03. Un trato complicado.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

% 𝐅𝐀𝐈𝐋𝐔𝐑𝐄 ‧₊˚☁ꉂʾ
#capítulo tres:
❝Un trato complicado.❞

⏤͟͟͞͞★cloud!
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

⠀⠀⠀Quinton Dayholt era exactamente igual a cómo le había descrito Spider. Muy alto, muy sonriente y muy bobo también. Pero todo lo malo parecía compensarlo con lo guapo que era.

—No sé si odiarle o amarle —comentó Niobe con disgusto una vez dejó su bandeja con comida a mi lado.

Aran masticó varias veces, tragó su comida y giró su torso para observar a su compañero de cuarto con ojos curiosos pero expresión neutral—. Ni yo lo sé.

El chico asiático estaba rodeado de personas, hablando alto y con una sonrisa enorme en la boca mientras sostenía su guitarra eléctrica y se sentía socialmente acogido.
Era sábado y el rumor de que Quinton era la persona llegada de Hollywood había corrido casi tan rápido como Ophelia con tacones.

—Es muy lindo —comenté yo con un leve suspiro antes de pinchar un macarrón y llevármelo a la boca—. Pero grita mucho.

Niobe me dió la razón con un ademán de mano y se sujetó la cabeza, cansada de oír al chico que estaba a cinco cortos metros de nosotros.

—Y viene para acá —bufó Spider, comiendo aún y para nada preocupado por la cercana aproximación de su compañero.

—¿Qué? —soltamos Nio y yo a la vez, alarmadas. Traté de limpiar mi boca lo más rápido posible.

—Buenos días, Aran y amigas de Aran —saludó Quinton en voz alta, apoyando sus dos manos en los hombros de Spider mientras nos miraba sonriente.

Nosotras solo saludamos con la mano o susurramos un inaudible "hola" antes de desviar la mirada con incomodidad.
¿Cuál era su propósito de hablarnos?

—Eres Claudine Balker, ¿no? —alcé la mirada, menos nerviosa y con más ganas de corregirle que nunca, pero mis amigos me detuvieron al oír el primer nombre.

—¿Claudine? —se río Spider exageradamente y alzó las cejas, pidiendo una explicación.

—Es Cloud, solo Cloud —gruñí yo a ambos chicos y estiré mi espalda con molestia—. Si alguien de aquí vuelve a llamarme... Claudine. No respondo ante mis actos, ¿entendido?

Era gracioso la forma en la que solo podía expresarme o llenarme de valor cuando me enfadaba o me sentía molesta y rabiosa con algo. Pero suponía que así era mejor; la gente aprendería a no meterse conmigo.

—Sí, claro, perdona...

—¿Cómo conoces a Cloud, de todas formas? —Niobe trató de cortar la tensión, siguiendo el tema de conversación que había comenzado el tal Quinton al saber cómo me llamaba.

—Es hermana de Norae Balker, ¿no? —asentí con el ceño fruncido y el chico se sentó de inmediato en nuestra mesa, ampliando su sonrisa—. Genial, porque necesito tu ayuda para conquistarla.

La limonada que estaba tomando por poco se desplaza hasta mis pulmones después de atragantarme. Tosí un largo tiempo y luego tragué saliva con confusión, mirando al chico incrédula.

—Norae tiene novio —dije obvia, buscando a mi hermana con la mirada para, efectivamente, encontrarla sentada al lado de Conan.

—Por poco tiempo, si me permites decir —mojó sus labios, jocoso y entrelazando sus manos como si se tratara de algún hombre de negocios.

Niobe y Aran parecían estar perdidos en el tema que estaba siguiendo la conversación y, para ser honesta, yo también.
¿Quién se creía aquel niñato? Era graciosa la forma en la que creía que Norae dejaría su relación de cuatro años por un chico de primer año.

—¿Me ayudas entonces?

La respuesta era obvia y clara. Cualquier hermana diría lo mismo. No. ¿Por qué? Porque romper una relación así como así y a petición de un fuckboy no era lo correcto.
La respuesta normal, sería negativa, pero... Yo no era normal y la relación con mi hermana tampoco.

