OO4. hope

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

OLDER | OO4. ESPERANZA

    Suspiró, dejando aún lado el lapicero junto a la tabla con papeles en la que anteriormente había anotado el inventario que había llegado esa tarde.

Sus orbes se habían desviado a la pequeña ventana que la bodega poseía, observando las gotas de lluvia deslizarse por el cristal. El mal tiempo no era una broma en Forks y eso solo la hizo preocupar por las goteras y moho que se acumularía en el agujero que tenía por habitación.

Pero no tardó mucho en soltar una risa corta cargada de ironía pura, recordando que ahora no tenía que preocuparse por esas pequeñeces. No ahora que vivía bajo un techo que no se vendría abajo por la fuerte lluvia, no ahora que tenía una cálida cama en lugar del sofá con los resortes salidos.

Ahora ya no vivía en un agujero oscuro, y eso la hizo sonreír con cierto disimulo.

En las últimas semanas, se las había arreglado para convencer a Billy de que necesitaba un empleo. Con la excusa de que tenía que tener un ingreso para pagar sus propios caprichos y con la ayuda de su hermano, logró que el mayor aceptará.

Por lo que está semana se halló consiguiendo un empleo en uno de los escasos mini mercados que poseía la Reservación. Y aunque al principio le costó adaptarse, al final agradecía todas las noches hasta quedar dormida.

Realmente nunca fue devota a alguna religión, y nadie podía juzgarla cuando no hace menos de dos meses que se libró del infierno en que vivía gracias a su progenitora.

Meneo la cabeza, olvidando esos amargos recuerdos que seguían atormentadola. No quería arruinar su "nueva vida", no cuando todo lo estaba idealizando como un sueño, una esperanza de ser alguien mejor que la persona que su madre crío.

Un poco más motivada que hace unos segundos, se levantó del taburete con la tabla de notas y el lapicero para continuar con su trabajo.

Así Agnes paso su jornada laboral sin muchos problemas, y antes de que terminara su turno, un grupo de jóvenes arribo el local. Empapados por la reciente lluvia por lo que la fémina los ignoró al pensar que solo estaban de paso para resguardarse del aguacero.

Se concentró en organizar las pequeñas cajas detrás del mostrador, evitando que su curiosidad se enfocará en la plática animada del grupo. Pero no fue hasta que un par de dedos golpetearon sobre el mostrador que Agnes por fin los miró.

El chico, aparentemente de su misma edad, de cabello oscuro y sonrisa que parecía salida de un comercial de pasta dental, miraba a la cobriza con cierta curiosidad. Pues era la primera vez que la veía por el lugar pensando lo que cualquier casanova diría.

"Jamás se olvida a una chica así"

—¿Si? —su voz lo hizo sonreír aún más—. ¿En qué puedo ayudarte?

Agnes paseo su vista del chico, al otro par que se mantenían a su espalda, murmurando entre ellos.

—¿Trabajas aquí?

—¿No es obvio? —se limitó a contestar ante tal pregunta, causando las sonoras carcajadas de los amigos del pelinegro—, ¿Puedo ayudarte en algo? —insistió, suplicando para sus adentros que el contrario no se hubiera ofendido.

Se negaría a quedarse un segundo más lidiando con un cliente molesto después de dar finalizado su turno.

—Sí, mala mía —rio, inclinándose sobre el mostrador—, Pero, podrías darme el rastrillo rasurador de ahí —señalo en excusa, permitiéndose contemplar mas de cerca los rasgos de Agnes.

Quién no dudo en alzar una ceja, fisgoneando sin disimulo alguno el rostro del chico en busca de al menos tres pelos que obviamente él no poseía.

—Si, claro —sonrio, dándose la vuelta para tomar lo pedido y regresando a su lugar sin mucha demora—. ¿Es todo?

El contrario asintió, sacando su billetera.

—¡Angie! —la alegré voz de su hermano interrumpió el ambiente algo incómodo para ella.

—Jake —lo saludó, no sin antes tenderle el cambio y el producto al, coqueto, cliente—. ¿Paso algo?

—No, pero papá sugirió que viniera por ti. Es peligroso andar por las calles húmedas bajo está lluvia —se excusó, posando sus ojos negros en el grupo de chicos que aún se mantenían bromeando entre ellos.

