CAPITULO 17

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Pov's Sky

—¿No me dirás nada?

—Sal con Dylan.

Todo mi cuerpo se enfrió. Me tomó tan de imprevisto que frené, el resto no se dio cuenta de que nos quedamos atrás.

De cualquier cosa, seguro que esa era la última que esperaba que dijera.

—¿Qué?

—Sal con Dylan —repitió —, si no tuvieras el mínimo interés en él no me habrías preguntado sobre los amigos diferentes.

No me refería... Es que, ... —quise explicarme pero quedé atrapada.

La verdad era que últimamente cuando estaba con Alex habían momentos en los que la línea de platónicos se desdibujaba. Me daba miedo sentirme nerviosa con él, darle demasiada importancia a mi aspecto cuando quedábamos juntos y esperar de forma constante un contacto robado.

Siempre supe que enamorarse de Alex era sencillo, sin embargo no me preocupó hasta hace poco. Y después de escucharlo decir que nunca saldría con una amiga esa preocupación estuvo más que justificada.

Mi corazón estaba demasiado jodido para un tipo tan bueno como Alex. Marchito después de tantos pisotones. Pero, incluso si me animaba a hacer algo -muy improbable- , él jamás dejaría que pasara. Lo dijo y ni siquiera tuve que preguntar, si esa no era una señal entonces qué más tendría que esperar para asegurarme de que nosotros estábamos destinados a ser solo amigos.

Si le conté lo que había estado sucediendo entre Dylan y yo fue porque quería ser sincera. Pero quizás una parte de mí también lo hizo porque tenía dudas. ¿Corte todo con Dylan porque, escondido en lo recóndito, mantenía la ridícula esperanza de que sucediera algo con Alex?

—Dylan es ese amigo, ¿no? Hay una parte de ti que ha considerado el intentarlo.

Me miró directo a los ojos con esos iris verdes suyos y tuve pánico por la manera en que mi corazón brincó. Pensé que si no me obligaba a frenar esos sentimientos ahora crecerían y arruinarían todo. Después de la conversación en la tienda de cerámica tenía más que claro que no podía enamorarme de Alex, así que quizás por eso respondí sin dudar.

—Sí.

Algo cruzó en su mirada, no supe descifrar qué. De cualquier manera, continué:

—Pero no importa, se ha acabado.

—Inténtalo.

—No quiero lastimar a nadie. No es un juguete al que pueda ir y venir —. Por alguna razón su insistencia en empujarme a los brazos del mariscal me irritó —. Apenas hace una semana le he dicho que no sé lo que quiero.

—Si me acabas de aceptar que quieres intentarlo, ¿por qué no hacerlo?

Porque desde ese beso algo cambió. Por lo menos para mí. Y no puedo sacarte de mi cabeza.

Olvídalo —. Reanude mi caminata esperando que él también lo hiciera —. No me gusta ocultarte cosas, por eso te conté.

Se limitó a ir a la par mía en silencio, fue hasta cuando estábamos a punto de alcanzar al resto que respondió con voz neutra:

—Te dije que mereces ser amada y no mentía. Siempre habrá dudas, incógnitas imposibles de resolver, pero si crees que hay oportunidad, aunque sea mínima, de que Dylan sea la persona de la cual puedas enamorarte, entonces te diría que te arriesgues. Ese es mi consejo, aunque sé que no me lo pediste. Si te acojona que algo salga mal, no te preocupes; ya nos encargaremos de resolverlo —. Cuando se giró para verme el tono se le endulzó un poco —. Eres mi mejor amiga, Sky. Nunca te dejaré sola.

Me sorprendió lo mal que me sentó que Alex me animara a ir tras Dylan. Jamás imaginé que fuera tan decepcionante darme cuenta de que él solo veía en mí una amiga, sobre todo porque eso era lo único que yo buscaba al inicio; su amistad.

