CAPÍTULO 25

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Pov's Alex

Mi concepto del amor es ver siempre feliz a la otra persona, no quiero que deje sus planes, sus pasiones, su independencia, sus proyectos; aunque no me incluyan a mí. Fue por eso que me trague los pedazos de mi corazón el otro día y aconsejé a Sky sobre cómo solucionar las cosas con Dylan.

Pude haber actuado desde mis deseos egoístas, decirle que él no la merecía y que lo mejor era no perdonarlo. Quizás así volvería a pasar más tiempo con ella, tal vez de esa manera no tendría que soportar verlos llegar todos los días al colegio de la mano mientras yo reprimía las ganas de darle un abrazo sin malicia. Pero entonces ella dijo que comenzaba a enamorarse de él.

Lo único que quería era verla feliz. Más que nadie sabía cuán difícil la había pasado. Sky merecía un amor épico, no una historia de romance ordinario. Ella quería que funcionara con Dylan y, desde un punto de vista neutral, ambos habían actuado mal –a mí parecer él peor que ella, pero estábamos intentando ser parciales aquí–, así que tuve que ayudar.

Sin embargo, sería yo el primero en sacarla de esa relación si sospechaba que algo similar a lo que ocurrió en aquella pelea con Dylan volvía a repetirse. Como le dije, ese era el momento de marcar límites. Un error solo sucede una vez, si vuelves a cometer la misma equivocación es que no te interesó nunca en primer lugar.

Quizás Sky no tuvo a nadie que se fijara lo suficiente en lo que se convirtió su relación con Lexington, tal vez es que ella se encargó de ocultarlo bien. Cualquiera de las dos, ahora era diferente. Lo decía en serio cuando dije que nunca la dejaría sola. Sabía perfectamente que ella era capaz de cuidarse a sí misma, pero esa era la cuestión; podía estar acompañada y tener a alguien en quien apoyarse durante el camino.

De cualquier manera, parece que las cosas entre ellos se solucionaron. No la volví a encontrar cabizbaja o preocupada (y mira que presté minuciosa atención). Acepto que eso me alegró, no por mí, sino por Sky, era tiempo de que recibiera el amor que siempre daba.

Le pregunté al respecto poco después de nuestra charla en la cafetería. Me contó que esa noche Dylan le escribió para arreglarlo al día siguiente, tuvieron una conversación en donde no hubo más gritos ni palabras hirientes, él se disculpó y escuchó.

Parecía tan iluminada al darse cuenta de que no todo tenía que ser exactamente como su relación pasada, como si le estuviesen dando una oportunidad que creía perdida.

Desde eso he tenido que soportar a Dylan en nuestra mesa conviviendo con nuestros amigos, viéndolo tomarla de la cintura y clavarle besos cada dos por tres. Estoy tratando de no ser un amargado al respecto, de verdad, pero en momentos como estos; cuando ha traído a todo su equipo de fútbol escandaloso con sigo, se vuelve un poco imposible.

Fue por ello que antes de que mi cara me delatara me excuse con ir a donde uno de mis profesores por un asunto pendiente. Por supuesto era mentira y terminé en el patio trasero de la escuela, tumbado en el pasto, respirando un poco de necesaria tranquilidad. No esperé que Cole me siguiera.

—Lo estás haciendo bien —dijo.

Acto seguido se dejó caer a un lado de mí, ambos sentados, imitó mi posición al abrazar sus piernas.

Ahora también era costumbre que él nos acompañara en el almuerzo, lógico tomando en cuenta que formaba parte del grupo de amigos de Dylan.

—¿De qué hablas? —pregunté.

—Dejándola ser feliz.

Eso hizo que lo mirara.

Me sonrió, pero esta vez no con esa connotación arrogante que lo hacía parecer burlón o incluso cínico.

La imágen me recordó más bien cómo me veía en otros tiempos; en nuestra infancia cuando me enseñaba a jugar como él y después de practicar y practicar la jugada me salía exactamente igual.

