CAPITULO 2

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Pov's Sky

—¿Está demasiado lejos? No tengo auto.

—No, unos cinco minutos.

Cualquiera con dos centímetros de frente sabría que Alex no estaba de humor. Podía asegurar que no era parte de su personalidad. Parecía oscurecido por una nube gris que flotaba sobre su cabeza. Tal vez en otra ocasión habría sacado el tema sin más -vergüenza y buenas notas en matemáticas era algo que no tenía- pero me pareció que eso solo lo haría ser aún menos receptivo de lo ya era.

Un auto se detuvo a nuestro lado mientras íbamos por la acera. Sus hermanos, reconocí, se asomaron por la ventana. Una voz sobre otra se mezcló en bulla hasta que Alex los ahuyentó logrando que se callaran. Me reí ante el bullicio.

A pesar de que se hizo el silencio el carro siguió sin avanzar. Tal como en la salida, el cuerpo de Alex se tensó cuando su mirada se encontró con la de Cole. Debía ser una cosa de hermanos porque sin palabras parecían comunicarse, aunque dudaba que fuera un mensaje de amor.

La chica de la cafetería, una bonita morena de pelo negro, también estaba en el auto. Su cara y cuerpo irradiaban incomodidad a pesar de que apenas y miró en nuestra dirección. ¿Quién era? Ivy dijo que los Walter solo tenían una hermana menor. Supe de inmediato que este trío tenía una historia. De nuevo el sentimiento de curiosidad se avivó. Eso era lo que me encantaba de Alex. En mi vida la curiosidad era el motor, una especie de energía que funcionaba como combustible y en este pueblo más que nunca la necesitaba si no quería morir de aburrimiento. Alex podía parecer aburrido a simple vista para los demás, pero yo intuía que si lograba conocerlo mejor encontraría algo mucho más grande. Y tenía un buen instinto, a decir verdad.

El auto arrancó de un segundo a otro levantando una ola de polvo que nos golpeó en la cara. A mi lado Alex comenzó a toser haciendo un esfuerzo, en vano, por despejar el aire con su mano. Me hubiese burlado si no fuera porque también estaba ocupada expulsando el polvo de mis pulmones.

—Lo siento. —Dijo cuando ambos nos recuperamos.

—¿Sueles disculparte por lo que hace tu hermano?

Era una pregunta ligera. Para nada estaba molesta, mi sonrisa seguía en su lugar, como siempre. Pero pareció que removió algo en él porque cuando contestó lucía derrotado.

—No desde hace un tiempo.

—¿Cómo? —Parpadeé con ojos expectantes.

Dudó en decirme pero al final cedió.

—Cuando éramos más pequeños lo hacía. Cosa de niños. Como sea, ya no lo somos.

Fue todo lo que ofreció y yo tampoco quise presionar. No por ahora. Tal vez cuando fuéramos amigos confiaría en mí. Me gustaba escuchar a las personas, mis amigos respaldaban que mis consejos eran los mejores. Algún día, con suerte, Alex me daría su opinión al respecto.

Retomamos nuestro camino, mientras tanto dejé escapar lo que pensaba.

—Me hubiese gustado tener hermanos mayores.

Me sonrió en un intento de ser amigable. Alex no la estaba pasando bien, no por mí, se encontraba en uno de esos malos momentos de la vida por los que todos atravesamos. Si quise acercarme por curiosidad ahora quería quedarme para ayudar. Sabía lo que era estar en su posición y no ver una salida. Si él me dejaba sería el rayo de sol que yo tanto esperé cuando estuve en su lugar.

Sonreí animándolo a pronunciar más que un par de palabras, como había hecho hasta ahora. Si de algo me di cuenta es que, sobre todas las cosas, Alex Walter no podía ser grosero, no estaba en su naturaleza. Se sentía comprometido a ser amable con las personas amables. Fue por eso que terminó dando el brazo a torcer.

—Supongo que a veces está bien. Will, el mayor de todos, es increíble.

