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━━ ★ , ,,,
un nuevo hogar en el que encuentro a mi futura víctima.


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;; NO SE OLVIDEN DE COMENTAR Y VOTAR. NO LECTORES FANTASMAS.

CAPÍTULO 02.
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—Yo creo que más bien te han ofrecido una salida, amigo —me dijo mi amigo, Calix, mientras tenía entre sus manos uno de esos caramelos con sabor a café.

Brielle asintió con la cabeza, estando totalmente de acuerdo con el otro. Pero yo no estaba tan de acuerdo con sus locas ideas de pasar los tres una buena aventura en el Campamento Mestizo. Seguía enfurecido con mi madre Gea, por tomar un tipo de decisión como esa tan a la ligera.

Mis amigos estaban felices, claro que sí, porque ellos dos llevaban en el Campamento desde hace años y tener la oportunidad de mostrarme sus maravillas, para ellos era un sueño. Suspiré levemente, mientras acariciaba el puente de mi nariz.

Siempre hacía lo mismo cuándo las cosas me superaban.

Brielle me miró con esos ojos suyos tan intensos e hipnóticos y por un momento, me quedé prendado de su mirada. Siempre parecía entenderme mejor que incluso yo mismo. Señaló a mi espalda, en donde descansaba una pequeña mochila que es la que mi madre me lanzó a la cara, según ella, con todo lo que necesitaba.

Así era nuestra relación desde siempre.

—¿Entonces es esta noche, no? —Calix mueve entre sus dedos ese estúpido caramelo, mientras se echa el cabello negro y platinado hacia atrás.

A él no parece importarle que mi hogar sea este, de los tres, es el que está más emocionado con la idea de que me vaya aunque no lo parezca. Somos así: inexpresivos por fuera, como soldados, como nos ha enseñado a ser desde siempre.

—Vosotros os marcháis ya, ¿no?

La chica de cabellos pelirrojos asintió mientras se incorporaba con una sacudida de su falda corta y negra. Dejó una buena y plena vista de sus largas piernas en mallas de cuero, que claramente dejó embobado a mi otro amigo. Después el chico se acercó y con puro atrevimiento le robó un beso de sus labios. Su relación me resultaba un tanto incomoda, porque en mi opinión ese tipo de cosas solo sirven para distraer, para matar la mente.

Luego se separaron y Brielle, cogida de la mano con su pareja, me habló de nuevo.

—Sí, Quirón comenzará a sospechar si nos tomamos más libertades. Supongo... que nos veremos allí, Cronos —añadió, dándome un pequeño beso en la mejilla.

La sentí caliente incluso, cuándo después de chocar puños con el chico, ambos desaparecieron por la entrada de mi habitación. Volví a recostarme en aquella cama dura, y bastante escatimada de lujos y adornos que la hicieran un poco más apetecible.

Aún así, me resultará demasiado raro no regresar a ella como cada noche.

Moví una de mis manos sobre mis ojos, dando un pleno vistazo a las huellas y marcas de todas mis cicatrices de mi camino de todos estos años. ¿Allí se verían de igual manera? Dirigí mi vista hacia mi mesilla de noche, en dónde descansaba mi máscara de cuervo.

Mis dedos se extendieron hacia ella, pero sin poner cuidado, incluso antes de poder rozarla con mis dedos, otra mano hizo de su presencia antes de cumplir mi misión. Esa mano se apoderó de mis dedos, los acarició brevemente antes de entrelazar sus propios dedos con los míos.

De inmediato me incorporé de la cama al fijarme en la imponente presencia de mi madre, Caos, aquella mujer de etérea piel morena y la cual es muchísimo más suave conmigo. Me sonríe mientras tomo pie en el suelo, para reverenciarla.

Sentí que su mirada me juzgaba por encima, motivo por el que alcé mis ojos ante ella para encontrarme con un fuego inconmensurable bailando en la suya propia; aunque esta vez no le llegaba a la sonrisa, por alguna razón, no me sentía para nada violento a su lado.

Di una vista a lo largo y ancho de su vestimenta, ya que como el resto de mis tíos, también solía inspirarse para mostrar cosas novedosas.

Ahora llevaba un vestido largo pero sin ser tan ancho y voluminoso en la parte de las caderas. También se estrechaba hasta la cintura, salvo que a partir de ahí se abría una línea de triángulo hasta llegar a los pies, formando algo parecido como la letra A, sin serlo de todo. Por supuesto, todo decorado con ese color llamativo y oscuro. Aunque ahora mismo lucía en sus hombros una pequeña malla transparente y de reflejos dorados, suponía que para buscar innovarse.

