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CAPÍTULO SIETE
MARINETTE DUPAIN-CHENG
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        CHARLABA ANIMADAMENTE CON el chico de media coleta y cabello azabache sobre los suaves trazos con acuarela que agregaba a su obra sin recaer en los ojos curiosos que los observaban a unos metros curioso.

Nathäniel mordió su labio mientras intentaba imitar las leves ondas del cabello de Isabelle pero esta se movía tanto que le era imposible adivinar si estas estaban por todo el largo o sólo en ciertas áreas, entonces rodando los ojos hastiados borro por tercera vez aquellas líneas en su boceto.

— ¿Podrías dejar de moverte? — Pidió en un tono molesto haciendo que la chica mirara cómplice a Marc y que después ambos soltaran una leve risa y que la chica volviera a su posición inicial y quieta.

Ambos artistas cumplían la primera tarea para su curso dado por la gran Françoise Gilot — el cual se llevaba a cabo después del horario normal de clases—, la cual, era cumplir con un retrato, no cualquiera, no quería un simple dibujo plano sino que capturaran la esencia de la persona que decidieran plasmar. Desde que la mujer les explicaba cómo expandir su visión como pintores para así poder ver más allá que simples colores y trazos, Nathäniel tenía pensado pedirle a Marinette que fuera su modelo, estaba acostumbrado a dibujarla y ya tenía en mente que tipo de detalles podría agregar para personificarla tal cual ella es y su plan hubiera sido ese de no ser porque la pelinegra— que ahora se encargaba de dibujar— llegó con la excusa de saludarlo cuando en realidad quería un autógrafo de Gilot para su revista feminista. Y así, una cosa llego a la otra e Isabelle termino escuchando sobre el retrato que debían elaborar y básicamente le suplicó que la dibujara, pues al estar tan enamorada de sus anteriores bocetos quiso aparecer en uno con su talento, según ella.

Pero no hizo más que complicar su tarea, no sabía quién era Isabelle Van-Cleef, tenía la vista a la risueña, amable y parcialmente perfecta heredera de portada de revista, más quería poner en práctica su ojo artístico, por algo era su pasión y su tarea era ver más allá, ahora más profesional que personal.

Suspiro frustrado y sin inspiración dejando su lápiz de lado extrañando a Isabelle.

— ¿Todo en orden?

— Si... — Murmuró el pelirrojo tallando sus ojos — Necesito tomar un descanso.

La ojiazul asintió tranquila mientras dio una vuelta en la silla giratoria para luego arrastrarla hacia el otro pelinegro que la recibió gustoso, para así ver su avance en su retrato, que irónicamente representaba al chico frente a ambos, pero aún era muy pronto como para descubrir que se trataba del pelirrojo, por lo que Isabelle no hizo comentario alguno sobre ello.

Por otro lado, Nathäniel seguía frustrado con la imagen de la de vestimenta azul, ya que no quería entregar cualquier trabajo superficial, cuando repentinamente sintió una mano en su hombro que lo hizo girar en su sitio.

— Hola Nath. — Saludó amable, aunque algo apagada — Aquí están las cosas que pediste, las manda el profesor Pierre.

El chico asintió recordando cómo el día anterior le había pedido a su maestro varios colores en acrílico que no logró encontrar en ninguna tienda.

— Gracias, Marinette. — Sonrió tímido.

Él no sabía cómo sentirse frente a su compañera de clase, tal vez su enamoramiento haya pasado a segundo plano al no tener ninguna reacción por su parte después de su akumatización, aunque seguía reconociendo que era hermosa y no podía evitar tener un crush en ella.

La anterior nombrada regresó la sonrisa a duras penas, puesto que desde que leyó cierta noticia que Chloé se encargó de enviar a la mayoría de sus amigos y de presenciar una escena romántica entre Isabelle y Adrien, sonreír era lo último que quería hacer.

— Y... ¿Cómo vas con tu nueva amiga? — Señaló discretamente a la despampanante chica risueña con un deje de molestia.

— No se si llamarla así. — El chico respondió rápido ladeando la cabeza aún pensativo.

— ¿No te agrada? — Frunció el entre cejo extrañado.

Era raro escuchar eso de alguien, parecía que todo el mundo la amaba y aquello solo la fastidiaba más.

— No me cae mal, — Explicó simple — pero hay algo raro en ella, no es normal alguien tan... así.

Nathäniel igual la señaló sin ser muy obvio y el par la observó por varios segundos, viendo cómo Isabelle jugaba a hacer burbujas con el agua con jabón que Marc usaba para limpiar sus pinceles.

Marinette asintió aliviada de que no fuera la única que la veía tan falsa mientras Nathäniel alzaba una de sus cejas aún sin encontrarle un porqué a su personalidad infantil y exageradamente feliz.

La franco-china cayendo en cuenta de la concentración del ojiazul por Isabelle sintió la necesidad de preguntarle lo que la había estado carcomiendo desde que la modelo entró a sus vidas.

— ¿Crees que tenga algo con Adrien? — Soltó de repente.

— Claro que si. — Respondió casi de inmediato de manera obvia — Pero no me hagas mucho caso, no soy bueno con las relaciones, de ningún tipo. — Aclaró —  Tal vez sólo sean amigos, — Se encogió de hombros y bajo su tono de voz hacia la de coletas — pero muy cercanos, si sabes a lo que me refiero.

El pecoso la miró cómplice dando a entender que Adrien e Isabelle tenían algún tipo de relación de amigos con derechos sin saber que solo echaba mas limón a la herida de la azabache.

— Ah... — Murmuró temblorosa volviendo a sentir un creciente nudo en la garganta — ¿Esa clase de amigos?

— Ajá... — Asintió — ¿Por qué la pregunta?

— Por nada. — Hizo un intento de sonrisa mientras pasaba saliva sonoramente.

Fijó su vista por varios segundos en su rival amorosa reír como si nada, luciendo impecable, sintiendo coraje y envidia hasta que sus ojos amenazaron con ponerse vidriosos opacando cualquier sentimiento de enojo por tristeza.

— Puede que si, — Regresó al tema anterior llamando la atención de la azabache que parpadeó repetidamente para borrar cualquier rastro de crecientes lágrimas — en una ocasión escuche que Chloé le pregunto sobre un chico, tal vez ella sepa algo.

