𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒅𝒊𝒆𝒄𝒊𝒐𝒄𝒉𝒐

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La noche estaba tranquila, no se oían ruidos de ningún tipo y la calle parecía un desierto. Era extraño. O quizás solo se debía a que se encontraba distraído, volando entre nubes de algodón en su imaginación, que parecía estar todo tan calmo.

La llamada con Jeongguk comenzo a las doce de la noche y duró exactamente tres horas y media, únicamente porque Taehyung oyó la calmada respiración del menor y luego de unos minutos decidió cortar.

Pero él por su parte no pudo conseguir dormirse. No sabía por que razón, pero le estaba costando horrores. Se giraba hacia un lado y al otro, pensando en miles de cosas. Hoseok, la escuela, SanA, Jimin, en que tenía que lavar su ropa, en sus hermanos y en ese chico bonito de cabello negro

Pero si de algo estaba seguro por sobre todas las cosas, era que a su hermano le ocurría algo. Porque eran pocas las veces en las que se aparecía a mitad de la noche en su habitación y se metía a su cama en silencio. Casi hacía media hora desde que YoonGi miraba el techo y jugeteaba con sus dedos, creyendo que el menor se encontraba mínimo por el quinto sueño.

—¿Qué tienes?—su voz salió ronca y baja entre tanto silencio, asustando al mayor.

—¿Taehyung? ¿Te desperté? Lo siento y-yo..

—No puedo dormir hyung—le aclaró—, no pasa nada. ¿Pero qué te ocurre?

—Na-nada, no...-la voz le temblaba, estaba muy nervioso-, Yo no se si deba decírtelo, Tae.

—Puedes confiarme lo que sea.

El silencio los envolvió, pero no por mucho tiempo.

—Ex-extraño mucho a Jin, se la pasa con Namjoonie—Taehyung recordó que el tal Namjoon, era hermano de su mejor amigo Jimin y por supuesto que lo conocía, era un chico muy dulce y bueno.

Extrañar, esa sensación de vacío y soledad que los seres racionales e incluso irracionales pueden llegar a sentir, aún estando rodeados de semejantes.

«—Ja-ja. Muy gracioso de tu parte. Ahora me pregunto, ¿de verdad me extrañas?

Jeonggukie, no hay ser en este mundo que te extrañe tanto como yo»

Él también extrañaba a alguien, y mucho.

—Ellos... tú sabes—Taehyung dudó entre decirlo o no por unos segundos—, Namjoon Hyung y Seokjin hyung se quieren mucho, quizás...

YoonGi lo hizo callar con un ademán, a su vez chasqueando la lengua.

—Entiendo a donde quieres llegar Tae, ya sé que se gustan-respondió brusco, con algo de molestia.

—¿Pero y entonces?—susurró sin comprender todavía—, ¿cuál es el problema?

Taehyung a pesar de la obscuridad que los envolvía, pudo ver el rostro de su hermano mayor. Quien de un momento a otro, le observaba como si lo odiara. O al menos, como si estuviera muy enfadado con él, quién no había hecho nada malo. Eso hacía al menor preguntarse ¿Qué demonios le ocurre?

—No le veo sentido a esta conversación—dijo simplemente, suspirando—, volveré a dormir a mi habitación.

El peli-azul alcanzó a tomarle la mano, cuando el mayor se puso de pie, para que lo mirara. No entendía porque razón su hermano se ponía en esa posición de molestia.

—SeokJin es tu hermano y Nam tu mejor amigo, ¡no puedes ser tan egoísta!

Y a Yoongi, saber eso era lo que más le dolía.

—Adiós TaeTae—sonrió para el mayor, y miró con timidez al amigo de su hermano—, ha-hasta luego Ji-Jimin oppa.

—Nos vemos pequeña—le acarició una mejilla con cariño y se perdió con rapidez por el pasillo con Taehyung por que estaban llegando tarde.

Sus hermanos siempre la acompañaban hasta su aula a pesar de que se les hacía tarde a ellos, y a ella no le molestaba porque se sentía protegida.

—¿Tan niñita eres SanA que no sabes venir sola a la escuela? ¡Ja!—se burló el niño que se sentaba tras la pequeña Kim.

A SanA le encanta que sus hermanos la lleven a clases, ¿pero a qué costo? Sí, las odiosas y desagradables burlas de sus compañeros. Esos jodidos mocosos que dan opiniones sin ser pedidos.

—Seguro por la noche ellos te leen el cuento de el lobo y los tres cerditos—se burló una niña, haciendo a Kim SanA rodar los ojos mientras caminaba a tomar su lugar.

—Y te preparan un vaso de leche caliente con galletas para que duermas bien, como la nenita llorona que eres—acotó otra vez el niño tras su asiento.

SanA hacia el intento por no llorar.
Se repetía a sí misma que todo estaba bien y que no debía prestarles atención pero si alguien más le decía algo no iba a aguantar por mucho tiempo.

—Al menos sus hermanos la quieren, por lo visto los suyos a ustedes no. Par de tontos. ¡Déjenla en paz o les daré una paliza!—los ojos de la niña miraron a la compañera que la estaba defendiendo, Nong'yim estaba levantada mirando amenazante a los otros dos molestos niños. Ella era una chica repitente, dos años mayor, que nunca hablaba con nadie ni tenía amigos, y por esa razón todos sus compañeros le tenían terror.

Llegaba a dar miedo, tanto por su aspecto sombrío y si carácter, pero jamás la habían visto reaccionar así ni por defender su propio pellejo. La niña y el niño, temblando del miedo, volvieron a acomodarse cabizbajos sin decir nada. La maestra entró al aula, y nadie tocó el tema de dicha discusión.

La clase de ciencias sociales para SanA era demasiado fácil por lo que se volvía aburrida, y sinceramente no estaba prestando mucha atención. Quería darle las gracias a Nong'Yim, y no se le ocurrió nada mejor que escribirle un papel y lanzarselo.

Desgraciadamente le dió en la cara, provocando una mirada amenazante por parte de la mayor que acabó en una pequeña sonrisa.

Gracias unnie》

Nong'Yim escribió también en una hoja de papel y se la lanzó toda arrugada a SanA.

《La próxima vez, te toca defenderte a ti misma. Si quieres yo te enseño》

SanA rió bajito, encantada con la idea.

《Cuando suene el timbre, vamos a fuera. Y no acepto un no como respuesta Nong'Yim unnie》

Esta vez el papel cayó sobre la mesa de la chica, quien bajo la mirada expectante de la menor asintió con la cabeza. ¿Que tendría de malo salir un rato acompañada de SanA?

Después de todo, ella parecía ser la única persona que no le tenía miedo.

©ʏᴏᴏɴɴɪᴇxᴊɪᴍɪɴɪᴇ5

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