Su cabellera negra y sedosa a la vista, descansaba en lo alto de su cabeza atado en un moño algo disuelto pero para nada ordinario. Mis labios de inmediato se elevaron hasta sus frágiles y aún así, poderosos dedos, para depositar un ligero beso.

Mi madre Gea, tenía la mala costumbre de dejar en claro a todo el mundo que a su pareja había que darle el aprecio y respeto merecido. Ni siquiera yo me salvaba de esos saludos rutinarios; bueno, ahora supondría que sí, ya que me iba a marchar de casa.

Un pequeño anillo anudado a su dedo anular, de enredaderas y polvo dorado, descansaba allí de forma eterna. Era el anillo de bodas, y por lo que me había contado mi tío favorito, Tártaro, fue una festividad en su tiempo de lo más exuberante; que siempre trataban de celebrar cosas como esas a lo grande.

—Madre, ¿qué haces aquí? ¿Vienes a despedirme? —Tampoco solía hablarle con tanda adulación y palabrería antigua como a Gea, ella era más flexible conmigo.

Traté de ignorar su intensa mirada mientras resguardaba mi máscara en el interior de la mochila. Luego tomé asiento enfrente suya, solo para sentir sus dedos acariciándome la frente. Apartó varios mechones rebeldes de allí, para hacer una runa protectora más tarde. Se preocupaba demasiado por mí, siempre lo hacía.

Así eran las madres: una dura como el filo de una espada y la otra, en cambio, más benevolente como la empuñadura de la misma.

—Vengo a recordarte una cosa: tienes que encontrar tu camino, cielo. Nunca podrás ser como ella. Tenlo en mente, ¿de acuerdo? —Asentí con la cabeza, aunque por su mirada, sentí que no me creía del todo.

Después se limitó a dar paseos por mi habitación, esa pequeña y escasa de todo. Revisó mis pocos libros, mis pocas cosas que daban señal de que esta sala era de mi pertenencia y al que, sin embargo, todo el mundo podía acceder.

—Lo sé mejor que nadie. Las sois todavía inalcanzables para mí —terminé, apretando mis manos con fuerza.

La situación me superaba con creces. Nunca se me habría pasado por la cabeza que por una simple falla como esta, no coger el árbol de las Hespérides, me echarían de esta manera de mi casa. Suspiré levemente, para ser acogido por ella entre sus brazos. No se lo devolví, porque no funcionábamos de esa manera. Tampoco era fan del contacto, ella lo sabía bien.

Las cicatrices en mi cuerpo eran la muestra de ello.

—Ten cuidado allá afuera, ¿está bien? —Me alzó de la barbilla—. El mundo de los semidioses es peligroso y odiaría tener consciencia de qué han corrompido tu buen corazón, hijo. Solo piensa en lo que le hicieron a tu tío Cronos hace algunos años atrás. Lo devolvieron al abismo sin preguntarle si quiera porque hacía todo lo que hacía, ¿quieres acabar igual?

Negué de inmediato, notando un breve calor en mis mejillas. El recordatorio de llevar encima el nombre de alguien que había fallado, y que era burla de todos aquí en la Ilíada, me daba dolores de cabeza todo el tiempo. Luego se separó de mi lado, para desaparecer brevemente y reaparecer más adelante, junto a la puerta.

—Es hora de irse, Cronos. No nos decepciones.

Y con eso, sé que no tengo nada más que hacer en este lugar.

No lo pensé varias veces, antes de colocarme la capucha y colgarme la mochila en los hombros, para desaparecer de los alrededores. Lo siguiente que es de mi conocimiento, es que he atravesado los limites de mi hogar, de ese castillo negro y que me encontraba justo delante la barrera de la Ilíada. Me recordé brevemente que al otro lado, estaría solo y teniendo solo de compañía a mis mejores amigos.

La idea me asolaba un poco, pero afianzándome las correas de la mochila y comprobando que mis armas, múltiples de ellas, permanecieron en el interior de mis sombras, dando un ligero trote, atravesé aquella cosa mágica que nos ocultaba, nos protegía y nos cuidaba de todos nuestros enemigos.







¿Es aquí?, me pregunté mentalmente mientras aparecí en una carretera en la nada.

Algo curioso de los viajes en sombras, o en este caso, de tele transportaciones con la misma oscuridad como fiel compañera, es que no tengo que tener en mente el lugar que pienso visitar, me bastaba con el nombre y sinceramente, dudaba mucho de que además pudiese haber la posibilidad de existir otro campamento de mestizos con este mismo nombre.

Encontré la colina en la que sentía desde mi posición esa droga, esa esencia que podía presenciar en mis amigos, el olor a semidiós. No tardé en encaminarme hacia allí, no podía perder el tiempo en medio de una carretera sin hacer nada. Aunque eso sí, de pasar la mayor parte de mi vida encerrado en un lugar como la Ilíada y con escasas misiones a la vista, no podía negar que el paisaje era de ensueño.

Gruesos árboles, vasta vegetación y ese pino verde en todo lo alto, brillando bajo la iluminación blanca y casi mágica del sol puesto en todo lo alto. No hay un manto en las nubes, nada cubre el cielo, solo podía observarse un retrato azulado y despejado. La visión robaba el aliento, no iba a mentir, pero recordando las palabras de mi madre en mente seguí subiendo la colina, en busca de alcanzar ese campamento en el que se suponía que debía pasar los próximos días o semanas, hasta cumplir con mi objetivo.

 Un fresco se coló mis mejillas, dejando una caricia leve y algo hosca, aún así, no logró quitarme la capucha. Escalé sin más distracciones hasta la entrada de lo que suponía que era el Campamento. Lo encontré delante de mis ojos: un magnético arco de madera con grabado en ella. Decía claramente el nombre de lo que buscaba e incluso, a través de ese manto blanco, era capaz de ver a todos ese jóvenes semi-divinos que corrían de un lado a otro, perdidos en esa falsa felicidad que pronto perderían.

La idea de adentrarme a ese mundo de algodón me atormentó. Odiaba a los mestizos, de eso no cabía duda. Por existir, por tener padres que habían castigado injustamente a mi madre, por simplemente tratarnos como los villanos de una historia mal contada.

Suspirando levemente, volví a acariciarme el puente de mi nariz, para disponerme a atravesar ese campo mágico. Unos pasos más adelante, no tardaron en fijarse en mi apariencia, en mi presencia. No todos, porque era bueno ocultándola, pero tampoco podía pasar del todo invisible con ellos.

Doy varios pasos integrándome todo lo posible con ese ambiente tan ajeno para mí, dedicándoles largas vistas a las lanzaderas, a los niños que correteaban, a los puestos de tiros de arco, a la gente que charlaba en los porches de distintas cabañas, mientras un hueco se instalaba en mi estómago. Esto estaba totalmente fuera de mi ambiente.

Aún así, no me esperaba que fuera tan fácil.

Cuándo alzo la mirada, me encontré con mi primera víctima, con ese chico de cabellos rubios, enrulados, de mirada verdosa y rostro aunque inocente algo maduro. No veo, sin embargo, ninguna muestra de que este chico fuese el que aterrorizaba tanto a mi madre, y aunque me sería mucho más fácil matarle, no podría averiguar en donde mantendrían escondido lo que le habían arrebatado a mi madre; necesitaba respuestas.

Por eso, debía fingir.

No me moví hasta tenerlo en frente, apostando a su suerte y torpeza. No me vio en ningún momento hasta que lo tuve encima. Parecía haber estado huyendo de sus amigos, entre risas, y aunque eso me desagradaba por completo, dejé que nos chocásemos.

Sí, usando la vieja confiable.

—¡Mierda! —Eso masculló mientras ambos nos veíamos obligados a caer en el suelo.

Claro está, tendiéndole encima de mí y por mucho que las venas me ardieran al tener tan cerca a este semidiós, me aguanté las repulsiones y las súbitas ganas de vomitar, para cruzar mirada con esos ojos verdosos tan profundos. Me sonrió, y yo traté de colocar una máscara de sorpresa en mi rostro. 

Y allí, allí supe que el juego comenzaba, incluso más rápido de lo que pensé en un primer momento.

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✭ " NOTA FINAL ;

:: bueenooo, lo prometido es deuda y finalmente pude continuar la historia. siento que es un buen comienzo para estos dos bebés, porque aquí empieza todo. espero que les haya gustado y que, por supuesto, les haya dejado con ganas de más.

sé que las actualizaciones suelen ser los domingos, pero hace bastante que no actualizo y no podía dejarlos así; eso sí, este domingo habrá otra subida de capitulo. y por si no les ha quedado claro y aunque no sea vea mucho aquí, esta historia es oscura, guys. todavía no han visto nada.

nos vemos pronto mestizos, con la siguiente actualización el próximo domingo, ¡qué ganas! no se olviden de comentar, votar y compartir.

Se despide xElsyLight.

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