𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒔𝒆𝒊𝒔

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Eran a penas las seis de la tarde, pero a eso el cielo parecía no saberlo. Las grandes nubes, que variaban sus tonalidades entre azul y gris tapaban el pedazo de cielo que desde su cama podía ver; aunque lo más probable era que toda Corea del Sur estuviera de igual manera ya que según el pronóstico, el clima estaría igual en todo el país.

Los ojos negros del chico que yacía envuelto en colchas en medio de la cama, y vestido con solo una remera, viajaban del blanco techo a su celular una y otra vez. Sentía tristeza, mucha en verdad. Lo que estaba viendo no era agradable ni tampoco gracioso como pretendían, no podían hacerle ese tipo de cosas a él.

Es decir, ¿con qué propósito el subir esas fotos, con qué propósito publicar esos estados? Si ambos tenían su número de celular es muy obvio que en algún momento lo iba a ver. Entonces, era adrede.

«Te vas a arrepentir, Kim», recordó sus palabras. Pero a pesar de todo, Taehyung no estaba arrepentido de haberle dado aquella bofetada. Tantas veces había sido Hoseok quien le golpeaba, se sentía bien haberse desquitado. Aún si luego terminó con el cuello marcado.

Alguien tocó la puerta, haciendo que se tensara un poco. Había estado evitando a toda costa a su familia, solo salía de su cuarto para buscar algo de comer y luego se encerraba nuevamente.

—¿Puedo pasar?—negó con la cabeza pero por obvias razones la otra persona no podía verle.

—No quiero ver a nadie.

SanA entró de todas formas.

—Tae oppa, ¿porqué estás tan triste?—preguntó chica con pena, ver de esa manera a su hermano no le gustaba pata nada, parecía que ni el mismo se quería.

—Por nada SanA—le restó importancia, llevando su mirada otra vez a la ventana. Las gotas de la lluvia se oían suavemente chocar en el techo. Era una melodía para el mayor de los Kim.

—¿Es por tu novio?

Taehyung se volteó para verla, negando repetidas veces con la cabeza.

—Ho-Hosoek no tiene nada que ver aquí—mentira. Era una mentira y la menor lo sabía.

—N-no me mientas, Hoseok siempre te hace daño. ¿Qué te ha hecho ahora de malo para que estés así, oppa?

Su hermana no esperaba una respuesta por que sabía que no se la iba a dar, por lo que se quedó junto a él en la cama para hacerle compañía.

Sus pláticas por lo general no eran tan profundas pues llegaba a un punto que la menor no sabía que decir o hacer. Aún así Tae la estaba pasando muy bien con su compañía.

Hacía casi dos semanas que no reía tanto como en ese rato que SanA se quedó con el, ya empezaba a dolerle el estómago. Extrañaba su cercanía, sus caras raras, su suave cabello y oírle tararear alguna canción o simplemente escuchar su risa.

Inconscientemente ya estaba pensando en él y no en su hermana. Soltó un suspiro, negando para sí mismo.


SanA se marchó a sus clases de patinaje artístico a eso de las seis y ahora estaba completamente en soledad nuevamente.

Se levantó de la cama, tropezando con un par de tenis propios y caminó hasta la ventana de su cuarto. La abrió, dejando entrar el olor a tierra mojada que tanto le gustaba, observando como las gotas de agua transparentes caían sobre el techo del vecino, ese vecino, y en la lejanía sobre la copa de algunos frondosos árboles.

Los colores eran tan monocromáticos, eso por sobre todo le encantaba. Pero si tan bien estaba todo, si él sonreía, ¿porqué no solo pequeñas gotas de lluvia mojaban su cara, si no también sus propias lágrimas? ¿Porqué estaba llorando?

De repente todo lo bueno se convirtió en algo malo, triste y que le traía recuerdos que deseaba borrar.

Quería entender por qué. De tantos millones de personas, el estaba dentro del porcentaje que sufría cierto tipo de violencia, y no sabía cómo salir de ahí.

¿Qué castigo de su vida pasada estaba pagando?





Estar encerrado realmente era algo que a él le agradaba, podía quedarce viendo televisión, jugando al solitario o bien, jugar a ser un cantante famoso-juegos de un niño pero que amaba-, o un repostero. Pero eso cambió el día en que se mudó a esa casa, con esos vecinos nuevos, más bien con él rondando por ahí todo fue modificado. Porque cuando quería descansar, se aparecía de sorpresa, y no iba a negar que hablar y pasar tiempo a su lado se sentía muy bien, pero por el momento las cosas… no estaban del todo bien.

¿Ahora el y Hoseok eran una especie de rivales, peleando por el amor de Taehyung?
Realmente no iba de interponerse entre ellos, porque sabía que el peli-castaño amaba al otro chico después de todo, y con el solo tenía una bonita amistad.

