CAPITULO 18

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Pov's Sky

Después de esa tarde pintando cerámica los días se me pasaron volando y cuando me di cuenta faltaba tan solo una semana para navidad, entonces vería a mis padres.

Se suponía que debía estar emocionada por el reencuentro pero no pude evitar sentirme asustada. ¿Se comportaría James por lo menos durante el tiempo que mis papás estuvieran aquí? Rogaba que fuera capaz de hacerlo.

Hasta ahora había sido buena conteniendo ese lado oscuro de mi vida. Retenía el desastre tanto como podía para evitar que se derramara y manchara todo lo bonito que tenía. Era como esperar por un terremoto; nunca sabes cuándo pasará o la magnitud que tendrá. Así mismo con el secreto que tanto escondía.

Nadie, excepto Dylan, había venido a casa. Ponía empeño en evitarlo, mucho más cuando se trataba de Alex. La razón era James. Aunque las probabilidades de que se encontrara con mi tío borracho eran mínimas -cuando estaba ebrio llegaba hasta muy tarde-, seguía pudiendo encontrarse con él sobrio. Y la idea de que James conociera a Alex me sentaba mal, alcoholizado o no. Simplemente no quería que mi amistad, lo más brillante que había conseguido desde que llegué a Silver Falls, se contaminara con la imagen no grata que tenía del hermano de papá.

Pero sabía que todas mis pequeñas mentiras cualquier día podrían morderme. ¿Cuánto más tardaría? En algún punto se cuestionaría, al igual que el resto de mis amigos, por qué no conocía ni a un familiar mío.

No estaba enojada con James por toda la ansiedad que me causaba. En realidad me daba lástima, porque tenía una enfermedad y no podía darse cuenta. Pero, si sentía un mínimo resentimiento, pensé, era únicamente porque gracias a él me veía orillada a mentirle a Alex en constantes ocasiones; como el día de acción de gracias, todas las excusas que puse cuando se ofreció a traerme a casa o cuando me preguntaba cómo era vivir con el hermano de papá.

Lo que Alex más necesitaba era verdad y yo había fallado en eso. Seguía haciéndolo, por lo menos con todo lo relacionado a esconder lo que sucedía en casa. A pesar de ello, por mucho que me doliera mentirle, no podía dejar que se enterara de lo que pasaba con mi tío. Sabía que no dudaría en tratar de encontrar una solución, porque esa era su naturaleza, pero yo no quería ser salvada. Prefería soportar todo antes que volver a Los Ángeles y eso sería lo que pasaría si mis padres lo descubrían.

—Nunca terminaste de contarme qué sucedía con Dylan.

La voz de Ivy me sacó de mis pensamientos.

Estábamos en un rincón observando al resto. Ella bebía de su vaso sedienta por el calor que se encerraba. Me encontró después de que Alex se fuera con Jackie y de ahí no nos separamos.

—Nada —respondí.

—¿Segura? —arqueó una de sus cejas de manera irónica, dejando en claro que ambas sabíamos que mentía.

Siendo honesta deseaba contarle todo desde hacía tiempo, no sé por qué no lo había hecho. De acuerdo, tacha eso, sí sabía; en el fondo estaban esas inseguridades fruto del pasado. Temía ser juzgada, un miedo que fue más fácil de vencer cuando se trataba de Alex. Sin embargo, también sabía que Ivy no era como las chicas que una vez conocí en Los Ángeles, fue por eso que no le di más rodeos. La tomé de la mano y nos llevé al patio trasero de la casa de Erin.

La brisa fría contrasto con nuestra piel ardiente de calor siendo casi satisfactorio. A pesar de ello optamos por quedarnos debajo del porche, sabíamos que después de unos minutos nos estaríamos congelando.

Ivy tomó asiento en el columpio que parecía cesta removiéndose con emoción en su lugar consciente de que había muchas cosas que contar. Su vena cotilla no la podía esconder. Yo me quedé apoyada contra la viga.

—Hemos estado saliendo, como amigos que se besan y esas cosas —decidí ser directa.

Sus ojos se abrieron en un gesto exagerado que me hizo reír, en parte apenada.

—De acuerdo, me lo esperaba pero me sorprende que en verdad haya pasado, como en serio. ¿Le has estado comiendo la boca al mariscal?

No encontré reproche en su tono, fue más una mezcla de incredulidad y emoción.

—Comenzó en la fiesta, después del inicio de temporada —de nuevo los orbes se le expandieron—. Aunque hasta ese momento no me lo había dicho directamente, sabía que Dylan estaba interesado. Pero yo no quería una relación y me encargué de externarlo, por eso no se supone que lo besara de vuelta y mucho menos que siguiéramos haciéndolo.

Su sonrisa se levantó como la del gato de Alicia en el país de las maravillas.