— Si bueno... — Fingió desinterés mirando hacia otra parte — ¿Qué otro chico sería si no es Adrien?










Soltó una carcajada al escuchar el desastre del otro lado de la linea mientras salía de la lujosa habitación hacia el balcón en busca de mas privacidad.

— ¿Qué ocurrió? — Pregunto entre risas.

Una linda chica me distrajo y me hizo tirar los expedientes de incendios de este mes.

— Mmm, pues ella debe ser demasiado linda como para desconcertar al gran hombre. — Dijo con burla haciéndolo bufar — ¿De casualidad no derribaste también el de los gatitos atrapados en árboles?

Ja, ja, que graciosa. — Isabelle sonrío ante su propia broma a la vez que hacia una pequeña seña a su mejor amiga pidiéndole un momento.

— Entonces... ¿nos veremos pronto? — La chica frunció el ceño al escuchar una negativa en duda del otro lado de la línea — Recuerda que dijiste que me darías un paseo en tu bote.

Lumbard suspiró derrotado, aunque tampoco es como si hubiera puesto mucha resistencia. Tendría que cancelar o posponer la cita con la maestra con la cual su amigo quiso emparejarlo, su excusa es que llevaba mucho tiempo soltero y necesitaba una distracción. Si tan solo supiera que ahora su atención rondaba en una chica de diecisiete años y que sólo contaba los días para su mayoría de edad.

De acuerdo, mañana mi turno termina a medio día. — Exclamó rendido.

— A esa hora te veré.

¿Paso por ti?

— No, esta bien, yo llegaré al muelle.

El mayor hizo una pausa al recordar un importante detalle.

Creí que tendrías escuela. — Mencionó con un poco de incomodidad.

Todo estaba tan mal en tantos sentidos. Lo sabia, era el supuesto adulto responsable que debió negarse a sus encantos al momento de verla o al menos cuando supo su verdadera edad, pero no pudo y se culpaba totalmente. Le parecía irónico como era de los lideres mas respetados de todas las unidades de la estación de bomberos pero tratándose de asuntos carnales era bastante débil.

— Tranquilo, te prometo que estaré ahí.

La pareja intercambio un par de palabras más sobre los detalles de su encuentro antes de que Isabelle colgara con una sonrisa que rápidamente se volvió en una mueca pensativa, necesitaba un buen plan para escaparse de la escuela y poder llegar con el capitán a la hora acordada. Entro nuevamente a la habitación rosada para después recostarse en el elegante sofá mientras golpeaba levemente una parte del móvil con su mentón mirando un punto fijo en el candelabro colgante.

Si iba a aquella cita en bote tendría que llevar su traje de baño y demás cosas, tal vez tomar el sol y mostrarse sexy frente a Lumbard para qué tal vez deje de resistirse como las últimas tres veces que fue a visitarlo a la estación. Igual que un abuelo le dijo que no haría nada con ella hasta que haya un ocho en su edad y que mientras no comiera ansias, pues no faltaba mucho. Bufo ante el recuerdo, con cualquier otro se hubiera hartado y mandado al diablo con todo y sus condiciones ridículas pero algo tenía ese hombre que no la hacía pensar con claridad, pues de sobra estaba decir que tenía muy claro que lo que estaba haciendo estaba... Fuera de lo común, pero no le importaba en lo más mínimo.

— ¿Quién era? — Preguntó su rubia amiga con una toalla en mano removiéndose un remedio de belleza del rostro.

— Mi amante secreto, obvio. — Levantó los hombros despreocupada en cambio la heredera Bourgeois la observo con una mueca seria para luego rodar los ojos mientras que la pelinegra fijo su vista en una de sus inseguridades — Oye... ¿Crees que tenga los pies feos? — Preguntó en un tono bajo.

Tenía unas bonitas sandalias que combinaban con el bañador que pensaba usar al día siguiente pero solo tenía ese par, no le gustaban los zapatos abiertos debido a que le disgustaba esa parte de su cuerpo causado por tantos años de ballet, que si bien le dejó muchas cosas buenas como resistencia, fuerza, disciplina, entre otras, pero con sus desventajas...

— ¿Quién se fija en eso?

— Claro, lo dices porque los tuyos son bonitos, gorditos y simétricos. — Se cruzó de brazos — ¡Mira los míos! Son huesudos y largos, tengo pies de zigueña. — Lloriqueo dramática.

— Pues... No creo que Adrien le molesten. — Lanzó divertida.

Isabelle resentida tomo el cojín donde antes recargó su cabeza y se lo lanzó a la ojiazul.

Antes de volver a su posición original de forma indignada murmuro unos cuantos insultos al par de rubios. A Chloé por seguir insistiendo con su romance falso con Adrien y a este último por largarse como si estuviera huyéndole al mismísimo Lucifer en cuanto vio la hora, más cuando el trio había planeado ver una película esa noche, apenas serían las siete, no era tan tarde.

— Ya hablamos de eso, Chloé. — Dijo con una seriedad rara en ella — Adrien no es el chico que me gusta.

— ¿Sigues saliendo con el otro? — Preguntó asombrada la rubia de que el plan de divulgar el ship de sus mejores amigos fracasará.

Isabelle la observo extrañada por su sorpresa con una ceja alzada.

— Si... ¿Por?

— No, por nada... — Habló pensativa — Creí que ya te habías aburrido o algo así.

Isabelle soltó una risa con los labios apretados dejando salir un sonido estruendoso.

— ¿Qué te puedo decir? — Dijo retórica encogiéndose de hombros — Supongo que amo el drama.












« ¿Siempre fueron tan largos los patrullajes? » pensó con fastidio.

Aunque rápidamente sacudió la cabeza y respiró hondo convenciéndose de que ella ama ser Ladybug, solo tuvo un mal día y no tenía ganas para nada, ni siquiera los malos chistes de su compañero lograban animarla un poco.

Toda la situación con Isabelle y Adrien la tenía realmente mal. Todos los medios no hablaban de otra cosa más que de "la famosa pareja perfecta" y ya estaba harta. Además, la horrorosa escena de ellos abrazándose bajo la lluvia justo afuera de su hogar no abandonaba su mente.