Me quedé de pie viendo cómo se unía a sus hermanos e Ivy. Pensando que, por lo menos en esta vida, ese era el lugar que una persona como yo, con el corazón así de agrietado, tenía junto a un chico como Alex; el de su mejor amiga. Y era mejor aceptar esa realidad cuanto antes.

Pov's Alex

El mundo se sentía extraño. ¿O era yo quien cargaba con esa rareza?

Acostado mirando el techo de mi habitación no paraba de buscar cuál era la anomalía.

Me sentía enfermo del estómago, tenía los nervios disparados -no que hubiese ido a un doctor para verificar, pero lo percibía tan profundamente que podía asegurarlo-, la cabeza me pesaba y para terminar estaba esa sensación hormigueante en mi piel.

Mamá me había preguntado en qué tanto pensaba, no pude responder. Los últimos días mi cerebro solo daba vueltas en lo mismo. Desde aquella conversación con Sky la tarde de pintar cerámica no podía evitar ver la imagen de Dylan y ella de manera diferente. Era como si estuviese esperando el momento en el que llegase para decirme que habían decido intentarlo.

Lo que más quería era ver a Sky feliz. Deseaba que se diera cuenta que era merecedora del mejor amor. No podía negar que Dylan actuaba diferente con ella. ¿La imagen de mujeriego engreído? Borra eso, él estaba mostrando un lado diferente, todo por Sky. No que lo culpara, ella es como una fuente de energía que hace que todo el mundo a su alrededor se sienta con esa energía también. Saca lo mejor de cualquiera.

¿Entonces qué estaba mal? Si él se esforzaba -había respetado el espacio que Sky pidió, sin embargo seguían siendo amigos y él aún le mostraba un trato especial- y ella parecía cómoda con su presencia, ¿por qué yo esperaba la posibilidad de que surgiera algo entre ambos con tanto desánimo?

Culpaba a la alineación de los planetas por mi nula emoción. Aún así, me sentía como un pésimo amigo por aquel sentimiento escondido.

Era un hipócrita, porque aunque la animaba a darle una oportunidad en el fondo esperaba que no lo hiciera.

—¿Irás a la fiesta de hoy? —Nathan asomó su cabeza por el marco de la puerta.

—¿Lo dices por que yo los tengo que llevar?

Su sonrisa me respondió. Últimamente me había convertido en su chofer designado, lo que no sabían era que solo lo hacía porque Sky iba con ellos a cada una de las salidas, como en esta ocasión.

A pesar de que no tenía ganas de ir, no con esa sensación de enfermedad, me levanté de la cama para darme una ducha y prepararme. Como era ya costumbre, recogimos a las chicas en casa de Ivy.

Normalmente Sky iba al frente, pero esta vez detuve a Nathan cuando hizo amague de cederle el lugar. Pese a que me valió una mirada extrañada de mi hermano actúe con naturalidad. Si le pareció raro Sky no hizo un gran escándalo.

Me encontré tratando de no prestar demasiada atención al vestido rojo que se ajustaba a su torso y caía de manera suave de la cintura hasta la parte media de sus piernas. Ignoré los destellos en su piel y la manera en que el aire se impregnó con su aroma dulce una vez estuvo dentro del auto. No confiaba en mí cerca de ella, y hasta que mi cabeza no dejara de maquinar ideas tontas deseaba poner cierta distancia.

La primera semana de diciembre había terminado. Este era el mes más frío en Colorado pero dentro de la casa de Erin parecía ser verano. Más de la mitad de la escuela estaba ahí, me di cuenta apenas llegamos.

Al igual que el resto Sky colgó el abrigo en la entrada dejando al descubierto los finos tirantes del vestido. Su sonrisa era resplandeciente. No pude apartar la mirada y por consiguiente me rendí ante la vista.

Su cabello estaba lleno de ondas, entre ellas se perdían finas trenzas una a cada lado de su cabeza. En cuanto a su rostro; supe que llevaba maquillaje por la manera en que sus pestañas enmarcaban sus ojos, el negro en ellas hacía resaltar el color azul que tanto me gustaba. Además, sus pómulos brillaban con un sutil dorado acompañado del rosado natural. De nuevo sus labios llamaban la atención rellenos de un color coral cremoso. No era justo que alguien pudiese ser así de hermosa.