—Antes querías ser como yo, ¿recuerdas? Entonces crecimos, la cagué y terminaste siendo totalmente lo opuesto a mí. No podría estar más contento por eso. Siempre has sido mejor que yo, Alex, mucho mejor. Es por ello que haces lo correcto y la dejas ir a pesar de que la quieres contigo. Tienes la madurez suficiente para hacerte responsable de tu decisión y sus consecuencias. Donde yo soy egoísta tú eres altruista, por eso es que no le dices que estás listo para intentarlo, no con cualquiera, con ella, porque Sky continuó adelante y tú jamás la pondrías en una situación en la que tenga que escoger, procuras el bien de ella aun a costa del tuyo. Quizás si yo hubiese sido un poco más como tú no habría lastimado a Erin como lo hice.

Pude haber negado todo lo que decía, o preguntarle cómo logró deducirlo si nunca hablé con él al respecto. De hecho, indagar en su historia con Erin habría sido una opción más segura. Pero la cuestión es que ya estaba cansado de esconderme, y tal vez fue el lente de sinceridad con el que lo vi después de muchos años lo que me hizo confiar en él para decirle:

—Quisiera ser egoísta a veces. Pensar como tú y actuar sin que me importe lo que se destruya a mi alrededor, siempre y cuando no seamos ella y yo.

—Es una moneda al aire; si le dices lo que sientes y que quieres intentarlo puede que ella deje a Dylan para estar contigo, o en cambio solo la harás dudar de la relación que tiene, provocaras que sobrepiense y termine acusandote por ser un idiota egoísta que solo la quiere cuando la ve con otro. Voto porque será la segunda, sin ofender, te lo digo por experiencia.

—Acabas de decir exactamente lo que he imaginado que pasaría. No quiero que crea que para mí es un trofeo que deseo porque no puedo tenerlo, por eso me mantengo al margen.

—Y por eso te digo que lo estás haciendo bien. Sé que no vale mucho viniendo de mí, pero estoy orgulloso de ti.

Por años actué con la única razón por la cuál él me dijera esas palabras. Crecimos, al final cada uno se convirtió en su propia persona, muy diferentes entre sí. No pasó como imaginé, sin embargo, aunque es verdad que nuestra relación tuvo golpes y se desgastó, en el fondo nunca dejé de esperar hacerlo sentir orgulloso. A pesar de todo lo que sucedió Cole siempre sería mi hermano mayor; el que me enseñó a andar en bici, el que curó mis raspones, por el que me animé a montar a caballo en primer lugar, el que se quedaba despierto en las noches de tormenta conmigo, la persona que no se despegó de mí durante mi primer día de secundaria… luego falló, pero lo estaba intentando y detrás de mi dolor y ego herido no podía ver que para él también había sido difícil.

—Contrario a lo que piensas; no eres una mierda de persona. Te desviaste en algún punto del camino y lastimaste a muchos de los que te queríamos. Sí, estabas pasando un momento horrible en donde te sentías inservible y miserable, no podías ni ocuparte de tu bienestar, mucho menos paraste a considerar el de los demás. No es un justificante, pero explica mucho. Deja de crucificarte por ello, comienza a hacer algo al respecto. No puedes cambiar el pasado así que piensa en las maneras que tienes de compensarlo y hazlo, si es que de verdad te importa.

—¿Ves? No es justo que te hayas llevado toda la inteligencia.

No podía ser él sin evadir una situación emocional.

Me reí.

Por un momento nos quedamos ahí, solo con la compañía silenciosa del otro. Mis hombros se sentían más livianos sin la carga del rencor y el enojo contra Cole.

—¿Él la quiere? —pregunté al cabo de un rato.

Mi corazón latió más rápido de lo acostumbrado, me di cuenta de que era porque tenía miedo; no de que él la quisiera tanto como para cuidarla durante todo el tiempo que pudiese, de hecho era lo contrario; tenía miedo de que para Dylan fuera un juego.