Ya no sabía que creer o qué pensar de la rara chica, primero llega a Paris a desequilibrar sus vidas, besa a Chloé y luego a parece tener algún tipo de extraña relación con Adrien, no entendía nada pese a que tuvo una explicación por parte de Juleka por el primer caso mas no se la tragaba del todo. Entendía que era Francia, la gente era muy cariñosa y sin prejuicios pero sus celos no podían evitar ver el lado "romántico" a aquella situación.

Miro a su lado y vio con atención a Chat Noir, más no lo llegaba a escuchar realmente, parecía estar riéndose de uno de sus chistes mientras ella seguía seria. Sin saber que el chico solo buscaba distraer su mente de aquellos pensamientos revoltosos que comenzaba a tener sobre su mejor amiga.

Un pequeño sonrojo aprecio en el rostro de la chica de motas, para después girar nuevamente su vista a la ciudad. Ese era otro problema, desde que lo besó para intentar liberarlo del hechizo de las flechas de Kim o Dark Cupid se sentía extraña al saber qué tal vez ya no le gustaba tanto al gato como ella creía. Y no sabía cómo sentirse al respecto, pues por un lado le agradaba que los coqueteos se detuvieran pero la atención que le daba y los halagos la hacían sentir bien, por más que dijera que no.

Aún así también había alguien más que lograba sacarle largos suspiros, totalmente externo a los dos rubios.

Resopló.

Ella estaba segura de su amor por Adrien, estaba impactada con su bondad y buen corazón a pesar de todos los lujos en los que siempre vivió y de estar rodeado de personas como lo son Isabelle y Chloé. Era lindo, educado y tranquilo.

Mientras que Chat Noir era todo lo contrario, el de traje negro se caracterizaba por hablar hasta por los codos, sus impulsos tontos —aunque valientes— y sin filtro alguno, lograba volverla loca pero lo quería, era su mejor amigo y la persona en la que más confiaba en el universo.

¿Será que pueda darse una oportunidad con Chat Noir y así olvidar a Adrien ó ya era bastante tarde?

« ¿Una chica ganó tu corazón en tu forma civil, gatito? » pensó al mirarlo por largos segundos hasta que un estruendo a pocas calles los puso inmediatamente alerta.

Se dieron una mirada con determinación y en pocos segundos ya estaban en el lugar de los hechos, un accidente automovilístico. No dudaron en ir a ayudar y rápidamente sacaron a las personas del auto a excepción de una mujer que quedó atrapada entre su asiento y el volante. Ladybug le pidió a Chat que usara su cataclismo y liberarla, pues la bolsa de aire no se llegó a abrir y necesitaba atención médica de inmediato.










No mintió cuando decía que no tenía ganas para nada en lo absoluto, ni siquiera tenía ganas de ir a la escuela y tener que ver a Isabelle y Adrien juntos, como siempre desde que ella llegó.

Por ello, trató de evitar aquel grupo todo el día, por más que disfrutara ver a Adrien aunque sea de lejos, pero eso no evitaría que tome Biología a su par a medio día.

Muy en el fondo de sí misma sabía qué tal vez era demasiado dramática o patética al montar aquellas escenas de celos frente a sus amigas pero su impotencia por no poderse acercar al rubio de sus sueños igual que la pelinegra la frustraba bastante. Pero si tendría que aceptarlo para dejar de dañarse a sí misma, entones lo haría. Adrien no tenía ninguna etiqueta con su nombre y aunque le pesara cualquier chica podía acercarse a él. Además estaba el hecho de que desde los quince años estaba enamorada de él y no había tenido ningún avance por culpa de su timidez.

Bufo molesta ante el revuelo de sus sentimientos cuando a pasos de llegar a la escuela notó una despampanante e irritable rubia bajar de una limusina blanca encontrándose con la otra chica de sus pesadillas esperándola en las escaleras para después darse un efusivo abrazo y finalmente entrar al edificio.

Aún recordaba las palabras exactas de la noticia que Chloé le envió a ella y sus amigas el otro día. Se resumía en su mismo criterio, parecía que había algo ahí, más nada estaba confirmado pero, por otro lado las fotografías hablaban por sí solas.

Soltó un suspiro para después a largos y pesados pasos adentrarse a su escuela.

Y luego para el colmo en su día, Tikki parecía comenzar a tener malestares. No pasaban de simples estornudos cada veinte minutos y la pequeña criatura roja le decía que no debía preocuparse por nada pero el que le aclarara eso sin preguntárselo era una obvia señal de que debía preocuparse.

Y eso sin contar la pelea con Chat Noir, pocas veces lo admitía pero esta vez si se paso de la raya debido a su malestar mental.


FLASHBACK

La mujer atrapada en el automóvil comenzaba a quejarse mucho a lo cual ella le ordenó a Chat Noir usar su Cataclismo para liberarla cuando un grito de una chica a lo lejos los distrajo, pero más al rubio vestido de gato pues por el susto colocó su mano en una parte equivocada logrando que más peso se le fuera encima a la mujer.

Chat se sintió una terrible culpa al observar a la mujer debajo del auto ahora quejarse más fuerte.

— ¿Qué diablos? — Preguntó en un hilo de voz su compañera.

— L-Lo lamentó estoy algo-

— ¿Ausente? ¿Distraído? — Soltó molesta.

— Si, perd-

— Ahórratelo.

Acto seguido la chica invocó su LuckyCharm apareciendo un gato hidráulico colocándolo por la pieza que aplastaba a la señora para segundos después sacarla de ahí y él finalmente la llevó a la ambulancia que la estaba esperando.

Ladybug, como siempre, lanzó el objeto mágico al cielo resolviendo todo, como si nunca hubiera habido un accidente.

El sonrío satisfecho, su Lady era espléndida y fascinante, podía con todo.

— ¡Ganamos! — Extendió su puño hacia la azabache pero esta siguió de espaldas y de brazos cruzados.

El rubio se puso nervioso casi de inmediato y su cola se enredó entre sus piernas, la noche estaba marchando bien y parecían tener un avance desde lo ocurrido con el rechazo, no quería perder todo eso de la nada.

— ¿My Lady? — La nombrada lo miró de reojo para después rodar los ojos.