Intenté no reparar en la manera en que el vestido resaltaba sus senos o en lo estrecha que era su cintura y las formas en que mis manos podrían rodearla. No. Eso no estaba en el mapa. Tampoco lo estaba lo kilométricas que parecían sus piernas con aquellos finos tacones. O lo suave que parecía su piel. Me obligue a mirar hacia otra parte.

Distancia. Eso era lo que necesitaba. Sin embargo, a penas comencé a caminar lejos su brazo se enganchó al mío haciendo que mi pulso se disparara. Quise alejarme, no lo hice porque no deseaba hacerla sentir mal. En su lugar guarde la calma y respiré profundo. ¿Qué diablos me pasaba?

—Has estado... perdido últimamente —me dijo por encima de la música.

Caminábamos alrededor de las personas en la sala, casi pegados a la pared.

—Lo sé, papá tiene demasiado trabajo en el rancho por el invierno y lo quiero ayudar lo máximo posible.

No era del todo una mentira. Con la llegada del frío y la nieve las tareas se multiplicaban para poder estar preparados a tiempo, sin embargo a estas alturas todo lo que se debía hacer ya estaba hecho y por ende la carga había disminuido de forma notable. Entonces, si era honesto use eso como excusa para estar lejos de ella.

Siempre fui consciente de que Sky era hermosa. No solo eso, también sabía de la belleza de su alma. Para mí era claro que cualquiera podría enamorarse con facilidad de cada una de sus partes. Pero no creí que yo también estuviera en riesgo de hacerlo. La línea de amistad estuvo tan bien trazada desde el inicio que por mi mente esa posibilidad no cruzó nunca. Ahora, cuando mis pensamientos me llevaban a lugares nuevos, caía en cuenta de que era igual al resto de mortales.

Me encontré en ese momento en una posición vulnerable; porque podrías caer por el físico arrasador de mi mejor amiga a primera vista, pero luego, cuando la conocieras de verdad -la manera en que sus ojos brillan cuando sonríe, los pequeños sonrojos por las cosas más bobas que contrastan con su desfachatez para otras en cambio graves, los gestos dulces que tiene cuando ve que alguien los necesita, la bondad de sus actos y la forma pura de querer- estabas atrapado. Y la cosa era que yo tenía un asiento en primera fila para todo eso. Mi lugar, tan privilegiado, también estaba siendo mi perdición; porque cuanto más tiempo pasaba a su lado más atraído me sentía.

Así que sí; estaba poniendo distancia por ahora. Quizás de esa manera el revoloteo en mi estómago cesaría por fin cada vez que la tuviera a mi lado. Aunque, la teoría iba fracasando porque si bien esa sensación desapareció mi piel todavía ardía, las manos me picaban y sentía el latido acelerado de mi corazón.

Era tiempo de ser honesto conmigo mismo: Estaba asustado hasta la médula. No quería enamorarme de Sky, no podía hacerlo.

Ella abrió la boca para decir algo cuando una tercera voz nos interrumpió.

—¿Podemos hablar?

Me sorprendió encontrar a Jackie aquí. Supongo que realmente hizo las paces con Erin en acción de gracias el año pasado. No me había fijado en si ahora hablaban pero supuse que así era si ella la invitó a la fiesta en su casa.

Jackie me miraba a mí y yo miraba a Sky. Sentí la pérdida cuando desenredo su brazo del mío dando un paso atrás. Con una pequeña sonrisa se alejó para darnos espacio. No te vayas. Quise pedir, pero no me salió.

—¿Qué pasa?

Estaba irritado, no culpa de la morena frente a mí. Era por todo en general; el aroma a hierba a mi alrededor, la multitud que me impedía ver a dónde se había ido Sky, la música estruendosa y sobre todo por las sensaciones con las que cargaba.

—Hay que ir a otro lugar.