—Ah, esta bien —asintió—. Ya casi termino.

—Yo espero.

—¿Cómo es que conoces a esta señorita, Jake? —se animó a cuestionar uno de ellos luego de un momento.

—Es mi hermana.

El grupo se quedó en silencio, paseando sus ojos entre el recién llegado y la chica que no hacía más que ignorarlos mientras contaba los segundos para finalizar su turno.

—¿Qué?

—Tu hermana, dices...

—Si, mi hermana —el Black se recargo cerca del mostrador, ocultando sus manos dentro de su abrigo—. Así que alejen sus ojos de ella, Paul.

—¿Yo qué? —el mencionado levantó las manos en señal de paz—. No he hecho nada, aún.

Agnes no ocultó su desagrado ante la insinuación, rodando sus orbes dentro de sus cuencas. Esa era la razón por la que no estaba interesada en los chicos de su edad, los consideraba infantiles e inmaduros.

—Si me disculpan, ya estamos por cerrar y la lluvia parece haber disminuido —suspiró—, Serían tan amables de retirarse, gracias —finalizo sin darles oportunidad de reprochar.

Jacob los observó caminar hasta la salida con una mirada de burla. Pero al contrario de otros encuentros entre ellos, el grupo lo dejo pasar sin mayor problema.

—¿Todos los chicos de aquí son así? —sus ojos se desviaron ahora a la figura de su hermana moviéndose detrás del mostrador.

—La mayoría —se encogió de hombros, restándole importancia—. Mañana por la tarde saldremos a visitar al amigo de papá, ¿vendrás con nosotros?

La cobriza lo pensó, había rechazado cortésmente todas las salidas familiares hasta la fecha, pues aún se sentía ajena a ellos. Pero creyendo que este sería un gran paso en la convivencia con los Black, asintió.

—Si, mañana es mi día libre.

—Genial, así me ayudarás con la otra camioneta —sonrio de oreja a oreja.

—¿La que estabas reparando no hace mucho?

—Si, esa —asintió, ayudándola a terminar de acomodar algunas cosas antes de cerrar el mini super—. El amigo de papá la compro como un regalo de bienvenida a su hija, Bella, pronto la conocerás.

—Bien, bien —le regreso el gesto con él humor recobrado—. Terminé, vamos a casa...

Su pecho se torno cálido ante aquellas simples palabras que se escaparon de sus labios. Aún no se acostumbraba a esa clase de sentimientos, pero conociendo que no era algo negativo, hacia a su conciencia callar ante los posibles pensamientos que siempre estaban para recordarle que nada duraba para siempre.

Que la felicidad que tenía ahora, podía a llegar a ser efímera.

—Papá nos espera con la cena.

Pero, qué más daba. Trataría de disfrutar lo que le ofrecían antes de que la magia se acabará.

—Vamos a casa... —susurro.





     A la mañana siguiente se encontraba de camino a la casa del mejor amigo de Billy, quién la guiaba entre las calles hasta llegar a su destino.

—Llegamos —anunció el mayor luego de que Agnes apagará el motor de la camioneta.

—¿Tardaremos mucho? —cuestionó, mirando por el espejo retrovisor a Jacob estacionar la camioneta roja detras de ellos.

—No creo —le sonrió, estirando la mano hasta tocar el claxon en un claro aviso hacia su amigo de que estaban ahí—. ¿Tienes algún pendiente?

—No, solo preguntaba —dijo, ayudando a su hermano a bajar la silla de ruedas y acomodar a su padre en ella.

—¡Entrega especial!

La puerta no tardó en abrirse de par en par pero Agnes estaba demasiado ocupada empujando la silla de ruedas por la húmeda banqueta como para mirar al hombre que venía en su dirección.

—Los oí venir desde lejos —Agnes sintió sus músculos tensarse ante aquella voz.

—Gustoso de vernos —bromeo su padre—. Pero bueno, te presento a mi hija, Agnes.

La susodicha nunca se sintió tan avergonzada como ahora, por lo que con una gran lentitud, levantó su cabeza hasta que sus ojos dieron con el hombre frente a ella.

—Agnes, él es Charlie, mi mejor amigo—el Swan de igual manera, la miro estupefacto.

Estaba jodida, completamente jodida.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro