❝ capítulo ocho ❞

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━━ chapter eight

៸៸ ⁺ :  don't give up 🗝️ ִ  ۟ ✧

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La fiesta de los especialistas se organizaba a principios del año escolar y se decia que era el festejo del año; sin supervisión adulta que impidiera a los jóvenes divertirse como, según ellos, era debido. Alcohol sirviéndose en abundancia y sin restricciones. Y un montón de chicos pasándola a lo bomba.

¿Suena bien, no? Pues Fay asistió con esa idea en mente.

La fiesta tomaba lugar en la ala Este de Alfea, la cuál anteriormente era una sala de guerra y había dejado de tener dicha función debido a que, en la actualidad, no había guerras que combatir. Por lo que el ala se encontraba vacío y era el lugar perfecto para realizar una fiesta clandestina sin que los maestros o la directora se enterarán. Ellos querían creer eso.

Para cuando Fay llegó al lugar este estaba atestado de alumnos de todos los cursos, pues a pesar de que la fiesta era organizada para los especialistas de segundo en adelante, los de primer ingreso eran bienvenidos siempre; Fay camino entre el patio buscando a Elliot, quien supuestamente la vería ahi. Esquivó a un grupo chicos y chicas bailando. Otros que conversaban o en algunos casos, parejas que intercambiaban saliva.

Al ver que Elliot no se encontraba en ningún lado del exterior, entro por las puertas de madera hacia el salón. Dentro las luces neones moradas colocadas en los pilares del salón le daban al lugar el ambiente adecuado para una fiesta adolescente. Habían chicas bailando sobre unas mesas y algunos otros alumnos bebían de un vaso rojo que Fay estaba segura que contenía alcohol.

Ella no era amante del alcohol. El simple pensamiento de perder el control de su propio cuerpo le aterraba. No obstante, esa noche estaba dispuesta a divertirse y beber un poco. Tampoco creía que le caería mal. Mientras no se descontrolará.

Esquivando a más alumnos que bailaban muy pegados unos con los otros, Fay se acercó hasta la mesa de bebidas. Tomó uno de los vasos rojos que reposaban encima de esta y lo lleno hasta su máxima capacidad para luego darle un gran trago.

—¿Fay Silva bebiendo? —dijo una voz detrás de ella de pronto—. Eso no se ve todos los días.

Fay se dio la media vuelta y observó a un divertido Sam detrás de ella.

—Tampoco es el fin del mundo por eso —puntualizo ella.

—No, no lo es —afirmó él—, pero si es raro de ver — y tomo un vaso rojo para llenarlo de bebida—. ¿Vienes sola?

—No, estoy buscando a Elliot; quedamos de vernos aquí —dijo ella.

—oh, creo haberlo visto salir al patio; y ahora que lo mencionas, parecía buscar a alguien, seguro es a ti —dijo mirando sobre su hombro hacia la salida—. Acaso... ¿Están saliendo?

Pero Fay negó con una sonrisa nerviosa.

—Solo somos amigos.

—Asi se empieza —señalo él con una sonrisa ladeada. Fay, sonrojada, se rió levemente y le dio un suave empujón juguetón.

En eso se percató de como Sam vagaba su mirada por el salón, buscando a alguien.

—¿Buscas a tu cita? —le preguntó ella ahora con una sonrisa pícara.

La cual incremento cuando notó como la sonrisa de su mejor amigo se ensanchaba hasta mostrar todos sus dientes.

—Oh por dios —musitó ella, sorprendida—. ¡Si tienes una cita!

Sam se rió ligeramente.

—Eres mi mejor amiga y no tengo secretos contigo, pero por favor no le comentes nada a Terra —Fay frunció el ceño sin comprender su petición. Sam prosiguió a explicarse—. Estoy... Estoy saliendo con una chica que es compañera de cuarto de Terra. Se llama Musa.

—¿¡Con musa?! —exclamó Fay en voz alta, perpleja, pero nadie la escuchó por la música a tan alto volumen.

Y aún asi Sam la mando a callar con un gesto de dedo.

