01. Me llamo Cloud.

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% 𝐅𝐀𝐈𝐋𝐔𝐑𝐄 ‧₊˚☁ꉂʾ
#capítulo uno:
❝Me llamo Cloud.❞

⏤͟͟͞͞★cloud!
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

⠀⠀No había peor manera de empezar el curso académico que ver como Norae y Conan Crimson se daban el lote en el aparcamiento de la escuela.
Me resultaba realmente asqueroso la manera en la que él agarraba su cintura y mi hermana se aferraba al cabello de su novio como si quisiera dejarle calvo.

Solté una risita baja, desviando la mirada a la puerta del edificio aún cerrado. En verdad sí me apetecía ver al fastidioso novio de Norae totalmente calvo.
Busqué mi cuaderno negro en la bolsa a mi lado y apunté aquello en la lista de cosas que hacer antes de morir.

Mientras esperaba a que el timbre anunciara el comienzo de mi primer año de Universidad, me miré en las ventanillas del coche de mis padres, los cuales habían accedido a prestárselo a Norae aquel año.

Coloqué mi largo cabello liso y castaño a ambos lados de mi rostro, dejando visible el pequeño y suave delineado negro que había dibujado en mis ojos.

Ya llevaba puesto el uniforme del centro, el cual consistía en una camisa blanca con un lazo en forma de flor atado al cuello de esta. Una chaqueta granate que llevaba el logo de la Universidad adosado al pecho, una falda plisada de cuadros negros, azul marino y granate y unos mocasines negros que no me agradaban para nada.

A todo ello le añadí unos calcetines blancos que tenían dibujados gatitos en la parte trasera y mis característicos guantes largos de color negro que cubrían mis manos y antebrazos hasta el principio del codo.
Si tenía que llevar la misma ropa que los demás, al menos quería poder darle mi toque propio.

El uniforme no me desagradaba del todo y me hacía ver bastante tierna y linda. Aceptable por el momento.
Volví a desviar la mirada a mi hermana. Ella seguía comiéndole la boca a su novio mientras se olvidaba de mi boba existencia.

Suspiré molesta y traté de distraerme viendo a la gente pasar.
Había muchas personas esperando fuera del centro y yo era una de las pocas que ya iba vestida como dictaba el reglamento. Incluso Norae aún llevaba aquel hermoso vestido floral que le llegaba por encima de las rodillas.

Me sentía algo fuera de lugar, pero estaba preparada para salir de aquel aparcamiento y ocupar el cuarto que me había sido asignado, de tal modo que podría perder de vista a la pareja situada a pocos metros de mí.

¿Por qué papá me había dejado con Norae desde tan temprano? No me parecía justo tener que aguantar las babosadas de ella y su novio a tal horas de la mañana.
Pero claro, el trabajo estaba antes que cualquier otro ser vivo.

Entendía la razón por la que mamá había decidido dar por finalizado aquel matrimonio.
Recibí un mensaje de ella en aquel momento, en el que me deseaba un buen año y se disculpaba por no poder haber llegado a tiempo.

Guardé mi teléfono sin siquiera responderla y me aferré a mi maleta azul mientras mordía mi labio inferior con estrés.

El timbre sonó y seguidamente las puertas de la Universidad abrieron para todos los jóvenes que se encontraban fuera esperando. No perdí mucho más tiempo debajo del caluroso sol y agarré mis dos maletas (azul y morada) para comenzar a adentrarme en el gran edificio, sin esperar ni hablar con nadie antes, solo siguiendo a la multitud.

Las instalaciones eran enormes y las paredes estaban pintadas de los mismos colores del uniforme oficial. Incluso habían decorado el techo con letras colgantes que decían: UABA*, Universidad de Artes y Administración de Empresas.
Una sonrisa grande y nerviosa apareció en mi cara ante tal visión.

Tomé aire parando en medio del pasillo para asimilar que realmente lo había conseguido. Después de un año de súplicas y lloros, había logrado convencer a papá y mamá para que me llevaran a aquel lugar. Ni Norae lo había tenido tan complicado, pero claro, ella estudiaba administración de empresas y yo me había decidido por el arte, concretamente el del cine. No éramos lo mismo.

—No te acostumbres, solo será un año —murmuró mi hermana apareciendo a mi lado mientras ordenaba su cabello ondulado con ambas manos. Conan se posicionó detrás de ella para rodearla con sus brazos y sonrió ampliamente, provocando que mi humor cayera en picado.

