𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒅𝒊𝒆𝒛

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Estaba a punto de acostarse, el aburrimiento lo traía mal y la única solución según el sería esa. Por que, vamos; ya había probado con darse una ducha, limpiar su habitación, acabar la bendita tarea, ver una película, comer yogurt con cereales y nada había funcionado. Incluso había puesto un canal de música en la televisión, pero solo encontró canciones lentas que le daban ansiedad.

Sentía que le faltaba algo. Más bien, era alguien. Que lo molestara, oírlo reír o con saber que estaba en su radar de diez metros a la redonda podía dormir todo el día.

Pero la última vez que lo había visto, se remonta a tres días antes donde simplemente habían mirado una película con su madre.

«Taehyung también tiene una vida», se repetía a sí mismo, «Y no gira alrededor de tí»

Claro que no, y era consciente de eso. Nunca lo haría, ni la de él ni la de nadie. ¿Quien quería a un inválido en su vida?, siempre era una carga; para su madre, para la señora EunHa. Y seguramente, tambien para Taehyung.

Antes de terminar por volverse loco, decidió arreglarse un poco y salir a caminar para así despejar la mente un poco.
Tal vez podía ir hasta el centro comercial, aunque se encontrara bastante retirado, quería ir a comprar alguna remera o algo que le llamara la atención pues su madre le había dejado el dinero suficiente.

Tras pasar alrededor de media hora andando, observando todo a su alrededor como los pájaros, autos, y personas que también habían salido a caminar, se encontró con una tienda que no había visto antes en ese lugar. Lo cual fue mejor ya que no tendría que caminar hasta el dichoso centro comercial.

El recordaba que justo ahí solían ir con la señora EunHa en busca de productos químicos, por lo que le llamaba la atención que ahora fuera una tienda de ropa.

Se encogió de hombros, y entró sin más preámbulos.

Sus ojos giraban por todo el lugar y de vez en cuando sus manos acariciaban las suaves y tersas telas. Si por el fuera se llevaría todo consigo, pero no halló lo que inconcientemente estaba buscando pasado un buen rato.

Cuando sus curiosos ojos la vieron metida en una caja que tenía la etiqueta de liquidación - únicos talles, se iluminaron de emoción. Si no hubiese sido consciente de donde se encontraba parado sin dudas se lo habría escuchado chillar feliz, porque no era tan común encontrar ropa con esos estampados para su talla. Jeongguk se sentía un ganador, aunque suene exagerado e infantil. El llegó antes que algun otro fanático loco, así que tenía derecho a estar derrepente de tan buen humor.

Se acercó al mostrador, donde una mujer adulta estaba parada. Le sonrió, mostrándole lo que traía en el hombro para poder tener las manos libres y sujetar bien las muletas.

—Esa camiseta de Ironman, ¿cuánto cuesta?

—Solo son quince wons muchacho—la vendedora le sonrió, doblando la prenda para ponerla en una bolsa roja con un moño—. ¿Que edad tiene el niño? Seguro le va a encantar.

Jeongguk tosió bajando la cabeza, incómodo con la curiosidad de la mujer. Le hubiera encantado decirle que la compraba para él, porque es fanático de ese personaje, pero se vería como un completo tonto porque ya es un adulto.

Tomó valor de donde no tenía, y miró a la vendedora con una leve sonrisa.

—S-si, a mi sobrino le va a fascinar—decía mientras le entregaba el dinero y tomaba la bolsa—, hasta luego Aghassi.

Y se puso a andar hacia la salida, agradeciendo que no hubiera nadie más que él en la tienda en ese momento para no tener dificultades con las muletas y el reducido espacio.

—¡Hasta luego!—volvió saludar desde la puerta.

—Adiós, ¡vuelva pronto!

¿Volver? Claro que sí, el siempre volvía a ese tipo de tiendas, obvio, pero tal vez no lo haría hasta dentro de algún tiempo. Primero porque no tenía demasiado dinero y segundo porque sería un tanto vergonzoso para él tener que mentir cada que quiera ropa con esos estampados.





Mientras caminaba de regreso a casa, observando un camino de hormigas junto a la vereda, distraído, se topó con alguien que no era de su total agrado. El muchacho caminaba por la misma vereda que el peli-negro en silencio, cuando Jeongguk se dió cuenta de que venía en su dirección sintió algo de miedo por qué estaba solo.

—¡Hey, Jeongguk!—saludó sonriente al estar junto al menor. El peli-negro frenó al igual que el otro y lo observó sin decir palabra alguna—, oye ¿acaso no sabes saludar?

