Habían pasado alrededor de siete años desde que ambos se habían conocido, ahora ambos tenían diecisiete y en cierto punto el alfa ya no sabía que más podía regalarle al mayor para demostrarle cuanto lo quería, siquiera para su cumpleaños sabía del todo que darle. Había estado toda la noche pensando, pero no estaba seguro de que podría darle, sobre todo porque ya le había regalado miles de cosas en diferentes fechas importantes a lo largo de esos años.

Niki tomó aire y se mantuvo mirando el suelo, recordando la última película que había visto con el mayor donde el protagonista le daba al otro un anillo de promesa. Parecía cliché —muy cliché a su parecer—, pero a su bonito novio le había gustado esa escena.

Esa tarde el alfa había estado dando vueltas por muchas tiendas con tal de encontrar algo que supiera le iba a gustar al mayor, y luego de estar a punto de rendirse recordó que hace un tiempo el mayor le había enviado una imagen de unos accesorios de pareja que le habían gustado.

SuNoo daba pequeños saltitos mientras miraba al menor, haciendo que éste sonriera con ternura —podrían pasar años, pero esa tierna actitud del mayor le encantaba—.

— Te traje un regalo —Sonrió el más alto.

— Uy, ¿Otro regalo? Pero ya pasó mi cumpleaños —Entrecerró los ojos— Aunque tú siempre me regalas cosas —Rió.

— Antes de dártelo quiero decir que es una promesa, entre tú y yo, por el resto de nuestra vida, ¿De acuerdo? —El omega sintió con efusividad ante las palabras del más alto.

Niki sacó de su chaqueta los anillos, haciendo que el omega hiciera un pequeño puchero y al mismo tiempo que sonreía hacia al menor.

— ¿Por qué eres siempre tan lindo? —Sonrió el omega hacia el menor.