━Capítulo Diez

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❝𝐂𝐔𝐀𝐋𝐐𝐔𝐈𝐄𝐑 𝐋𝐔𝐆𝐀𝐑 𝐄𝐒 𝐄𝐒𝐏𝐄𝐂𝐈𝐀𝐋 𝐒𝐈 𝐄𝐒𝐓𝐀𝐒 𝐓𝐔❞


























╔════ 𓏲✮⊰ •˙ ❅✾❅ ᭕𖤐⊱ ════╗

〘 ✰.༄ ☼︎ 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟎 ☼︎༄.✰ 〙
-- reconcialiaciones --

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ESA TARDE HOGSMEADE ESTABA COMPLETAMENTE PINTADO DE BLANCO. Un claro recordatorio de que el invierno ya había llegado. La vista
era preciosa y se podía incluso sentir
en el aire el calor de hogar que el lugar desprendía por si solo.

No había tantas personas por las calles
y eso debido al clima. Era probable que la mayoría de residentes de aquel lugar estuvieran en sus casas o bien en alguna taberna cercana tomando una deliciosa cerveza de mantequilla calientita.

Addy y Remus disfrutaban de aquel maravilloso lugar mientras caminaban tomados de las manos. En sus rostros había dibujadas enormes sonrisas y sus ojos demostraban amor puro y sincero.

-¿Me dirás a donde vamos? -
preguntó Adelaide jugueteando con sus manos entrelazadas.

-Tranquila, es una sorpresa -respondió el licántropo dejando un suave beso en una de las sienes de
la joven pelirroja -. Solo espera.

Un par de minutos después por fin llegaron a un local cercano a una de las tiendas a las que siempre iban, solo que esta vez no irían a comprar cosas para hacer bromas si no a disfrutar de una tarde en la que serían solo ellos dos.

-Vaya, que romántico me salíste, John -comentó la pelirroja soltando una risita entrando al local frente a ellos.

Instantaneamente abrió la puerta y un tintineo resonó por toda la cafetería.

Era algo extraño andar en Hogsmeade
y entrar en aquel lugar. El famosísimo Salón de té de Madame Tudipié. Addy en su vida imagino ir a ese lugar y mucho menos de la mano de Remus Lupin. Por eso se sentía completamente irreal.

Cuando entraron una sensación de calidez los invadió instantaneamente.
El lugar estaba llenó de decoraciones
alusivas al amor, bastante pegajosas y muchos volantes. Las ventanas estaban empañadas y las mesas eran decoradas por servilletas de encaje y azucareros
de porcelana.

No había ninguna pareja en el local, cosa extraña porque ese sitio siempre estaba atiburrado de enamorados.

-¿Alquilaste el lugar solo para nosotros dos?

-Puede ser.

-Remus John...

-Bueno, James me ayudó un poquito -comentó el castaño rascando su cuello nervioso como siempre hacía -. Quería que nuestra primera cita fuera especial así que me pareció una buena idea tener el lugar solo para nosotros. James solo me ayudó a pagar la mitad del alquiler. No estás molesta, ¿verdad, rojita?

Adelaide negó con la cabeza lentamente antes de acercarse poco a poco al chico de tal manera que enroscó sus brazos en el cuello del castaño.

-Cualquier lugar es especial si estás
tú -comentó ella con una sonrisa boba, dejando un efímero beso en sus labios -. Ahora solo quiero disfrutar de la compañía de mi novio, ¿sí?

Remus algo sonrojado por el término al que se refirió a él asintió rápidamente, tomando su mano para encaminarse a una de las tantas mesas vacías.

-¿Exactamente en qué momento acepté ser tu novio? -soltó Remus pensando en lo último que había dicho la pelirroja -. Que yo recuerde nunca me lo pediste.

-Tienes toda la razón -aceptó ella antes de incorporarse de la silla y tomar una dona por anillo -. Remus John Lupin, ¿aceptarías ser mi novio?

-Aw. Claro que quiero ser tu novio, bonita -respondió Remus quitandole la dona de la mano para darle un mordisco -. Vaya, que anillo tan delicioso.

