𝗣𝗥𝗢𝗟𝗢𝗚𝗢

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❝𝐋𝐀𝐒 𝐂𝐈𝐂𝐀𝐓𝐑𝐈𝐂𝐄𝐒 𝐒𝐎𝐍 𝐒𝐈𝐌𝐁𝐎𝐋𝐎 𝐃𝐄 𝐅𝐎𝐑𝐓𝐀𝐋𝐄𝐙𝐀❞




























╔════ 𓏲✮⊰ •˙❅✾❅ ᭕𖤐⊱ ═══╗

〘 ✰.༄☼ 𝓹𝓻𝓸𝓵𝓸𝓰𝓸 ☼༄.✰ 〙

-- inicio --

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1 de Septiembre, 1971.

Primer Año.




































CANUTO Y COMILLITO

AQUEL DÍA EL RUIDO ABUNDABA EN CUALQUIER RINCÓN DE LA ESTACIÓN KING'S CROSS. Había muchas personas yendo y viniendo presurosas, abordando la infinidad de trenes que había. La gran mayoría llevaba un traje y portafolio.

De igual manera una peculiar familia
se dirigía a paso apresurado al ánden nueve y tres cuartos, pues ahí estaría el tren que debían abordar.

Unos pasos más atrás iba una niña de aproximadamente diez años de cabellos rojizos y ojos azules claros. La niña iba empujando con esfuerzo un carrito en el que transportaba su equipaje que tenía en letras grandes sus iniciales A.B y una jaula con una lechuza de plumaje entre café y grisoso, muy hermosa.

-¡Rápido Adelaide! -exclamó con molestia Walburga Black al ver a su hija quedarse atrás -. Llegarán tarde.

Adelaide no pudo reclamar nada, solo guardo silencio y intentó apresurar el paso pero el peso que llevaba era mucho para ella sola.

Su hermano menor, Regulus, no dudó
en reducir el paso hasta alcanzarla con el fin de ayudarla hasta que alcanzaron al resto de los Black.

Era lógico que Walburga estuviera molesta. Algo que la familia Black detestaba era la impuntualidad. El tren partía exactamente a las once y ya eran las diez con cuarenta minutos. Si no se daban prisa el tren se iría.

Y para colmo la estación estaba más que infestada de horribles muggles, algo que Walburga y Orion Black odiaban.

Habrían llegado a tiempo si no hubieran habido complicaciones con el equipaje de Sirius, pues había olvidado empacar un par de cosas debido a tanta presión la noche anterior.

Apesar de que hace meses habían planeado a detalle este momento ese
día no podían estar más nerviosos.

Luego de un par de minutos avanzando por los ándenes de la estación la familia Black se detuvó exactamente entre el ánden nueve y el diez.

La mujer de cabellos negros se acercó un poco a sus hijos y comenzó a acomodar el cuello de la camisa de Sirius, haciendo al niño removerse inquieto. Después fue hacía Adelaide y alisó un poco el vestido de cuello que llevaba la pelirroja.

-No se olviden de lo que les dije -comentó su madre terminando de arreglar el moño que llevaba el vestido de Adelaide -. Los quiero alejados de los mestizos y por nada del mundo se atrevan a amistar con un sangre sucia.

Era lo mismo de siempre, el mismo
lema repetitivo y aburrido de siempre. "Mantenganse alejados de los impuros".

Los niños solo musitaron por lo bajo un si con cansancio.

-¿Recuerdan como deben cruzar? -preguntó esta vez Orion mirando a sus dos hijos mayores que solo asintieron.

Adelaide miró en dirección a la pared
y tragó duro. Aquel día no se sentía muy bien, su estomago estaba revuelto por los nervios y la emoción mezclados.

-Parece que esta es la despedida -empezó a decir Sirius como quien no quería mirando a sus padres -. Nos veremos hasta el verano, supongo.

-Te equivocas. En Navidad estarán de regreso -corrigió la mujer de elegantes rasgos incorporandose antes de agregar con una sonrisa -. Toda la familia Black se reunira para celebrar que entraron a Slytherin.

Adelaide solo guardó silencio pero en
su mente comenzó a debatir esa tonta necesidad de quedar en aquella casa.

Slytherin era la casa de la ambición, la astucia y la inteligencia. No era sorpresa que toda su familia quedará ahí, pues sus acciones decían más que suficiente.

Pero ambos hermanos no tenían ni la más minima intención de seguir esas tontas tradiciones familiares. Ellos eran diferentes al resto. Al contrario de su familia nunca sintieron esa necesidad de ser despiadados y altaneros solo por ser de sangre pura.

Con algo de temor Regulus se acercó a sus hermanos, problemente no sabía como actuar así que no dudó a la hora de abalanzarse sobre ellos.