Sabía que lo que decía la idiota era innegable y creer lo contrario solo me causaría más daño.

Aquel curso era el último de Norae en la Universidad y nuestros padres solo habían terminado aceptando mis súplicas porque así ambas Balker quedarían juntas en el mismo centro. Norae cuidaría de su hermana pequeña, osea yo. Menos preocupaciones en sus ajetreadas vidas.

En cuanto el año acabase, mamá me obligaría a tomar clases en casa.

—No pongas esa cara —farfulló Norae entre dientes, mirándome directamente—. Esto es tu culpa. Atente a las consecuencias.

Rodé los ojos lejos de ella y contuve las lágrimas mientras me cruzaba de brazos y mi hermana se retiraba a recoger los horarios. ¿Por qué sus palabras tenían que sonar siempre tan hirientes?
No me di cuenta de que Conan seguía allí hasta que éste picó mi brazo con una sonrisa.

—¿Emocionada por el primer día, Claudine? —fruncí el ceño, rodé los ojos por centésima vez en el día y tomé mis maletas para seguir recorriendo el pasillo, dejando al chico con las palabras en la boca.

Esa era una de las cosas que más odiaba del novio de Norae. Su soberbia y lo que creía que era humor. Nunca me tomaba en serio y se notaba cada vez que me miraba con esa sonrisa socarrona.
¿Cómo se atrevía a llamarme así?

—Me llamo Cloud —gruñé sacando la llave del cuarto, que me había llegado días atrás, para tratar de abrir la puerta de éste nada más pararme frente a ella.
Afirmar que mi nombre era ese cada vez que alguien me decía "Claudine" se había convertido en un ejercicio diario que ayudaba a reafirmar quién era en realidad y qué papel jugaba en la vida de los demás.

—Wow —me giré hacía la voz desconocida con algo de sorpresa y tornando mi rostro rojo enseguida, llena de vergüenza. No me había percatado de que alguien se había colocado detrás de mí mientras controlaba todas mis emociones—. Okey Cloud, yo soy Niobe, pero me puedes decir Nio.

Era una chica alta y delgada, de tez oscura y sonrisa divertida. Su cabello negro estaba recogido en rastas con las puntas de color morado y llevaba una sudadera azul con unos jeans anchos y rotos. Su maquillaje estaba realmente elaborado, sobretodo por la zona de sus párpados. Quedé asombrada ante esto.

—Creo que vamos a ser compañeras de cuarto.

Y ya había hecho el ridículo delante de ella, genial.
Tragué saliva para afrontar la situación, sorbí mi nariz moqueante por haber aguantado el llanto y bajé la mirada tímidamente.

—Hola, yo... Lo siento, no quería dar esta primera impresión tan... extraña.

Niobe soltó una genuina carcajada y arrugó la nariz subiendo y bajando los hombros para restarle importancia—. A mí me ha parecido una increíble primera impresión, no te preocupes —me miró detenidamente mientras yo trataba de ocultar mi sonrojo—. Me encantan tus guantes.

Una sonrisa grande pero cerrada surcó mi rostro y alcé la mirada para darle las gracias con ese gesto.

—Yo adoro tu maquillaje —confesé levemente emocionada y las dos soltamos una risa boba.

—¿Podeis apartaros de en medio? Estoy tratando de entrar a mi cuarto.

Levanté la mirada hacia la chica rubia que era un poco más alta que yo debido a los enormes tacones verdes que llevaba. Tenía el pelo cortado a la altura de su hombro y llevaba un conjunto de chaqueta y falda que combinaba con sus zapatos y maletas al igual que con sus ojos.
¿Su... Cuarto? Oh Dios mío.

—Nuestro cuarto —corrigió Niobe de la manera más amable posible y echó su única maleta llena de pegatinas a un lado—. Yo soy Nio y esta es Cloud. ¿Tú eres...?

Sonreí cómoda con cómo Niobe parecía manejar la situación y me incluía en todo inmediatamente.

—Ophelia Kergameur —se presentó sin dar muchas vueltas y suspiró chasqueando la lengua—. ¿Podemos empezar a instalarnos ya? No quiero perder mi valioso tiempo.

Niobe me miró incrédula, pero yo no me atrevía a contestar a Ophelia. Estaba levemente intimidada por la actitud de la rubia y enseguida abrí la puerta a lo que sería nuestro hogar por el resto del curso.

Era un cuarto grande, lo suficiente para tres personas. Con dos literas pegadas a la pared, donde la cama inferior de la segunda había sido remplazada por un armario de tres compartimentos. Las paredes estaban pintadas de un color rosa claro y a la derecha de la entrada se encontraba la puerta al baño. A la izquierda había dos escritorios y otro armario. Una estantería colgaba de la pared contigua al baño, cerca de una mesa y dos pequeños sillones negros.

Mi mandíbula caería al suelo si no estuviera pegada a mi cabeza. Era realmente hermosa y tenía la necesidad de explorar y tocar todo como si fuese una niña pequeña. Mi dormitorio en la casa de mis dos padres era la mitad del tamaño de aquella habitación y la decoración no era nada del otro mundo. Aquí podría incluso decorar mi parte del cuarto a mi gusto. Estaba realmente emocionada y se notaba en mi cara.

—Es... —los ojos de Niobe estaban abiertos de la sorpresa y emoción al tener frente a ella y a su disposición una habitación tan grande y bonita. Parecía pensar lo mismo que yo.

—Pequeño —terminó Ophelia con una mueca y fue la primera en entrar al cuarto junto a sus maletas—. Mi cama será la de abajo —aclaró en voz alta y dejó su equipaje sobre el colchón para comenzar a sacar cosas.

Procedí a hacer lo mismo, pero más tranquilamente y tomándome mi tiempo. Me quedé con la litera que descansaba sobre el armario y dejé mis sábanas de nubes y estrellas a un lado de la almohada para ponerlas después de acomodar la ropa.
Sin conciliar palabra, las tres parecíamos habernos puesto de acuerdo en que Niobe y yo compartiríamos el armario cerca de las literas y el otro sería para la gran colección de ropa que debía de tener Ophelia.

—Espera, ¿todo eso son guantes? —cuestionó Nio en un hilo de voz mientras revisaba el cajón lleno de accesorios que yo había ocupado. Asentí lentamente, mordisqueando el interior de mi mejilla mientras yo misma juzgaba la cantidad que había acumulado con el paso de los años—. No jodas. Increíble.

Sonreí, por primera vez orgullosa de llevar aquel accesorio tan ostentoso. Niobe aún revisaba el cajón con las cejas alzadas y los ojos bien abiertos. Reí suavemente para terminar de colocar mu última prenda, una sudadera amarilla, en el armario.

Después de aquello, mi nueva amiga y yo, dejando a la Ophelia a lo suyo, comenzamos una conversación típica y random que alivió la tensión de aquel momento. Aún seguíamos en un lugar desconocido, con gente desconocida y horarios diferentes a los de casa, pero aquellas pequeñas conversaciones y momentos compartidos arreglaban la poca ansiedad que podía sentir.

—¿Qué vais a estudiar? —aquella pregunta no salió ni de la boca de Niobe ni de la mía. Fue Ophelia la que la formuló y nosotras nos giraron hacia ella con las cejas fruncidas.

Niobe no dudó de su respuesta en ningún momento-. Diseño gráfico.

Abrí mi boca formulando una pequeña exclamación impresionada y sonreí asintiendo. Tenía bastante sentido por toda la ropa, cuadernos y maquillaje que había visto.
Pronto las dos únicas miradas del cuarto cayeron en mí; era mi turno de responder.

—Yo arte escénico —murmuré de seguido y sin mirar a la rubia a los ojos. Su actitud era bastante arrogante y temía enfadarla un ofenderla con cualquier actitud extraña que podía tener en esas ocasiones.

—¿Enserio? —asentí juqueteando con mis guantes. No entendía por qué aquella chica me ponía tan nerviosa—. Que coincidencia, yo también.

De todas las carreras artísticas existentes, Ophelia tuvo que haber elegido el mundo del cine y el teatro.
Mi ansiedad aumentó en cuanto escuché esas palabras salir de los grandes y brillantes labios de la rubia. Su apariencia, por muy superficial que pareciese, me recordaba a las personas que solían meterse conmigo en el Instituto.

Por esa sola razón prefería no tener que compartir más tiempo que el necesario a su lado. Ahora compartíamos carreras y quizás incluso destinos.