— Que. Dejes. De. Llamarme. Así. — Los dientes de la chica por poco y rechinaban de lo apretados que estaban debido a su evidente enojo.

— Si es por lo de hace rato... — comenzó nervioso — Ya pedí perdón, ella está bien y lo lamento de verd-

— ¡No solo es hoy, Chat Noir! — Explotó.

Marinette tenía tantas cosas en la cabeza que ya ni pensaba con claridad, tantos problemas sentimentales la tenían extremadamente sensible, no sabía que hacía con su vida ni que sería de ella, estaba harta y agotada que solo quería desahogarse, no le importo en ese momento ni desquitarse con alguien ajeno a sus disturbios en su forma civil.

» — Es siempre. — dijo más relajada pero igual de molesta — Sino fuera por mi tal vez esa mujer se quedaría sin piernas ¡Por tu culpa! — Hablo con histeria llevando sus manos a la cabeza — Tengo suficientes problemas como para aún seguir siendo tu niñera. — Se cruzó de brazos cegada sin tomar en cuenta los sentimientos del ojiverde — Agh, parece que mi poder solo es reparar los desastres que ocasionas.

Sin más que decir tomó su yoyó abandonando el lugar del accidente.


FIN DEL FLASHBACK

Se disculparía con el en el patrullaje.

Horas más tarde, después de sus primeras horas tranquilas llegó hasta su aula — tarde, como siempre — encontrándose en la butaca delante de la suya a un Adrien con grandes ojeras y mirada cansada siendo interrogado por Nino junto con Isabelle y Chloé.

— ¿Mala noche...? — Preguntó con duda el moreno.

Como si el rubio ya le hubiera respondido antes.

— Si, algo así... — Bostezó mientras ella tomaba asiento pasando desapercibida aún oyendo la charla.

— No entiendo porqué, — Interfirió su persona menos favorita con un levantamiento de hombros — tú cama es muy cómoda.

Ante aquel comentario Marinette logró ponerse de un color completamente rojo del coraje que sintió en ese momento y juro por un instante que estaba por ponerse de pie y soltar algún mal comentario que la dejaría mal parada pero gracias a todos los cielos que su mejor amiga de detuvo.

— Okey, tal vez no estabas exagerando. — Susurró la de lentes, ella también vio la dichosa escena bajo la lluvia, no podía justificar lo obvio para seguir haciendo sentir bien a Marinette — Pero pudo ser diferente, si tan solo le hubieras hablado y dicho como te sentías-

— ¿Ahora tú también me lo echas en cara? — Recordó con molestia a su kwami.

— ¿También?

— Manejar mis nervios no es fácil Alya y tampoco es mi culpa. — Ignoró su anterior pregunta mientras hablaba en un tono molesto y bajo — Pero no lo entiendes, nadie lo hace y-y... — Comenzó a tartamudear del enojo — Agh, estoy cansada.

Sin decir más, cerró su mochila con más fuerza de la necesaria llamando la atención de los presentes cerca pero la peliazul ni caso les hizo cuando salió disparada hacia el baño, al fin y al cabo aún no llegaba la profesora.

La de puntas rojizas miro a su amiga huir con los labios fruncidos más no la detuvo o fue detrás de ella, necesitaba su espacio y lo entendía.

— Hey, Alya. — Alguien la llamó — ¿Marinette esta bien? — Preguntó con evidente preocupación aquella mirada esmeralda.

Sonrió como pudo.

— S-Si... solo tiene pequeños malestares.

— Si yo viera esa cara todos los días frente al espejo también tendría náuseas... — Murmuró la rubia más alejada recibiendo miradas desaprobadoras de todos ahí, ante ello puso una mano en su cintura — Si, lo dije y no me disculpare por ello.

Isabelle rodó los ojos y sacudió sus manos para cambiar de tema.

— Como sea. Tu... — Alargó la "u" mientras señalaba a su mejor amigo — No estás cansado, deben ser los nervios por el torneo de esgrima.

Adrien alzo una ceja.

— No, si estoy cansado. — Afirmó pero la pelinegra hizo una mueca aburrida. — Y no es un torneo, solo la eliminación.

En ese mismo momento tomó asiento junto a él y junto sus mejillas mirando a un punto en el salón, ella con el ceño fruncido con sospecha y él extrañado.

— ¿Qué haces? — preguntó desorientado.

Shhh — lo calló — ¿Fue Dalton? — Adrien frunció más el ceño — ¿Alexandre?

— ¿De qué hablas?

— ¿Alguien te intimido? — Preguntó seria y con molestia despegándose de él — Solo dime el nombre y ahora mismo lo dejo sin caminar.

El ojiverde sonrió poco más animado ante las ocurrencias de Isabelle.

— Solo fue una mala noche, estoy bien.

Isabelle se cruzo de brazos y miro con una ceja alzada a su amigo. Lo había visto agotado otras veces, su padre lo llenaba de actividades inútiles igual que el suyo y ni así perdían su buen humor, podía verlo triste y pensar en que alguien pudo ponerlo en ese estado la hacía enfurecer.

Nino al ver qué la pelinegra no le creía a su mejor amigo decidió entrometerse.

— Es el mejor de la clase, no tiene de qué preocuparse. — Hablo relajado abrazando por los hombros al rubio.

Adrien observo a Nino con duda sin admitir que justamente no pudo pegar el ojo aquella noche ya que el amor de su vida destruyó su confianza con una simple frase en un simple segundo. Se sentía un fracaso.

— Y-Yo... — Comenzó pero su misma timidez lo hizo detenerse. — No se, no me siento con suerte.

Le restó importancia con un levantamiento de hombros. Si no ganaba por una u otra razón no quería defraudarlos.

— No creo que sea cosa de suerte, es asunto de poder  — Teorizó la rubia — y te he visto Adriboo, eres muy bueno.

Sonrió débil.

— Gracias Chloé.

Isabelle se desanimo al escuchar el tono apagado de su amigo, mas cuando estaba por hablar el grupo escucho como la señorita Bustier entraba al salón saludando a todos muy radiante, como siempre, pero ahora un brillo especial invadía sus ojos.

— Uhh ¿Y esa sonrisa señorita Bustier? — Preguntó picarona la de vestimenta amarilla acercándose al escritorio.