Y lo que empeoraba la situación es que ahora todos sabían de sus sentimientos hacia Taehyung, moriría de vergüenza si lo tuviera frente a frente. Lo extrañaba, mucho, quería tenerlo del otro lado de la puerta tocando el timbre, saltando y jugando en su cama como un niño pequeño.

Quería que Taehyung estuviera a su lado en ese momento, en ese preciso día. Necesitaba el consuelo y que lo rodearán un par de brazos que no fueran esta vez como todos los años los de su madre, porque ella estaba igual de destrozada que él.

Era veintitrés de noviembre, aniversario por la muerte de Jaehyun, día en que años atrás esa salida a pescar de padre e hijo se había convertido en una completa pesadilla. Jeongguk no tenía muchos recuerdos de su padre debido a que era un niño pequeño, pero el sentimiento de tristeza estaba instalado en su pecho.

Sostuvo entre las manos un cuadro que contenía una fotografía, el hombre sonreía hacia la derecha, no sabía que le estaban tomando una foto pero era una joya que el chico atesoraba y le daba gracias a su madre por haberla tomado.

Su madre había ido al cementerio junto a la señora EunHa, y el no las había querido acompañar puesto que ver a su madre llorar le partía era el alma en mil pedacitos, era mejor que fueran solo ellas.

Jeongguk tenía ese sentimiento de necesidad, él por sobretodo necesitaba que alguien lo abrazara. Sabía que esos últimos días Taehyung estaba ocupado con algunos trabajos de la escuela, pero necesitaba verlo. Perdería su dignidad al ir a golpear la puerta de su vecino y rogar cariño, pero no esperaría ni un segundo más.

Lo más importante y que siempre llevaba consigo eran sus dos muletas y una campera por si acaso. Salió de su casa y a un paso adecuado caminó hasta la vivienda de cierta personita. Tocó el timbre cuando llegó a la puerta, pero nadie lo oía.

Suspiró frustrado, estaba tan sensible que las lágrimas amenazaban por caer. Se le ocurrió una idea, aunque nunca antes hubiera llegado a concretarla, la ocasión ameritaba arriesgarse.

Arriesgarse a que no lo quiera ver, a que estuviera enfadado con él, arriesgarse a que Hoseok estuviera junto a él.

Dejando de lado esos pensamientos, giró con duda el pomo de la puerta y ésta para su suerte si se abrió. La cerró detrás de sí sin hacer ningún tipo de ruido, y al ver que no había nadie rondando por la casa decidió avanzar hasta la habitación del chico. La puerta de ese cuarto estaba entreabierta, dejando ver que sobre la cama envuelto en un montón de frazadas se encontraba el chico al que buscaba.

No esperó para entrar, pero aún así lo hizo lo más en silencio que pudo. El peli-castaño dormía y Jeongguk se sentó junto a el en la cama para mirarle. Sus mejillas pintadas de un leve rojo carmín y su boca entre abierta le daban un aire tierno, sus cabellos estaban alborotados por una parte y por la otra algunos de ellos estaban pegados a su frente debido al sudor por tanto calor. Se le ocurrió entonces quitarle un poco de abrigo pues estos eran varios.

Por curiosidad y por no querer despertar al chico, observó a su alrededor, notando ropa tirada, envoltorios de comida chatarra como papas fritas y latas de cola, también había papeles de golosinas por doquier. En sí, era un completo asco.

Taehyung se removió en la cama, llamando automáticamente la atención del menor quien con cuidado de no enredarse en algo volvió a acomodarse a su lado.

—Tae—dijo tan bajito, pero que si el chico estubiera despierto podría escucharle. Jeongguk suspiró pera después sonreír, inclinado hacia el, acariciando suavemente su cabello—, Kim Taehyung… ¿porqué me haces esto? No es lindo enamorarse de quien no te corresponde.

Sus dedos curiosos que picaban por más bajaron a sus mejillas, pasando por su nariz. El chico bajo su tacto se removió otra vez en la cama, pero aún así el pelinegro no se movió ni alejó su mano.

—¿SanA? ¿Q-qué ocurre mi niña?—su voz era aún más ronca de lo normal por acabar de despertar, con el dorso de la mano se resfregaba los ojos cosa que causaba ternura el el único hijo del matrimonio Jeon.

—No soy tu hermanita, hyung—las manos del mayor se quedaron quietas tapando sus ojos. Una sonrisita boba se formó en los labios del chico.

—¿Jeonggukie?—y si hace un momento sonreía, ¿porqué estaba llorando ahora? Jeongguk puso una mano sobre sus cabellos, dejando caricias como si fuera un gatito—, pe-pensé que no querías verme. Estos días ni siquiera nos cruzamos…

El llanto del peli-negro no se hizo de esperar, le dolía también al el rechazo mutuo que había surgido sin querer, no le gustaba a su corazón.

—TaeTae—murmuró—,  te he e-extrañado tanto.

—¿Y yo? No tienes idea. Me he sentido tan solo.