—Voy a ser una brillante actriz —confirmó colocándose una diadema grande con perlas cosidas al terciopelo negro.

El aire volvió a mis pulmones lentamente y pude destensar mis músculos. Al menos no habíamos elegido la misma profesión y aquello me aliviaba de algún modo.
Aunque de las clases juntas no me libraba.

—¿Y tú? —Nio me miró curiosa mientras se sentaba en uno de los pequeños sofás—. ¿Qué quieres ser?

—Guionista.

Una sonrisa cómplice apareció en los labios de las tres, de diferentes tamaños pero causadas por el mismo pensamiento.

—Una película, escrita por Cloud, protagonizada por Ophelia y con el poster más hermoso que jamás verán hecho por la servidora.

En ese momento Ophelia y yo supimos que sería Niobe la que mantendría el orden del cuarto y empezaría la comunicación ante cualquier problema o malentendido. Ella parecía hacer que todo funcionase y rebajaba la posible tensión. Era como si nos leyera la mente.

Seguimos hablando de vez en cuando entre tareas de instalación y acoplamiento a la habitación, cuando de pronto entró Norae sin siquiera llamar a la puerta y con el uniforme del centro ya puesto.

Rodé los ojos y maldije en voz baja mientras mis dos nuevas compañeros me miraban confusas.

—Cloud —mi nombre salió de su boca en un susurro de alivio y yo la saludé con la mano mientras mantenía mis labios apretados—. Te estaba buscando.

Oh vamos, piérdete.

—Pues estaba aquí todo este tiempo —respondí sin darle mucha importancia. Norae se acercó a mi posición revisando bien mi rostro y viendo también que me había instalado correctamente. Saludó a mis compañeras de cuarto con una sonrisa y se volvió a verme con arrepentimiento.

—Lo lamento —susurró para que solo yo la escuchase y puso su mano en mi hombro mientras se debatía en qué decir y cómo continuar—. Realmente siento mucho lo que dije y y y no pretendía hacerte sentir mal, es sólo que me fastidia verte emocionada por las circunstancias en las que estamos. Solo quiero cuidar de tí.

Alcé la mirada nuevamente para enfrentar los ojos de Norae mientras yo mantenía mi común cara inocente y neutral con los ojos abiertos de forma curiosa pero temerosa.

No quería estar en malos términos con mi hermana en el primer día del curso y, aunque su disculpa fuese bastante mala, lo dejé pasar para que me dejase en paz con antelación.

—Está bien, lo entiendo. Pero no lo pagues conmigo, sabes que esto es más difícil para mí.

Y lo era de verdad, pero parecía no recordarlo nunca. Su consideración era penosa y punzante.
Norae asintió con la cabeza gacha mientras mojaba sus labios y dejó mi horario, que había recogido una hora atrás, en uno de los peldaños de la litera.

—¿Ya preparaste todo para tu primer día? —asentí entrelazando mis propias manos, sin querer decir mucho más—. Bien, pues nos vemos en el gimnasio para la presentación del curso —Norae volvió a sonreír a Niobe y Ophelia sin sentimiento alguno y se cruzó de brazos para salir de la habitación.

—¿Es tu hermana? —Ophelia preguntó con una mueca en su rostro mientras seguía mirando la puerta con extrañeza. Asentí resignada y cerré el cajón donde había guardado todos mis guantes.

Niobe copió el gesto de la rubia y pestañeó incrédula con los labios apretados—. Entonces lo siento por tí.

—Parece tu madre —añadió en un murmullo la ojiverde antes de voltearse frente al espejo y comenzar a echarse gloss.

No sabía quién era peor, si Norae o mi madre. Las dos se caracterizaban por querer lo mejor para mí de la peor manera posible y de una forma que solo aprobaran ellas, pero mí hermana era más insistente.
No supe qué responder al comentario de Ophelia, así que solo asentí mirando el horario que me había sido entregado con curiosidad.

Estaba repleto de actividades, tanto relativas a las artes escénicas como no. Mi familia no quería que tuviera tiempo libre para pensar.
Suspiré despacio y coloqué el trozo de papel en uno de los corchos de la pared.
Al menos la mayoría eran clases o clubs que me gustaban. Podría lidiar con ello.

—¿Te has apuntado al club de música? —Niobe había aparecido a mi lado antes de que me diera cuenta y asentí después de saltar en mi sitio con sorpresa—. ¡Genial! Yo también. ¿Qué tocas?

