❨🎽❩▕♯O4 ❛Chupón❜

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『¹•✎ Escrito original. Canon.
『²•✎ Advertencias extra: ninguna.
『³•✎ Sinopsis: Con lo tremendamente distraída que es Zoney, no es de extrañar el problema en la lavandería y el que todos los uniformes estén disparejos, de hecho, para Zhadow es la mejor vista que pueda tener en el trabajo.
『⁴•✎ 4440 palabras.

—¿En serio... debemos usar esto, señor? —la voz del camaleón sonaba aguda y cohibida, luchando por arremangar su uniforme de diario porque el especializado para su entrenamiento era un caso perdido.

—A menos que quieras entrenar con pijama, en traje de baño o desnudo, sí, lo usarás.

Literalmente todos los del escuadrón al mando del comandante de la capital estaban luchando con su ropa, ¿razón? Su hermosa y súper atenta (nótese el sarcasmo) cadete principiante, Zoney, fue la encargada del área de lavado como todos los principiantes que recién iniciaban, esto para fomentarles que el trabajo comunitario se empezaba con tareas tan simples como el de sincronizar las lavadoras y secadoras para limpiar los uniformes sucios que salían cada viernes por la noche para que el domingo por la tarde ya estuviesen listos y entregados a cada uno; pero, ¡sorpresa! La chica se quedó tan impresionada con la grandeza del cuartel que en vez de prestarle atención a las tallas, colores y medidas a tomar en cuenta, decidió revolver la ropa como sea y acabar rápido para que su jefecito viese lo increíblemente rápida que era y elogiarla ante sus pesados compañeros.

Obviamente fue todo lo contrario cuando cada oficial recibió su traje supuestamente limpio y listo para usar.

Luego del sermón nada corto y poco indulgente que le dio el comandante, la pobre gatita moría de vergüenza ante los soldados de élite que en vez de verse imponentes, serios y preparados para morir en cualquier momento por mantener el orden multiversal, se vieran como bufones con botargas o strippers con ropa ajustada y corta; Zector por ejemplo, rompió la mini blusa y saco que se supone era de su talla perfectamente calculada y ahora apenas si lograba conservar el resto de tela que se asemejaban a sus pantalones, Zamy y Zally ni se dignaron en ponerse esos harapos espantosos, así que optaron por usar camisetas y shorts deportivos casuales en vez de la ropa especializada, Zespio apenas si veía y caminaba con su ropa que le quedaba del doble de su tamaño, por más que la doblará o la pegará con grapas, está seguía haciéndole estorbo, Zilver estaba bien, solo le quedaba un poco ajustado pero nada más, Znuckles ni se apareció por la vergüenza de usar algo como lencería; Zhadow y Zouge miraban a todos quejarse y lloriquear desde el fondo, eran de otro distrito, así que su ropa la llevaban personalmente a una tintorería y no tuvieron ningún problema.

Zonic se frotó el entrecejo con una vena a punto de estallarle en la sien, harto de las quejas estúpidas e infantiles que sus hombres seguían y seguían haciendo. Bramó harto, consiguiendo que todos se quedarán en silencio en espera de su palabra—. Escuchen, esto es incómodo, por supuesto, pero lo tomarán como parte del entrenamiento. A veces la ropa no estará disponible con etiquetas y tallas personalizadas, así que tendrán que acoplarse a lo que encuentren. Por hoy entrenarán y acudirán a sus misiones con el uniforme que tengan, mañana solucionaremos el problema y mientras tanto, las actividades aquí no se retrasan, ¿Entendido?

Luego de un coro fuerte de "¡Sí señor!" y el dispersamiento de los oficiales para dar inicio al calentamiento matutino, la joven murciélago dejó a un lado su malteada para dignarse en ver a su amigo que veía atento las acciones de su pareja, ella sonrió con el afán de molestarlo un poco—. ¿Así que, nada qué mencionar acerca de la ropa de tu limoncito, Zhad?

En realidad, el moreno estaba muy lúcido e interesado en eso, porque las prendas de Zonic tampoco se salvaron; su camiseta se volvió tan corta casi como un top femenino que apenas y le cubría por debajo de sus rosados pezones dejando al descubierto todo su torso y cintura, y su pantalón holgado se transformó en un pantaloncillo corto y ajustado que estaba por encima de sus rodillas; sonrió inconsciente como respuesta a su amiga que lo captó de inmediato, pero también el hecho de que su sonrisa se haya desvanecido tan rápido como llegó.