— Tengo una cita esta noche. — Sonrió con entusiasmo pero al segundo siguiente carraspeo arreglando su compostura — Espero y hayas hecho tu tarea Chloé.

— Detalles, detalles... — Dijo lejana — Cuénteme de su galán.

La chica se cruzó de piernas de forma elegante bajo la mirada burlona de la pelirroja mayor.

Mientras tanto Adrien comenzaba a sacar su libreta de aquella materia aun siendo observado con seriedad por parte de Isabelle. No fue hasta segundos después de sentir la penetrante mirada azulada que finalmente giró encontrándose con los ojos de anterior nombrada.

Abrió la boca para hablar y repetir que estaba bien pero ella lo hizo primero.

— Ganes o pierdas, — Inicio lento — siempre serás el número uno para mi.

Acto seguido dejó un lento pero significativo beso en su mejilla dejando un minúsculo rastro de su brillo labial.

— Eres el mejor, una bestia, una maquina. — Ahora lo tomó con burla de los hombros sacudiéndolo levemente haciéndolo sonreír — Los despedazaras.

Ambos se sonrieron cómplices e Isabelle antes de ponerse de pie le guiñó un ojo juguetona yendo hacia su lugar pero al checar la hora en su celular recordó un gran detalle.

Mientras la profesora hacía a Chloé sentarse en su lugar Isabelle nuevamente se acercó a Adrien ansiosa.

— Iré a ver a Marinette, ya se tardo. — Soltó apresurada en un tono amable — Si demoró, cúbreme. — El chico asintió.

— ¿Podrían abrir sus libros en la página...?

— Señorita Bustier, — La clase fue nuevamente interrumpida por una alumna — ¿Podría ir al baño? Emergencia de chicas. — Puso la excusa perfecta para sacar su bolso del salón sin parecer sospechosa.

La mayor algo candada solo asintió en dirección a Isabelle la cual salió como un rayo apresurada. En tanto Adrien escribía la fecha de ese día en una esquina de su cuaderno más animado que antes. Ya hasta había pensado fingir sentirse mal y no competir al no estar de ánimo, pero ahora lo haría por ella, no defraudaría a Bella. Era reconfortante saber que alguien confiaba en él y sus capacidades después de todo.

Momentos antes en el baño de damas una peliazul había entrado con pequeñas lágrimas de estrés y frustración encerrándose de un azote en uno de los cubículos abrazando sus piernas y apretando sus puños, cuando un "pequeño amigo" decidió unirse a la fiesta.

Ni siquiera hubiera notado aquel akuma de no ser por Tikki, la cual revoloteó a su alrededor y jalo de sus coletas advirtiéndole sobre aquel mal e inmediatamente se transformó en la superheroína de Paris purificando en un dos por tres al malvado insecto de color negro y púrpura.

— Esto es un asco, — Gruño mientras activaba su destransformación mirando con tristeza a su Kwami recién salida de sus aretes — ni siquiera puedo tener el corazón roto en paz.

— Por eso eres Ladybug. — Intentó animarla — Fuiste elegida por algo, controlas tus emociones y tienes tus principios presentes. No dejes que un chico no se dió cuenta de eso te derrumbe.

La ojiazul sonrió con dulzura.

— Gracias Tikki... — Suspiro — Es que, aveces pierdo el control pero-

— ¿Marinette?

Esa voz y... esos zapatos, los reconocería donde fuera, sobre todo por ese tono de falsa amabilidad y preocupación. Abrió de golpe la puerta del baño haciendo que Tikki apenas y pudiera esconderse en su bolso.

— ¿Qué se te ofrece, Van-Cleef? — preguntó en un tono brusco.

La anterior nombrada se extrañó por el tono que utilizó más aún así no perdió la compostura.

— Saber si estabas bien. — Sonrió tranquila — Vamos, nos esperan en el salón.

La de largo cabello ondulado camino hacia el espejo revisando su reflejo retocando cualquier cosa que estuviera fuera de su lugar a la vez que la de dos coletas la siguió para lavarse las manos con el ceño fruncido sumiéndose en un silencio incómodo que ambas trataban de ignorar, más esto no duro mucho tiempo por parte de la más baja.

— ¿Por qué me hablas? — Preguntó de repente.

Isabelle se soltó el mechón de cabello que había enredado en su dedo índice para darle más forma y se dirigió pacífica hacia su compañera.

— Porque eres amiga de Adrien, por ende, también mía. — Sonrió — ¿Sabes? Lo quiero mucho, es una conexión que no se explicar. — La de cabello corto juraba tener un tic en su ojo derecho — Al estar tanto tiempo con alguien llegas a conocerlo al derecho y al revés, sus miedos, gustos, anhelos... Me agrada que mi chico tenga amigas como tú.

Isabelle no lo sabia pero con cada palabras que salía de su boca solo provocaba de una mala manera a la peliazul.

» — Y ojo, no soy celosa. — Al finalizar lo que para ella fue una charla entre chicas para entrar en confianza soltó una risa amigable pero para la otra chica fue todo lo contrario.

Esa carcajada, esa estúpida risa, se estaba burlando de ella. Era una amenaza sin duda, de esas blancas con doble sentido pero que llegaban al objetivo de forma directa, claro, ¿Qué más si no?. "Mi Adrien", "amiga como tú", "no soy celosa". ¡Ja! Si como no, de ser así Isabelle no la vería como una amenaza.

« ¡Un momento! » pensó con sorpresa.

¡Isabelle la veía como una amenaza! Eso significa qué tal vez ya se dio cuenta de que también le gusta el rubio — esperaba y no le dijera — y que tiene una oportunidad, sino ¿Por qué más estaría tan preocupada como para lanzarle aquellas indirectas?

Aunque aún no quería emocionarse tanto, — puesto que aún no había ningún noviazgo confirmado — lo que si haría es que le dejaría en claro a esa modelo estirada que no le temía y que dos podían jugar ese juego.

— Ya, basta. — Habló fuerte haciendo que Isabelle dejara de limpiarse una mancha de rímel bajo sus pestañas bajas — No me interesa, no quiero ser tu amiga y no te quiero cerca de mi. — Habló con voz dura mientras que la pelinegra guardo silencio con una expresión neutra — No le puedes agradar a todos.