No respondí y dejé que nos llevara a donde quisiera. La seguí en silencio, desesperado por... ¿Qué? ¿Volver con la chica de la cual en parte estaba huyendo? No lo sé. Simplemente no sentía que hubiese nada que conversar con Jackie.

Terminamos en el patio delantero de la casa de Erin. Los abrigos se habían quedado dentro así que sopese el frío que nos golpeó a penas salir.

—Gracias por darme un momento.

—¿Qué sucede, Jackie? —mi mal humor se hizo notar, si lo notó lo ignoró.

—¿Cómo estás?

—¿Qué?

Me estaba congelando aquí afuera, ¿y ella quería tener una conversación casual?

—Vivimos en la misma casa pero parece que estamos a kilómetros de distancia —. No respondí. ¿Qué podría decir al respecto? Continuó —: Sé que has estado ocupado. Tienes nuevos amigos y al parecer todo va genial.

—¿Estamos aquí para ponernos al día? No quiero sonar grosero ¿pero qué sentido tiene?

—Estás a la defensiva. Actúas todo el tiempo así a mi alrededor y sé porqué; Todavía no lo has olvidado.

Reuní toda la paciencia que tenía. Recordé que no era culpa suya que yo estuviese de malas así que después de tomar aire y dejarlo ir respondí en tono más amable:

—¿A qué viene todo esto, Jackie?

Pude haberle dicho que estaba haciéndose películas en la cabeza. Con total honestidad, apenas y había reparado en ella el último par de meses. Se estaba poniendo en el centro de todo, cuando la realidad era que su presencia ya me daba igual. Dije la verdad cuando hablamos: el tema se cerraba desde ese momento. No le deseaba mal, pero tampoco estaba interesado en ser su amigo, no por rencoroso, sino porque genuinamente no sentía interés. Sin embargo, me quedé con todo eso.

—Lo siento, Alex. Lo siento por todo. Vuelvo al pasado todo el tiempo. No puedo dejar de extrañarte. Lamento no haberme dado cuenta de lo que tenía cuando eras mío

Su confesión me tomó por sorpresa. Habían pasado meses. Creí que cada uno estaba continuando adelante, después de todo ella fue la primera en hacerlo.

—¿Por qué me dices esto ahora?

—He pensado en todo lo que pasamos antes de ese verano, la manera en que me fui. Me di cuenta de que te amaba demasiado tarde.

Una vez anhelé escucharla decir que me amaba, o incluso que me quería, obviamente nunca se lo hice saber. En la boda de Will, cuando le dije "Te amo", a pesar de que su silencio me desgarró sonreí y fingí que no importaba. Lo hice porque nunca quise forzar a su corazón a nada, tenía la esperanza de que algún día naciera de ella mientras tanto estaba dispuesto a esperar. Ahora sin embargo no sentía nada. Su declaración no coloreo mi mundo como creí que pasaría, no encendió mi corazón, el mundo no paró. Y entonces supe con certeza que la herida con su nombre estaba cerrada y cicatrizada.

Ante mi silencio volvió a hablar:

—Volvería en el tiempo y cambiara las cosas, pero no puedo. En cambio, si me dieras otra oportunidad, juro que está vez lo haría bien.

Caí en cuenta de a dónde quería llegar.

—Siento todo lo que pasó, Jackie. Ambos cometimos errores. De verdad deseo que seas feliz porque sé que no eres una mala persona, pero eso no significa que quiera volver a intentarlo. Lo lamento si el arrepentimiento te ha llegado ahora, lo superaras. No quieres estar conmigo, solo piensas en lo que pudo haber sido, es normal, yo también pasé por ello. Si te sirve de algo te digo que nunca lo sabremos, tomamos nuestras decisiones y ahora veo que sucedió como tenía que ser, estamos mejor así.

Pensé que lo entendería, pero contrario a eso cortó la distancia que manteníamos. Desvíe el rostro a penas a tiempo haciendo que el beso cayera en mi barbilla. Ambos nos congelamos ahí.