Lo peor de todo es que la figura de su novio estaba tan expuesta a decenas de ojos, literalmente; la ausencia de pectorales marcados o el vello característico de los erizo macho dejaba desprotegido y demasiado visible un pecho plano y suavecito, su piel azul y durazno combinados para presumir su blandura y que cualquiera la apreciara, un poco más y sus pequeñas y adorables tetillas fuesen exhibidas en público, sus piernas bien formadas y carnosas simplemente se contornearon con el pedazo de tela que se ajustaba de sobre manera para ver los muslos azules pegarse a ella y ese culo redondo y firme estar bien acentuado. Por supuesto que veía a su novio con estelas de corazón en los ojos, admirando no solo su apetitoso cuerpo sino también como controlaba a un ganado de niñas llorando con su postura impecable.

Pero eso no significaba que matará con la mirada a medio escuadrón por el simple hecho de voltear hacia donde su pareja.

Mordió la pajilla tenso cuando tocaba el enfrentamiento personal, primero se hacía con parejas aleatorias y luego cada uno iba por su dosis de "paliza asegurada" con el jefe; no hubo problemas en la primera fase, Zonic observaba y corregía a las parejas en fallos y posibles ataques o contraataques que serían más útiles.

El problema llegó en la parte individual.

Obviamente el erizo estaba como siempre sin detenerse a pensar en que el uniforme sí era necesario para mantener la concentración de sus hombres; pasó el primero, un lobo rojizo que temblaba al ser empujado por sus compañeros hacia la alfombrilla rectangularmente amplia y cómoda para los pies descalzos, tragó grueso cuando el erizo le dio las indicaciones de lo que tenía que hacer y cuando flexionó sus músculos y postura dispuesto a matarlo con un golpe, el chico tembló por vergüenza propia al tener el uniforme disparejo y el de su jefe demasiado... revelador, lo imitó a medias sin concentrarse lo suficiente con la cara ardiendo y sudando sin razón, y en un parpadeo aulló, pero de dolor al caerse de bruces por una simple barrida, Zonic lo envió a la enfermería inmediatamente temiendo que su nariz estuviera hecha pedazos; el siguiente fue Zilver, en realidad eran amigos así que no hubo incomodidad, quedaron empatados y sin disputa; el siguiente fue Zespio, que más que ver a su jefe tropezó con el ruedo de su pantalón y cayó de espaldas casi fracturándosela.

Uno a uno así pasaron, o se caían sin razón, o lo miraban y se sonrojaban, o por sus burlas fuera de lugar se llevaban más de alguna parte del cuerpo lesionada. El cían se sacudió las manos viendo al séquito (o al menos los que no fueron a la enfermería) tirados en el suelo agotados y balbuceando que por fin terminaran.

—Por Chaos... Hoy están más inútiles que de costumbre —suspiró para sí mismo, se dio la vuelta para buscar algo que ayudase en el entrenamiento como medida suplente.

Su mente no tenía nada de pensamientos de insinuación, simplemente dobló el cuerpo y se agachó para buscar en la parte baja de la estantería materiales de apoyo o algún utensilio, absorto que detrás de él habían unos hombres ya mayores y veteranos en el cuartel que se le quedaron viendo la parte de la espalda hacia abajo, riendo bajo y haciendo chistes poco agradables de oír; los más cercanos al jefe, Zespio y Zector, estaban casi a la par de ellos y su indignación creció al punto de querer callarlos y defender el honor de su jefecito, claro que no llegaron a decir nada cuando un pequeño destello atravesó la sala y perforó la pared, todo el grupo se quedó en silencio y miraron hacia el lado derecho; la forma de vida perfecta tenía una sonrisa larga y macabra, sus ojos resplandeciendo amenazantes con el dedo índice en dirección al muro, si volvía a escuchar algo sucio o denigrante hacia su novio, quienes terminarían pulverizados serían otros, Zouge levantó el pulgar dándole ánimos mientras terminaba su bebida. Ese trío molesto se levantó inmediatamente y sin decir ninguna palabra salieron de la pieza, tan atemorizados que se les olvidó rendirle cuentas al superior que recién notó la situación.

—¡Oigan, todavía falta para terminar-! —y ellos escaparon sin importarles algo, el cían se frotó la cara hastiado seguido de maldiciones bajas, volteó al lado donde sus muchachos veían rígidos, nada más estaba su novio saludándolo con cara totalmente sonriente y hasta angelical y una Zouge imperturbable; no sospechó nada y continuó con otra metodología, el chico traía consigo espadas de esgrima comunes y ordinarias, no los típicos sables de luz—. Esto no los matará, pero si pierden la concentración de nuevo, estoy seguro de que sentirán más que una heridita.