—De todo un poco... Y algunas veces canto —murmuré tímidamente pero con una sonrisa, cruzándome de brazos para encontrar soporte.

La música se había convertido en uno de mis pasatiempos favoritos a lo largo de mi adolescencia. No era algo a lo que me quisiera dedicar, pero me entretenía y divertía sumamente. Disfrutaba más escuchar y componer que tocar o cantar.

—Eso es alucinante, necesito oírte enseguida —arrugó la nariz mi compañera y mi rostro se puso rojo de vergüenza. Ophelia oía nuestra conversación en el otro extremo del cuarto.

—¿Y tú? ¿Qué te gusta hacer? —le devolví la pregunta lo más sutilmente que pude y ella señaló la funda de guitarra que no había visualizado antes entre sus maletas.

—Toco el bajo, o eso me gusta pensar —ambas soltamos una risa y la peliazul se dispuso a abrir la funda para dejarme ver un bajo eléctrico color turquesa con acabados beige a los lados.

—Wow —exclamé realmente asombrada. Era demasiado bonito.

—Lo sé, nena. Valió cada maldito centavo.

Volví a soltar una risa agradada y desvíe la mirada sin querer a la rubia, quién se había quedado mirándonos mientras parecía pensar.

—¿Tú tocas algo, Lia? —me asusté un poco cuando aquel apodo escapó de sus labios con tanta naturalidad, creyendo que Ophelia se enfadaría bastante al escucharlo.

En cambio, ella sonrió de una forma linda, casi agradable. Se inclinó sobre una de sus enormes maletas y sacó dos pequeños estuches, uno más grande que el otro pero ambos de color amarillo pastel.

—El violín, el ukelele, el piano y la guitarra, pero no veía práctico traer los dos últimos —solté una ligera carcajada junto con Nio después de la última frase y ambas asentimos de acuerdo—. Supongo que en la escuela ya hay de los instrumentos más grandes y usados.

—Y estás en lo cierto —Deberíamos tomar todas estas interrupciones en nuestro cuarto como razón para aprender a cerrar bien las puertas.

Conan se paró en el marco de la entrada de la habitación con una sonrisa radiante, sosteniendo las esquinas de su chaqueta mientras dirigía una mirada a cada una de nosotras, arqueando una ceja ligeramente cuando se fijó en mí.

—Esta Universidad tiene todo lo necesario para que desarrolleís vuestro artista interior, si es eso en lo que queréis basar vuestra... Vida.

Aquel sombrío comentario con doble intención solo parecía haberlo entendido yo y la única razón de aquello era porque conocía demasiado bien al estúpido novio de mí hermana.

—Soy Conan Crimson, presidente estudiantil de la UABA desde hace tres años consecutivos. Cuatro si votáis por mí este año también —guiñó uno de sus ojos y yo hice un ademán de querer vomitar que solo pudo ver él por la superposición de mis compañeras.

Aquel extraño y gracioso tic en su ojo se hizo presente al ver mí acción, pero me ignoró enseguida dejando una de sus papeletas sobre el escritorio más cercano.

Ninguna de las dos chicas se presentó después de aquella estúpida intervención del castaño. Ambas se quedaron quietas mirando al chico con duda y una expresión asqueada en el rostro.
Él se mostró nervioso en ese entonces y rascó su nuca dando un paso hacia atrás.

—La... La reunión va a empezar pronto. Por favor os pido que os pongáis el uniforme y acompañeís al guía previsto de este pasillo hasta el gimnasio —las tres asentimos y yo sonreí victoriosa al observar que no había obtenido lo deseado—. Disfrutar de vuestro primer día y os deseo un buen curso —Nio y Ophelia le dieron las gracias y yo asentí mirando a la pared aburrida—. Adiós chicas. Adiós Claudine.

Bufé malhumorada en silencio antes de verle marchar con una sonrisa triunfante.

Idiota. Me llamaba Cloud.

El acrónimo de UABA* viene a decir directamente: University of Arts and Business Administration. Lo puse en inglés porque así las letras se veían mejor juntitas, jusjusjus.

Este capítulo se ha dedicado a la presentación de la mayoría de los personajes, por lo que entiendo que les pueda haber parecido aburrido. :(
El siguiente será mucho mejor, espero que les guste. <3

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