Aún le tenía cariño, ahora más parecido a una hermana, no deseaba hacerla sentir mal pero tampoco borraría mis límites por ella. No se movió. Le di tiempo para asimilar que mi decisión estaba tomada, sin embargo la cercanía me resultaba incómoda, fue por eso que coloqué las manos en su cintura con la intención de alejarla.

—Jackie —llamé cuando se clavó más en el suelo. Escondió el rostro en mi hombro y sus brazos se entrelazaron detrás de mi cuello.

—Solo una última vez. Si nunca volverás a abrazarme como antes entonces déjame hacerlo una última vez —dijo.

Nos concedí eso; una despedida menos cruda. No borraría la otra llena de dolor pero lo haría por las cosas buenas que, todavía creía, fueron reales.

De mi parte lo que pasó ya no dolía, solo eran recordatorios de lo que no quería en mi vida, de las cosas que no estaba dispuesto a volver a tolerar. No le tenía rencor pero ser su amigo ya no sé sentía genuino. Quizás algún día podríamos reírnos del pasado, por ahora estábamos mejor cada quien en su lugar. Al menos así era para mí.

Abrazando a Jackie me di cuenta de un par de cosas importantes: mi corazón ya no parecía salirse de mi pecho cuando la tenía cerca, las manos ya no me hormigueaban por tocarla y el enjambre en mi estómago parecía haber muerto.

Ahí entendí que todo pasa. No mueres por un corazón roto. Durante la agonía inicial parece que es el final pero después el tiempo hace su magia y un día te das cuenta, en el momento menos esperado, que ya no duele, que la persona que una vez puso tu mundo de cabeza ya no es capaz ni de provocar una brisa fresca. Sobrevives. Siempre sobrevives.

En el momento en que opté por dar dos pasos atrás y al fin separarnos lo primero en mi campo de visión fue Dylan. El moreno nos observaba de pie desde la puerta principal. Una sonrisa amable surco su rostro una vez que mis ojos se toparon con los suyos. Algo en ello no me convenció incluso cuando pegó dos dedos en su frente y los apuntó hacia mí a modo de saludo antes de entrar.

—Hay que volver —me salió decirle a Jackie.

Eso hicimos. Una vez estuvimos de nuevo dentro del calor de la casa me alejé de ella antes de que pudiera decirme nada más.

Si era honesto todavía estaba un poco aturdido por nuestra conversación. Me parecía incluso irreal. ¿Qué sucedió con Cole? ¿Por qué cambió de opinión? ¿Por qué después de tanto tiempo? Nada de todo eso importaba. Deseaba que encontrara a la persona indicada para su vida. Le iría mejor sin mí así como a mi me iba mejor sin ella.

Terminé encontrando a Lee en la cocina. Fue él quien me dijo que Sky estaba con Ivy en alguna parte. Eso me hizo sentir más tranquilo al respecto. Si bien Sky era una mariposa social y podría apañárselas bien sola me sentía mejor sabiendo que alguien de confianza la acompañaba.

—¿Qué te pasa? —preguntó.

No tenía respuesta. Definitivamente Jackie me tomó por sorpresa pero no estaba así por ella. Era esa contradicción entre querer ir a buscar a Sky para pasar tiempo con ella porque la había extrañado y al mismo tiempo el sentido de peligro que me decía que midiera las distancias. ¿Cómo explicas eso?

—Estoy cansado, es todo.

—Oye, sé que bromeamos con que eres nuestro chófer, pero si quieres irte sabes que puedes decirnos, ¿no?

Sonreí. Mis hermanos podían ser un dolor de cabeza, sin embargo siempre nos preocupábamos los unos de los otros.

—Está bien —respondí.

De forma inminente tuve que salir de la cocina. Me limité a observar a Isaac y Lee jugar al beer pong. De vez en cuando buscaba a cierta rubia, pero había tantas personas que no pude encontrarla. Fue hasta al cabo de un rato que apareció junto a su mejor amiga. Venían riéndose de algo.