Todos accedieron a intentar algo nuevo; volvieron a pasar en el mismo orden de los que aún quedaban y era un duelo de espadas simple, Zonic les ganó con poco esfuerzo, siendo el más hábil en cuanto a combates con armas similares lo que le dio ventaja y al menos sacó de su zona de confort; suspiró resignado viendo que faltaba poco menos de media hora y todos yacían perdidos y sin motivación. Zhadow, habiéndose asegurado de que nadie estaba viendo con otros ojos a su pareja decidió levantarse y caminar sutilmente, despidiendo a su amiga que regresó a la oficina a seguir con las citas programadas; llegó al centro de la alfombra sosteniendo los hombros tensos del guía y hacerlo muy despacio a un lado, no sin antes darle una sonrisa confiada y tranquila.

—Voy a ayudarte, solo están siendo niños caprichosos que necesitan disciplina —aseguró volviéndolos a llamar uno por uno, en vez de simplemente atacar leve o darle lecciones más avanzadas, literalmente les dio una paliza que incluso sus huesos se escucharon cuando tronaban o se reacomodaban y la carne de sus músculos chocar contra alguna superficie; al cabo de pocos minutos ya no había nadie en pie y más siendo atendidos en la enfermería, se sacudió las manos y giró hacia al azul que echaba chispas de coraje—. Ups.

—Era practicar y simular un combate real, no matarlos, idiota —gruñó ayudando a la última chica a sentarse correctamente contra sus demás compañeros y tomar aire que buena falta les hacía, ninguno se atrevió a verlo y agradecerle de la forma correcta puesto que aún lograban sentir la pesada mirada de acero del azabache.

Bufó cruzándose de brazos y haciendo un mohín irritado porque toda la atención de su pareja estuviera en los llorones esos, fastidiado por la idea de ser vetado de la sala y perderse la bonita vista que tenía; en eso sin querer se topó con el mini pasillo al final de la pieza, en él estaban los baños y un cuarto de almacenamiento, sus ojos brillaron y sonrió volviendo a ver al azul y señalar diligentemente hacia el pasadizo—. ¿Y si vamos a buscar algo para que se motiven? Qué sé yo, ¿un premio? En vista de que son tan flojos como su ropa tal vez necesiten algo más.

Los ojos esmeralda lo vieron a él y regresaron con el equipo, a él, y a su equipo; alzó los hombros no encontrando nada malo y una simple petición que incluso podría parecer como un respiro, y de paso quizás buscar un café—. Supongo, igual será rápido. Mientras tanto recuperen fuerzas, al menos para la última ronda antes de que terminemos el entrenamiento.

Los Cops asintieron desmoronándose unos sobre otros al estar tan exhaustos rezando porque el par de erizos no regresará hasta que pudiesen pararse nuevamente; Zhadow lo guió y ocupaba la delantera silbando despreocupado, dejando a la vista su faceta más transparente posible para despistar al cían y que pasaran de lado de los baños hasta la habitación poco concurrida y abandonada. El cerúleo se mordió la lengua durante todo el trayecto sin atreverse a obstruir los planes de su novio, bastó con analizar sus manos intranquilas y sus gestos cambiantes para saber que había algo escondido todavía.

En realidad, él podría ser muchas cosas... pero no estúpido y no estaban ahí por buscar algo útil, o al menos no para los demás.

—¿Así que buscar algo, eh? —se burló cuando la puerta fue abierta y las luces encendidas, se adentró con las manos detrás de la espalda paseándose con doble intención frente al cuerpo contrario, solo pasos largos y firmes para contonear su figura, y con eso era suficiente para que el erizo de ébano cayera rendido ante él y su máscara de supuesto altruismo destronarse; no fingió impresión cuando dos manos bicolor le detuvieron en seco y le hicieron girar hacia atrás para caer en un par de labios que lo esperaban bastante impacientes, reprimió una risa cuando una de ellas se ajustó en su pequeña cintura y la otra en el mentón teniendo que pararse de puntillas para rozar y besar su nariz de piquito, ensanchando la sonrisa cuando los mofletes chocolate se pintaron de un rojo demasiado atractivo—. ¿Un premio para ellos, o para ti? —los ojos carmín se desviaron cuando la diestra clara acarició su manzana de Adán— ¿hay algo que te haya llamado la atención tanto para distraerme de mi trabajo?

—¿En serio necesito motivos para querer estar con mi novio? —inquirió besando la frente azul y luego levantarlo tan fácil como si el peso fuese una ilusión, las piernas atléticas enrollándose en su cuerpo y los brazos de fideo colgando sin necesidad de agarrarse por tener la certeza de que no caería; había un armario cerca, ocupado prontamente para presionar la espalda recta que no se quejó por el movimiento imprevisto, el azabache recargó su barbilla en su hombro—. Si te digo que no, ¿me creerías?

—Ambos sabemos que a ese "no" le gusta jugar en sentido contradictorio.

Sonrió apacible, acurrucando su cabeza en ese pequeño espacio mientras su cadera hacía una ligera fricción hacia adelante, su pantalón de tela tocando los pantaloncillos cortos y ajustados que incluso estaban aún más apegados por la transpiración del entrenamiento; besó todo a su alcance con las manos explorando cada centímetro del cuerpo esbelto apresado contra el suyo, alabando el rasgo más insignificante que fuera sabiendo que eso le encantaba secretamente a su amante—. Quizá así sea, quién sabe.

Negó agraciado sin haberse movido, pudo sentir toques desde su espalda hasta más abajo y no precisamente inocentes, incluso cuando su cola fue acariciada levemente reprimió un suspiro gustoso y tomó por los hombros al otro, alejándolo despacio—. No, ahora no —ante la cara confundida y hasta algo preocupada se apresuró a continuar— tengo que regresar con ellos, todavía no acabamos. Estoy en mi turno.

Los labios canela se moldearon en disgusto antes de chasquear la lengua como restándole importancia, tampoco es como si esa fuera su prioridad en ese momento—. Estarán bien. O al menos lo suficientemente cansados como para intentar hacer algo.

Irritado, los ojos verdes se desviaron hacia el reloj de pared, en realidad le quedaban como quince minutos todavía, pero para molestar a su novio quería que éste se abrumara, por lo que alzó los hombros indiferente y toqueteó—. Entonces haz lo que puedas, tienes suficiente tiempo.

Por supuesto, su novio estaba totalmente dispuesto a tener un polvo rápido con él, pero con ese tono rezongón y la cara de egocentrismo se le ocurrió mejor aplazar lo inevitable, negando suavemente cuando su diestra de detuvo en la orilla de los pantalones cortos ya no con la intención de bajárselos de tirón; Zhadow sonrió para sí mismo besando de nueva cuenta el hombro celeste con tanta ternura y cuidado, claro que provocó un efecto de relajación y mansedad casi al instante que en vez de ser positivo y romántico, terminó por ser una perfecta distracción. El peli-azul se sobresaltó cuando una dentadura terriblemente fuerte y pulcra se insertó en su clavícula, perforando la piel sin tregua hasta ver gotas y luego hilos de sangre resbalar perezosas hasta manchar por debajo, quiso empujarlo y en cambió recibió otro mordisco de la misma magnitud en su hombro derecho.

—¡O-oye! —reclamó con el dolor leve en sus heridas— ¡no hagas eso, idiota, no me gusta que me muerdas!

—Dijiste que hiciera lo que pudiera, y tengo suficiente tiempo, ¿no? Bueno, haré algo corto —musitó risueño, limpiando las gotas rojas con su propia lengua y saborear el tenue sabor de la sangre caliente; acarició su cintura y llevó las manos a realzar el pecho y abdomen planos y de un bonito color durazno, bamboleando los músculos que se contraían ante esos toques de sus manos frías.

—Oh no, no me refería a que hicieras tus locuras sobre mí, así que no- ¡Ey! —chilló agudo cuando el nuevo blanco fue su cuello, primero apareció un hematoma, el hermano mayor de muchos otros que se le impregnaron en el pelaje azul—, ¡hablo en serio, no dejes marcas! ¡Además, si Zails las mira se volverá loco-! ¡Ay! ¡Idiota, no lo hagas tan duro, ouch!

Zhadow lo ignoró deliberadamente, volviendo a hacer presión entre sus labios y la carne hasta dejar morada esa zona, sabía que no eran muy del agrado esas marcas físicas y exhibitorias, pero no quitaba el hecho de que muy, muy en el fondo le gustaba ser marcado así, o era su instinto de posesividad lo que hablaba, quizás... En cuanto a Zails, meh, su preocupación médica de que los chupones eran perjudiciales a largo plazo para la salud podían quedar en segundo plano, de cualquier forma no es como si hicieran esto a diario, solo cuando deseaban molestarse mutuamente, como ahora; el erizo trató de volverlo a empujar, incluso desató el agarre de sus piernas y colgarse sin soporte, Zhadow le sujetó la cadera y la volvió a apegar a su cuerpo mientras se desprendía de su cuello.

—Solo mírate... tu cuerpo grita que eres mío, tan bonito y marcado, tan hermoso y lleno de mí~ —canturreó con saliva desbordando de su belfo inferior, apreció con orgullo a una piel de radiante azul cielo estar opacada por manchas violetas, rojas y de constante cambio de color, además de dos mordiscos más notorios en su clavícula y hombro.

—Eres un loco, ¿si recuerdas que tengo una reputación que mantener, verdad? —gruñó fastidiado, sobando por dónde el ardor y picor aún seguían latentes.

—Al diablo, la opinión de unos simples mortales no va a detener que marque a mi futuro esposo.

Esta vez su lengua se deslizó desde el mentón hasta chocar contra el pliegue superior de la camiseta negra, la tela flexible y cómoda tan acortada a como realmente es pareciendo un simple trapo que ocultaba a duras penas dos botoncitos rosas; el ónix se saltó hasta la esquina inferior, levantando sutilmente el ropaje que estorbaba y ver dos abultamientos casi imperceptibles subir y bajar según la respiración de su dueño, primero fue suave, bañándolos en saliva y masajearlos con cuidado, antes de ir más brusco y guiar sus famélicos dedos a apretar su pezón izquierdo y jalárselo, su mano restante seguía ocupada cuidando el soporte en la cadera azul y de paso juguetear con una colita inquieta, y su boca pasó a atender la parte derecha.

El cían llevó sus manos para taparse la boca antes de que gimiese extasiado, pasos muy bajos se escucharon a la par que se dirigían a la puerta del baño, y las paredes del lugar no es como si fuesen restringentes de ruido; el moreno sonrió internamente, también había oído algo y otros más se acercaron, la puerta tenía seguro y no había porque preocuparse, pero su amor estaba tan inquieto que le causaba gracia; ahora que lo veía mejor, su piel pálida creaba un hermoso contraste con el sonrojo carmesí que le adornaba el rostro, sus ojos cerrados fuertemente con las manos irrumpiendo sus melodiosos jadeos. Eh. No era un secreto que ellos salían desde hace años, ¿qué importaba ser escuchados? Quitó las manos melocotón llevándolas por encima de su cabeza y luego succionó con fuerza una de sus tetillas dejándola bien rojita, obtuvo un gritillo sorpresivo y un "¡Ah~!" que incluso espantó a las otras presencias. Rió por lo bajo al notar su expresión de vergüenza pura luego de recomponerse de ese chupetón.

—¡Ey~! —volvió a gemir cuando el gemelo de su pezón también se llevó una marca fuerte, para ese entonces ya tenía sus tetillas con dos chupones re visibles, y el resto del pelaje durazno igual de marcado que su cuello, tenía un camino desde por debajo de su mentón hasta casi su vientre. No podría estar más avergonzado.

—Fue algo sencillo y rápido, después de todo —mencionó al romper un hilo de saliva que conectaba con su pecho, por supuesto, vio su obra con aires de suficiencia y orgullo, y de paso las manos melocotón intentando zafarse con el fin no solo de apartarlo sino también cubrir su torso desnudo, sonrió socarrón—, como si fuera la primera vez que te veo así.

—Cállate —gruñó por lo bajo, poco a poco sintió el abandono del cuerpo contrario y terminó sosteniéndose únicamente de la pared para no caer, sintiendo las piernas como gelatina y una molestia incómoda en su ingle, tuvo que respirar profundo varias veces para tratar de evadirla y, bueno, quizás que volviera a la normalidad, pues ahora no tenía tiempo de atenderse correctamente y el reloj no ayudaba mucho—, demonios, ya voy tarde. Ahg, tú siempre estás siendo un fastidioso.

—Perdón~ —además de darle un piquito tierno, le tendió una gabardina cercana para que se cubriera al salir; a él no le agradaba, quería que todos viesen los vestigios que le hizo y presumiera como algo inalcanzable, pero también reconocía que era imposible que eso pasara y entonces no quedaba de otra más que resignarse, el fin, las decisiones de Zonic.

—Idiota —una risita suave y el otro salió, dándole tiempo para que se pusiera a medias la ropa y saliera para ver a su equipo.

—Cómo que ya se tardaron, ¿no? —preguntó en voz baja la ardilla hacia sus demás compañeros, Zilver asintió sin quitar la mirada de su móvil y perder la concentración en su juego de autos digitales.

—Tú sabes, sería un milagro y algo que recordaremos hasta que envejezcamos si Zhadow logra retrasarlo lo suficiente antes de la hora de salida. Ja, imagínense que Zonic no nos dé el permiso para irnos aunque ya se haya acabado el tiempo, ¡Usaremos eso para tacharle su impecable récord de líder autoritario y aguafiestas que es! —apoyó Zamy, sus dedos bailando en el suelo en espera de que los dos minutos pasarán rápido y hasta tomarle captura al reloj y la cámara en evidencia de que su increíble y siempre puntual líder, por una vez, se ausentó en la mitad del entrenamiento y no volvió a tiempo.

Un minuto. Ahora todos estaban ahí agrupados cerca del cronómetro festejando por anticipado el fallo de su líder y cómo lo usarían a su favor, casi gritaban cuando la cuenta llegó a diez y no había rastros del azul. Nueve, ocho, siete, seis, cinco...

—Oigan, ¿qué están haciendo ahí? —sería mentira que hasta el más fuerte se quedó callado, pues todos pegaron un respingo al escuchar la voz de detrás de sus espaldas y la figura del erizo parecer molesta por esa actitud infantil; bueno, tampoco es como si su ropa ayudase, por la gabardina apenas y ajustada correctamente a su cuerpo esbelto por la prisa con que fue puesta; Zonic gruñó negando la cabeza y al mismo tiempo borrar cualquier indicio de su sonrojado rostro, apretó las piernas disimuladamente para amortiguar la molestia en su ingle que dolía al ser dejada así con las ganas y suspiró de alivio cuando el minuto acabó y él estaba ahí con su escuadrón—. Es todo por hoy, vayan a cambiarse por una ropa cómoda y flexible, los uniformes estarán listos para mañana.

Todos agradecieron felices de no seguir soportando esos harapos distorsionados y salieron unos encima de otros para ir a cambiarse, claro que la molestia y desilusión de no haber visto a su jefe cometer un error no se les fue tan fácil, mas quedó en el último peldaño a recordar.

Y mientras cada oficial salía, el moreno simplemente iba cerrando poco a poco la puerta con una sonrisa angelical y pura; cuando la última persona salió se dio el lujo de cerrar con seguro y caminar lenta y peligrosamente, sus labios humedeciéndose con su propia lengua y sus ojos rubí clavados en la perfecta silueta de su novio—. Ya se fueron. Ahora, ¿en dónde nos quedamos?

Fue en un segundo cuando el cuerpo oscuro se apegó al suyo, y al mismo tiempo estampó a ambos contra la pared cercana; colocó sus brazos a los costados de su cabeza y su mirada jamás cambió a una que no fuera deseosa y necesitada—. Podríamos- ¿podríamos quizás hacer en otro momento? Igual tengo que ir a delegar-

—No.

—Pero-

—No —sentenció besando sus labios semiabiertos queriendo objetar, una de sus manos bajó para desatar el cinturón de la gabardina e ir apartándola para que no cubriera las marcas de las que estaba orgulloso, su mentón se recargó sobre el hombro durazno y frotó en la marca que ya le estaba saliendo costra—, cuando quieras hijos te los daré con gusto, pero deja de preocuparte por esos irresponsables. Le acabo de escribir a Zespio para que se encargue de tus tareas por medio día. Tú y yo merecemos un descanso de vez en cuando, sobre todo cuando tienes una vista así~ —agarró a los muslos azules e hizo que se acomodaran alrededor de su cadera, acariciando el izquierdo y apretándolo juguetonamente; el azul rió en respuesta enrollando los brazos alrededor del cuello oscuro y se abrazó de su torso.

—Idiota... —musitó, pasaron de la pared al tatami y realmente no hubo quien interviniera para detener su "descanso", los dos se fundieron entre chistes, risas y cariño.

Mientras, Zespio ya estaba vestido con un traje sencillo en la oficina de su jefe revisando los expedientes y documentos ordenados alfabéticamente sobre el escritorio, pero por más que los leyera y buscará, no entendía nada. Y tampoco sabía que hacer, el cobalto siempre se los decía, y él teniendo a media base afuera esperando por sus labores diarias solo lo hacía entrar en pánico.

—¿Y ahora qué hago?

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