𝐶𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 𝐷𝑖𝑒𝑐𝑖𝑠𝑒́𝑖𝑠

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Los tres hermanos emprendieron el camino a la escuela, tal como habían acordado el día anterior mientras cenaban. SanA iba con ellos ya que Jisoo no podía llevarla por su cuenta, y a los chicos después de todo no les molestaba su compañía. Cuando dejaron a la niña en su salón, los tres continuaron andando en dirección a la secundaria.

Los únicos temas que habían surgido eran sobre tarea y el clima, ya que tenían demasiados deberes y el tiempo estaba bastante cálido para la estación que era. Taehyung sentía la tensión en el aire, pero simplemente prefirió hacer como si nada estuviera pasando.

—¡Seokjin, ha venido Nam!—YoonGi sonreía mirando su celular.

Taehyung frunció el ceño, recordaba ese nombre por alguna razón, mientras que Seokjin se mostró igual de feliz que el otro menor

—¡¿De verdad?!

—Dice que está con el director por unos papeles—saltó con emoción—, ¿vamos con él?

Seokjin recordó que su hermanito menor estaba también con ellos, por lo que se le quedó mirando.


Taehyung les sonrió, asintiendo con la cabeza. Él no tenía idea, por el momento, de quién era el tal Namjoon, así que no tenía intenciones de ir con ellos.

—Vayan ustedes, y yo aprovecho a terminar unas tareas—aunque eso no era cierto, tampoco tenía porqué andar dándoles tantas explicaciones de porque prefería quedarse.

El peli-castaño recibió dos abrazos apresurados y vió como sus hermanos salían corriendo en la dirección contraria. Negó con la cabeza, divertido, y continuó caminado hasta su aula para dejar sus cosas.

Lo único que observó con atención fue que los bancos estaban tan feos y viejos como antes de las vacaciones.

—¡TaeTae!—un peli-rosa algo bajito se apareció en su campo visual y con un abrazo invadió su espacio personal. Kim, aún estando algo confundido correspondió a la muestra de afecto sin saber quién demonios era.

—Y-yo...—a penas pudo decir cuando se separó del extraño—, ¿nos conocemos?

Le miró con rapidéz: era más bajo, de piel canela pero tirando levemente a clara, con mejillas un poco gorditas, nariz de botón y labios pomposos. Claro, sin mencionar que tenía un cuerpazo que se marcaba aún con el uniforme. Aún así, con el escaneo visual que le había hecho, no le encontraba parecido con nadie ni le recordaba en absoluto.

El peli-rosa, al contrario de ponerse triste, sonrió aún con más entusiasmo.

—Éramos mejores amigos en el Kinder, e íbamos juntos a la escuela hasta tercer grado. Luego me mudé a Busan por ocho años y he vuelto al fin—comentó con una sonrisa brillante, haciendo que sus ojos casi desaparecieran.

A Kim le produjo ternura.

—Tú...—vaciló un poco, escaneandolo de nuevo con los ojos. Solo había tenido un amigo en el Kinder, en su casa había muchas fotos de ellos juntos. El recuerdo de ambos corriendo en la calle se hizo presente, y su nombre salió de sus labios—, Park Jimin. ¡Eres Jimin, claro que sí! ¡Qué tonto soy! podría reconocer estas mejillas en cualquier parte del planeta.

acto seguido, se atrevió a pellizcarlas con cariño, provocando la risa en el otro chico.

—¡Yah, hyung!—se quejó.

Taehyung le sonrió, soltandolo, y en cambio le tomó la mano. Seguían siendo más pequeñas y gorditas que las propias.

—¡Vamos a dar un paseo por la escuela!

No era una pregunta, pero así mismo Jimin no tenía ningún problema en acompañarle hasta el patio. Aún faltaban un par de minutos para que el timbre de entrada sonara.

Caminaron por los pasillos preguntándose cosas triviales para ir poniéndose al día, hasta llegar al patio trasero.

—Me sorprende el cómo ha cambiado todo—suspiró observando la cantidad de hamacas y demás juegos nuevos que había en todo el extenso patio, incluso notó que era más grande porque quizás la escuela había comprado más campo hacia atrás.

El patio trasero de la escuela siempre había sido grande, pero no tanto como ahora. Park no recordaba haberlo visto tan vivo, lleno de flores, de juegos; lleno de vida. En el tiempo que el asistía, el pasto era más amarillo, no se regaba, ni de casualidad encontrabas sombra o flores, y la única hamaca que había parecía que en cualquier momento se caería.

—Si, tienes razón. Han pasado muchas cosas desde que te fuiste...

—Pero me gusta—asintió con la cabeza, volviendo la vista a su amigo—, hay más vida, y eso es muy lindo.

Taehyung también asintió, sus cabellos se movieron suavemente. Unos pocos rayos de sol comenzaron a pintar el lugar y las voces de alumnos que iban llegando llenaron cada rincón.

—¿Ese de allá es YoonGi hyung?—preguntó curioso, bajando la voz un poco. No había nadie cerca pero era por precaución.

Taehyung vio a sus dos hermanos con un chico más, pero él estaba de espaldas.

—Sip, ese es YoonGi hyung—se rió a penas.

—¿Aún tiene esa relación rara con Seokjin hyung?—el peli-azul frunció el ceño—, disculpa TaeTae no quise sonar como un entrometido.

Taehyung sabía que entre esos dos pasaban cosas. Cosas que nunca intentó entender, cosas de las que no le gustaba hacer mención, y cosas que le importaban muy poco. No compartían lazos sanguíneos, pero eran sus hermanos de  corazón y eso bastaba. Siempre había notado que era demasiado cercanos, y había oído de varios que se besaban en cada lugar que pudieran, pero Taehyung siempre prefirió hacer caso omiso.

Simplemente no era su asunto y no le interesaba para nada.

—Descuida Jiminie—le despeinó el cabello—; solo diré que deberías intentar acercarte a el, por que ese gatito de piel lechosa está a tus pies desde que éramos pequeños.

La familia Kim desde siempre había sido liberal en cuanto la sexualidad de sus hijos, solo les inculcaban el amor y el respeto hacia todas las personas, y por su parte YoonGi era bastante transparente. Taehyung aún con ocho años podía notar lo tímido que se volvía junto a Jimin, le dejaba ganar y se volvía una masita ante la personalidad fuerte de su amigo.

—Oh, no, no—soltó una risita leve—, no creo ser el tipo de chico que le gusta a tu hermano.

Taehyung no dijo nada al respecto, pero lo cierto es que su amigo se equivocaba.

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