Isabelle trago duro, fue un golpe bajo.

— Está bien. — Soltó con dificultad y ahora dándole aquella mirada con deseen — Nos vemos luego.

Y sin decir algo más, ni perder su perfecta postura, la más alta abandonó los sanitarios con la cabeza en alto levemente molesta, pero no podía demostrarlo, era un dama, una señorita de sociedad, no podía perder el control ni rebajarse a su nivel. Pero ya aprendió su lección, su terquedad no quiso escuchar a Chloé y ahora estas eran las consecuencias, se alejaría definitivamente de la desagradable Marinette Dupain-Cheng, aunque aún no entendía que había hecho mal o porque no le caía bien a aquella chica ¿Qué estaba mal con ella si siempre fue amable y linda a pesar de todo?

Por otro lado, la anterior nombrada regularizaba su respiración acelerada producto del enojo anteriormente causado hasta que sintió una pequeña presencia junto a ella.

— Eso no fue muy amable de tu parte Marinette.

— ¿De alguna forma tenía que entender, no? — Formuló indignada de la falta de apoyo de Tikki.

— Ahora transfórmate en Ladybug y humillala frente a Adrien para crear una nueva Volpina y que él te odie. — Espetó con molestia para después entrar de golpe al bolso de su portadora causando que esta suelte un suspiro y masajee su frente.

Tenía razón, necesitaba relajarse.

Abrió la llave y mojó su rostro cuando cayó en cuenta de algo importante y se sintió realmente tonta al no pensar dos veces antes de gritarle a Isabelle de esa forma, pues le guste o no, era amiga de Adrien y seguramente ya fue llorando con él exponiendo su mal trato hacia ella, dejándola como un ogro.

Miró su reflejo asustada y sin secar su rostro corrió hacia su salón esperando encontrar a la chica Van-Cleef y pedirle una disculpa antes de encontrar a Adrien, pero al no verla por ninguna parte sus nervios aumentaron por lo que corrió con más velocidad que antes abriendo la puerta de su salón de forma estrepitosa ganándose varias miradas confusas.

— ¿Todo bien, señorita Dupain?

La peliazul miró de reojo a sus compañeros buscando a cierta chica a lado de Chloé pero al ver dicho lugar vacío frunció el ceño.

— S-Si, todo bien. — Sonrió incomoda hacia su maestra y acto seguido fue a sentarse en su lugar.

Mordió sus uñas pensativa tratando de averiguar en dónde se encontraba la pelinegra, seguramente la odia. Tragó duro llamando la atención de Alya.

— ¿Qué pasó? Luces pálida.

— Lo arruine, Alya y lo hice en serio. — Dijo con una expresión seria pero el tono ansioso de su voz preocupó a la de lentes.

— ¿Todo bien? — Preguntó ansiosa.

Pero la franco-china la ignoro y tragándose sus nervios toco el hombro del rubio de sus sueños para llamar su atención.

— ¿E Isabelle? — Cuestionó en un susurro.

El ojiverde frunció el ceño.

— Ah, creí que estaba contigo.

— Si, — Siguió con la historia — p-pero, se fue...

Adrien, al escuchar aquello frunció aún más el entrecejo extrañado con la actitud de Isabelle y también que no le haya avisado que se iría.

Asintió lento hacia Marinette regalándole una pequeña sonrisa que borro cuando nuevamente giró hacia el frente pensativo imaginando a dónde iría su loca amiga. Solo esperaba que no haya surgido ningún problema.








Paso sus largas piernas por entre los barrotes dejándolos colgados a una distancia considerable del agua mientras colocaba sus lentes de sol sobre su cabeza a la vez que su acompañante tomaba asiento a su lado.

Miro de forma pícara el vino en sus manos.

— Uh ¿Por qué brindamos? — Alzó las cejas juguetona.

— No, no, no. — Alejo la botella de su alcance — Tu no puedes tomar, eres menor.

Isabelle quiso soltar una carcajada nada discreta ante lo dicho por Dean, habían hecho cosas más fuertes sin estar acorde a la edad, el que se pusiera pesado con ese tema era totalmente absurdo. Además, no es como si el vino fuera una bebida muy fuerte.

— Por favor, ¿Para eso si te parezco muy chica? — Pregunto sarcástica pero este ignoro volviendo a negar — Ni mi padre me lo prohíbe y tú tampoco lo harás.

Intento tomarla yéndose encima del mayor pero este fue más rápido y alejo aún más aquel líquido de la pelinegra comenzando un forcejeo para nada brusco que pronto se llenó el ambiente en risas y amenazas fantasiosas.

No fue hasta que la pelinegra tuvo la idea de subir de tono aquel juego colocándose a horcajadas sobre él y cuando intentó acercar su rostro al del mayor, esté la detuvo colocando su dedo índice sobre sus labios.

— Ya hablamos de esto. — La cortó en un tono serio que inmediatamente la hizo recuperar la compostura mientras rodaba los ojos.

— Eres tan aburrido.

Lumbard se encogió de hombros, no importaría cuantas veces lo insultara o tentara, estaba firme a su decisión de esperarla y evitar problemas, pero no podía dejarla pasar de largo, entonces pese a que sea una tortura esperar por aquel día, lo haría.

Volvió a tomar distancia sentándose a su lado mirando el horizonte que aquel lago les proporcionaba junto a unas cuantas calles de la ciudad.

Al ver la molestia en su acompañante sonrió divertido.

— Puedes verme como tú amigo, por lo tanto. — Dijo simple — Pero, respetando la amistad. — Intentó sonar serio pero su deje e burla solo delataba sus intenciones.

— ¡En serio no hay nada! — Aclaró por milésima vez.

No quería volver a tener la misma discusión, tardo casi tres horas en convencerlo que realmente no tenía una relación con Adrien.

Se cruzó de brazos queriendo reprimir una mueca de indignación.

» — Me gustas más en tu papel de capitán intimidante. — El mayor soltó una carcajada.

— Fuera de servicio tengo permitido tener humor.

— ¡¿Por qué a costa mía?!

— Porque te ves linda cuando te enojas.