Adelaide solo soltó una risilla y tomó
del cesto de la mesa una dona, que la dejó totalmente encantada.

-La verdad no esperaba que esto supiera tan bien.

Momentos después un hombre de mediana edad vestido de traje entró a la habitación sorprendiendo a la chica, quien no esperaba tanta formalidad.

Rápidamente dejó en su mesa un par de platillos que se veían totalmente dignos de degustar. Remus agradreció al señor, quien solo asintió en silencio y se fue.

-Esto si que superó todas mis expectativas -comentó la pelirroja, observando curiosa la comida frente
a sus ojos -. ¿Qué es todo esto?

-Comida muggle.

Addy como era tan curiosa empezó a picotear la comida con un tenedor. Por otro lado Remus soltó una estruendosa carcajada al verla pelear con aquellas largas tiras de harina. La pelirroja no tardó en echarle una mirada fulminante.

-Lo siento, cariño. Pero así no se come el spaguetti -informó el de ojos claros, antes de enrrollar los spaguettis en su temedor y acercarlo a la boca de ella -. Anda. Abré grande.

-Remus, no haré eso. Ya estoy muy mayorcita para el avioncito -anunció Adelaide cruzandose de brazos, algo indignada por su comportamiento.

-Solo pruebalo. No me dejes con la mano estirada.

Adelaide no tuvó más remedio que abrir la boca y entre risas comió el spaguetti con albondigas que su novio le ofrecía.

-La verdad es que sabe muy bueno
esto -comentó la ojiazul enrrollando la pasta en su tenedor para probar un poco más -. Definitivamente podría ser uno de mis platillos preferidos. Pero, ¿cómo conseguiste traer comida muggle acá?

-Un mago nunca revela sus secretos -respondió Remus encogiendose de hombros para luego seguir comiendo.

Estuvieron un rato más comiendo sus spaguettis. La comida se basó en estar riendose de cualquier ocurrencía que salía de los labios de Addy, así como de pelear por ver quien terminaba más rápido de comer. Por intentar comerse los spaguettis más rápido, la pelirroja casi se atragantaba pero Remus le dió unas palmadas y luego un vaso de agua.

Terminaron riendose de ello minutos después como dos locos. Suerte que no había nadie en la cafetería que pudiera juzgarlos.

Lastimosamente el piso quedó echo un desastre y tuvieron que ir a la cocina por algunos utencilios para limpiar la salsa de tomate en las baldosas.

-Debe de haber algo por aquí -susurró Adelaide para si misma buscando entre los muebles alguna esponja o algo útil.

Al notar que no alcanzaba hasta los estantes de arriba la pelirroja se las ingenió para subirse en una silla así
que estaba tambaleandose un poco.

De pronto unos brazos envolvieron su cintura, alertando a la joven que soltó un grito al sentir que se tambaleaba peor. Rápidamente el castaño la sentó en la mesa frente a ellos.

-Te prohibido hacer eso de nuevo, Lupin -exclamó Addy algo molesta, girando su rostro a otro lado -. Casi
me matas del susto...

-¿Te han dicho que eres tan bonita? -cuestionó el joven girando suavemente el rostro de ella para observarla mejor -. Tus ojos azules, esa cabellera rojiza que tanto me gusta y tus pequitas casi invisibles en tus mejillas y nariz que me fascinan. Todo en tí es bellisímo.

Las manos de Remus comenzaron a acariciar las mejillas de la joven, que se tiñeron de un color rosado luego de las palabras por parte del castaño.

-Si pudiera cambiar algo sería haber dejado pasar tanto tiempo para decirte cuanto te quiero. Porque te amo con una locura impresionante, Addy.

-Si algo lamento es nunca haber
visto las señales tan claras -comentó ella, sintiendo las tibias manos de Remus acariciando su sonrojado rostro -.
Apesar de lo que venga quiero que tú
permanezcas conmigo siempre.

-Yo jamás voy a me irme de tu lado, rojita -informó Remus alzando el mentón de su novia para verla con amor, antes de acercarse a sus labios
-. Te lo prometo.