Aunque no ofreció detalles bastaba ver cómo su rostro se iluminaba para saber lo mucho que lo quería. Estaba a punto de hacer otro comentario cuando sus labios se fruncieron al igual que sus cejas, la pequeña sonrisa se le borró de a poco.

—¿Cómo supiste que eran mis hermanos?

No me gustó el tono sombrío en su voz. Creí que todos en el pueblo lo sabían pero tal vez lo había incomodado.

—Ivy, una de las chicas con las que hablé hoy, lo mencionó.

—¿Cómo?

—Ella habló algo de "El efecto Cole" y...

Un resoplido lo abandonó. Como dije, Alex no era grosero, así que hizo todo lo posible por ocultar su disgusto pero la tensión en su mandíbula lo delataba; estaba enfadado. Miró a cualquier parte menos a mí durante unos segundos antes de frenar y enfrentarme.

Admito que me sentí mal al ver ese dejo de decepción en sus ojos, dirigido a mí.

—Escucha, lo lamento pero si lo que quieres es acercarte a Cole veniste con el Walter incorrecto. Tal vez Isaac pueda ayudarte. Yo soy el menos indicado para eso.

Me tomó unos segundos entender de lo que hablaba. Cuando lo hice una sonrisa brotó, aunque intenté retenerla, no quería que pensara que me estaba burlando de él.

—Ya veo. No lo voy a negar; Cole es muy guapo, pero no estoy buscando eso. No quiero una relación o algo parecido. Es demasiado complicado. Además, somos súper diferentes, jamás funcionaría.

—Sky, en serio, si estás interesada en él...

—He aprendido que los chicos malos solo cambian cuando quieren hacerlo. En este caso ese sería tu hermano. —Lo interrumpí antes de que se siguiera haciendo ideas. —Aunque intente reformarlo nada va a funcionar a menos que él quiera, es una tarea demasiado agotadora que no tiene seguro de éxito; no creo que yo sea la chica de la que Cole se enamore tanto hasta el punto de cambiar su actitud. —No tenía tanto poder, sobre nadie. —Además, mi corazón es demasiado frágil para asumir el riesgo de salir con alguien como él, sin ofender. Así que ni siquiera tengo ganas de intentarlo, gracias.

Me miró como si quisiera creerme pero no pudiera hacerlo y se me apretujo el corazón. No era solo que su relación con su hermano fuera tensa por alguna pelea trivial, algo más profundo pasaba entre ellos y afectaba la seguridad que Alex tenía en sí mismo.

—No me molesta si estas interesada en él, Sky. Está bien, es lo que sucede siempre. Pero lo digo en serio, no puedo ayudarte.

—No quiero tu ayuda, Alex. Quiero tu amistad.

Lo miré directo a los ojos. Tal vez así se convencería de que estaba diciendo la verdad. A pesar de ello seguía resistiéndose. Pestañeé exactamente tres veces antes de que él soltara el aire que estaba reteniendo, entonces supe que lo tenía. Mi corazón dio un brinco, él me creía.

—Bien. Como sea, si llegas a cambiar de opinión; solo dilo. No me molesta, pero no soy la persona que te ayudará a llegar a él, para que lo sepas.

Mi sonrisa se hizo más amplia.

—De acuerdo. Si por algún motivo caigo en "El efecto Cole" buscaré a uno de tus hermanos y no a ti para que me acerqué, ¿estamos?

Una pequeña sonrisa surco sus labios.

—Algo me dice que tomarías la ruta corta e irías directo a encarar a Cole.

—Nos vamos conociendo, Alex.

Pov's Alex

Las uñas de Sky estaban pintadas de un blanco perla. Llevaba un vestido sencillo color azul cielo, como su nombre, y un suéter blanco. De hecho creo que a nadie le quedaba mejor que a ella, el nombre me refiero. Sky era brillante como un cielo despejado. Era el tipo de persona que comparte su energía sin miedo a quedarse sin ella. Resultaba imposible no tener buen humor cuando la tenías enfrente. Su animosidad no solo era de otro mundo, también era contagiosa.