Jeongguk estaba dispuesto a continuar con su camino, si no fuere por el fuerte agarre en su antebrazo que le detuvo el paso.

» —Te estoy hablando.

—Su-suéltame, Hoseok—pidió, sintiendo ardor en la parte donde el otro tenía la mano—. ¿Qué quieres?

—Mira, mocoso, lo diré una sola vez. Aléjate de mí novio.

—¿De Youngjae o de Taehyung? Porque si es el primero está difícil, somos primos.

—No te hagas el listillo, pata de palo—murmuró entre dientes. Jeon sintió un escalofrío, pues aunque el peli-rojo tenía cara de ángel, era un completo demonio malvado—. Creo que a Taehyungie le quedó claro que no debe acercarse a tí, ¿no?

¿Por eso Kim le estaba evitando de nuevo esos últimos días? Oh, mierda.

—Deja de decir idioteces, de quien hay que alejarse es de tí—soltó sin pensar en las consecuencias que eso le podía traer. Aunque Jeon esperaba un golpe y se estaba mentalizado a que eso pasara, solo recibió que le apretara el brazo con más fuerza—, ¡ya déjame en paz! No te soporto, mantente lejos de mí, mis amigos y de mí familia.

Lo último lo dijo en plural, pero solo estaba hablando de Taehyung y su primo.

—¿Te digo algo?—se rió, mirando el manto celeste sobre ellos por un momento y volvió a observar al menor—, jamás pensé que Taehyung me levantariá la mano.

—Oh, déjame pensar la razón... ¡Porque eres insoportable y te lo mereces! Sabrá dios cuántas veces lo abras golpeado, imbécil.

Harto de la situación y no pudiendo controlarse más, Hoseok tiró de su ante brazo para apegarlo a su cuerpo, haciendole saltar para no caer. Realmente al peli-rojo eso era lo que menos le importaba, si se caía o le pasaba algo más, le daba igual.

—Pequeña rata asquerosa, escucha bien lo que voy a decirte. Taehyung es mío, y tú no puedes interponerse entre nosotros. Deja de jugar con fuego porque te puedes quemar.

—Eh, ¿niño Jeon?—una muchacha apareció a espaldas de ambos menores, por la voz, el peli-negro sabía que se trataba de la nieta de su maestra. Hoseok se apartó de inmediato sin borrar esa sonrisa cínica de su rostro—, ¿está todo bien?

—¡Claro que sí, noona!—qué estúpida sonrisa encantadora, engañaba a cualquiera—, Jeonggukie y yo solo estábamos charlando, somos buenos amigos—poco a poco comenzó a alejarse—. Lastimosamente me tengo que ir, chicos.

—Oh, claro. Adios—murmuró ella viendo cómo se alejaba con prisa, poniéndose junto al menor peli-negro—. ¿Seguro estás bien?

—Claro, no te preocupes noona—sonrió para tranquilizarla—. ¿Me harás compañía hasta mí casa?

—Por supuesto, creo que el almacén al que me enviaron es un poco más adelante.

Eunbi era la única nieta de su maestra, había sido criada por EunHa hasta los quince años ya que en su momento era mal visto un padre soltero. Pero la niña no quiso despegarse de la mujer que era en realidad como su madre, por lo que a Heechul, su padre, tampoco le molestó la idea porque él había formado otra familia. La chica tenía veinticinco años recién cumplidos y era todo lo contrario a los estándares coreanos. Con empezar diciendo que era pansexual, no hacía falta decir más nada.

Jeongguk le tenía mucha admiración y respeto, él deseaba algún día también poder ser libre. Aunque lo veía un poco lejano pues el acontecimiento de hace unos días en la tienda le habían dejado malos recuerdos que no le gustaría revivir.

—Okey, gracias Eunbi Noona.

Sin más comenzaron a andar en completo silencio hasta el barrio donde el menor vivía, encontrándose con cierto peli-azul tocando el timbre en casa de los Jeon.

—Parece que tienes visitas—comentó con una risita—. Bueno, tengo que seguir. Nos vemos otro día, Jeonggukie.

La muchacha le revolvió el cabello, solo para verlo rodar los ojos.

—¡Yah, noona, me estás despeinando!—se quejó—. Hasta luego, EunBinnie. Cuídate.

Sin esperar más, mientras la chica cruzaba la calle Jeongguk cruzó la reja para entrar en su propiedad. Taehyung se acercaba con una sonrisa en los labios.