Y después de eso Addy pusó sus manos apoyadas en los hombros del castaño antes de abalanzarse sobre los labios del chico, fundiendose en un tierno beso que fue correspondido al instante.

Puede que llevaran muy poco tiempo saliendo pero esos sentimientos desde que eran más pequeños latían con una fuerza descomunal en sus corazones.

-No quiero que esto sea pasajero, Remus -susurró Adelaide sobre los labios calidos del mencionado, mientras apoyaba su frente contra la de él -.
Pase lo que pase no quiero dejar que esto sea solo momentaneo.

-Trabajaremos para hacerlo durar, cariño.









































































































































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La tarde transcurrió tranquila en Hogsmeade. Luego de esa romántica cena, Remus y Adelaide fueron a dar
un pequeño paseo por el lugar antes
de que comenzará a anochecer.

El castaño sostenía a la pelirroja de la mano, con sus dedos entrelazados y una boba sonrisa dibujada en su rostro. No hacía falta decir mucho solo bastaban un par de miradas que los delataban.

De pronto se oyeron los gritos de un hombre a lo lejos persuadiendo a los peatones que por ahí andaban sobre
ir a jugar a juegos de azar y demás.

-¡Acerquense por aquí! ¡Pasen y demuestren sus habilidades!

No pasó mucho para que Remus notara la mirada ilusionada de su pelirroja al ver a lo lejos en uno de los estantes de arriba un peluche de un lobito gris que robó por completo su atención.

-¿Te gustó el peluche? -soltó Remus con timidez antes de rascar su cuello con algo de nerviosismo -. S-si es así tal vez podría ir y g-ganarlo p-para ti...

-¿Lo dices en serio?

El castaño asintió aún en su mundo y rápidamente fue rodeado por los brazos de su ahora amada novia de una manera bastante amorosa.

-Aw, te amo muchisímo.

Y después de eso le plantó un beso en una de sus mejillas que ocasionó un leve sonrojo en las mejillas del chico.

La pareja se encaminó al puesto ambulante a unos pocos metros. Al llegar pudieron notar más de cerca la infinidad de peluches y premios que
traía aquel viejo mago.

-Adelante joven, pruebe suerte -habló el hombre antes de pasarle al castaño un par de pelotas para derribar los pinos -. Son solo dos knuts de bronce.

Adelaide con una sonrisa amable le tendió las dos monedas de bronce al anciano y él las recibió amablemente.

Remus por otra parte se preparaba
para tirar. No era muy bueno para los juegos, ni deportes y mucho menos con la puntería. Aún así con eso él no se iría de aquel puesto sin antes reclamar ese peluche de lobo que a Adelaide tanto le había gustado.

Justo cuando estaba por darse por vencido, puesto que solo un tiró más le quedaba ocurrió el suceso. Aquella pelota derribó por azares del destino la enorme torre de pinos dando justo en
el blanco.

La pelirroja saltó con emoción al ver el logró de su chico y lo abrazó con fuerza antes de que la voz del hombre los hiciera tener que separarse por algunos pocos segundos.

-Creo que esto es tuyo, muchacho -anunció, acercandose con el peluche en las manos antes de darselo al joven -. Por cierto buen tiro. Estoy seguro que a tu novia le alegrara este premio. Toma, es todo tuyo.

-Muchas gracías, tenga una
excelente tarde -exclamó Remus tomando la mano de Adelaide para comenzar a retirarse de aquel lugar
-. Será mejor regresar a Hogwarts
antes de anochezca y empeoré por
acá el clima.

Adelaide solo asintió aún abrazada por Remus, quien tenía uno de sus brazos en los hombros de la chica dandole un poco más de seguridad y calidez. Por otro lado el famoso peluche de lobo, al que Addy bautizó Lunatiquito, iba bien sujetado.

-¿Qué diría Sirius si nos viera llegar asi de juntos?

Remus continuó caminando, sin embargo su rostro no tardó demasido en convertirse en algo indescifrable. Una mezcla entre asombro, reflexión y diversión.

