se alejó y Sarah volvió a quedarse con Jenny.

— Fue lo mismo para mi y mi esposo.— Dijo, y como era de esperarse, la rubia no respondió.

Mientras tanto Maggie estaba revisando la cocina, justo donde se encontraban, y Fraser ya había salido a ver qué más podía encontrar.— ¿Tu hiciste esto? .— Pregunta la castaña abriendo el refrigerador.

— Sí.—Responde Jenny.— También traje unos panfletos de la región local y les cociné un pastel.

— Gracias.— Responde Maggie amablemente.

— No tenías que hacer eso.— Dice Sarah algo apenada.

Fraser volvió a entrar a la casa y las otras tres mujeres ya se había alejado de la cocina donde él había encontrado los panfletos que se les habían entregado, comenzó a darle una ojeada a uno en forma de un libro pequeño.

Vacalon mantecato.— Musita este mientras leía, era un platillo de ahí. Dejó el pequeño libro dónde estaba al principio y se dirigió hacia el pastel que Jenny cocino.

— Ni en una mierda, solo estoy cansada.— Dijo Sarah hacia el teléfono mientras tenía una llamada con su madre.— Mamá, no estamos en Venecia, estamos en Kyogre.— Hizo una pausa en la que escuchaba lo que su madre decía y Fraser retiraba las letras del dichoso pastel.— Sí, claro que iremos al valle, sé que encuentras una hortera pero no estoy aquí de vacaciones, estoy a cargo de una base. Estoy bien, feliz. Lo saludaré.—Dijo con referencia a Fraser, quien ya había retirado parte de las letras y tomado un pedazo entre sus manos mientras se alejaba para comerlo.






Publicado: Octubre 9, 2020
Actualizado: 11 de Enero, 2023
Actualizado 2: 7 de Junio, 2023

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