Isabelle no era de caer tan fácil en provocaciones o coqueteos baratos pero la forma en la que ese hombre se lo decía era totalmente diferente a todo lo que había experimentado antes, incluso pudo sentir un sonrojo extenderse por todo su rostro.

— Tienes suerte de ser atractivo. — Lumbard volvió a reír fuerte — De otra forma, ya te habría golpeado.

— Ni aunque lo intentes podrías tocarme ni un solo centímetro. — Espetó presumido sirviéndose en una copa el líquido carmesí e Isabelle alzó una de sus cejas escéptica.

— ¿Por qué tan seguro? — Se recargó hacia atrás con sus brazos.

— Entrenamiento militar. — Contestó autosuficiente mientras tomaba un sorbo de vino.

La chica abrió los ojos asombrada.

— Okey, eso es muy cool. — Dijo sin aliento — ¿Puedes contarme la historia de tu vida? — Demandó igual que una niña pequeña — ¿Cómo terminaste siendo bombero?

Suspiró pesado cuando los recuerdos en su servicio lo invadieron.

— Mi mejor y yo nos enlistamos, éramos jóvenes, no nos gustaba la idea de ir a la universidad y bueno, ocurrió. — La chica sonrió al ver el brillo en los ojos de su acompañante al hablar sobre el tema — Tuvimos buena racha, varias misiones, ninguna tan arriesgada hasta que tuvimos que cubrir una tarea en Malí... — Su tomó de voz se fue apagando e Isabelle le preocupó que haya ocurrido lo que estaba pensando — Ni siquiera teníamos que salir a batalla, solo cuidar el perímetro. — Apretó los labios y luego tomó otro sorbo.

La pelinegra se acercó a él y lo tomó de la mano preocupada.

— No tienes que contarme si no quieres. — Sostuvo preocupada pero el solo le regaló una sonrisa tranquila.

— Íbamos en un vehículo, no tan atentos como creíamos y entonces... — Tomó una leve pausa — Una trampa nos impactó, fuimos heridos de gravedad. — Resumió sin querer entrar en detalles. — Volví a Francia y ya no era lo mismo sin él... — Dejó salir una gran cantidad de aire — Así que fije mi vista en otra dirección pero con los mismos intereses hasta que mi comandante me recomendó con el anterior jefe de la unidad y me gustó y me quedé.

Isabelle no sabía que decir, pero estaba asustada de arruinarlo con cualquier cosa.

— ¿Tu amigo...? ¿Él...?

El ojiazul negó rápidamente.

— No, él no falleció. — Aclaró rápido dándole un respiro a la chica — Pero... Quedó en coma.

Ahora Isabelle abrió sus ojos de par en par sintiendo aquella información como un balde de agua fría y sin saber que más hacer simplemente lo abrazo esperando mostrarle su apoyo.








Miro aún el mensaje en su teléfono con duda, perdida en su mundo pese al ajetreo que había a su alrededor en las gradas no muy grandes, repletas de alumnos esperando ver los enfrentamientos de esgrima.

Le fascinaba la sola idea de ver al rubio competir, el admirarlo alegraba sus días, pero con toda esta situación con Isabelle de por medio el recordarlo la hacía sentirse pésimo. Debía aprovechar ahora que la ojiazul no se encontraba cerca, no podía perderlo de vista ahora más que nunca mientras pensaba en una buena excusa y disculpa antes de que Isabelle hablara con él y que la odie por cómo trato a la chica.

No fue hasta que su mejor amiga tomó asiento a su lado con varias frituras en mano que logró sacarla de sus pensamientos.

— Mmm ¿Irás? — Preguntó con la boca llena mirando el teléfono de la azabache — Te iba a decir, pero ¿A quién engaño? Seguramente te invito antes que a todos.

Señaló coqueta aquel mensaje por parte de cierto guitarrista de mechas azules.

Marinette bajo la vista sonrojada.

— No lo sé, no estoy de humor para un concierto. — Se encogió de hombros.

Su amiga la observó perspicaz.

— ¿Ya me dirás qué es lo que ocurrió?

— Le grité a Isabelle. — Llevo sus manos al rostro con vergüenza — Si Adrien se entera me odiara.

Alya respiro con profundidad pensando en una solución.

— Tendrás que hablar con él antes de que ella lo haga. — Dijo al notar que el rubio seguía en buenos términos con su amiga, lo cual era buena señal — Y disculparte con ella...

Ambas torcieron los labios ante la última idea, pero no había de otra.

Marinette asintió resignada.

» — Y... ¿Por lo menos se lo merecía? — Preguntó curiosa.

La ojiazul levantó la vista pensativa sin saber cómo responder ante eso.

— Pues... Depende de cómo lo veas.

— Eres todo un caso. — Hablo con burla haciendo reír a la de dos coletas.

En tanto, un rubio de mirada esmeralda se preparaba la sus primeros combates de eliminación dando varias miradas nerviosas a la gradas buscando cierta cabellera y ojos azulados, pero no aparecía por ningún lado.

Suspiro abatido. Lo único que le faltaba, su Lady lo odiaba y ahora Isabelle parecía haberse olvidado de su combate. No tenía ánimos de siquiera continuar con ese show innecesario para complacer a su progenitor.

Ante el sonido del silbato retumbar en la cancha, se colocó su careta, fue al centro donde su contrincante lo esperaba, se dieron las manos y cada uno se colocó en su posición.

— ¡Adelante!

La pelea comenzó y definitivamente no estaba en su mejor momento, se encontraba distraído y sin ánimos, solo quería acabar con todo e irse a casa pero si se dejaba ganar tan fácil, su padre se podría dar cuenta de que lo hizo a propósito.

Ni siquiera noto cuantos golpes llevaba su adversario pero fue tarde cuando la intervención del árbitro lo hizo darse cuenta de que había juntado los quince puntos que necesitaba y que había perdido la primera ronda.

Dio varios pasos hacia adelante, estrechó manos nuevamente y regresó a la banca a descansar en lo que otra pareja llevaba a cabo su duelo.

Se quitó la careta para tomar agua y cuando termino bufó molesto, si perdía uno más quedaría descalificado sin siquiera haber avanzado un poco o sumado puntaje para al menos ser el suplente del ganador.

Minutos más tarde, volvió a tener llamado al centro de la pista y aunque los gritos de ánimo de Nino, Alya, Marinette y otros compañeros de su clase lograban alcanzar sus oídos, no era suficiente.