—Pero lo hicieron.

—Hasta que ya no. Paramos hace unas semanas.

El brillo pícaro en su mirada se apagó en un segundo haciendo que su rostro se entristeciera. La reina del drama.

—¿Por qué?

—Mi última relación no acabó bien —aunque era verdad que confiaba en Ivy no me sentía capaz de poder compartir tan abiertamente los detalles de mi noviazgo con Lexington con alguien más que no fuera Alex —demasiada toxicidad y esas cosas. Desde eso no sé si estoy lista para intentarlo con otra persona.

—¿Dylan quería una relación?

—Lo mencionó, sí, pero también dijo que si no era lo que yo quería podíamos dejar que fluyera, sin compromiso y eso, como lo veníamos haciendo.

—Entonces el tipo más bueno del campus, además de Cole, te ofreció una relación de amigos con beneficios ¿y tú lo has terminado? ¿Por qué harías algo así? ¡Hermana, es la oportunidad que he estado esperando toda mi vida!

Me reí pero la sonrisa terminó en una mueca.

—¿Crees que estuvo mal?

—No —su ceño se frunció al tiempo que sus hombros caían—. Hablando totalmente en serio, si no te sentías cómoda con esa clase de relación estás en todo tu derecho de terminarlo o cambiar de opinión—, como era usual en ella agregó con una pizca de humor—: por muy buen partido que sea.

—No es un mal chico, de verdad que no. Me agrada. Es amable y divertido. ¿Y si hubiese funcionado?

No iba a pasar toda mi vida detrás de una línea por miedo, mucho menos cuando ese miedo era provocado por la situación con Lexington. Me negaba a que mi ex novio fuera un fantasma atormentándome. Entonces, si estaba decidida a arriesgarme de nuevo en algún momento, ¿por qué no con Dylan?

Las cosas hicieron clic en su cabeza.

—Estás pensando en darte una oportunidad con él.

—Tal vez.

—¿Y qué hay de Alex?

Su pregunta enfrió mi cuerpo. Casi pareció que Ivy era la voz de mi consciencia, pero al igual que hacía con ella me desentendí.

—¿Qué hay con él?

Sonrió como si supiera algo que yo no y me miró de la misma forma en que se mira a un niño ingenuo.

—Le dicen a todo el mundo que solo son amigos pero los amigos no se miran de la manera en que ustedes lo hacen.

Mi corazón tembló, quizás a sabiendas de que estaba siendo expuesto. Me encontré tratando de ralentizar mi pulso para no traicionarlo. Pero también tenía esta necesidad de desahogo y temo que no pude ser capaz de encubrirlo, no esta vez.

—Alex es especial; Del tipo de persona que llevas a casa para presentarle a tu madre y ella adora después de cinco minutos de charla porque así es con él; es un ser humano maravilloso, imposible de esconder. Es el chico que tu padre no puede obligarse a odiar porque en el fondo estará aliviado de que sea él y no algún otro tonto. Alex es de los que les importa, ¿sabes? Se reirá de tus chistes aunque no le den gracia, leerá libros cursis contigo solo porque te gustan, prestará atención a los detalles y te regalará no el ramo de rosas más grande que encuentre sino tus favoritas, se asegurará de que llegues a casa con bien y te escuchará no porque le interese saber cuál es la manera correcta de preparar un pay de limón, lo hará porque tú eres quien le está contando. No dudará en cuidar de tu corazón como si fuera el suyo. Él es la expectativa. Me encantaría estar enamorada de él —acepté por fin —, pero no dejaré que suceda.

La mirada de Ivy se suavizó. De pronto el ambiente que nos envolvía cambió, como si estuviéramos contando secretos a espaldas de la luna.

—¿Cómo sabes que no lo estás ya?

—Quiero a Alex. No me di cuenta cuándo comencé a hacerlo. Creía que mi corazón estaba roto de manera irreparable, tan lastimado que era incapaz de amar de la manera en que una vez lo hice; con la misma entrega e intensidad de antes. Di por perdida esa parte de mí. Pero entonces me vi confiándole mis secretos, hablándole de mi infancia, de mi familia, de las cosas que me dolían y de lo que más miedo me daba. Volví a ser vulnerable frente a alguien. Es alguien que no me juzga, que me da de su tiempo con gusto, que aprecia mi presencia, es quien recuerda lo que digo sea de mucha o poca importancia, él se asegura de estar ahí y confía en mí de la misma forma en que yo lo hago con él. Sé que tengo su amistad para siempre, como él tiene la mía, pero si me enamoro de él dejaré de gozar de esa certeza —sonreí con tristeza —. Cuando nunca en tu vida has poseído algo de valor la primera vez que lo obtienes te aferras, lo cuidas con todo lo que eres. Conocer a Alex fue como ver la luz del día después de mucho tiempo en oscuridad. Él es lo más real que he tenido nunca. Es por todo eso que sé que no me permitiría enamorarme de él.

No podía ser capaz de imaginarme sin la amistad de Alex. Él era como mi alma gemela. Era el lugar en el que al fin sentía que encajaba. La atracción física resultaba pasajera, solo una confusión.

—Lo quieres de una manera en que nunca has querido —Ivy parecía sin aliento por su descubrimiento —. ¿Eso no te aterra?

Me negué.

—Alex Walter ha sido mi mejor elección. Si de algo estoy orgullosa es de haber depositado mi cariño en él.

—Entonces... ¿solo como amigos?

—Solo como amigos.

Palmeo un lugar a su lado en una invitación. Me uní a ella. Envolviendo su brazo con el mío y apoyando su cabeza sobre mi hombro dijo:

—Nunca me ha pasado, querer a un amigo de esa forma tan intensa. Es decir, a ti te quiero, pero veo cómo hablas de él y solo sé que es especial de manera distinta.

—Supongo que hay personas con las que conectas a profundidad, no siempre tiene que tener una connotación romántica.

—¿Y Dylan?

Suspiré.

—Lo último que deseo es lastimarlo, por eso acabé todo, porque no estaba segura de lo que quería.

—¿A qué te refieres?

—En algún punto creí que Alex me gustaba, creo que es normal. Es un chico apuesto, lo quiero -como ya te has dado cuenta-, nos entendemos bien y bueno, supongo que besarlo me confundió.

Se despegó de mí de golpe y me miró con la boca abierta.

—¡Te besaste con Alex! ¿Por qué parece que cada vez que te dejo sola te lías con los tipos lindos?

—¿La fiesta de la fogata? Sí, creo que todos bebimos demasiado.

Sus mejillas se ruborizaron, fue leve pero pude notarlo. Supe que quizás no era la única con anécdotas de aquella noche. Sin embargo hizo una evasiva rápida.

—¿Cómo pudiste privarme de toda esa información hasta ahora? ¡A mí! Sabes que vivo para los chismes —acusó de forma graciosa.

—Me sentía culpable, como una mala persona por besar a Alex cuando tenía esa relación extraña con Dylan. No quiero ser la chica que juega con los dos.

—¿Sabes lo de Paige? —asentí. Al parecer todos en el pueblo lo sabían y a pesar del tiempo nadie lo olvidaba. Aún no sé cómo no me enteré por ellos antes que por Alex, pero me agradaba que fuera él quien me contara primero —. Ya, lo entiendo, pero esto es diferente. Eres soltera, lo tuyo con Dylan no era exclusivo así que no hay traición ahí. Y en cuanto a Alex... los dos estaban ebrios. ¿Qué pasó después?

—Acordamos que fue el alcohol. Él no quería besarme, me ve solo como a una amiga —en el fondo creo que aún no ha dejado de querer a Jackie, se está esforzando por dejarla atrás pero no es tan fácil como borrar lápiz del papel —. Quedó como una anécdota. Después terminé las cosas con Dylan y al final le conté a Alex lo que había estado sucediendo.

—¿Qué dijo?

—Me animó a intentarlo con Dylan.

Se quedó callada por un momento, pareció que esa no fue la respuesta que esperaba.

—Paraste con Dylan porque el beso con Alex te confundió —dedujo.

—No me parecía justo seguir saliendo con él cuando en mi mente estaba Alex todo el tiempo. Tenía que poner mis cosas en orden.

—¿Y ahora lo están?

—Sí. Quiero a Alex, es especial para mí, pero también platónico. Nunca dejaría que pasara algo entre nosotros. Es que ni siquiera nos imagino como pareja. El beso alteró mis hormonas, lógico tomando en cuenta su atractivo, pero eso es todo. En cuanto a Dylan; siempre me pareció atractivo y agradable. Creí que se enfadaría o ignoraría mi petición de espacio, pero no fue así. Sigue siendo el mismo tipo amable y amistoso. Eso, su manera de reaccionar, me ha hecho pensar al respecto.

—Pero todavía no estás convencida.

—No —acepté.

—¿Por algo en específico?

—No lo creo.

El clic de la puerta sonó dando paso a una pareja que había salido para fumar. Tomamos esa como señal para volver dentro.

—No te presiones —aconsejó antes de que la música ahogara su voz—al final las mejores cosas son las que nacen de forma natural.

Decidí que Ivy tenía razón. No era necesario tomar una decisión justo ahora. Seguiría siendo amiga de Dylan y si en algún momento me sentía lista para intentarlo -y él todavía estaba dispuesto- daría el paso. 

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Un poco de cómo se siente Sky al respecto.

Debo ponerme más juiciosa para actualizar rápido, ya quiero acabar la historia AHHHHH

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