—¿Pero tú eres gilipollas? —preguntó Nio al aire desafiando al muchacho con incredulidad. Aran veía el espectáculo divertido y con la boca llena—. ¿Te crees que por ser de Hollywood te van a ayudar a conseguir chicas que seguro solo quieras para una noche?

Quinton pestañeó con lentitud varias veces, frunció el ceño y soltó una sonora risa. Nosotros tres restantes alzamos una ceja ante su reacción.

—¿Hollywood? Ojalá cariño, pero yo soy de Indiana... Y creo que Norae es la chica que llevó tiempo buscando, no sólo un rollo de una noche —apoyó su codo en la mesa y se dispuso a mirar embobado a mi hermana. Mis ganas de vomitar comenzaron a hacerse notar en lo bajo de mi abdomen.

Aún así, Niobe y yo reprochamos a Spider con la mirada el haberse equivocado con el chico que suponía ser de Los Angeles.

—Oh chicas —se quejó el Moreno alzando sus manos en forma de inocencia, aún con el tenedor entre los dedos—. ¿Vosotras le estáis oyendo y viendo? ¡Sí que parece de Hollywood!

Era verdad, la forma de actuar de Quinton era demasiado sobreactuada, creída y egocéntrica como para ser solo de Indiana.
Por aquello dejamos pasar el desliz de Arán y seguimos comiendo. Bueno, Niobe siguió comiendo, yo estaba ocupada pensando.

—¿Qué gano si te ayudo? —las tres miradas de las personas sentadas en la pequeña mesa se posaron en mí de inmediato. La chica a mi lado abrió los ojos exageradamente y pestañeó varias veces mientras yo huía de su mirada.

Quinton soltó una risita triunfante, lamiendo sus labios antes de centrarse en mí por completo y cruzarse de brazos—. ¿Qué quieres?

¿Qué provecho podría sacarle a ese trato sucio y penoso? Mucho si lo pensaba bien. Demasiado.

—Estropea este curso a Conan Crimson con lo que intentes, distrae de los estudios a Norae. Y sí al final lo consigues... Pensaré en algo más que me debas.

Si Norae lograba estar lo suficientemente ocupada tratando de mantener su relación y alejar a Quinton de su terreno; sus estudios quedarían de lado. ¿Qué significaba eso?
Reprobaría. Tendría que repetir el curso y yo podría quedarme un año más en la UABA.

Un plan retorcido, patético e incluso denigrante. Pero estaba demasiado desesperada como para ver a tres metros de mí.

—Trato hecho.


Después de comer, habíamos vuelto a nuestro cuarto para relajarnos un poco antes de ir a cenar. Habría una fiesta de bienvenida en la noche y yo trataba de fingir que no estaba nervioso por ello. No quería ir, pero a la vez lo deseaba demasiado.
La conclusión de mi disputa mental era que solo me divertiría en aquella fiesta si fuese otra persona. Quería ser otra persona.

—No estás de acuerdo con lo que he hecho.

Las palabras salieron de mi boca sin previo aviso, sin levantar la mirada y sin un contexto previo para que mis amigos pudieran entender a qué me refería. Pero ellos ya lo sabían.

—Nunca he dicho eso, Cloud. Solo...

Cerré mi cuaderno con un suspiro y puse una mueca mientras la miraba tumbada en su cama. Llevaba toda la tarde observándome, analizándome. Seguramente preguntándose el porqué de mis actos.

—Es tú hermana —terminó Spider de explicar lo que Niobe parecía querer decirme y se puso a masticar su dona muy cerca de mi oído, haciéndome bufar ante de moverme algo lejos de él—. Es raro que quieras que alguien cómo Quinton sea su novio.

—No quiero que nadie como Quinton sea novio de Norae —exclamé obvia y ofendida por la acusación. Los dos me miraron confusos.

—¿Entonces?

Suspiré desviando la mirada y moviendo mi pie contra la cama mientras pensaba en cómo explicarles la razón de mi actuar sin tener que exponer toda mi vida.

—No conocéis a mi hermana como yo. No hago esto por razones de odio, aunque sí le tengo rencor... —negué con la cabeza tratando de evadir esos pensamientos y mojé mis labios para continuar—. En cuanto Quinton haga algo que no me parezca apropiado; cortaré todo este acuerdo de raíz. De momento sólo quiero joder al novio de mi hermana; el que sí es un completo gilipollas. Además... ¿No pensáis que esta situación puede llegar a convertiste en algo divertido de ver?

