𝗨𝖭

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HeeSeung miraba por la ventana una vez más, la lluvia estaba empapando todo nuevamente. Suspiró y se sentó en el sofá, dispuesto a buscar alguna serie o película para pasar el día. Hace días que llovía, de vez en vez se detenía un poco pero luego de unos minutos volvía a empapar todo. Claramente a HeeSeung no le agradaba mucho el hecho de que lloviese y no pudiese hacer absolutamente nada.

En un comienzo sus planes eran estar en el sofá y ver algo en la tv hasta que la lluvia decidiera detenerse o al menos dejara de escucharse. Bufó en cuanto el timbre sonó, y nuevamente sus planes eran arruinados por quien sea que tocaba el timbre. En cuanto abrió la puerta puedo ver allí parado a Jay con un par de gotas de lluvia resbalando por su cabello, se sorprendió al ver al menor allí, sobre todo con la lluvia que había.

— Jay, ¿qué haces afuera? —Lo jaló hacia el interior de la casa— Te puedes enfermar —El más alto rió

— Hola a ti también Seung, y sí, también me encuentro bien —El mayor rió y se dirigió en busca de una toalla para el menor. No quería que se enfermara por caminar debajo de la fea lluvia

En cuanto volvió, vio a Jay volver a abrir la puerta. Haciendo que lo mirará confundido, se suponía que si se adentraba a la casa no volvería a salir para volver a mojarse.

— Jay, no salgas —Se acercó y lo tomó del brazo

Jay lo jalo del brazo y lo acerco a él, abrazándolo, para luego volver a abrir la puerta

— Irá conmigo hyung, ¿o le teme a la lluvia? —Rió

— No le temo a la lluvia, sólo no me gusta —Acerco su mano al brazo del más alto, para que lo soltara, algo que no pasó. Jay sólo lo abrazo y salió afuera.

HeeSeung demoró unos pocos segundos en darse cuenta que ya no estaba en el interior de su casa, sino afuera y que estaba siendo mojado por la lluvia mientras era abrazado por Jay. Ya no le agradaba esto.

— ¡Park! —Se quejó el mayor, haciendo reír a Jay quien aún lo sostenía y se negaba a soltarlo. HeeSeung bufó

— Deje de quejarse y cierre los ojos —HeeSeung suspiró e hizo lo que el americano le dijo.

Cerró sus ojos, y todo se sintió diferente. Oía la lluvia, como la lluvia caía sobre el suelo, los árboles y el techo. Oía el pasar de algunos autos y un par de pájaros cantar. Y sentía un calor que nunca antes había sentido, un calor que sabía que se lo proporcionaba el menor, mediante el abrazo que el más alto se negaba a romper.

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