—Oh, aquí estaban —exclamó Ivy. Seguido de eso sus ojos brillaron cuando miró a los chicos jugando. Se olvidó por completo de todo y fue directo a la mesa.

Sky imitó mi posición apoyando su espalda en la pared, a un lado de mí. La sonrisa aún en su cara.

—¿Ha bebido? —pregunté.

Por lo general Ivy iba con cara de pocos amigos a todos lados, era solo una fachada porque en realidad cuando te acercabas a saludar ella se comportaba amable. Así que si estaba dando brinquitos por todo el lugar y regalando sonrisas a cualquiera que pasara quizás era causa de un par de tragos.

—¿Tú qué crees? —fue la respuesta divertida de Sky.

Podía hacerlo, pensé. Podía ser capaz de estar cerca de ella aún aceptando la atracción que sentía. Mi fuerza de voluntad era grande así que si tenía los límites claros no los cruzaría. Fue por eso que me atreví a mirarla. Ella me sonreía sin ser consciente de cómo mi corazón latía. Sky existía y ya, eso era suficiente para darme vida a mí.

La atracción pasaría, lo superaría, volvería a ser solo platónico. Mientras tanto ocuparía toda mi convicción para no ceder porque no había forma de que pudiera estar más tiempo lejos de ella. Un par de semanas y me encontraba como un adicto necesitado por el sonido de su risa, por las respuestas ingeniosas y el timbre de su voz.

—¿Te la has pasado bien? —preguntó.

—He estado mirando a Lee e Isaac, supongo que siempre es divertido verlos borrachos —me encogí de hombros mientras le daba un trago a mi bebida. Llevaba con el mismo vaso toda la noche, era el límite sabiendo que conduciría.

—¿Y cómo ha ido con Jackie? —titubeó un poco antes de cuestionar.

—No importa —hablar de ello aquí me pareció innecesario, además no había mucho que pudiera contar. No era nada relevante. En contraste llevaba días queriendo preguntarle —: ¿Tus padres podrán venir para navidad?

Se perdieron su cumpleaños y acción de gracias. Aunque ella puso la mejor cara no tenías que ser adivino para saber que en el fondo la entristeció. Me contó que sus planes de mudanza se habían aplazado por compromisos laborales, lo último que supe fue que intentarían estar para el veinticinco.

—Llamaron hoy por la tarde para confirmarme —la cara se le iluminó. Por primera vez en la semana la sonrisa que me brotó fue genuina —. Ya quiero que los conozcas. Seguro que te adoran en cuanto te vean.

Mi respuesta se vio cortada por la llegada de Dylan. Tenía esa sonrisa de chico bueno plasmada en el rostro, algo en ella no terminaba de convencerme. Nos saludó a ambos. A Sky le ofreció una de las dos bebidas que llevaba en la mano.

—¿Tú también quieres algo? —me preguntó.

A eso me refería cuando decía que no terminaba de convencerme. Su amabilidad me resultaba singular. Podría acreditarlo a que quería ser amable con los amigos de la chica que le gustaba, pero más que forzado se sentía falso.

Inmediatamente me culpe por verlo de esa forma. Solo estaba siendo sobreprotector con Sky porque no quería que Dylan la lastimara, entonces miraba todo lo que viniera de él con recelo. Era mi perspectiva, no necesariamente la realidad.

—Gracias —me negué.

Estuvo un rato con nosotros platicando de cosas banales. Aunque no me excluyó preferí no aportar demasiado a la conversación. Al final se despidió para ir a saludar a más de sus amigos.

Dylan sabía lo que hacía. Sky le había pedido espacio, él se lo daba, sin embargo no quitaba el dedo del renglón. Le dio lo que ella pidió pero se seguía encargando de hacerle saber de una forma más discreta que él aún estaba ahí, por si acaso cambiaba de opinión. No era tan tonto como pensaba.

—¿Por qué estás de mal humor?

La pregunta de Sky me tomó por sorpresa. Sus cejas se levantaron esperando respuesta mientras tomaba un trago de la bebida que el moreno le había dado. La mirada sobre mí.