—Te es-estaba buscando p-para ir a caminar, pero veo que recién estás de regreso—se rió, un poco incómodo. Se sentía tonto, la voz le temblaba, por que le estaba mintiendo. Había ido en busca de un abrazo, se sentía bastante mal por lo ocurrido durante la madrugada anterior, pero no tuvo el valor de decir nada.

—¿Quieres que luego de cenar vayamos al patio trasero a ver las estrellas?

Los ojos tristes del mayor brillaron. Asintió con la cabeza y se acercó aún más a Jeongguk.

—Te espero en el portón del patio a las once. ¿Puedes llevar algo para comer?

—¿Gominolas y galletas sirven?—preguntó con duda.

—Claro. Te veo al rato—se acercó demasiado, besando su mejilla, y con la rapidez de un rayo ya estaba fuera de la propiedad cerrando la reja.




Cuando salió de ducharse más relajado, y ya estuvo vestido con su ropa nueva -un pantalón de gimnasia y pantuflas-, bajó para ver la televisión encontrándose con su hermosa madre leyendo una revista en el sofá.

—¿Cómo has estado, mi vida?—el menor sonrió, terminando de bajar el ultimo escalón.

—Fui de compras—y decir aquello era afirmar que estaba muy bien. Él no salía con frecuencia de casa pero desde que había comenzado a ser amigo de Taehyung era un hábito nuevo.

—¿Tú solo?—Jeongguk la miró amenazante para que no le fuera a regalar, por lo que ella le sonrió—, ¡que bueno!, ¿y que compr- ¡oh, la camiseta de ironman que tanto querías! Te queda muy bien.

El chico le sonrió sin mostrar los dientes y tomó asiento junto a su madre, sosteniendo entre manos el cubo mágico que para alguna navidad "Santa Claus" le había obsequiado y que, por alguna, razón el seguía usando para entretenerse.

» —Hijo—retomó la palabra, no sabiendo si sacar a colación la duda de donde estaba el hijo de los Kim o comunicarle la buena noticia que tenía. Escogió la segunda después de un par de segundos, porque no quiso bajarle el ánimo a su hijo—, ¿te acuerdas de tu prima Chaeyoung?

El menor ladeó la cabeza, con duda.

—¿La hija de la tía Lee?

—Si, esa misma. ¡Se va a casar! Nos mandó la invitación por correo, y tu sabes que yo no sé como usarlo muy bien, de casualidad entré anoche y vi su mensaje.

Jeongguk sonrió por lo alegre que se mostraba su madre y también por la linda noticia.

Chaeyoung era la creadora de varios de sus lindos momentos en su niñez -como aquella vez en Halloween que no quería salir a la calle a pedir dulces por vergüenza a que alguien se fuera a burlar y gracias a ella y sus ocurrencias acabaron siendo una versión de "muñecos asesinos" que consiguieron muchos caramelos-, y le tenía gran aprecio por ello. A medida que ambos crecieron y los años pasaron, las familias dejaron de frecuentarse, además de que por sus estudios la muchacha se mudó a Incheon, la capital. Eso no quitaba que la señora Jeon mantenía contacto con ella o con Lee de vez en cuando por Facebook.

—¿Y en dónde será la boda?—la pregunta de si irían o no, sería una ofensa y por eso no la había formulado. Claro que asistirían, pero lo que le inquietaba era el lugar donde su prima había decidido casarse. Con alguien que, ahora que se daba cuenta, tampoco conocía.

La mujer miró el reloj en la pared, por alguna razón, y suspirando volvió la vista a su único hijo.

—En Bonseung. Será un viaje largo, por lo que iremos un día antes y regresaremos un día después del festejo.

El chico pestañeó un par de veces, asimilando sin decir ninguna palabra lo que su madre le había dicho. En su mente llamarle mini-vacaciones sonaba mucho mejor.

» —Si gustas, puedes decirle a Taehyung que nos acompañe.

Oh, sí que lo haría. Aunque tuviera que revivir a tutankamón para que convenza a los padres del chico, no iría solo con su madre a eso que, a pesar de ser una emocionante celebración, se podía también convertir en un nido de víboras venenosas para ellos dos.

—Mas tarde estaré afuera en el patio, mamá—le comentó, buscando una película para ver en la televisión.

—¿Solo?—el menor negó con la cabeza.

—Con Taehyung Hyung, veremos las estrellas... Ya sabes. Y de paso le diré lo de el casamiento.

La mujer asintió con la cabeza, apoyándose en el hombro de su hijo para disfrutar de la película que Jeongguk había escogido.

©ʏᴏᴏɴɴɪᴇxᴊɪᴍɪɴɪᴇ5

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