Capítulo once

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"Corrí toda la noche y todo el día. No pude escapar" I Ran (So far Away), A flock of seagulls.

Tanto Wendy como Irene, su pareja, se habían vuelto una especie de madres para el omega en cuestión de cuatro semanas. Para no estar solo en casa los días en que Jisoo tenía su agenda llena de cosas por hacer, YoonGi se quedaba en la casa de sus vecinas. Eran dos mujeres locas, en el buen sentido, que alegraban el corazón del menor.

Jisoo sabía de su amistad, pues el omega le había contados sobre ellas, y aunque la alfa no tenía una buena relación con las mujeres, le gustaba que su esposo estuviera cómodo y pudiera pasarla bien con su compañía.

Esa mañana, Irene apareció en la puerta de la casa para invitarle a desayunar en una confitería de la ciudad. El omega aceptó sin dudarlo, aunque tenía pereza de cambiarse para salir, las mujeres tenían auto por lo que se ahorraría el caminar. Se había vestido con algo simple, un jean tipo oversized con bolsillos grandes, una playera de color blanco y un camisaco en tonos grises con unas converse bajas en los pies. Ligero y cómodo.

Las mujeres lo llenaron de cumplidos al verle, avergonzandolo, pero YoonGi muy por dentro, aceptaba que se veía bonito.

El lugar donde tomarían el desayuno quedaba a unos quince minutos de las casas. Estaba bastante retirado de los lugares que el chico que con frecuencia visitaba, o quizá se debía a que casi nunca salía a ningún lado en específico.
Los tres bajaron del coche y cruzaron la calle, el omega se quedó unos segundos observando la fachada del local: era precioso. Tenía dos ventanales enormes y arreglos florales en la entrada, las paredes marrones le daban el toque vintage, pero nada se comparaba a estar dentro. El piso era de madera, había un acuario cilíndrico en medio, y al final de la sala, una enorme biblioteca. Las mesas tenían un mantel blanco, delicado, y las sillas se parecían a aquellas que en las películas de princesas podían verse.

YoonGi estaba fascinado, y Wendy se reía al mirarle.

—Eres muy tierno, omega—la mujer lo abrazó por los hombros, empujándolo para que dejara de observar los peces y se sentara con ella e Irene en una mesa—. ¿Qué vas a pedir, YoonGi?

—¡Yo invito!—anunció la omega—, pero solo a YoonGi.

El peli-negro se rió, negando con la cabeza. Pero antes de que él pudiera decir algo, Wendy protestó.

—¡Eso es injusto, yo soy tu novia!

—¿Y eso qué? Vives conmigo, ¡él no!—dicho lo último, tomó la mano del menor por sobre la mesa, para mirar con cara de "perrito mojado" a su novia.

—Yah~ dejen de pelear, si quieren, me voy a vivir con ustedes—bromeó.

La sonrisa en el rostro de la peli-roja, le hizo sentir feliz. Era extraño para el omega, por que cada cosa que ellas hacían, le provocaba una inmensa felicidad en el pecho. No sabría cómo explicarlo, si alguna vez tuviera que hacerlo.

Cuando la mesera llegó, cada quién hizo su pedido. Sin embargo, Sunhee le ayudó al otro omega a escoger, ya que era la primera vez del chico en el lugar y los nombres de los distintos desayunos eran otros a los comunes.

—YoonGi-ah, yo... Quería preguntarte algo—Wendy no lo miraba a los ojos—, sé que no debería, pero... ¿sabes algo sobre los vientres de alquiler?

Hubiera esperado cualquier pregunta, pero jamás se le abría cruzado aquella por la mente.


Dejó caer el cigarro al suelo y con el pie lo restregó para asegurarse de que estaba totalmente apagado. No acostumbraba a fumar, rara vez lo hacía, pero cuando se sentía estresado prendía uno. Sentía que la nicotina que entraba a sus sistema le ayudaba a calmar sus pensamientos, aunque sabía que eso era solo una mentira que se decía a sí mismo.

Habían pasado cuatro semanas enteras desde que no pisaba su casa, y por el momento no quería regresar. Sin embargo, tampoco quería estar en el lugar en que se encontraba. Se sentía agobiado con la presencia de esa omega con voz chillona.

Su amiga Dahyun era una omega físicamente hermosa, con bonitas curvas, y si bien algunas veces habían pasado los límites de la amistad, él la consideraba solo eso. Su amiga. Pero ella, por el contrario, se imaginaba una vida entera a su lado con veinte hijos y tres perros. Le había dejado en claro que él no quería una relación sería, mucho menos con ella, o con una mujer. Dahyun cada vez que hablaba sobre el tema parecía tener en claro eso, pero el alfa no creía que eso fuera así, aunque incontables veces le había repetido que él no estaba enamorado de nadie, ni lo iba a estar jamás.

No había una razón para eso, y en el caso de que sí, fingía demencia.

Su lema era simplemente "vivir el momento sin importar lo que pase después". Lo aplicaba para todo, y le funcionaba. Al menos, la mayoría de las veces.

Pero él... Había vivido el momento, y las consecuencias le estaban retumbando en la cabeza. No era arrepentimiento ni miedo, era una necesidad inexplicable de repetir los sucesos.

Y necesitaba una respuesta de por qué. ¿Qué mierda le pasaba por la cabeza al echarlo de su propia casa con esos argumentos estúpidos? Esa era su personalidad, ese era Park Jimin. Un idiota que solo vive el momento y le valen los demás. YoonGi lo sabía desde el primer momento, no podía exigirle otra cosa.

—Jiminie oppa, ¿qué haces?—la adormilada voz de Dahyun le hizo voltear. Llevaba puesto un camisón rosa con encaje, largo hasta las rodillas, y en los pies solo unas pantuflas amarillas.

El alfa apoyó las manos en la baranda del balcón, volviendo a mirar el horizonte. 

—Solo estaba pensando cosas. Nada importante—murmuró lo último. Se dió media vuelta y caminó hasta la puerta-ventana, tocando a penas la cintura de la chica—, ¿tu madre puede llevarme a mí casa?

—¿Ya quieres irte?—preguntó con repentina tristeza—, oppa...

—Quiero hablar con mi madre, y tengo que ir hasta mí otra casa—suspiró, pasando de la chica. Tomó su abrigo del perchero, y siguió caminando hasta el pasillo, dejando atrás a la omega que lo único que estaba intentando desde hace día y medio era llevarlo a la cama. Para su suerte, la señora Lee estaba descolgando la llave de su coche del gancho para las llaves—. Señora Lee, lléveme con usted—rogó—, por favor.

La mujer le dió una mirada rápida, y sonrió mientras asentía.

—Por su puesto, yo tampoco soporto a Dahyun cuando se pone insistente—bromeó, por que ella conocía al rubio así como conocía a su propia hija.

Jimin solo le sonrió, agradeciéndole con la mirada el ayudarle a huir.

Jimin huye de todos lados cuando las cosas no son a su conveniencia 🚩🚩🚩 pero digamos que soy daltónico y las veo verde.

Wendy e Irene son ellas dos:


Nos leemos el sábado, cuídense 💙🧡

©ʏᴏᴏɴɴɪᴇxᴊɪᴍɪɴɪᴇ5🐛

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