-Si llegará a ser ese el caso probablemente no vivamos para contarlo -respondió él sin darle
tantos rodeos a la pregunta -. Aunque tal vez deberíamos decirle sobre lo que tenemos. Sobre nosotros dos...

Addy se quedó callada por unos segundos. Meditando las palabras que diría e imaginando a la vez cientos de posibles escenarios ficticios en los que por supuesto Sirius terminaba enfadado y sientiendose traicionado por su mejor amigo y su hermanita menor.

-Aún no. Pronto le diremos -
sentenció la pelirroja mortalmente
seria, sorprendiendo a su acompañante por la crudeza de sus palabras -. Solo
quiero tenerlo cubierto y analizar bien todo antes de hacerlo, ¿sí? No es algo que vaya a tomar a la primera bien.

El castaño asintió con el semblante
algo decaido. La chica rápidamente al notar esto giró el rostro a él y le plantó un fugaz beso en una mejilla.

-Todo estará bien. Te lo aseguro.


















































































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Cuando Adelaide y Remus llegaron
de nuevo a Hogwarts eran alrededor
de las seis o siete de la noche. Fueron extremadamente cuidadosos a la hora de salir del pasadizo de la bruja tuerta.

Si no lo hacía probablemente iban a
ser reprendidos por Flitch y su horrible y fastidioss gata la señora Norris. Por otro lado estaban los prefectos haciendo sus rondas nocturnas. Sin embargo era una ventaja tener a un ex prefecto y un experto en escabullirse de novio que sabía exactamente como pasar por aquel pasillo sin ser vistos ni nada similar.

Al final ambos gryffindors pudieron llegar a la torre de su respectiva casa y estaban por irse cada uno por aquellas escaleras que los llevarían a sus habitaciones cuando Adelaide dió el primer paso antes de irse.

La impulsiva pelirroja al ver que no había nadie espiando ni estudiando en la sala común se acercó al rostro de su castaño y juntó sus labios con los de él creando un delicado roce que hizó que sus corazones saltaran de emoción.

Sin poder evitarlo él continuó devolviendole el beso antes de poner sus manos en la cintura de ella tomando algo más de confianza. Aquel beso no duró tanto puesto que ninguno quería ser atrapado en un momento tan íntimo por alguno de sus compañeros o peor, por alguno de sus amigos. Así que se separaron con sonrisas en sus rostros.

-Descansa, bonita.

-Hasta mañana mi amado, Romeo -respondió ella dejando un beso fugaz en su mejilla antes de comenzar a subir las escaleras con rápidez.

Al llegar a la habitación de chicas
notó la presencia de varias de sus compañeras, entre ellas Lily Evans, Marlen Mckinnon, Mary McDonnall
y por supuesto Asteria Maverick.

El trío de amigas por supuesto estaban murmurando entre ellas. Sin embargo, en cuanto la ojiazul entró a al lugar ellas se callaron y lo único que alcanzó a oír fue James Potter. Al parecer los metodos de enamoramiento de su amigo después de años estaban surgiendo efecto en ella.

Onviamente no iba a decirle a su
amigo que su crush estaba hablando de él como lo haría una enamorada pues no le inconvenía, era algo de ellos. Y si lo hacía James no se callaría en toda una semana o incluso todo un mes.

Por otro lado Asteria parecía sumida
en sus pensamientos jugueteando con
lo que parecía ser un cadena en la que traía un pequeño anillo. Lo que no pasó por desapercibido fue el hecho de que
ese anillo era de su hermano mayor.

Y por el semblante nostalgico de la castaña comenzó a hacerse una idea de lo que pasaba. A Asteria le gustaba su hermano. Sin embargo tener algo serio con Sirius era tan difícil como lograr que los merodeadores se separaran.

Adelaide conocía a su hermano tan
bien como la palma de su mano. Sabía como actuaba, de su mala reputación con las chicas y de lo patán e imbécil
que podía ser con ellas.

Solamente se acercó a su cama, dejó
los regalos que Remus le había dado en el transcurso de su cita y se metió en la cama para después taparse con las mantas.

Hoy había sido un gran día y esperaba que todos los siguientes fueran igual de fabulosos. Nunca pensó que estar con Remus fuera tan maravilloso y ahora en esta nueva faceta las cosas eran aunque un poco similares a cuando solo eran dos buenos amigos algunas cosas como la cercanía y salidas a solas eran a las que intentaban acostumbrarse.


































































































































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15 de Noviembre, 1976
Sexto Año.

Ya habían pasado un par de días desde la pelea de los hermanos Black. Y al parecer ninguno de los dos estaba del todo bien luego de eso. Addy se sentía traicionada pues sinceramente una parte en ella quería pensar que las cosas habrían sido diferentes si Sirius hubiera tenido la valentia para hablar con ella.

No era tan dificil hablarlo o al menos decirle que estaba saliendo con una chica. Aunque probablemente lo abría tomado como un acto de estupidez y calentura de su hermano pues sabía de su horrible reputación con chicas.

Solo que esta vez no parecía ser Asteria una de esas chicas con las que pasaba una noche y en la mañana olvidaba su nombre. No, las cosas parecían mas serias. O al menos así era para Asteria lo veía, el hecho de que llevara un anillo suyo en un collar decía un par de cosas.

Adelaide ya no quería seguir peleada con su única familia por cualquier estupidez así que dejando su orgullo de lado tomó el mapa del merodeador y con sutileza comenzó a caminar por los pasillos del castillo esperanzada a dar con el paradero del heredero Black.

Un par de minutos más tarde andando por los pasillos se encontró al pelinegro en el primer piso recargado en un árbol mientras fumaba un cigarrillo quitado de la pena concentrado en lo suyo.

Addy odiaba aquel mal hábito que su hermano tenía y se lo hacía saber cada vez que podía. Era un hábito tan malo que tenía desde los quince, justo cuando Sirius y James quisieron experimentar.

Apesar de que aquellas sustancias
como la nicotina estaban prohibidas en las instalaciones de Hogwarts, los chicos se las ingeniaban para pasarlas sin que absolutamente nadie lo supiera.

Lastimosamente Sirius siguió consumiendo uno que otro cigarrillo cada que vez quería relajarse o se
sentía bastante preocupado.

La pelirroja negando con la cabeza se acercó al árbol intentando ser sutil a la hora de moverse. Sin embargo, terminó por pisar una rama y el crujido alertó al chico quien se giró y la encaró.

Aquel acto solo hizo que el jóven tirará el cigarrillo al suelo y lo aplastara con el zapato, apagando la débil flama.

-Sabes que odio que consumas esa porqueria -rebatió Adelaide ya con más confianza, acercandose con los brazos cruzados y una expresión dura -. Solo
te dañará los pulmones.

-Sabes que no puedo evitar fumar
mi porqueria cuando algo va mal -contradijó con el mismo tono de voz, terminando de aplastar la colilla -.
Y como sabras hermanita, todo para
nosotros siempre va mal.

-Lo sé, pero no lo resolveras de esa forma.

-Mejor deja los sermones para otra ocasión y ve al grano. ¿A que viniste? -soltó Sirius de mala gana, encarando a la pelirroja -. Mirá, si viniste a decirme que soy una mierda de hermano o que soy un cualquiera por meterme con tu amiga vete. No estoy de humor para más de tus cosas, Adelaide...

En cuanto terminó de dar su queja, Adelaide se abalanzó sobrr los brazos de su hermano mayor en busca de uno de sus abrazos que solían hacerla sentir segura y protegida de todo como cuando tenía seis años.

El rostro de Sirius instantaneamente se descompusó. De la seriedad y enojo pasó a sorpresa y tristeza. Cuando menos lo imaginó se encontraba abrazando a su querida hermana menor.

-Solo vine a disculparme. Se que he sido la peor hermana del mundo en todo lo que va del año y me sientó como una egoísta por odiar que ya no estés en casa conmigo -comenzó a susurrar Addy con la voz quebrada entre sollozos y una que otra risa absurda -. La única forma en que puedo verte es aquí y tú prefieres irte a quien sabe donde con mi amiga. No te esmeras en preguntarme como me siento o si las cosas van bien conmigo, ni siquiera te esfuerzas por irme a ver a los partidos o a los entrenamientos. Hasta Peter es mejor hermano. Buscó con quien desahogarme. Buscó consuelo y no se donde carajos está mi hermano para apoyarme. ¿Qué si me dolió verte con Asteria a medio pasillo follando? Claro, me dolió ver como mi hermano no tenía tiempo para sentarse conmigo a hablar o por lo menos apoyarme y darme animos pero para ir a follar con la buscadora estrella de Gryffindor sí.

A este punto de la historia los ojos de Sirius se encontraban algo llorosos y un par de lagrimad rebeldes amenazaban con salir a flote.

¿Tan mal hermano era?

-No quiero pelear otra vez, no quiero alejarme de mi hermano otra vez -sollozó Adelaide de nueva cuenta, abrazandose con fuerza del chico.

-Soy un mal hermano, Addy. Te mereces algo mejor que un simple fumador bueno para nada -comentó Sirius abrazandola, acariciando esa larga melena rojiza -. Yo quisiera prometerte que todo estará bien pero
mentiría. Somos una familia rota...
Aún así haré de todo por ser el apoyo
que necesitas. Apesar de que yo sea quien insista en cuidarte de todos al final soy yo él que termina dañandote.

Cuando estuvieron algo más calmados, ambos hermanos se sentaron en una de las bancas cercanas.

Sirius no soltó a su hermana hasta que ella se sintió mejor y por alguna razón luego de eso se sintió mejor, como si su alma rota se hubiera sanado un poquito.

Tal vez era algo que le hacía falta desde hace tiempo: el amor de su hermana y el perdón de ella.

-Iba a contartelo, lo juró. No era mi intención que te enteraras de esa forma -decía Sirius moviendo las manos con desesperación, provocando una risilla por parte de su hermana -. La verdad no se mucho de esto solo se que quiero que ella no me odio. No soportaría que Asteria me odiara. De seguro cree que solo la use o algo así.

Instantaneamente recibió una mirada llena de incredulidad de la pelirroja.

-Tal vez fue así en un principio pero, con el pasar de los días me dí cuenta que hay más en ella que solo una cara bonita -empezó a explicarle el pelinegro con una sonrisa boba dibujada en su rostro -. Jamás creí decir esto pero, creo que me enamoré de Asteria Maverick.

Cualquiera que anduviera por ahí y
los escuchará probablemente habría acabado en el suelo del desmayo al oír aquellas palabras salir de la boca del merodeador. Sirius Black era de todo menos bueno en el amor o bueno para durar con una chica saliendo pero al parecer Asteria corría con suerte.

-¿Sirius Black enamorado? Vaya, eso no me lo veía venir.

-Sí, yo támpoco.

-Pues debes arrrglar lo que tengas con Asteria y si de verdad sientes algo por ella no la cagaras -aconsejó la menor, con una ligera sonrisa en el rostro antes de soltar una risilla -. Hablando de enamorados... ¿cómo te lo digo sin que te enojes conmigo?

-Adelaide Calypso Black, ¿estás saliendo con alguien?

La pelirroja entre risitas y con las mejillas igual de coloradas que su cabellera asintió. El pobre chico soltó
un gritó que casi la dejaba sorda.

-¿Cómo es posible?

-Sirius se que me amas y solo quieres protegerme pero no siempre decidimos cuando amar a alguien -comenzó a decir con un tono maduro, mientras por su cabeza rondaba la imagen de cierto chico -. Sí, estoy saliendo con un chico
y lo amo con locura. Es un buen hombre y espero que lo comprendas. Pronto lo conoceras y te aseguro que entenderas mi decisión con respecto a él.

-Si algun día te llego a ver llorar por culpa de ese idiota, lo hare pagar -soltó Sirius apretando el puño con fuerza, antes de que su hermana lo abrazara.

-Él jamás me haría llorar...
























































































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-¿Entonces le dijiste a Sirius sobre nosotros?

-Sí, algo así -confesó Adelaide recostada en una de las camas mientras jugueteaba con las manos ee Remus
-. Solo que no le dije quien era el afortunado que sale con su hermana.

-El desafortunado querrás decir...

-¡Oyeme!

Adelaide tomó una almohada y antes
de decir algo golpeó a Remus con ella, haciendo al castaño rodar por la cama antes de que la pelirroja pudiera acertar su almohadazo. Ella no bajó la guardia sin embargo Remus fue más rápido y le quitó la almohada, inmovilizandola luego de atraparla entre su cuerpo sin dejar caer todo su peso sobre ella.

-Eres una cajita llena de sorpresas, Adelaide -susurró el chico sin soltar las muñecas aprisionadas de la pelirroja, para después dejar su beso en su cuello -. Y amo eso de tí, rojita.

-Remus, me haces cosquillas -
informó Addy intentando alejar al castaño de encima suyo -. Rem...

Remus solamente arrugó el rostro haciendo una mueca y se alejó un poco de ella, mirandola con una sonrisa de oreja a oreja. Rápidamente rebuscó entre sus cajones el libro favorito de su pelirroja. Romeo y Julieta.

Por alguna razón extraña Adelaide encontraba fascinante aquel libro. La historia tragica de amor sobre dos amantes que no podían vivir su amor sin tener que ocultarse puesto que sus familias eran enemigas.

Tenemos tanto en común, Julieta. Pensaba Addy mientras escuchaba la relajante voz de su chico leyendole.

-¿Te gustaría leer un poco de la obra junto a mí?

-Claro que sí, cariño -respondió ella tomando el libro entre sus manos para comenzar a recitar con una voz suave -. Ya es de día. Vete... Pero no quisiera que te alejaras más que el breve trecho que consiente alejarse al pajarillo la niña que le tiene sujeto de una cuerda de seda, y que a veces le suelta de la mano, y luego le coge ansiosa, y le vuelve a soltar...

-¡Ojalá fuera yo ese pajarillo!

-¿Y qué quisiera yo sino que lo fueras? Aunque recelo que mis caricias habían de matarte. ¡Adiós, adiós! Triste es la ausencia y tan dulce la despedida, que no sé cómo arrancarme de los hierros de esta ventana.

-¡Qué el sueño descanse en tus dulces ojos y la paz en tu alma! ¡Ojalá fuera yo el sueño, ojalá fuera yo la paz en que se duerme tu belleza! -recitaba Remus
con voz teatral, sintiendo las palabras apoderarse de si mismo -. De aquí voy a la celda donde mora mi piadoso confesor, para pedirle ayuda y consejo en este trance.

La pelirroja recargó su cabeza sobre el hombro del chico, soltando un suspiro de tranquilidad. Su mente estaba en sus pensamientos, pero aún así se fondo se oía la voz de Remus leyendole al oído.































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DECIMO CAPÍTULO PUBLICADO

Holiwi, ¿cuánto tiempo, eh? La verdad no tengo idea de cuanto tiempo paso desde la última vez que actualice Moonlight pero aca andamos. Tengo una mision que cumplir con lxs lectorxs y se los cumplire.

Como ya me es costumbre me quede en un ligero bloqueo y sin imaginación pero con lo que se viene creo que ayudo a salir de ahí, en fin. La vida de una estudiante de preparatoria no es fácil y pues o es actualizar o dedicarle tiempo a mis estudios. Hago lo que puedo.

¿Les gustó el cap? Yo lo sentí muy vacio pero el posible spoiler sobre el #Siteria (Sirius + Asteria) lo compensa y obvio las escenitas de mis niños.

Últimamente me ha dado por
subir edits de mis fics a tiktok por si quieren pasarse a ver mi user es @.twilxght_

No se olviden de VOTAR Y COMENTAR, amo ver los comentarios. Es opcional si quieren agregar el fic a su listas de lecturas y si quieren seguirme en wattpad o en mis otras redes. Un besito, nos leemos pronto <3

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