—¿La conoces? —le preguntó acercándose a ella. Fay asintió.

—Por supuesto, conozco a todas las compañeras de cuarto de Terra —dijo.

—Debi imaginarlo —respondió él—, porfavor no le digas a mi hermana. Musa quiere decírselo ella misma.

Fay vaciló. No era por ser mala pero tampoco le importaba mucho lo que la chica quisiera; Musa había tratado de forma nefasta a su amiga y Sam tenía el derecho de saberlo. Terra era su hermana. Y él la quería.

Pero... Tampoco se sentía capaz de meterse en su nueva relación por algo que seguramente Terra ya habra dejado atrás.

Fay asintió.

—De acuerdo, pero tengan cuidado en donde pasan su saliva o Terra podría verlos —y dicho eso, comenzó a caminar de espaldas mientras miraba con una sonrisa burlona a Sam. Este, por su parte, se rió levemente y negó con la cabeza para luego despedirse de ella.

Fay en cambio se dirigió a la salida del salón y busco a Elliot, de nuevo. Más está vez no tardó en encontrarlo; el choco estaba sentado junto a sus amigos cerca de unas bancas ubicadas a un costado del salón.

Un tanto incómoda por acercarse a un grupo de alumnos mayor, Fay camino hasta estar en la visión de Elliot, quien sonrió abiertamente al verla. Le dijo algo a sus amigos y luego se acercó a ella.

—¡Fay! ¡Te estuve buscando! —exclamó alzando la voz para hacerse oir entre el bullicio.

—¡Y yo a ti! —respondió ella.

— Te ves hermosa —agregó él, a lo que Fay se sonrojo y sonrió tímidamente.

— ¿Quieres ir a bailar? —le preguntó.

—Claro.

Y recogiendo valor, Fay lo tomó de la mano y lo guío hasta el grupo de alumnos que bailaban en la improvisada pista de baile en medio del patio. Las hadas de la música estaban haciendo un gran trabajo. Estás se habían encargado de que la música se escuchara por todo el ala Este de modo que todos en la fiesta pudiera oírla. Sin embargo, tambien evitaban que el sonido viajará hasta el colegio, de modo que ni los maestros ni la directora pudieran oírla.

Al principio Fay y Elliot comenzaron a moverse a un ritmo tímido, pero mediante los minutos fueron pasando la timidez se esfumó de sus cuerpos y Elliot la tomo de la cintura y la acercó más a él, de forma que Fay sonrió abiertamente y comenzó a moverse con más ánimos.

Aquello le hizo hervir la sangre a Sky, quien se encontraba en la fiesta, apoyado en un pilar de ladrillo y había presenciado la forma en que ambos chicos estaban conviviendo. Apretó la mandíbula y se giro, dándole la espalda al grupo de alumnos que bailan.

Se sentía molesto. No podía negarlo. Pero tampoco podía hacer nada para impedir que Fay estuviera con Elliot. Disgustado, apretó con fuerza el vaso que sostenía en manos y esté se quebró, tirando todo el líquido al piso.

—¿Que te hizo el vaso? —escuchó que le preguntó alguien por detrás.

Sky se dio la media vuelta y vio a Bloom acercarse a él. No obstante, la pelirroja borro la sonrisa burlona de su rostro cuando notó el estado de ánimo del rubio.

—¿Te encuentras bien? —lo preguntó.

Sky carraspeo y asintió.

—Si, si.. yo solo —su mirada azul busco por instinto a Fay y frunció el ceño cuando la vio tan pegada a Elliot. Desvío la mirada y apretó su puño.

Y Bloom, quien había seguido la dirección de su mirada, lo entendió todo.

— Si tanto te molesta verlos juntos, ¿por que estás con Stella

Aquello sin duda lo tomo desprevenido.

—Porque no me quiere a mi, lo quiere a él.

—¿Y tu quieres a Stella?

Sky tardó en responder.

—Si... No... No lo sé —titubeo, sinceró.

—Vaya, si que estás confundido —señalo Bloom y tomo un sorbo de su vaso—. ¿Cómo está Silva? —opto por cambiar el tema.

—Mal —respondio Sky y tomo asiento en uno de los banco de cemento—. Pero, ya casi atrapan al quemado. En poco tiempo se mejorará.

—¿Y como estás tú? ¿Cómo está Fay?

—Ella... Parece estar bien —respondio señalando a fay con la mirada—. Y yo... Me siento de la mierda, Bloom. Sé que debo ser fuerte, pero Silva me crio después de que mi padre murió. Eran mejores amigos. Y sé que entrenamos para pelear, para arriesgar nuestras vidas, pero nunca me permití pensar que Silva...

Bloom asintió, entiendo lo que quería decir.

—Lo siento mucho.

Sky asintió, cabizbajo. Ambos permanecieron en silencio tras aquella conversación. Uno perdido en su preocupación por el hombre que lo había criado igual que un padre y la otra con muchas incógnitas sobre su vida. No obstante, el silencio entre ambos estaba volviéndose incómodo, por lo que Bloom sugirio ir dentro del salón y jugar Beer pong con sus amigos. Sky aceptó y ambos se marcharon.

Fay y Elliot por su parte continuaron bailando un rato más hasta que ambos se terminaron sus bebidas y fueron a buscar más adentro, en el salón. Ahí se encontraron a Eve en la mesa de bebidas, quién los saludo alegremente al verlos.

—¿Divirtiéndose? —preguntó la rizada antes de beber de su vaso.

—Mucho —respondio Elliott—. Éste es mi último año y quiero disfrutar cada momento.

El tema de no volver a ver a Elliot por un tiempo no era del agrado de Fay en esos momentos, por lo que se volteo a ver a Eve y le preguntó.

—¿No ibas a estar con Riven?

Eve negó y volvió a tomar de su vaso.

—Esta jugando con Sky y esas chicas al Beer pong —y señalo a un lado del salón donde Fay vio a Bloom y a Aisha jugando contra Sky y Riven—. Además, él vino con Beatrix.

—¿Quién? —inquirió Fay, extrañada.

—Una chica de primero que se cree cool por fumar y ser nerd. No entiendo porque Riven esta con ella —repusó Eve como quien no quiera la cosa. Sin embargo Fay y Elliot se miraron de reojo. Era claro que ambos habían percibido los celos que la rizada irradiaba.

—Quedate con nosotros —dijo Fay, pero Eve se apresuró a negar—. Vamos, eres mi mejor amiga y no pienso dejarte sola en una fiesta.

—No quiero interrumpir su cita —respondió ella, pero Elliot chasqueo la lengua, restandole importancia.

—No será la última de todos modos —dijo para sorpresa a ambas. Eve sonrió pícaramente hacía Fay—. Venga ricitos, acompáñanos a bailar.

Y Eve, quien en realidad no quería estar sola, terminó aceptando. Los tres se alejaron hasta la pista de baile provisional que había y comenzaron a bailar en grupo.

Las horas pasaron pero Fay todavía mantenía la conciencia de lo que hacía. Había evitado sobre excederse con la bebida para recordar todo al día siguiente y no hacer algo de lo que podía arrepentirse. Eve, por otro lado, hizo todo lo contrario; en un punto de la fiesta la rizada había visto a Riven y a Beatrix yéndose a un lugar privado y oscuro del salón. Y aquel detalle solo termino cayendole como un puñetazo al estómago, por lo que comenzó a beber como si de agua se tratará pese a las réplicas de Fay.

Otra hora paso y Fay no podía creer lo que sus ojos estaban viendo; su amiga se encontraba bailando arriba sobre una de las mesas, cantando y riendo como una loca mientras movía su curvilíneo cuerpo al ritmo de la musica. Y pese a que a Fay no le agradaba verla así, no pudo evitar soltar una carcajada y sacar su teléfono para tomar evidencia de lo que hacía.

Y es que Eve no era una persona extrovertida, al contrario, pasaba su tiempo libre en la biblioteca, practicando con su arco o apostando con Riven, pero esa noche fue todo lo opuesto.

—¿No crees que ya bebió suficiente? —le preguntó Elliot señalando a la rizada. Fay guardo su teléfono y asintió, mirándolo..

—Llevo pensándolo desde hace una hora, pero le prometí que nos divertíriamos esta noche sin queja alguna. Sin embargo... —volteo a verla y sintió un vuelco en el estómago cuando vio a un alumno de último año subir su mano por la pierna desnuda de su amiga—. ¡Hey! ¿¡Qué diablos haces?!

Pero el chico la hizo a un lado e intentó tomar a Eve cuando alguien se precipitó sobre él y lo empujó, apartandolo de ella.

—¡¿Que cojones haces ahí arriba?! —exclamo Riven hacia Eve, quien por el abrupto gesto del castaño, había dejado de bailar. Lo volteo a ver con cierta molestia.

—¿Qué no ves? ¡Me estoy divirtiendo! —replicó Eve.

—¿¡A eso le llamas divertirte?! ¿A exhibirte frente a un montón de pervertidos de mierda? Baja ahora mismo de ahí.

—No —aseguró Eve cruzándose de brazos—. Yo no te digo que hacer con tu noviecita esa. Anda, vete con ella.

Y dicho eso continúo bailando bajo la atenta mirada molesta de Riven. Esté se volvió y se acercó a Fay.

—¿¡No pudiste hacer algo para que no bebiera tanto!?

Fay lo miro con molestia. Él no tenía ningún derecho a replicarle nada. Ni a ella ni a Eve.

—No soy su puta niñera, Riven. Además, ella ya está mayorcita para tomar sus propias decisiones— mascullo ella y paso junto a él chocando su hombro contra el de él para acercarse a Eve—. Venga, Eve. Ya es hora de irnos.

—Pero quiero seguir bailando —se quejo la rizada mirando a Fay con un puchero. En eso trastabillo y a nada estuvo de caerse de no ser por Riven, quien la sujeto a tiempo de que se estrellara contra el suelo—. Bajame —pero él hizo caso omiso de su petición—. ¡Carajo Riven, bajame!

—¿Cuál es tu problema, amigo?

Pero Riven ignoró olímpicamente al chico que había intentado tocar a Eve y salió del salón cargando a la rizada cómo costal de papas. Fay y Elliot lo siguieron.

—¡Elliot, bajame! ¡Quiero seguir bailando y bebiendo! —protestó Eve.

—Ya bebiste suficiente —respondió Riven y se volvió hacia ellos—. La llevaré hasta su cuarto.

—Voy contigo —indicó Fay y se giro hacía Elliot—. Debo ir con ella, pero me divertí esta noche.

—Yo también —dijo él—. ¿Salimos otro día?

—Claro —se paro de puntillas y beso su mejilla para luego seguir a Riven entre el gentío.

Y si bien su plan era llegar a su habitación para ayudar a Eve a irse a la casa, a mitad del camino su celular empezó a vibrar en el bolsillo interior de su chaqueta. Escuchó como Eve le mascullaba a Riven un montón de palabrotas y réplicas pero esté no le respondía nada.  Fay saco su celular y revisó el mensaje.

Era de su padre:


Una corriente helada subió por su espalda, logrando que el poco efecto del alcohol en ella desapareciera por completo. Se sentía como si le hubieran echado una cubetazo de agua fría, que poco a poco fue desapareciendo y lo sustituyó el alivio.

Se apresuró hacia Riven, quien había avanzado sin ella, y lo llamo.

—¿Todo bien? —le preguntó esté al verla tan acelerada. Fay asintió y lo miró con una sonrisa en los labios.

—Mataron al quemado. Debo ir a buscarlo.

—Ve, yo me encargo de ella.

—Gracias.

Y salió corriendo hacia el campo de entrenamiento, donde su padre le había dicho que estaría. No obstante, al llegar, lo visualizó sentando sobre una las tarimas en compañia de alguien con el que no quería hablar. Pero era más su emoción por saber que la vida de su padre ya no corría más riesgo que ignoró la presencia de Sky y se acercó a paso apresurado para abrazar a su padre.

—Lo sabía —dijo—, sabía que lo encontrarían — pero cuando apretó a su padre contra ella, esté soltó un quejido.

Fay se separó rápidamente de él y estudio su aspecto con la poca luz que había ahí por los faroles; su piel seguía pálida y las venas cerca de su rostro estaban oscuras. Sus ojos estaban hinchados y opacos. Fay retrocedió abrumada y empezó a negar con la cabeza.

No... ¿Cómo era posible?

Volteo a ver a Sky, y por el gesto devastado en su rostro, lo entendió todo.

—No lo mataron, ¿cierto? —preguntó con un hilo de voz.

—Lo hicieron, pero...

—No al que te atacó —concluyó ella.

Tuvo que pestañear varias veces para impedir que las lágrimas salieran. Sky volteo a verla, igual de triste que ella pero a la vez apenado. Fay se giro, esquivando su mirada y observó el firmamento oscuro sobre sus cabezas con un nudo en el pecho.

—El batallón seguirá buscando...

—Es demasiado tarde, Sky —corto su padre&. Se acabo.

Se acabó...

Dos simples palabras que terminaron de quebrar el corazón de Fay. Sollozó y bajo la mirada hacia sus zapatos. Podia sentir la mirada de su padre sobre su persona pero Fay no quería mirarlo.

No quería aceptar la realidad.

Una donde su padre moriría y ella se quedaría sola.

No.

No lo aceptaría.

No se daría por vencida tan fácilmente, lo que hacia que se enfurecería con él; Su padre siempre le había enseñado a nunca rendirse.

A luchar por las cosas que ella creía correctas.

A luchar por lo que quería.

Y él no lo estaba haciendo.

—No —espetó Fay y se giro hacía ambos con el rostro neutro—. No se ha acabado; puedes quedarte aquí sentado y darte por vencido pero yo no lo haré.  Tu enseñaste a nunca rendirme y eso mismo voy hacer.

—Fay...

Pero no espero a que él intentará detenerla, sino que se dio la media vuelta y se alejo de ambos con un único pensamiento en mente.

«Encontrare al quemado yo misma»

—¡Fay! —grito Silva llamando a su hija—. ¡Fayra, porfavor!

Pero estaba muy débil para seguirla, por lo que se giro hacia Sky.

—Por favor, detenla.

Pero Sky negó con la cabeza.

—Siempre me dijo que mi padre murió peleando —dijo Sky—. ¿Y ahora se quedará aquí resignado? A la mierda con eso. No la detendré, iré con ella.

Se bajó de la tarima y empezó a alejarse por dónde Fay se había ido.

—Sky... —pero Sky no se detuvo, sino que gritó.

—¡A la mierda con eso!

Corrió, alejándose más de él y empezó a buscar a Fay con el corazón acelerado. La encontró caminando a paso apresurado hacia los dormitorios.

—¡Fay!

—¡No me detendrás, Sky, asi que olvídalo! —rezongó ella sin detenerse.

—¡No pienso hacerlo! —gritó de vuelta. Fay se detuvo y Sky corrió hacia ella—. Iré contigo.

—No necesito que me cuides —espetó Fay molesta.

—No voy para cuidarte, voy porque al igual que tú, quiero salvar a tu padre.

Fay lo observó un minuto en silencio, buscando algún atisbo de que mintiera al respecto. Cabía la posibilidad de que su padre lo hubiera enviado para cuidarla, pero no percibió nada que indicará que Sky mintiera.

Lo conocía tan bien. Sky realmente quería ayudarla a salvar a su padre.

—De acuerdo —acepto.

Ambos irían a buscar al quemado y salvarían a su padre de la muerte.

Había dejado que expertos se hicieran cargo y estos no lo habían logrado.

Se había quedado quieta, callada, obedeciendo órdenes y esperando, pero ya no más.

Ella tomaría el control de la situación sin importar que su vida se viera en peligro.

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