—No creo que hayas estado completamente solo, debe haber varias ratas por aquí haciéndote compañía—bromeó tratando de aligerar el ambiente, el mayor río avergonzado

—Debo acomodar ese desastre, pero ahora solo deseo ver tu cara bonita—sonrojado Jeon se secó el rostro con las mangas de su abrigo. Las frías manos del mayor tocaron sus cachetes, se sentía el choque de temperaturas—. ¿Porqué la vida no me dio a alguien como tú desde un principio?

No era una pregunta para él ni tampoco una que necesitara ser respondida, pues eran pensamientos que Taehyung soltaba en voz alta sin querer y alteraban al menor, otra vez sin querer. De nueva cuenta, el hijo de los Kim derramaba lágrimas.

—No llores Hyungie, no lo hagas—suplicó, el no quería volver a llorar pero verlo tan destrozado le estaba haciendo flaquear en ese objetivo.

—Hoseok se-se ha estado burlando de m-mi—confesó entre sollozos—, y sus do-dos amigos ta-también—Jeongguk negó con la cabeza, sus ojos estaban cristalizados y no quería que siguiera—. Hobi e-es muy celoso a veces, tú l-lo has visto… se pone agresivo. Le molestan muchas cosas, siempre. Y e-es muy brusco cuando estamos a solas.

—No continúes hablando si no quieres, no te hagas más daño Tae.

—Es necesario, de ve-verdad quiero contártelo—suspiró, mostrando una pequeña sonrisita triste, las lágrimas caían silenciosamente—. Hobi siempre me reclama por hablar con chicos o chicas y me ha llegado a… golpear—jadeó, recordando las tantas ocaciones en las que le había alzado la mano—. Yo en cambio… nunca me ha molestado que tenga amigas o que pase mucho tiempo con una de ellas. Son sus amigas, ¿no? Y-yo confío en él a pesar de todo. Dice que me cela por qué me ama, que todo lo que hace es por qué me ama… y ahora uno de sus mejores amigos subió una foto de ellos dos b-besándose, ¡y sé q-que fue para que yo la viera! Youngjae no es malo, el no debe estar enterado si quiera de que nosotros somos novios, pero Jisung sí, y es un verdadero imbécil.

Oh, no. ¿Podía ser el Youngjae que él conocía? Por qué si era así, cuando lo tuviera de frente iba a matarlo, o al menos le desfiguraría la cara a golpes si su tia o su propia madre no intervenían.

—Lo si-siento tanto hyung, me gustaría poder ayudarte pero no sé cómo—quizás terminar tu relación con Hoseok sería buena idea para comenzar. Pero claro que jamás se lo diría, a pesar de todo, Taehyung parecía seguirlo queriendo y/o justificando sus acciones internamente, y el no podría sacarle esa idea de la cabeza.

—Que estés aquí conmigo ya es de mucho consuelo, Ggukie—besó su coronilla.

Jeongguk se recostó y tiró de la ropa del chico para apagarlo a su cuerpo, los dos metidos bajo una misma colcha. El menor no quería hablar, no sabía cómo consolarlo ni como hacerlo con sí mismo, porque aunque había preferido omitir ese detalle, el también estaba de duelo.

«Conozco es inseguridad, porque incluso si hablas con la razón. Acabará volviendo a ti como cicatrices»


Taehyung cerró los ojos, escuchando la canción que el menor le susurraba cerca del oído mientras acariciaba su cabello.


«No diré cosas tan obvias como “Ten fuerza” Te contaré, te contaré mi historia. Estuve aquí, fuiste tú quien vino a mi. Yo creo en tu galaxia, quiero escuchar tu melodía. ¿Cómo van las estrellas de tu galaxia? Adornan tu cielo. No olvides que al final de mi desesperación te encontraré. Eres mi única razón»


Su voz se escuchaba tan lejana…


«Cuando odio ser yo, cuando quiero desaparecer para siempre, abro una puerta y allí está tu corazón»

Taehyung respiraba pausado, en signo de que se estaba quedando dormido.


«Si abres esa puerta y entras, estaré ahí esperándote. Está bien creer, te consolaré en la tienda mágica»

Jeongguk se quedó en completo silencio, dando por terminada la canción. Y aprovechó para levantarse lo más despacio que pudo de la cama, tenía regresar a su casa o su madre se iba a preocupar, aunque tiempo atrás habían acordado que si no estaba en casa se debía a que estaba con el vecino.

El cálido agarre de una mano en la suya le hizo voltear.

—Quédate conmigo—balbuceó, con los ojos entre abiertos.

—Pero hyung…

—Duerme conmigo hoy, Ggukie.

Terminó por ceder. Después de todo, no es como si la idea no le agradara.

¡Hola, feliz año nuevo atrasado!
¿Como están? ~♡


©ʏᴏᴏɴɴɪᴇxᴊɪᴍɪɴɪᴇ5

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