De nuevo cumplió con el mismo ritual hasta escuchar la voz del árbitro dando comienzo al nuevo enfrentamiento que fue casi igual que el anterior, estaba desalentado y con desventaja, a pocos golpes de perder fue cuando la escuchó.

Su inconfundible voz resonó como eco en sus oídos y casi como un reflejo miró de soslayo al público donde se encontraba la única persona que ansiaba ver en primera fila saltando, gritando y aplaudiendo dándole ánimos.

— ¡No te rindas, tu puedes!

Sonrío aunque no pudiera ver su rostro y cómo si se hubiera inyectado una fuerte dosis de adrenalina, rápidamente tomó riendas sobre el asunto. Defendió bien los ataques que le lanzaba su opuesto y en menos de dos minutos logró vencerlo.

Sin agradecer por la pelea a su contrincante, rápidamente se retiró la máscara ignorando todo el bullicio a su alrededor yendo a pasos veloces hacia cierta pelinegra que al instante de tenerla enfrente se lanzó a sus brazos apretándola fuertemente contra su cuerpo.

— Gracias por venir. — Enterró la cara en su cuello y cabello agradecido.

— Se me hizo un poco tarde. — Habló en tono de disculpa — Pero no me lo perdería por nada.

Isabelle se separo de él sonriéndole entusiasta levantando sus pulgares por último, animándolo.

Adrien, asintió volviéndose a colocar la careta y regresó a su posición con más ánimo que antes junto con su corazón palpitando desenfrenado.

Los siguientes combates siguió con la misma buena racha, ganaba sin mucho esfuerzo y tenía los mejores movimientos contra los mejores adversarios. Cómo justo en ese instante, creía ya ser el último contra el cual se enfrentaría, veloz retrocedió esquivando un ataque y con un truco presumido giró su espada para después incrustarla en el pecho de su contrincante ganando, finalmente, escuchando cómo los gritos hacían explosión.

Sentía el furor de sus compañeros alrededor suyo junto con las palmadas en la espalda felicitándolo pero él solo podía ver aquellos ojos que brillaban con orgullo aplaudiendo ante su logro sin perderla de vista sonreía sin contenerse o sin poder evitarlo mientras los colores invadían sus mejillas y en su estómago había un circo entero.

Más este bello momento fue interrumpido por la voz de alguien entre la multitud de la cancha.

— No célebres, todavía falto yo.

La persona frente a él lucia un imponente traje rojo brillante y tenía una postura ágil. No mentiría, aquella repentina aparición lo hizo sentir un deje de nervios por un segundo al tomarlo con la guardia baja, pero aún así el chico Agreste confiado por sus anteriores logros sin problema alguno regresó al centro del lugar listo para estrechar la mano con el desconocido pero este lo ignoró y se puso en posición de pelea y el rubio sin saber cómo reaccionar hizo lo mismo esperando la señal para comenzar el combate.

— Espero que lo que tengas de presumido también lo tengas de bueno en esgrima. — Escuchó el susurró estando frente a frente.

Frunció el ceño desorientado, era una vez gruesa y profunda, pero no lo suficiente.

— ¡Adelante!

El combate comenzó y la figura de rojo demostró ser bastante ágil y rápida pues rápidamente lo atacó casi sin dejarlo reaccionar a sus ataques, pero aún así Adrien se defendía bien y hacía lo que podía al no estar acostumbrado a pelear con alguien de ese nivel.

Mientras tanto, Isabelle en el público mordía sus unas ansiosa al ver al combatiente del rubio luchar de una manera impecable con una técnica perfecta que era muy obvio que el ojiverde estaba en aprietos. A pesar de ello no dejó de alentarlo, incluso lanzaba uno que otro comentario para intentar distraer al otro esgrimista pero estaba bastante concentrado que ningún intento funcionó.

Finalmente, después de una reñida pelea aquel extraño logro picar con su espada el pecho del ojiverde.

A través de la careta observó asombrado a su contrincante que ahora que había ganado decidió acercarse al rubio retirando su casco revelando a una hermosa asiática de cabello corto azabache y ojos mieles.

— Nada mal, niño. — Sonrío presumida estirando su mano en son de paz.

Adrien, aún anonadado por la derrota, igual se retiró la máscara y chocó manos con la chica.

— Espero volver a tener el honor de luchar contigo. — Enunció de forma seria para después darse la vuelta y retirarse con la frente en alto y una seguridad digna de admirar.

Quedó sin aliento por largos instantes sin siquiera prestar atención a las vacías consolaciones de sus compañeros de equipo pues solo había una opinión en todo ese lugar que le importaba.

— ¿Puedo decir que era muy bonita sin que te ofendas? — El chico giro rápido a ver a su amiga, asustado por su repentina presencia.

Sonrío penoso ignorando la anterior gran revelación y por su derrota.

— No gané, Belle. — Bajo la mirada pero a los pocos segundos sintió sus dedos en su barbilla obligándolo a mirarla a los ojos.

— Te lo dije ganes o pierdas, no me importa. — Sonrío comprensiva — Estoy orgullosa de ti.

El chico sonrió y volvió a abrazarla sintiéndose seguro y querido en sus brazos. Extrañaba tanto eso. La ojiazul regresó el gesto, pero el gusto le duró poco al sentir una penetrante mirada en su nuca.

Giro en busca de aquella persona topándose casi de inmediato con los ojos suplicantes de Marinette, Isabelle apretó sus labios aún molesta por lo ocurrido levantando una de sus cejas con una mirada de amonestación.

— ¿Ocurre algo? — Preguntó el rubio al ya no sentir como lo abrazaba.

Isabelle le dedicó una ultima mirada de reojo a la chica de coletas para luego forzar una sonrisa con Adrien.

— Para nada, todo en orden.


















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ISABELLE YA ESTA
EN MI LIBRO DE OC's
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Holis, ha pasado algo de tiempo, me disculpo por eso pero lo importante es que estamos de vuelta :)
Igual quería comentarles que la historia estuvo bajo edición por si algunas cosas no cuadran les recomendaría volver a leer ciertas partes ya que cambie, agregue y borré detalles importantes a la trama.





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