—No estoy de mal humor. ¿Por qué lo dices?

—Tu cara lo dice todo.

—Solo estoy cansado.

Odié que sus ojos se llenaran de preocupación.

—¿Por qué has aceptado venir entonces? ¿Quieres ir a casa? Nosotros podemos volver en taxi.

—Me servirá para despejarme —. Quise tranquilizarla pero debí suponer que no le bastaría, por eso agregué —: Estoy abrumado por todo el trabajo en el rancho. Vine porque necesitaba cambiar un poco el ambiente. Me gusta ayudar a papá es solo que por ratos ocupo un respiro.

—Sabes que si me lo pides podemos ir al lugar que quieras ¿Verdad? No tienes que conformarte con planes que no te gustan, si te apetece hacer algo diferente cuentas conmigo.

Sonreí de nueva cuenta. La espesa nube comenzaba a despejarse otra vez.

—Quiero estar aquí —contigo.

Al parecer soné convincente porque sonrió y dijo:

—Bien entonces si vas a hacerlo no dejaré que andes por ahí con esa cara de amargado —. Cuando colocó su palma abierta sobre mí antebrazo me tensé. Intenté disimularlo —. Vamos a bailar.

—Sky —arrastré su nombre.

Ella sabía perfectamente que me daba vergüenza hacerlo en público, creo que por eso me obligaba cada vez que podía.

—Por favor —usó el mismo tono suplicante que yo.

Los acordes de "We found love" de Rihanna comenzaron a sonar en ese momento y sus ojos se abrieron apenas reconoció la canción. No tuvo que decirme para saber que si antes lo hacía por sacarme de mi zona de confort ahora de verdad quería ir ahí donde los demás vitoreaban en dirección al Dj que Erin contrató.

—Bien —cedí y me bebí de un trago el resto de la bebida. No era demasiado pero supuse que ayudaría. Ella hizo lo mismo con la suya.

Mientras las manos de Sky se enredan con las mías toda la sala comienza a corear y yo solo puedo pensar en que la electricidad que me provoca su toque podría llenar una ciudad fantasma de vida.

Travesura brilla en sus ojos al tiempo que me lleva hasta el centro de la multitud. Ella también se une al resto de voces pero su mirada nunca abandona la mía. La manera en que se balancea al ritmo de la música sin soltar nuestras manos obligándome a bailar y cómo prácticamente canta a todo pulmón frente a mi rostro me hace sonreír.

Su estado de ánimo, tan libre y extasiado, se vuelve contagioso. De repente me doy cuenta de que en medio de todas estás personas saltando, las luces de colores que el DJ proyecta, el humo, e incluso después del vaso de alcohol, lo único que enciende en mí la dopamina es la chica que tengo enfrente. Como una droga que te llena de euforia, solo que la mía no viene en pastillas sino en forma de brillo encapsulado en sus ojos azules. Y entonces solo puedo verla a ella.

Es la canción sonando a medianoche, su piel enrojecida por el calor, una ligera capa de sudor que la cubre, la forma en que su pecho sube y baja recuperando el aire. Es el momento en que el mundo parece detenerse y solo somos nosotros mirándonos a los ojos. Es cuando guía mis manos hasta su cintura, entrelaza las suyas detrás de mi cabeza apoyando los brazos en mis hombros y cierra los ojos mientras se balancea con la cara hacia el techo, las puntas de su cabello rozando mis dedos.

Turn away 'cause I need you more... Feel the heartbeat in my mind... It's the way I'm feeling I just can't deny... But I've gotta let it go

Son esas últimas palabras saliendo de sus labios mientras me mira. El alcohol corriendo por mi cuerpo dejando chispas de valor a su paso. Esta noche es diferente porque soy consciente de que quiero besarla. Sin evasivas esta vez; no es por aquel trago, tampoco se trata de una confusión o simple atracción. Quiero besar a Sky con todas mis fuerzas. 


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Estamos de vuelta.

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