Mis dos amigos se quedaron callados, pensando en lo dicho mientras cada uno miraba a un punto diferente de la habitación.

—Bueno... Sí pienso que ver a Quinton tratar de impresionar a una chica debe de ser gracioso —confesó Aran a mi lado con una pequeña sonrisa divertida y yo asentí sonriente—. Y tampoco conozco a tú hermana cómo para meterme en tú vida u opinar del tema, así que adelante.

Miré a Niobe, buscando su apoyo también. Si no tenía la aprobación de ella probablemente no podría dormir, me sentiría miserable por lo que había hecho a Norae y la ansiedad no dejaría mi cuerpo hasta volver a hablar con Quinton. ¿Por qué me importaba tanto?

—Yo sí conozco algo a su hermana y... Molestarla un poco no creo que tenga nada de malo —susurró con malicia Nio por fin y yo sonreí ampliamente.

Se sentía bien. Se sentía maravilloso tener amigos en la vida real. Normalmente solo hablaba con gente por Internet; todas mis relaciones eran en línea.
Pero ver, actuar, sentir y tocar a alguien de verdad no se comparaba en nada a lo que yo estaba acostumbrada. Me sentía acogida.

—¿Otra vez aquí? —Ophelia parecía ser casi tan sigilosa como rápida. Siempre aparecía de la nada y nunca nos dábamos cuenta. Se cruzó de brazos y alzó la ceja en dirección a Spider, para después revisarnos a nosotras—. Primera regla de hoy en adelante. Nada de chicos en la habitación.

La boca de Niobe y la mía se abrieron listas para replicar, y así hicimos. Aran se unió a nosotras fingiendo algo de llanto.

—¡Pero es nuestro amigo! —exclamó la peliazul y el moreno, enternecido, saltó el pequeño tablón que separaba nuestras literas para ir a abrazarla con fuerza—. ¡Vale! Puedes echarle, por favor, hazlo.

Solté una risita ante la situación y Spider hizo un puchero, mirando mal a Nio antes de seguir suplicando con la mirada a Ophelia para que cambiara de opinión. Esta rodó los ojos moviendo su tacón contra el suelo rápidamente.

—Solo los fines de semana y quiero que cuando te vayas todo quede como estaba, ¿entendido? —la rubia puso los términos y Aran asintió saltando de la cama para ir a abrazarla—. Y no me toques.

El chico se quedó quieto y Ophelia señaló la puerta, indicándole que se fuera.

—Pero es sábado...

—Y tengo que prepararme para una fiesta, así que fuera —Spider se fue a regañadientes y Niobe y yo nos quedamos mirando a la rubia con duda—. Vosotras váis a ir también. No voy a exponerme a que me delateís. Si una sale; salen todas ¿entendido?

—Pero... —su fría mirada no me dejó continuar, así que callé y desvié los ojos con las mejillas rojas.

—Será divertido —me alentó Nio con una sonrisa tranquila y yo puse una mueca, asintiendo. Sería divertido.


No estaba siendo divertido. No después de que Norae y sus amigos me encontraran para no dejar de hacerme preguntas e incomodarme con su presencia. Me sentía acorralada y no encontraba a Nio o Aran en ninguna parte.

—¿Y eres tan lista como Nora? —preguntó una pelirroja mientras yo me aferraba a mi vaso de vodka con soda aún intacto.

Su pregunta me había dejado anonadada y confusa. ¿Las personas eran realmente tan tontas? ¿Qué pensaba que sería la respuesta?

—No... No soy su clon, somos bastante diferentes —murmuré algo molesta por como el hielo derritiéndose en mi bebida comenzaba a humedecer aquellos largos guantes blancos que había escogido para la ocasión.

—Estoy de acuerdo, Norae es más guapa -la sonrisa cínica de Conan y su mirada de desprecio solo me obligaron a bajar la miraba mientras arrugaba mi nariz. Su opinión no me importaba... ¿Verdad?

—Y más alegre —añadió la pelirroja sin nombre al analizar mi expresión neutra. Rodé los ojos pero no la encaré.