Quizás la última opción me beneficiaba a mí, pero a expensas de Sky. Su corazón se había roto ya lo suficiente, si tenía que poner el mío primero con tal de que el suyo no saliera herido de nuevo lo haría, por eso rogaba que él la quisiera de verdad, aunque para mí significara el tiro fulminante.

—No como tú.

—No pregunté eso.

Dudaba que Cole o cualquier otra persona tuviera la mínima idea del espacio que Sky ocupaba en mi pecho.

—La quiere, pero no de esa manera vehemente. Ambos sabemos cómo es encontrar a la persona correcta, lo hemos visto en nuestros padres. Nunca lo he sentido; cómo con alguien todo encaja, cómo cada cosa que ha sucedido en tu vida hasta ese punto cobra sentido cuando esa persona aparece. Mamá dice que lo sientes en el estómago cuando ves al otro a los ojos, simplemente lo sabes, ¿Cómo? No hay explicación, solo lo sabes con seguridad y ya está. Creo en ello, Alex. Creo en que el amor puede atrapar a dos personas de esa forma, aunque no sé si todos podremos tener ese privilegio en nuestra vida, pero aún así sigo pensando que ese clic existe para algunos afortunados y mientras vivo mi vida con la esperanza de ser uno de ellos. Dylan no. Para él son cuentos. He sido su amigo durante años y te puedo asegurar: aprecia a Sky, le gusta y se cree que está enamorado, sin embargo el enamoramiento para él no tiene más significado que, número uno; sentirse físicamente atraído, y dos; divertirse con la persona y tomarle cariño al mismo tiempo.

No pude evitar sentirme preocupado por su mediocre significado del amor (El de Dylan). Supongo que Cole lo vio en mi rostro porque continuó añadiendo:

—Pese a eso, no lo hace apropósito, querer tan insípido me refiero, es solo la idea del amor con la que creció. Para algunos estar enamorados no significa tanto como para otros.

—Ella no se merece esa manera de querer.

Sería como conformarse. Además, sabía cuánto fantaseaba Sky con una historia arrolladora como en las que se sumergía cada vez que leía. No necesitaba decirlo, bastaba con verla retorcerse de emoción cuando el protagonista profesaba la más cursi declaración de amor. Juro que era como si tuviera corazones en los ojos, hasta se sonrojaba y todo.

—Sin embargo, no es algo que tú tengas que decidir. Ella está ahí porque quiere, él ofrece lo que tiene, es su decisión si tomar lo que hay o ir por más.

Aunque algo brusco, tenía razón. Nadie más que Sky podía exigir lo que quería, por más que deseara ser su portavoz ella necesitaba tomar el poder y aprender a darle peso a su valor. Pero joder si no me sentía impotente.

—Solo espero que no la lastime.

Cole sonrió.

—Tiempo al tiempo, ¿Cómo es el dicho? Si amas algo déjalo ir, si vuelve es es tuyo y si no es que nunca lo fue.

—Hoy pareces tener un brote de sabiduría —me burlé.

—Gracias, lo estuve practicando —reí —. Ahora, no está de más darle un empujoncito al destino.

—¿Es otra de tus frases motivacionales?

—Nop. Hay una fiesta está noche —prosiguió con una seriedad que cambió el ambiente —, sé que Dylan y Sky irán y algo me dice que quizás hoy las cosas puedan cambiar.

***

Pov’s Sky

Darse por vencido. Es común que suceda cuando ves el final inminente, como algo ineludible, de hecho creo es lo más inteligente; saber qué batallas están perdidas y aceptarlo en lugar de luchar en vano. Sin embargo, siempre me costó hacerlo. En parte porque dejar espacio al “Qué hubiese pasado si…” no era posible con mi personalidad inquieta y mi costumbre de sobrepensar todo, por otro lado estaba la idea de que desertar me convertía en una cobarde. Pese a todo ello también había aprendido –a regañadientes– que en ocasiones era necesario hacerlo, como una cuestión de vida o muerte.

“Solo un tonto ve el peligro y corre hacia él”, me dijo mamá una vez, “Un tonto o un valiente”, le respondí, “Cuando no hay nada que salvar y te niegas a aceptarlo, no hay valentía, es en realidad lo contrario; falta de valor para afrontar las desgracias, en este caso reconocer lo que ya está perdido”.

Intentar estaba bien hasta cierto punto, luchar se nos permitía, incluso se nos animaba a hacerlo por las cosas que en verdad queríamos, pero a veces lo mejor era saber dar un paso atrás, soltar para no aferrarte a algo que, sin importar lo que hicieras, terminaría por dañarte; dar admisión cuándo ya no existía nada que rescatar. Rendirse también era de valientes.

Llevaba repitiéndome eso durante las últimas semanas. Hoy frente al espejo no era diferente. Mirándome a los ojos me pregunté de nueva cuenta si estaba segura de mi decisión, la respuesta fue clara.

Mi reflejo mostraba el vestido azul pastel de mangas largas que era lo suficientemente ligero como para no morir de calor durante la primera noche de junio, además el corto y los hombros descubiertos justificaban que usara algo como esto en plena entrada del verano. Las sandalias de tacón estilizaban mis piernas, sumado a eso el maquillaje y mi cabello arreglado de manera desordenada me dieron un aspecto espectacular.

Me gustaba lo que veía, a veces solía olvidarme de mi valía,  y no solo hablaba de la belleza física; era una buena persona, divertida, comprensiva, compasiva y fiel. Yo era suficiente para cualquiera y merecía que valoraran tenerme a su lado. No acostumbraba tener presente todo el tiempo esos pensamientos porque creía que significaba ser egocéntrica, pero si yo no me atribuía lo que merecía nadie más lo haría.

Con una nueva dosis de valor infundida tomé el bolso y salí de la casa. James no estaba, llevaba día sin aparecer, justo después de nuestra discusión. Las marcas iban perdiendo color, excepto por las de los brazos. Me hubiese preocupado si no fuera porque se le había vuelto costumbre lo de irse por días a beber. Ya volvería, como siempre.

Cerré justo cuando Dylan iba llegando. Me saludó con una de sus tantas sonrisas fáciles al subir al auto. No hubo ningún comentario respecto a mi aspecto, tampoco preguntó de vuelta cómo había ido mi día cuando yo le hice la pregunta, en su lugar se tendió en una larga charla respecto a lo duro que fue el entrenamiento esa tarde.

Lo que siguió de la noche fue más de lo mismo, estuvo a mí lado todo el tiempo o más bien me llevó consigo a todos lados. El anclaje de su mano en mi cadera se sentía frívolo en el mejor de los casos. Los chicos (sus amigos) eran agradables, sin embargo yo solo podía aportar un par de oraciones a la plática antes de que Dylan desviara la conversación hacia sí mismo de nuevo. Ni siquiera lo hacía a propósito, lo supe por la manera tan natural en que le salía. No había malicia en sus ojos o comentarios sobajantes hacia mí, de lo único que pecaba era de un ego del tamaño del sol.

Creí que podría lidiar con eso, pero me equivoque. La verdad era que no quería hacerlo. Entonces, cuando me decidí a dejarme de rodeos, busqué a toda costa un minuto a solas de la atención de Dylan.

—Hablo en serio —fue un susurro gritado de mi parte, lo suficientemente afilado después de varias veces pidiéndole hablar en privado.

Quizás no era el momento adecuado pero si seguía esperando jamás lo encontraría, siempre habría una razón para esperar o una nueva duda que surgiría y lo retrasaría.

—Ya te dije que en un momento.

Al parecer no era la única irritada.

Me importaba muy poco.

No era la primera vez que intentaba terminar con él. Desde hacía un tiempo no me sentía cómoda con nuestra relación, traté de comunicarnos para solucionarlo. El problema con Dylan no era su falta de escucha, él se mostraba receptivo, era más bien que nunca actuaba en relación a su palabra. Si le decía que algo me molestaba y porqué él me daba por mi lado y prometía intentar mejorarlo pero jamás lo hacía. Pensaba que eran cosas mínimas, no tan graves como los conflictos que tuve con Lexington, por ende no significaban nada si los dejaba pasar, pero la cosa es que me di cuenta de que esas pequeñas cosas para mí eran importantes y las estaba descartando por conformarme con lo que él me ofrecía solo porque “no era tan malo como el anterior”. No quería ese tipo de amor y si era lo único que había para mí entonces prefería estar sola.

Como dije, no era mi primer intento en cortarlo. Las dos ocasiones en que tomé valor logró desviar el tema, casi como si oliera a dónde iba y decidiera evadir. La semana anterior fue su repentino recordatorio de que iba tarde al entrenamiento, y luego –hace dos días– dijo que estaba cansado y no quería lidiar con discusiones en ese momento, que lo hablaríamos luego. La última vez fue esta tarde, cuando de nuevo intenté tener una charla con él, tenía prisa porque ayudaría al equipo con la organización de la fiesta, prometió que me escucharía antes de llegar aquí (cosa que no pasó). En parte sé que debí hacerlo en el auto, parar su parloteo y simplemente decirlo, pero el momento pasó antes de que me diera cuenta, y si no lo hacía ahora de una vez por todas no veía cercana alguna otra oportunidad.

Lo tomé del brazo y jalé con suficiente fuerza para que en serio reparara en mí.

—Ya no puedo esperar.

No quería tener que hacer esto enfrente de sus amigos, de verdad que no, sin embargo él no lo estaba poniendo fácil.

Un destello de reconocimiento pasó por su mirada antes de que se endureciera. A continuación se giró con sus amigos, quienes ya prestaban atención a la escena que montabamos, mostró su sonrisa fácil y pintó sus palabras sarcásticas con humor, me señaló.

—Ojalá que eso fuera lo único que no puede hacer. Es una suerte que sea tan linda, no imaginé que el cliché de las rubias sería tan realista, lo juro.

El círculo estalló en carcajadas excepto por mí. No los culpo, él lo había hecho sonar tan inofensivo que de no prestar atención a mi cara fácilmente podrías pensar que yo formaba parte de la broma. La única que no lo encontró gracioso fue Erin que en su lugar solo me regaló una sonrisa incómoda.

En primer instante me tomó en curva, sorprendida por el comportamiento tan inusual en él.

Sus palabras solo reafirmaron mi decisión de terminar y fue el empujón que necesite. Ya no me importó si su equipo estaba enfrente o si eso podía avergonzarlo. Él no merecía mi amabilidad y consideración si no podía darme lo mismo a cambio.

La serenidad con la que le hablé reflejaba no más que decepción mezclada con hastío.

—Se acabó, Dylan.

Aunque el sonido de las risas se disolvió la diversión seguía en la mirada de todos. Excepto por Dylan –quien debió darse cuenta de que había cruzado un límite– nadie pensaba que lo dijera en serio.

—¿Qué?

En lugar de reconocer que me había hecho desbordar optó por continuar actuando como si hubiera algo de humor en todo esto. Lo único que lo delataba era esa mirada incómoda que me regaló.

—Terminamos.

Me di media vuelta, sin esperar una respuesta. Si antes quise explicarle mis razones ahora ya no. Él solo tenía que saber que había tomado mi decisión.

Con su agarre en mi brazo me hizo girar. Intenté ocultar la mueca de dolor, no me tomó tan fuerte pero fue justo sobre el moretón que tenía.