Ella llevaba haciendo todas las preguntas y tomando las riendas de la conversación todo el camino de la escuela a la pizzería. Fue por ello que me sentí orillado a ceder un poco cuando al fin estuvimos en nuestra mesa.

—¿Qué tal te ha ido el primer día de clases?

Dejó de observar a su alrededor para contestarme.

—Increíble.

Solo ella podía estar tan radiante al respecto.

—A la mayoría se le hace difícil.

—Bueno, nunca he tenido problema en hacer amigos. Hoy conocí a muchas personas.

Una punzada de decepción me atravesó. Yo era una de esas muchas personas. Pero estaba bien, ¿no? Tal vez para mi Sky resaltaba del resto pero solo porque nunca había conocido a nadie con su buena energía y positividad. Era un soplo refrescante. Una corriente de energía dentro de la monotonía.

No pude evitar notar la diferencia; mientras ella podía hacer amigos en un par de minutos yo estaba más cómodo en mi pequeño y conocido círculo.

—Pero dime, ¿Qué te gusta? ¿Tienes algún pasatiempo después de la escuela?

Me causó ternura su pregunta. Me recordaba a los primeros días en el jardín de niños. No quise romper su ánimo, aunque dudaba de que eso fuera posible, así que contesté.

—Me gusta montar a caballo. Pasé el verano en un campamento entrenando.

No planeaba agregar eso último, pero me alegré de haberlo hecho cuando sus ojos se abrieron con asombro.

—Wow, suena increíble. Yo no sé montar a caballo.

—Te lo estas perdiendo. —Sonreí, pensando que con ella era fácil hacerlo. —Tal vez pueda enseñarte, si quieres.

De nuevo, no se suponía que dijera eso.

—¿En serio? —No había manera de que la oferta quedara afuera después de ver cómo dio un pequeño brinco en su banco. —Me encantaría. Pero cuéntame, ¿cómo era el campamento? ¿Motaban a diario? ¿Llevas tus propios caballos? Espera, ¿Tienes caballos propios?

Me reí y contesté a todas sus preguntas. No me había dado cuenta de cuánto necesitaba contarle esta parte de mi verano a alguien fuera de mi familia, por alguna razón mis logros ahora se sentían sombríos dentro de mi casa. Pero Sky hacía parecer que importaba, que cada pequeña cosa era emocionante y especial.

Cuando terminé me sentí menos pesado que al inicio del día. Su risa se cortó cuando miró el reloj colgado en la pared. Extrañé el sonido casi de inmediato.

—Joder. Ya son las cinco, debo irme. —Se puso a recoger los libros sobre la mesa. Entonces se dio cuenta. —No hemos terminado.

No, no lo habíamos hecho. Se suponía que habíamos ido a la pizzería para terminar nuestro proyecto, pero en su lugar le conté todos los detalles del campamento y comimos pizza.

—¿Te llamo y lo hacemos más tarde? Cada quien en su casa.

—De acuerdo. —Me dio rápidamente su número antes de salir como una ráfaga de viento. Me apresuré a alcanzarla.

—Mi madre trabaja a unas cuadras. Si quieres podemos llevarte a casa.

—Oh, no. No te preocupes, estoy bien. Nos vemos luego, Alex.

Y así salió corriendo por la acera, llevándose consigo su luz. Supe en ese momento que tenía que tener mucho cuidado, porque enamorarse de Sky podía resultar muy fácil. 


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¡HOLA! Antes que nada muchas gracias a todos por sus votos y comentarios en los apartados anteriores. Esta no es una historia que tuviera planeada, entonces tengo cosas que mejorar (como algunos errores ortográficos, signos de puntuación, argumentos, la estética del libro y  la portada) por lo que les pido que sean comprensivos en ello.

Gracias por leer. Intentaré actualizar a diario o por lo menos cada dos días. Besosss. 🦋✨️

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