Estaba acostumbrada a las comparaciones y decir algo al respecto solo creaba muchas más. Mis padres eran expertos en ello y yo no necesitaba ser un genio para saber que Norae era mucho mejor que yo.
Yo era el problema. ¿Por qué? Porque la mayoría de personas estaba contra mí y a favor de la actitud (que yo creía patética) de mí hermana; era lógica. Yo era una, ellos decenas.
Yo era el problema.

Mi hermana dejó de hablar con sus otras amigas para por fin centrarse en mí, bueno, más bien en lo que tenía en las manos.

—¿Has bebido? —exclamó con ese rostro furioso suyo que solo utilizaba conmigo y negué rápidamente—. No me mientas. Sabes que con la medicación no puedes tomar alcohol. Dame eso.

No quería dárselo. No pensaba tomar, pero quería parecer normal y divertida por unos momentos. Ella había bajado mi telón en cuestión de segundos.
Forcejeamos un poco por el vaso hasta que este cayó en mis zapatos y los amigos de mi queridísima hermana comenzaron a reír.

Aguanté las lágrimas. Me sentía ridícula, humillada y fuera de lugar. Quería ser otra persona.

La pelirroja volvió a acercarse para tomar mi mano y yo por fin alcé la mirada para fruncir el ceño hacia su dirección. ¿No se cansaba de joder? No era su payaso como para que buscara puro entretenimiento en mí.

—¿Son de Gucci? —cuestionó refiriéndose a mis guantes y negué rápidamente. Por favor, los únicos guantes que podría permitirme comprar eran de Shein y no me sentía orgullosa de eso—. Déjame probármelos.

Comenzó a tirar de la tela con bastante rapidez y rudeza, a lo que yo trataba de alejar su mano y volvía a subir la tela balbuceando varias negaciones ante lo que trataba hacer. Mi voz comenzaba a temblar y Norae pareció darse cuenta.

—Oh, no Nance, deja de tocar sus guantes —avisó mi hermana tratando de acercarse a nosotras con preocupación, pero su novio volvió a retirarla de la escena mediante un agarre en su cintura.

—Solo están haciendo cosas de chicas, relájate amor —la voz de Conan solo lograba ponerme más furiosa mientras trataba de deshacerme del agarre de Nancy.

Las cosas de chicas no existían, solo eran cosas.
El sudor comenzó a llenar mi cuerpo nervioso.

—Joder, Claudine, solo me los quiero probar. No te voy a robar nada —chilló desesperada la pelirroja y aquello fue el detonante.

—¡Suéltame de una vez! —le di un fuerte codazo en el brazo después de gritar aquello y sujeté bien la tela de los guantes contra mis manos. El grupo se me quedó mirando, al igual que media fiesta. Nancy se sujetaba la zona golpeada con dramatismo y maldecía miles de palabras contra mí—. ¡Soy Cloud! ¡Me llamo Cloud! ¡Mi nombre es Cloud! ¡Y no tienes el derecho de tocarme cuando ya te he dicho que no!

Mi rostro estaba rojo, mis guantes arrugados por el forcejeo y mi postura no era la más agradable del mundo. Oí algunas risas que me hicieron salir de mi estado airado y miré a mi alrededor con vergüenza.

Ella me había molestado. ¿Por qué ellos se reían de mí, entonces? Los ojos me ardían por las lágrimas contenidas y no se me ocurrió otra cosa que salir corriendo.

Había encontrado refugio y tranquilidad en lo más oscuro de un pasillo, cerca de la salida de emergencias por donde nadie pasaba, al lado de una máquina expendedora de bebidas.

Una hora después de montar la escena en la fiesta, muchas personas comenzaron a irse. No sabía si era porque ya era tarde o porque había jodido la vibra del lugar. Me sentía culpable de todo incluso cuando no había hecho nada.

Níobe y Aran no respondían mis mensajes y los había perdido hacía tanto tiempo que decidí rendirme. Tampoco quería fastidiarles a ellos con mi ansiedad o tristeza, aunque me sentía más sola de lo normal. Abandonada.
No era la primera vez pero aquello no lo hacía menos doloroso.