—No seas exagerada, fue una broma —me colocó a su lado y se dirigió a sus amigos —. ¿Todas las mujeres son así de dramáticas?

Las palabras de Dylan fueron suficientes para convertir las mías en no más que una broma. Rieron, soltaron un par de comentarios al respecto y en segundos la conversación pasó a otro tema descartandome como si no hubiese dicho nada.

—Suéltame —murmuré enojada, con la intención de que solo él me escuchara.

—No hagas una escena por un chiste. —respondió de la misma manera.

No buscaba llamar la atención del resto, no porque pensara en Dylan y sus deseos sino porque no quería que metieran sus narices en mis asuntos, por eso continúe hablando en voz baja.

—No se trata solo de lo que acaba de pasar, desde hace un tiempo soy solo tu accesorio. Lo estoy terminando ahora.

—Estás loca. No he hecho más que ser un maldito novio perfecto.

Mis labios se entreabrieron. De verdad que me causó gracia.

—¿Problemas en el paraíso? —la voz de uno de sus amigos nos sobresaltó antes de que yo pudiese contestar.

—No —. Dylan se adelantó a responder —Sky solo necesita que le recuerden cuál es su lugar frente a mí. Al parecer se cree especial por haber recibido la oportunidad.

Parecía que tenía a un ser humano diferente frente a mí, no al chico que llevaba conociendo todos estos meses. Comprendí más claro que nunca que para Dylan la aprobación de los demás era lo primordial. No creía que fuera una mala persona, pero cuando se trataba de su imágen frente a su público lucharía como un animal desesperado por quedar como el rey sin importar a quién arañara en el proceso.

—Se terminó.

Fui tajante al respecto. Mi voz adquirió una dureza que no le conocía. Esta vez cuando empujé su brazo fuera de mis hombros no puso resistencia. Creí que lo dejaría así, ¡Dios! ¿Por qué no pudo solo dejarlo en paz?

El círculo aulló tal como cuando alguien recibe un golpe bajo. Eso solo empeoró las cosas. Fue como golpear a un león herido y por supuesto que este quiso lastimar en respuesta.

—¿Te crees que tu coño es más especial que el resto? Como tú hay otras diez. Deja de pretender que eres importante. Si así lo quiero mañana puedo tener a tu remplazo de rodillas.

Por primera vez lo vi ser cruel de manera intencional. El recordatorio sin aviso de cómo una persona puede convertirse en otra de un segundo a otro enfrió mi cuerpo. No hay otra explicación al hecho de que me quedé de pie sin saber cómo responder a aquello.

Sin embargo, no hizo falta pensar demasiado porque un segundo estaba fría frente a un grupo de personas, completamente ridiculizada, y al siguiente unas manos cálidas rodeaban mi cintura abrazando mi cuerpo. El suave aroma de su perfume me infundió una extraña sensación de paz, como si, incluso sin saber de qué manera, tuviese la seguridad de que todo iría bien. No era así, pero en ese momento lo creí.

Alex hizo que les diera la espalda a los demás y por la forma en que me miró casi podría jurar que los borró de la atmósfera, lo habría firmado si no fuese porque hubo un espacio de tiempo fugaz en el que sus ojos se conectaron con alguien detrás de mí. Tenía que ser Dylan, a quién sino le regalaría esa extraña dureza en sus motas verdes. Pero cuando volvió a los míos azules algo cambió y supe que sería diferente. A nuestro alrededor todo pareció volverse cámara lenta, blanco y negro excepto por la luz roja en el centro de mi pecho.

¡Bum!

¡Bum!

¡Bum!

Alex me besó.

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🦋

Por fin vuelvo a actualizar. No había podido porque he tenido problemas con la lap, todavía no se soluciona así que quizás los guiones salgan cortos en lugar de largos :( pero era eso o seguir posponiendo la actualición y honestamente quiero ser más constante y rápida porque ya falta muy poco para acabar la historia

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