Definitivamente los iba a extrañar.

Para cuando menos lo esperaban los tres hermanitos ya tenían los ojos llorosos.

-Los voy a extrañar muchísimo -confesó Regulus en susurros disfrutando del abrazo que compartían los tres.

-Y nosotros a tí, Reggie -musitó su hermana mayor separandose, sus ojos azules estaban algo cristalizados.

-¿Van a escribirme cartas, cierto? -cuestionó el menor con esperanza para no sentirse tan solo en su hogar.

-Yo no lo haré, esa sera Addy -agregó Sirius con un tono maduro y a causa de eso recibió un codazo en las costillas por parte de su hermana -. Auch, lo haré.

-¿Qué esperan, niños? -interrumpió Walburga viendo con desesperación a su alrededor -. El tren se ira sin ustedes.

La verdad es que en el fondo Adelaide tenía una pizca de fe en que su madre se acercaría y los abrazaría con fuerza no sin antes decirles lo orgullosa que estaba de ellos y lo mucho que los amaba. Pero no, Walburga Black no era de ese tipo.

Así que sin más preambulo ambos
se sostuvieron con fuerza del carrito y corrieron directamente a la pared.

Por alguna extraña razón el golpe que esperaba Addy nunca ocurrió, en su lugar simplemente abrió los ojos y lo que vió la dejó completamente sorprendida.

Jovenes de entre diez años y diescisiete años abordaban el expreso a Hogwarts, todos llevaban consigo su equipaje y por supuesto la que sería su mascota.

Algunos venían de sus vacaciones, listos para otro año más en aquel prestigiando colegio de magia y hechizeria, otros por su parte estaban mas que emocionados por iniciar su primer año. Unas de esas personas eran Sirius y Adelaide Black.

-Bien... aquí vamos -susurró Sirius animandose a seguir antes de acercarse a un vagón de la parte trasera.

Un amable hombre de mediana edad tomó sus equipajes y los guardó en sus debidos lugares.

Adelaide soltó un suspiro de resignación que no paso por desapercibido por su hermano. De los dos ella era la que más asustada se encontraba.

-Eh, no temas -comentó Sirius dandole una sonrisa tranquilizadora antes de apretar suavemente su mano
-. Todo va a salir bien, lo prometo.
















CORNAMENTA

-Mamá tengo que irme -comenzó a decir el niño algo avergonzado por todo el reciente senrimiento de su madre -. Oye, ya estoy grande para las muestras de cariño en público.

-Mi pequeño ya creció -musitó Euphemia con los ojos algo humedecidos y despues dejo otro beso en su mejilla
-. ¿Llevas todas tus cosas? ¿Libros, pergaminos, ropa limpia?

-Por enesíma vez mamá estaré bien -tranquilizó el pelinegro con una sonrisa, tomando sus manos suavemente.

-Lo siento es que nunca había estado apartada de mi niño -contestó ella con suavidad apretando una de sus mejillas con amor -. Antes de irte tienes que prometerme que te portarás bien.

-Mamá...

-Estoy hablando enserio James Potter. No quiero quejas, ¿quedo claro?

Por el tono que estaba utilizando la mujer definitivamente no bromeaba pero acatar aquella orden no iba a
nada fácil para James Potter, despues de todo su vida estaba llena de aventuras.

Justo después de eso el pequeño de redondas gafas empezó a caminar a paso lento a la puerta del vagón pero
fue detenido por su madre.

-¿Y mi beso de despedida?

James rodó los ojos con diversión y corrió de nueva cuenta a los brazos de su madre, que en cuanto lo tuvo con
ella lo abrazó con fuerza y dejó un sinfín se besos en todo su rostro.

Al abrazo se les unió Fleamont, que así como a su esposa él también estaba algo triste por la partida de su único hijo.

Luego de más palabras de amor y ternura por parte de su madre, James recibió también unas de su padre.

-Cuidate mucho hijo mío -susurró dandole un último abrazo, al separarse agregó sutilmente -. Se que no debería decirte esto pero esta en nuestra sangre hacer travesuras, así que divierteté a lo grande y haz muchos amigos. Tu madre y yo te esperaremos pacientes, ahora vete o se te ira el tren.

Después de eso el hombre se puso de pie para revolver con dulzura ese oscuro cabello rebelde que Euphemia nunca pudo controlar. Definitivamente James Potter había heredado todo de su padre.

Y con una sonrisa alegre y unas inmensas ganas de saber que le deparaba el futuro James subió al
tren que lo llevaría al que sería su próximo hogar.


























COLAGUSANO


-¿Qué pasa, hijo?

-Solo creí que él vendría, pero recorde que odia la magia...

Audrey Pettigrew se hincó en una rodilla hasta quedar a la altura del niño y lo miró como solo una madre lo haría.

-No te aflijas por ello, Pete -musitó ella acariciando una de sus mejillas con una calida sonrisa -. ¡Por Merlín, iras a Hogwarts! El mejor colegio de magia.

Pero ni eso logró hacer que la mirada triste del pequeño niño redordete de cabellera rubia y ojos azules se fuera.

-Quiero que sepas que a pesar de todo nunca dejaré de cree en tí -confesó su madre con los ojos algo llorosos y eso pareció llamar la atención del niño -. Estoy muy orgullosa de tí, Peter. Siempre lo he estado, mi pequeño glotón.

Después de decir aquello los pequeños brazitos de Peter Pettigrew envolvieron a la mujer de rubia cabellera e intentó mantenerse firme para no quebrarlo de alguna flrma con sus palabras.

Al separarse ella le sonrió.

-Anda vete ya -sugirió ella tallando con una de sus manos sus ojos, mientras le hacía señas -. A menos que quieras
perder el tren por esta llorona mujer.

-Te quiero -confesó el rubio abrazandola de nuevo.

-Yo te quiero mas -contestó la mujer sintiendo a su hijo alejarse poco a poco de ella.

-¡Dile a Enid que la extrañaré!

Y con eso empezó a alejarse hacia el
tren para abordar, dejando atrás a su madre que orgullosa hacía un ademán con la mano despidiendolo a lo lejos.




























































LUNÁTICO

-N-no estoy seguro de querer ir... no va a salir b-bien...

-Remus llevas diciendo eso hace días
-comentó su madre con una sonrisa, a la vez que acomodaba un poco el cabello castaño ee su hijo -. Tu padre y yo ya hablamos de esto con Dumbledore, todo va a salir bien ya lo veras.

-¿Y si se burlan de mí?

-¿Por qué tendrían que burlarse de tí, cariño?

-Por mis cicatrices -explicó el castaño conteniendo las ganas de llorar -. Todos los niños siempre me ven raro, les doy miedo. Odio mi vida, desearía tener una vida. Poder ser normal como todos.

Tanto Hope como Lyall Lupin se miraron el uno al otro con el rostro melancolico, no había nada que les doliera tanto como lo era escuchar a su hijo de once años decir que odiaba su
vida.

Y eso no podía hacer sentir a Lyall impotente y culpable de que Remus tuviera esa horrible condición con la cual cargaría para el resto de su vida.

-Escuchame bien Remus John Lupin, vas a ir a Hogwarts y se que vas a hacer muchos amigos -comenzó a decir Hope en voz alta, tomandolo por los hombros con suavidad -. El que de verdad es tu amigo va a estar para tí siempre, en tus peores momentos. Van a aceptarte con todo y tu licantropía, porque eso hacen los verdaderos amigos...

-Apoyarte en tus peores momentos
y estar en los mejores -completó Lyall acercandose a su pequeña familia -. Si no quieres ir vamos a entenderte, pero...

-Iré, papá -interrumpió Remus haciendo que ambos padres sonrieran emocionados.

-No te arrepentiras jamás -comentó Lyall con una gran sonrisa dibujada en su rostro -. Hogwarts es un lugar de lo más encantador y mágico. Apuesto que te será fácil conseguir amigos, eres un niño bastante inteligente y amable...

-Y muy apuesto -completó Hope
con una sonrisa poniendose de pie, haciendo al pequeño sonrojarse -. Ya puedo ver a mi niño venir a casa del brazo de una hermosa jovencita en algunos años.

-¡Hope, no le digas eso al niño! -reclamó su esposo intentando no reír ante tal ocurrencia de la castaña -.
Eres muy joven para eso Remus, pero...

-No le digas eso al niño -repitió
Hope imitando la voz del hombre y despues hizo una mueca divertida.

Lyall negó con la cabeza entre risas, contagiando a su hijo quien ante los locos comentarios de sus padres no pudo evitar soltar una caracajada que hizo sonreír a ambos adultos.

-Anda, es hora.

Remus abrazó con fuerza a sus padres, quienes se pusieron a su altura para así sentir su cuerpo entre sus brazos antes de que se fuera por varios meses.

Al separarse Lyall lo miraba con una sonrisa antes de revolverle un poco ese cabello castaño que poseía, haciendolo sonreír sutilmente. Por otro lado Hope rebusco entre sus bolsillos hasta dar con lo que buscaba, un dulce.

-¿Llevas tus chocolates? -preguntó la mujer a hijo quien no dudo a la hora de asentir -. Come esto en el camino y por favor relajate, todo va a salir bien.

De pronto hubo un gran ruido que informaba que el tren partiría en unos cuantos minutos.

-¡Los vere pronto, los amo! -exclamó Remus antes de alejarse de sus padres con dirección a las puertas de un vagón.

-¡Y nosotros tambien te amamos, cariño! -gritó Hope recibiendo un calido abrazo por parte de su esposo.

Con una sonrisa el pequeño Remus Lupin se adentro en el tren. Pero al ver como este estaba atestado de personas su sonrisa se esfumó y en su lugar una sensación de pánico lo envolvió.

Vamos, tienes que ser valiente.

Soltó un suspiro y comenzó a moverse lentamente por el estrecho pasillo en busca de algún compartimiento vacío en el que pudiera instalarse. Pero parecía que todos estaban ocupados.

Estaba tan en su mundo buscando un asiento libre que no se dió cuenta que chocó con alguien hasta que sintió su cuerpo golpear el suelo con dureza.

-¡Fijate por donde vas, idiota! -exclamó un rubio de séptimo grado con molestia, sacudiendose la ropa.

-P-perdón yo no ví p-por donde iba -musitó Remus excusandose con rapidez mientras se ponía de pie temeroso -. P-perdón...

-¿Oyeron? -preguntó el chico con burla a sus dos compañeros entre risas -. P-perdón... Se ve que no sabes con quien estás tratando, pequeño idiota.

Pero ninguno sabía que desde lejos una niña precenciaba la escena y al saber quien era el rubio no dudo en acercarse a defender al pequeño castaño que no hacía nada mas que moverse incomodo.

-¡Dejalo en paz, Lucius!

-Pero miren quien esta aquí -soltó
ese odioso tono burlón tan suyo, sus dos amigos emitieron ruiditos graciosos -. Pequitas, la adoptada de los Black.

-Cállate, Malfoy.

-¡Ay, que miedo! -siguió burlandose
el mayor emitiendo una risa absurda
-. No tienes a tu hermanito para que te defienda esta vez, pecas.

-Dejanos en paz o le diré a Cissy.

Eso pareció calmar a Lucius, quien a pesar de que no lo aparentó lo único que hizo fue poner mala cara y con una seña obligó a sus compañeros a retirarse.

-¿Qué? ¿Te asustó esa mocosa? -escuchó Adelaide que dijo uno de sus matones con burla.

-Cállate y camina, idiota.

Adelaide prestó atención en el grupo
que se daba la vuelta lejos de ellos hasta que notó la presencia del castaño a su lado.

-Gracias p-por defenderme -susurró Remus rápidamente, tenía las mejillas coloreadas de un sútil rosado -. Fuiste muy valiente al defenderme...

-Tranquilo, Lucius es un idiota sin remedio. Siempre molesta a todos y me incluyo -respondió Adelaide dandole una sonrisa genuina antes de extender su mano con amabilidad -. Me llamó Adelaide Black, pero mis amigos me dicen Addy. ¿Y tú eres...

-Remus Lupin, un gusto -musitó de igual manera correspondiendo el saludo formal de la pelirroja, sonriendo.

Un silencio se hizo presente en el lugar como si no hubiera nadie mas que ellos dos en el vagón. Por alguna razón Addy miró atenta sus ojos, cafeses claros cual chocolate. Pero rapidamente se centró en algo más.

-Tienes varias...

-¿Cicatrices? -completó Remus con algo de vergüenza enfocando la mirada en otra cosa que no fuera ella -. Son horribles ya lo sé.

-¿Sabes? Mi hermano dice que las cicatrices son simbolo de fortaleza -comentó la pelirroja jugueteando con aus manos y después mirandolo -. Parece que eres muy fuerte, Remus. ¿Qué te parece si te presentó a unos amigos?

Remus no tuvó opción sabía que la pelirroja no lo dejaría solo así que sin mas se dejó guiar de la mano de ella.

Y aunque lo sabían algo dentro de ellos comenzó a chispear como loco en el momento en que tomaron sus manos.

Definitivamente era el comienzo de la mejor aventura que podría pasarles, una que más adelante sería su pesadilla.


















































































































Creditos a nyktennant <3

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PRÓLOGO LISTO

AHHHH PERO Q EMOCIONADA ESTOOOOOOY :) Se que es cortito el prologo pero ya no podía aguantar las ganas de publicar del fic

Proximamente lo editare como es debido y de paso habra varios detallidos que se le sgregaran.

¿Qué les pareció, eh? Ustedes diganse. Podris decir que asi se conocieron los merodesdores en mi mundo ideal. ¿Y el encuentro de Adelamus? Siento q fue algo cliche pero me gustoo :^

Eso sería todo por hoy, hasta la proxima chicxs. Yo los amodoro

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