Me quedé mirando a la pared, con las lágrimas en mis mejillas ya secas pero arruinando mi maquillaje.
Sabía que la fiesta no iba a ser divertida pero aún así había creído en el criterio de alguien completamente diferente a mí. Me sentía tonta por no haberme quedado en la habitación y, en ese instante, no me importaba que si lo hubiera hecho Ophelia me odiaría por el resto del curso.
Todo parecía más fácil en el mundo de los extrovertidos, populares, guapos e idiotas. No se tenían que preocupar por cosas como los problemas de la ansiedad, lo único que tenían que hacer era lucir bien y hablar, tuviera sentido o no.

Estaba celosa. Celosa de su patética vida, de cómo lucían perfectos, de la cantidad de amigos que tenían, de los lugares que visitaban. Celosa de todo.
Quería ser como ellos y no haber madurado tan deprisa debido a los golpes que me había dado la vida. Deseaba ser ingenua; estar ilesa y de esa manera no tener los conocimientos sobre el mundo que tanto me dañaban.

Estaba harta que para ser feliz tuviera que convertirme en lo que más odiaba y admiraba a la vez. No quería ser mi hermana, pero todo se veía más bonito desde su punto de vista.

Hundí mi cara entre mis brazos, los cuales estaban apoyados sobre mis rodillas. No me sentía con más ganas de llorar, pero me ardía la garganta y necesitaba golpear a alguien. A Conan, a la estúpida Nance y a mi hermana.

Alcé la cabeza al oír algunos pasos cerca y sorbí mi nariz con rapidez, fingiendo que nada me pasaba. Prefería que nadie preguntara sobre lo ocurrido o lloraría y lo pagaría con la persona entometida. Era algo que no solía poder controlar cuando me sentía vulnerable.
Ni siquiera sentía poder permitir un cálido abrazo en aquel momento. Necesitaba calma.

Vi de reojo la sombra de una persona y oí un suspiro de su parte al percatarse de que yo estaba ahí. Me quedé quita, mirando a la nada. Incluso a ese extraño parecía molestarle verme.
Aún así, siguió con su camino hasta la máquina a mi lado y puso un poco de dinero en esta para cogerse una bebida.

Miré a la persona tan inoportuna de reojo y al parecer era un chico. Con pelo rubio platino, liso y despeinado hacia todos los lados. Llevaba unos jeans anchos de color azul claro y una chaqueta negra. Olía a tabaco y era bastante alto desde mi posición. Sus zapatillas eran enormes, blancas y sus cordones estaban desatados.
La simple visión de aquello me hizo rodar los ojos. Suspiré despacio y esperé a que me dejara sola, algo que haría alguien normal.

Pero aquel chico quería hacerse el gracioso o molestarme más de lo que lo habían hecho aquella noche—. Hey... Uhm, ¿hace cuanto ha acabado la fiesta?

Tomé aire, agarré mi teléfono y miré la hora en la pantalla—. Hace una hora o así.

No me había dado cuenta de que había pasado tanto tiempo. Llevaba dos horas en ese maldito pasillo y nadie me había buscado.
Se me oprimió el corazón y tragué saliva.

—Ha sido una mierda fiesta, ¿no? —oh, si él supiera—. Menos mal que no he ido.

Solté una pequeña risa, negando con mi cabeza. Dudaba que alguien como él lo hubiera pasado mal en aquella fiesta, era guapo y se veía sociable. Lo hubiera disfrutado mucho más que yo pero agradecía su compasión.
Se ponía en mi lugar porque creía que éramos iguales y eso... Era tonto, pero agradable a la vez.

El chico extraño no dijo nada más, solo se sentó frente a mí, apoyado en la pared paralela a la mía.
Dejé caer lentamente mi cabeza sobre el firme muro y cerré los ojos tomando aire.
No entendía su propósito, pero no parecía querer molestarme por el momento así que le dejé estar.

Aquello me bastaba, sin palabras de aliento, preguntas interminables, contacto físico continuo, ni miradas de lástima. Solo compañía. Solo necesitaba compañía.
Aquel chico realmente me estaba ayudando sin darse cuenta, porque en verdad parecía incómodo, curioso y pensante.
Pero se mantenía callado. Le agradecía con la mirada, pero él no me podía ver por la sombra que daba la máquina sobre mí.

La noche había acabado siendo bastante calmada.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro